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A PUNTO DE CUMPLIR EL TERCER MES DE GOBIERNO, LULA CONSOLIDA EL FRENTE AMPLIO Y PATINA ANTE LA CRISIS

Lunes, 13 Marzo 2023 20:36

El tercer mandato de Lula/PT está cerca de cumplir 3 meses, elegido en la estela de la ola rosa, que vuelve a poner en el poder a gobiernos de frente popular en América Latina. Expone el desvanecimiento político de estos sectores y reafirma la fragilidad de estos gobiernos ante los procesos de crisis que se profundizan por las tendencias abiertas por la pandemia y la guerra en Ucrania y, sobre todo, ante la política del imperialismo norteamericano en la búsqueda de recuperar su hegemonía económica y la asimilación de los antiguos estados obreros, especialmente Rusia y China. Este escenario intensifica las disputas por los mercados, por el control de los recursos naturales, por el monopolio de los semiconductores y por el control de las cadenas de producción.

La prolongación de la guerra en Ucrania, la tendencia cada vez más concreta a la recesión mundial, recomendada por los organismos internacionales, la persistencia de la alta inflación y, en el plano interno, la presión del rentismo y de la oposición bolsonarista arraigada socialmente y mayoritaria en el congreso nacional, obligan al actual gobierno a alinearse estrechamente con sectores del capital monopolista y de la burguesía nacional.

Incluso con el ascenso del régimen después de los acontecimientos del 8 de enero, apoyado y aplaudido por la izquierda reformista, la polarización política permanece abierta y Lula pasa a actuar para reestructurar su relación con las fuerzas armadas y auxiliares y con las instituciones de la democracia burguesa en su relación con las masas. Sin embargo, está claro que la gobernabilidad y las condiciones políticas necesarias para cumplir las promesas de campaña dependerán de la consolidación del frente amplio, incluso con los bolsonaristas.

Contener la grave crisis social que azota a Brasil tendrá un alto costo político y económico. Desde el gobierno de transición, el discurso es que el presupuesto está agotado. La deuda pública bruta se acerca a los 7 mil millones, el 74% del PIB, y seguirá restringiendo severamente la capacidad de inversión del gobierno. La nota del directorio nacional del PT, publicada a mediados de febrero, presenta un proyecto de defensa de la democracia, de un gobierno popular y soberano. Sin embargo, desde el principio tuvo que recurrir al Congreso y financiar la elección de Arthur Lira y Rodrigo Pacheco, para aprobar una enmienda constitucional que permitiera gobernar fuera del techo de gastos. Esta nota busca convencer de que este gobierno pondrá el Estado burgués a favor de los trabajadores; no hay mayor carnada.

Frente a estas barreras, la estrategia fue pivotar las acciones hacia la política exterior y volver a colocar al país en el escenario político mundial después de los años de aislacionismo adoptados por Bolsonaro. Desde la cumbre de la CELAC, Lula intenta recomponer el papel de liderazgo en América Latina, pero, sobre todo, como socio de primer orden de EE UU, sin limitar los intereses chinos, ya que China es el principal socio comercial de Brasil.

De esta forma, EEUU quiere frenar el avance chino sobre las semicolonias de la región. Quieren que el Mercosur sea un obstáculo para los intereses de la nueva ruta de la seda de China. Para ello, ven en el actual gobierno brasileño un actor clave para que los Estados semicoloniales latinoamericanos se sometan a los intereses imperialistas. No es casualidad que Lula haya estado intentando acelerar el acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur.

La visita del canciller alemán, Olaf Scholz, a Brasil y la reunión de Lula con Biden, en EEUU, a finales de febrero, sirvieron para acelerar este realineamiento. En Washington, la agenda fue la lucha contra la extrema derecha y la defensa de la democracia y, más centralmente, el debate sobre el papel norteamericano en el Fondo Amazonia, financiado por Noruega y Alemania. Biden ejerció presión para disciplinar a Lula en la cuestión de la guerra en Ucrania. Después de esta visita, Brasil votó a favor de la resolución que exigía la retirada de las tropas rusas de Ucrania en la ONU, un año después del conflicto. Pero más allá del alineamiento con el imperialismo y en un intento de mostrarse como un gran estadista, Lula propuso la creación de un "club de la paz" para negociar el fin de la guerra.

En cuanto al debate amazónico, está claro que la "preservación" de la selva y la defensa de los territorios de los pueblos originarios también están en el foco de los negocios burgueses. Detrás de la cuestión de la deforestación y del problema del calentamiento global, temas con fuerte atractivo popular en el imperialismo, está el interés en explotar los recursos naturales de la región amazónica, sus riquezas minerales, especialmente las tierras raras, materia prima fundamental para el control de la cadena de semiconductores, fundamental para el desarrollo de la Industria 4.0, la producción de coches eléctricos y las altas tecnologías. Por lo tanto, el discurso de la preservación del medio ambiente no es más que una cortina de humo si la superación del modo de producción capitalista no está en el orden del día. Tal como está, sólo servirá para camuflar el avance de los intereses de los monopolios mineros, del capital financiero ligado a la llamada economía verde.

Este movimiento en política exterior desplaza el foco de la crisis interna que sigue abierta. Las previsiones de crecimiento por debajo del 1%, la inflación que persiste y sigue erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores, el elevado desempleo que refleja el profundo proceso de desindustrialización, la grave crisis de solvencia de las grandes empresas de distribución, (ver el caso "Americanas") y los despidos en los gigantes de la informática son elementos que implican la dimensión de la grave crisis social, que adquiere proporciones de barbarie con el flagelo del hambre en territorio yanomami, las denuncias de trabajo análogo al esclavo en grandes bodegas de Rio Grande do Sul y la catástrofe de las inundaciones en el litoral norte de São Paulo.

Este escenario obliga al gobierno a avanzar en el anuncio de medidas para paliar esta crisis. Todas las medidas del gobierno están en el campo de la acción afirmativa, que orienta las demandas del movimiento y expande las manos del Estado para remediar una posible explosión social. Esta agenda va al encuentro de las políticas presentadas por la izquierda reformista y centrista, en las que apuntan al estatismo como solución para los trabajadores. El gobierno de Lula se ha anclado en el ajuste del salario mínimo, en el ajuste de la beca para investigadores universitarios y en el mantenimiento de programas como el Subsidio Familiar, en el valor de 600 reales; programas que habían sido descuidados por el gobierno anterior. El discurso del PT es sobre la construcción de un estado de bienestar, que tiene que estar en la agenda del gobierno. Sólo olvidaron ponerse de acuerdo con sus socios del frente amplio.

Para dar cuenta de este supuesto Estado de bienestar de Petrobras, Fernando Haddad, ministro de Economía, hace equilibrios entre los exabruptos de Lula contra el mercado financiero, la política de precios de los combustibles de Petrobras, la elevada tasa de interés del Banco Central y la tarea de acelerar la economía. Para ello, señala la necesidad de aprobar la Reforma Fiscal. En esta línea, se presentó un paquete de medidas que apuntan a un ajuste fiscal. El objetivo es transformar el déficit de 231.550 millones de reales previsto por el gobierno federal para este año en un superávit de 11.130 millones de reales. Según Haddad, el déficit debe reducirse a entre el 0,5% y el 1% del PIB. Uno de los principales puntos de estas medidas es el retorno del impuesto federal sobre los combustibles, que había sido suspendido por Bolsonaro; una medida querida por el gobierno, ya que presiona sobre la inflación de los alimentos.

Para nosotros, trabajadores, no hay camino posible a través del Estado burgués. Por eso, es urgente luchar por la recuperación de nuestros sindicatos y centrales de las manos de la burocracia que ha actuado cada vez más para suprimir cualquier democracia sindical e impedir cualquier posibilidad de lucha organizada e, internamente, luchar contra la adaptación del centrismo al régimen democrático burgués. Sólo así podremos organizar la confrontación con los gobiernos de turno. Para nosotros, trabajadores, la política no puede ser la defensa de la democracia burguesa, sino la construcción del Partido Revolucionario, bajo la IV Internacional, que ponga en marcha el programa de transición hacia la dictadura del proletariado.

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