CAMILO CATRILLANCA: ASESINADO POR EL ESTADO
Wednesday, 22 May 2019 23:29El asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca a manos del grupo especial de carabineros denominado “comando jungla” abrió en el gobierno una crisis política de envergadura. Mentira tras mentira fue cayendo pese al intento de la prensa burguesa de blindar al aparato represivo del Estado o justificar el accionar de la policía, quienes mantienen militarizada la zona de la araucanía con grupos especiales entrenados por expertos oficiales contrarrevolucionarios en Colombia, como parte de la política militar que mantiene el imperialismo norteamericano hacia la región.
A la histórica y sistémica represión ejercida hacia las comunidades mapuches de parte del Estado chileno, hay que agregarle una política agresiva de parte de EEUU quien de forma directa o indirecta comanda a los gobiernos latinoamericanos a aplicar operaciones represivas, desplegando sus fuerzas contra las manifestaciones de masas como sucede en Argentina, que viene acompañando la política de ajuste y expropiación generalizada del salario vía la devaluación, con una feroz represión hacia las masas, como se demuestra en el sitio porteño para defender la cumbre de países imperialistas y cortesanos como el G20. También en Brasil, que con el triunfo de Bolsonaro, profundizará la militarización de Río de Janeiro extendíendola hacia otras regiones para hacer pasar los planes del imperialismo sometiendo a la clase trabajadora y la población a que pague la crisis capitalista.
Es así que el gobierno de Piñera, venía intentando realizar un lavado de cara de Carabineros, ante el desprestigio ocasionado por casos de corrupción, falsificación de pruebas como “operación huracán” y toda clase de delitos que ponía al descubierto el carácter lúmpen de estos agentes desclasados, organizados por el Estado para la defensa de la propiedad privada capitalista. A esta exposición de carabineros se le vino a sumar los casos de corrupción por venta de armas por parte de oficiales y suboficiales a las bandas de narcotraficantes que pone en cuestión ante las masas el verdadero rol del aparato represivo y militar del Estado semicolonial. Estos sucesos no son hechos aislados sino que expresan la descomposición del semi-estado burgués, un subproducto genuino de la crisis que corroe al capitalismo a nivel mundial.
Del garrote y la zanahoria
La política del gobierno de Piñera venía acompañada de una batería de medidas que pretendía involucrar directamente al empresariado en las políticas “sociales”. Parte de esto fue colocar de ministro de desarrollo social a Alfredo Moreno, representante directo de la CPC, y luego levantar un “Compromiso País” donde los empresarios, los expropiadores de la riqueza social, cínicamente detectan “grupos vulnerables” y se abocarán “personalmente” a plantear obras de caridad o levantar nuevas fundaciones con el fin de abordar estos problemas de forma directa ante la debilidad de las mediaciones. Problemas generados por ellos mismos para los que no tienen solución alguna.
Del mismo modo en la Araucanía, el ministro Moreno había desplegado en terreno el “Plan Araucanía” cuyos ejes principales eran meter dentro de un arco de conciliación a trabajadores, campesinos, representantes mapuches, empresarios y gobierno, en un compromiso de desarrollo de infraestructura para la región que incluiría también la promesa de reforzar algunas escuelas, hospitales y servicios básicos. Algo que despertaba ciertas esperanzas en una región donde la pobreza, el trabajo en negro, la falta de servicios como agua o alcantarillado doblan o triplican la media nacional. Por supuesto que este plan debía estar acompañado con la profundización de la militarización de la zona, el pilar represivo del Estado.
Este plan no significaba otra cosa que un intento de fortalecer a la rama forestal de la región, quienes vienen amasando cuantiosas ganancias, para darle una mayor dinámica de negocios, paz social e infraestructura productiva. El asesinato de Catrillanca hizo saltar por los aires este artificioso plan el que el tandem Chadwik y Moreno se desviven por salvar.
Operación lavado de cara 2
La solidaridad con las comunidades mapuches que despertó en la población el brutal asesinato de Catrillanca, removió la sillas de los parlamentarios de la oposición burguesa quienes exigían “justicia para Catrillanca”, desentendiéndose de sus propias responsabilidades en los asesinatos de otros comuneros y activistas durante su gobierno, y de obreros en lucha como Rodrigo Cisterna o Nelson Quichillao. Por los pasillos parlamentarios empezó el circo de las interpelaciones ministeriales al ministro del interior y el director de Carabineros. Unos ofuscados parlamentarios del Frente Amplio pedían “autocríticas” a la labor del gobierno, y sólo se limitaban a cuestionar la presencia de grupos especiales de carabineros, no la represión en si misma. Este corso de charlatanes se desviven por una limpieza democrática de la institucionalidad represiva. Quieren que se ejerza un “control civil” de esta institución sin cuestionar su función social. Juntos se suman al discurso de que existen carabineros buenos y carabineros malos, para extirparle a la democracia los segundos. Simbólicamente resolvieron dar $1 a los gastos reservados y así, a su imagen y semejanza, hacer de los represores hombres honestos al servicio de los ricos.
Wallmapu, Estado y poder obrero
Hace más de un siglo que se estructuró el Estado chileno en el proceso de formación de los llamados “Estado nación” del capitalismo. Al igual que el conjunto de los países latinoamericanos el desarrollo del imperialismo imprimió las formas de dominación desarrollando poderosas clases obreras alrededor de los medios de producción imprimiendo a la semicolonia un carácter combinado de formas arcaicas y modernas. La opresión y represión de las pueblos originarios fue una característica del Estado que se mantiene hasta nuestros días y que tuvo lugar con la evolución del reparto de la tierra y el desarrollo de la industria como la forestal. Inútil es, como pretenden las agrupaciones pro-mapuches, bregar por girar al revés la rueda de la historia para convertir a toda la patagonia en territorio indígena como símbolo de lucha contra el Estado burgués. La diferenciación de clases del llamado “pueblo” mapuche es evidente. Al interior de las comunidades mapuches prima una economía campesina de subsistencia, cuando no se dedican al cultivo de bosques en comodato de las forestales. La composición de la mayoría de la clase trabajadora forestal tiene ascendencia mapuche. Así también vemos a capataces mapuches asociados y ligados al Estado y los capitalistas.
Desde distintos partidos partidos patronales levantan la idea de que el “Plan Araucanía” debe ser complementado con un plan político de integración del pueblo mapuche, proponiendo su reconocimiento constitucional y una ley de cuotas para la representación parlamentaria. Algo que es apoyado y levantado tanto por el PC como por el Frente Amplio. Es decir, pretenden cooptar a un sector para que sea integrado al Estado burgués, en una receta parecida a la de Evo Morales y su “Estado plurinacional”, en definitiva, fortalecer al Estado capitalista como organo reaccionario.
Los revolucionarios luchamos por la destrucción del aparato burocrático militar del Estado. Una tarea estratégica de envergadura para que la clase obrera se prepare para ejercer el poder político como modo de transición hacia el socialismo. Y esta destrucción del Estado debe desbordar las formas del actual Estado capitalista para extenderse por todo el continente para conquistar una Federación de Estados Obreros Socialistas de América. Esta tarea sólo puede ser acaudillada por el proletariado organizado en clase dominante. En este proceso revolucionario el proletariado debe luchar contra el Estado codo a codo con las sectores explotados y oprimidos del pueblo mapuche, bregando por su diferenciación de clases, por el desarrollo de la revolución agraria y la planificación de la producción, para lo cual será necesario levantar la necesidad de la autodeterminación de las comunidades mapuches en el seno de la dictadura del proletariado.
La tarea del momento para la juventud y el activismo obrero es la de luchar por el castigo a los asesinos de Camilo Catrillanca, luchar por la desmilitarización de la Araucanía y la disolución de carabineros; ninguna confianza en las comisiones investigadoras parlamentarias; preparar junto a los sindicatos los mecanismos de defensa para repeler y derrotar la represión del Estado burgués.
13-12-18