A 49 AÑOS DE GOLPE DE ESTADO
Sábado, 10 Septiembre 2022 23:23Se conmemoran 49 años del golpe contrarevolucionario desatado por la burguesía y el imperialismo contra la clase obrera y el pueblo, que persiguió y aniquiló a un sector importante de la vanguardia obrera y juvenil.
El proceso de los 70 se enmarca en un ascenso de la lucha de clases a nivel mundial donde el reformismo de esa época, con la “unidad popular” del PC y el PS, llevaron a las masas a confiar en la vía pacífica al socialismo (vía chilena le llamaban) embaucando al pueblo en la “supuesta neutralidad del Estado Burgués”, la “ supuesta tradición constitucionalista de las FFAA”, la conciliación de clases con una fracción de la burguesía, allanando de este modo el camino al golpe contrarevolucionario. Mientras la clase obrera tomaba el control de la producción, desarrollaba los cordones industriales y se organizaba para el enfrentar el golpe; la política de sus direcciones fue la de la conciliación con la burguesía, la del apoyo incondicional al gobierno, la mantención del parlamento, la del desarrollo del “área social” en la producción como la fórmula estatista para depositar confianza en una transformación reformista del carácter burgués del Estado.
Lo mismo podemos decir de las patas izquierda del Frente Popular como el MIR, que mediante que el “apoyo crítico” al gobierno y mediante golpes de efectos, hacían imposible el desarrollo de la independencia de clases, alejaban a la vanguardia de las fábricas para llevarlas a disputar el “territorio” y debilitaban con ello preparar nuestras fuerzas para la destrucción del estado y la toma del poder.
En el proceso semiinsurreccional que se abrió el 18-O (a 46 años de este golpe) la serie de paros, el desarrollo de las “primeras líneas” como organismos de autodefensa, la extensión de la lucha a las principales ciudades y, en particular, la huelga general del 12 N obligó al gobierno a decidir, para evitar su derrocamiento a manos de las masas, entre desatar una cruenta represión o jugársela por un “desvío democrático”. Este fue el origen del “acuerdo por la paz y el orden público” del 15 de Noviembre que dio inicio al proceso constituyente, donde Boric mostro sus credenciales de tipo confiable para la burguesía.
Por ello el resultado del plebiscito de salida del 04 de septiembre era tan importante para el oficialismo ya que son los partidos que buscaron abiertamente darle un desvío y cierre al proceso que abriera el 18-O.
Mientras se cocinaba este desvío, nos mostraban el rostro de la democracia para ricos desplegada, con estado de excepción en la Araucanía, represión a la juventud, fortalecimiento de las policías, precarización, cesantía, pandemia, caída de los salarios, presos políticos, etc.
El resultado del plebiscito rompe varias ilusiones reformistas que alimentaban este proceso y da por tierra con el fraude que montaba todo el arco del “apruebo” comandado por los políticos profesionales de la burguesía, que hoy se están incorporando de lleno al gobierno. Al mismo tiempo, este “rechazo” de las masas, no elimina ni mitiga los grandes problemas sociales, sino que los agrava, evidenciando la aguda separación de las masas con el aparato de Estado.
La juventud estudiantil ha respondido con organización e importantes movilizaciones. Desde varios sectores, principalmente universitarios y agrupamientos afines a la extinta convención, se insiste en una reedición del proceso constituyente o en el reclamo de una verdadera AC, vale decir, vuelven a poner en el norte la reforma al Estado.
Mientras el gobierno reprime las luchas, se coloca al servicio de los partidos de derecha y del gran empresariado, instala a los personeros de la concertación en los principales ministerios, y va retrocediendo paulatinamente con las “reformas” comprometidas, en el parlamento burgués se cocinan los “bordes” de la nueva reforma constitucional.
El poder de la burguesía reside en la producción. El aparato del Estado garantiza este poder y la dominación imperialista mediante la defensa de la propiedad privada de los medios de producción y el sometimiento de la clase trabajadora y el pueblo. Impulsar el norte de una reforma al aparato estatal para buscar la vía de un “nuevo trato” o “pacto social” entre las clases, para una “redistribución de la riqueza” o de “apertura democrática”, no solo es utópico en el capitalismo en descomposición, sino que es abiertamente reaccionario. Ya sin el norte de la “sociedad socialista”, se vuelve a colocar en escena la política de la “conciliación de clases”.
Pese a que las luchas no pasan en vano, el actual proceso nos encuentra a bastante distancia de la extensión y profundidad política y organizativa que tenía la clase obrera en el proceso revolucionario de los 70’s. Hoy la pelea es por poner en pie a la clase trabajadora recuperando sus organizaciones, expulsando a la burocracia y luchando por imponer un programa de independencia de clase, que parta por impulsar el control obrero sobre la producción. La energía desplegada por la juventud en lucha puede servir para cuestionar el carácter burgués de la educación, forjar las herramientas organizativas de las nuevas generaciones y, abrir con su lucha la entrada en escena de los batallones centrales del proletariado.
Sólo es por medio de la revolución, de la destrucción del estado burgués, y la instauración del poder obrero y de su extensión internacional, que podremos darnos a la tarea de transformar la sociedad de clases hacia la extinción de las clases y del propio Estado.
Se hace más necesario que nunca sacar las lecciones de los procesos nacionales como internacionales, que constituyen un acervo valioso para la conciencia histórica de la clase obrera.
La revancha histórica, que pondrá fin a la impunidad de los genocidas, la justicia para con los asesinados y desaparecidos, la libertad de los actuales presos por luchar, vendrá de la mano de organizar nuestras fuerzas para colocar a la clase obrera de pie hacia la conquista del poder.
Solo un partido mundial de la clase obrera, la IV Internacional reconstruida, puede preservar el legado teórico político e impulsar el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado para los futuros combates de nuestra clase.