ELECCIONES DEL PARLAMENTO EUROPEO 2019: TERMÓMETRO DE LA CRISIS

Quarta, 05 Junho 2019 19:00

Entre el 23 y el 26 de mayo se realizaron las elecciones del Parlamento europeo en los países miembros, incluido el Reino Unido, que aún no resolvió su salida de la Unión. Las tendencias que en ellas se expresaron pueden considerarse como una caja de resonancia de la profunda debacle en la que está sumida la UE. En una arena mundial signada por una crisis capitalista que desde hace diez años no puede cerrarse, los cimientos que permitieron la edificación de la UE y los Estados de bienestar que la conforman se están cayendo uno a uno.

 

Europa presa de la guerra comercial

 

Un primer elemento para apuntar a la hora de analizar estas elecciones es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que está haciendo estragos en los distintos países europeos, cuyas economías se están viendo fuertemente afectadas por las cambiantes reglas económicas que Trump quiere imponer en el mercado mundial. Una de sus consecuencias más patentes es la desocupación creciente en regiones tradicionalmente industriales de varios países. Los puntos calientes de la situación, que de una u otra manera se plasmaron en los resultados electorales, pasan por la competitividad de los productos nacionales en el mercado internacional, cómo afectan las medidas proteccionistas y los incentivos económicos a las empresas de capital imperialista en otros países, la cuestión del desarrollo de la industria y la productividad. El eje central de esta discusión es la necesidad de establecer un nuevo pacto capital-trabajo en el territorio de cada uno de esos Estados, incluyendo la cuestión de la mano de obra inmigrante, que permita abrir un periodo de acumulación capitalista a largo plazo. Pero la burguesía imperialista de conjunto no ha podido dar una respuesta a esta necesidad dada su indefectible tendencia a la decadencia. Y dentro de las potencias imperialistas, es en Europa donde más se nota la lucha de fracciones y la incertidumbre ante la imposibilidad de dar una salida imperialista a la situación. Claramente, esta búsqueda sólo traerá penurias a la clase trabajadora, ya que su supervivencia depende de aplastar al proletariado, si es necesario con sangre.

 

Luchas inter burguesas al interior de los imperialismos europeos

 

En la isla británica el hecho de haber llegado a las elecciones europeas ya muestra un fracaso total del proceso de Brexit abierto con el plebiscito de 2016. El empantanamiento en el Parlamento para lograr una salida consensuada de la UE sigue generando consecuencias en Westminster. Los partidos que han venido sosteniendo el régimen imperialista desde el “nuevo orden mundial” de la segunda mitad del siglo 20 están haciendo agua. La discusión de cómo sale Gran Bretaña de la UE ha dividido tanto a los tories como a los laboristas y hoy sus dirigentes están siendo cuestionados por sus propios partidos, así como por la sociedad británica. En el mes de junio Theresa May debería dejar el gobierno para abrir una feroz lucha de poder en el partido conservador. La crisis de dirección imperialista que se deja ver con el interminable conflicto interno que abrió el Brexit al interior de la clase dominante tiene como trasfondo una profunda crisis económica, de la que no se puede salir con las viejas recetas. El triunfo electoral del Partido del Brexit, de Nigel Farage, ha sido un claro castigo tanto a May y a los conservadores, como al Labor y a la ambigüedad de Jeremy Corbin. Como hemos dicho en otras oportunidades, lo único que sostiene en el tiempo las patéticas tertulias parlamentarias en Gran Bretaña es la ausencia de un proceso de masas y de una dirección obrera que marque un camino de ruptura revolucionaria.

Alemania y Francia también han tenido cimbronazos en sus partidos de gobierno. Si bien el partido de Angela Merkel, CDU, salió primero en su país éste ha sufrido una estrepitosa caída en el caudal de votos. La socialdemocracia, parte de la coalición de gobierno, sufrió la baja de su principal referente tras el papelón electoral. Por su parte, la formación política reciente de AFD (Alternativa por Alemania) se mantiene, aunque bajó en cerca de 2% en caudal de votos. El batacazo fue dado por Los Verdes, que salieron en segundo lugar y se muestran como la expresión de la juventud.

En Francia, Macron sufrió una derrota ante la ultraderechista Marine Le Pen, aunque este partido sacó menos votos que en 2014. Nuevamente los verdes han ganado terreno. Sin dudas, estos resultados muestran el malestar social que existe con las medidas de austeridad y el desmantelamiento del Estado de bienestar, lo cual se manifestó en ese país con el movimiento de los “chalecos amarillos”. Aunque, por el momento prima la intervención diluida de la clase obrera y la falta de organización de la vanguardia alrededor de un programa antiimperialista y de independencia de clase.

También en Portugal, donde ganó el PS, fueron los ecologistas los que dieron la sorpresa al conseguir un diputado. El dato de la jornada fue la participación más baja de su historia electoral. Recordemos que Portugal ha sido uno de los países que estuvo a la cabeza de la implementación de los planes de austeridad de la UE y, si bien los datos de la coyuntura son optimistas, la crisis estructural sigue desarrollándose.

Mientras tanto, en España volvió a ganar el PSOE, pero la ultraderecha de VOX conquistó 3 parlamentarios y los independentistas catalanes ganaron 6 bancas. El “golpe” de Pedro Sánchez a Rajoy no ha logrado cerrar las contradicciones nacionales que se expresan en movimientos nacionalistas y en el crecimiento de la ultraderecha. Lo que es un hecho es que la promesa de Podemos ha quedado totalmente desarticulada, en su rol de mediación de los movimientos “radicales” ante las instituciones imperialistas.

El desgaste de Syriza en Grecia también se ha hecho notar. Allí también se renovaban autoridades locales, dando como ganadores de los comicios a los conservadores de Nueva Democracia. Alexis Tsiparas ha tomado la decisión de adelantar las elecciones legislativas para junio ante la crisis política que enfrenta su gobierno. Esto es una muestra más de lo rápido que estas mediaciones han perecido ante el Estado capitalista y muestra que la única salida progresiva es bajo el liderazgo de la clase obrera revolucionaria.

En Italia es donde más se ha consolidado este sector derechista, con el contundente triunfo de Matteo Salvini, de la Liga, aunque su socio de coalición, el movimiento 5 estrellas, perdió el segundo lugar ante el Partido Democrático. Este resultado es una señal de alarma para los que aún defienden los últimos estertores de la UE, ya que la Liga es parte del eje antieuropeo. En sus primeras medidas de gobierno desafió las metas fiscales europeas y viene teniendo una política anti inmigración que ha sobresaltado a las fuerzas democráticas de todo el continente.

También en Polonia ha ganado la fuerza ultraconservadora, con 46% de los votos. Mientras que, en Bélgica, con una participación récord del 90%, fue la ultraderecha la que ganó, con un importante desempeño de los ecologistas en Bruselas y Valonia. El triunfo de los laboristas en Holanda se vuelve una contra tendencia, donde además la ultraderecha de Geert Wilders quedó al final del ranking.

 

Ante la descomposición burguesa, una salida revolucionaria

 

Una vez más hemos dado cuenta en estas líneas de la dispersión de las fuerzas imperialistas ante la falta de un proyecto a largo plazo que prometa una salida estable de la crisis capitalista. En la descarnada lucha entre fracciones, la presa es la clase obrera, a la que llaman a seguirlos con sus promesas de volver a un pasado de grandeza nacional que en los hechos no sucederá. La Europa del capital se ha chocado de frente con todos sus límites. Las viejas contradicciones del capital con sus fronteras nacionales se expresan en los fenómenos del siglo 21 y lleva a procesos que aceleran la decadencia burguesa. Los movimientos reivindicativos, de minorías, ecologistas carecen de un programa claro y terminan siendo arrastrados detrás de las mediaciones burguesas. Sólo un partido revolucionario internacional, que levante un programa de transición al socialismo, que trascienda las artificiales fronteras impuestas por las burguesías imperialistas puede ofrecer una salida. Es tarea inmediata y urgente de los revolucionarios reagrupar a la vanguardia obrera en los sindicatos y las organizaciones juveniles detrás de un programa obrero que implique luchar contra la burocracia sindical que sostiene a los Estados imperialistas y recuperarlos para desplegar la lucha de clases con los métodos históricos del proletariado. Esto va en el camino de enfrentar a la burguesía en la producción, imponiendo el control obrero como preparación para el futuro sistema de trabajo del Estado obrero de transición; hay que preparar las fuerzas para la expropiación de los capitalistas y organizar las milicias obreras contra las fuerzas del orden capitalista. Esto requiere la máxima unidad de nuestra clase, sin distinción de nacionalidades, género, etnia, etc. La lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa es una bandera de lucha de la IV Internacional, la cual debemos bregar por reconstruir desde este momento.