NO VOTAR EN LA FARSA CONSTITUYENTE

Terça, 11 Mai 2021 23:33

Este 15 y 16 de mayo se realizan las elecciones a alcaldes, concejales, gobernadores regionales y constituyentes. Unas elecciones que son militadas por distintos sectores que señalan su carácter único e incluso “histórico” le llaman. Esto a raíz de que no sólo pasará a ser elegida la figura de gobernador regional, si es que tiene ésta alguna trascendencia, por sufragio electoral; y en particular las elecciones para la Convención Constitucional (CC). Éste último organismo, con “novedades” en su conformación, tales como paridad de género y escaños reservados para pueblos originarios, fue el subproducto de un acuerdo entre los partidos del régimen para dar una salida a la crisis aguda en que la lucha de clases había puesto al gobierno de Piñera mediante la huelga general del 12 de noviembre del 2019. Para que la burguesía se aviniera a convenir reformas al “modelo” de Estado chileno, modelo de país semicolonial, tenía que imponer condiciones que llevaran a que el proceso “constituyente” fuera lo más inocuo posible. Es así que cuidadosamente se elaboró un acuerdo donde la institucionalidad del aparato burocrático militar, pese a su grado de crisis y descomposición, no estuviera en cuestión. De este modo se impuso un régimen de quórums mayoritarios (los famosos 2/3), se impuso su carácter de comisión redactora sin ningún poder más que el de elaborar un texto de constitución y, por sobre todo, se le impidió cuestionar ningún tratado vigente, los que forman parte de la relación y sujeción del país al capital imperialista.

Hay quienes viendo el carácter limitado de la CC, reducida a la de una comisión redactora, la rechazan en favor de una verdadera Asamblea Constituyente democrática y soberana. Se apoyan en la idea abstracta y reaccionaria a favor de una “democracia pura”, en esa noción repetida por los medios burgueses de “construir la casa común”, para abordar la idea de establecer una suerte de “pacto social”. Esta idea, presentada de modos rimbombantes, impulsa la idea de una unidad nacional, la idea de la congregación fraternal entre explotados y explotadores. Al no partir de la existencia de clases sociales, y de la relación del conjunto de la nación oprimida con el capital financiero, embellecen una y otra vez a la dictadura de la burguesía, sobre el proletariado y el pueblo empobrecido. “Los marxistas siempre han dicho que cuanto más desarrollada y más ‘pura’ es la democracia, tanto más franca, aguda e implacable se hace la lucha de clases, tanto más ‘puras’ se manifiestan la opresión por el capital y la dictadura de la burguesía.”

Estas elecciones encuentran  al gobierno de Piñera debilitado luego de que quisiera bloquear el tercer retiro al 10% de las AFP, el que fue acelerado con el fuego de las barricadas en las poblaciones y las paralizaciones como las de los trabajadores portuarios. Pese a esta debilidad del gobierno, y de la coalición oficialista, como toda elección de renovación del personal del aparato burgués, no deja de ser un escenario favorable para los capitalistas.

Si bien la coalición gobernante arriesga por esta debilidad coyuntural a perder en la CC la posibilidad de veto obteniendo menos de 1/3 de electores, los resultados hablarán distorsionadamente de cambios en las relaciones de fuerza entre sectores de clases, pero no es como lo presentan algunos sectores, el centro de la disputa del poder o la continuidad de formas de lucha de clases con la posibilidad latente de una semi insurrección espontanea, similar al del 18-O. Significará por el contrario un elemento de crisis del semi-Estado chileno que en el contexto de una crisis social producto de la descomposición del sistema capitalista se hace más patente.

Es verdad que la burguesía sabe que la CC es un factor de inestabilidad política, no porque esta institución reaccionaria permita desarrollar la conciencia de clase de los trabajadores, sino porque estará cruzada por discusiones de reforma al estado, que sectores reformistas y estatistas como el PC, el FA, Humanistas y demás figuras de la pequeñaburguesía democrática, buscaran impulsar. En el mismo sentido se ha orientado la burocracia sindical que pasó directamente a postular para los cargos constituyentes, donde pretenden jugar un rol en la lucha de clases cobijando la charlatanería parlamentaria y buscando estatizar las demandas de la población.

Para la burguesía también es importante lograr que el proceso electoral pase la prueba de la blancura ante el imperialismo; es por eso que apuesta a que este proceso, donde la elección de alcaldes serán los más votados, defina las relaciones entre los partidos de cara a las presidenciales de fin de año. Es decir, delinear quien será el o los candidatos a verdugo del pueblo.

La pandemia ha acelerado la crisis social, incrementada por las políticas de salvataje a los capitalistas, con una definición de combinar represión con apertura económica de mantenimiento de colapso hospitalario periódico. La respuesta de la burguesía en varios países ante la pandemia y la lucha de masas ha sido similar. La represión de los gobiernos, y al igual que Chile, buscan cerrarlo mediante elecciones, como en Ecuador, Bolivia y hasta las luchas de la juventud en el corazón del imperialismo norteamericano. También la pandemia ha demostrado la importancia de la fuerza de trabajo como única mercancía que puede crear valor. Son los trabajadores la única clase progresiva, es por eso que las burguesías empujan a la presencialidad en los trabajos sin importar la vida de los trabajadores, buscando “dosificar” las muertes obreras.

El carácter de esta crisis es internacional. Así lo manifiesta Colombia, como el magnífico levantamiento del pueblo colombiano ante los ataques de reformas de Duque, donde la persistencia de la heroica lucha del pueblo ante la masacre reiterada de las fuerzas lúmpenes estatales y paraestatales debe ser respondida con la preparación de la huelga general, para paralizar la producción, base del poder burgués, y poner sobre la mesa la discusión de la autodefensa y el armamento de los sindicatos.

También vemos la descomposición del imperialismo y su andamiaje de posguerra derrumbarse en distintas partes como en Medio Oriente, en los ataques al pueblo Palestino por el Estado gendarme de Israel, y en el mismo corazón de este enclave imperialista.

Algunas organizaciones en la izquierda revolucionaria se llenan de eclecticismo en torno a la CC. Algunos se han limitado a cuestionar el carácter antidemocrático de esta institución burguesa. Otros desarrollan el planteo de un Estado combinado[1], asociando formas de constituyentes burguesas con formas de organización proletaria (asambleas o congresos). El embellecimiento de las instancias constituyentes llega al punto de plantear a las mismas como “un puente” en el desarrollo político de la clase obrera, o incluso como una forma de acceso al poder. Una práctica de orientación parlamentaria muy común en las organizaciones centristas de mayor peso como el FITU en Argentina, donde la lucha por un programa obrero revolucionario se desdibuja y diluye en catálogos de eslogans convertidos en proyectos de ley. Hay que recordarles que la toma del poder por la clase no vendrá de la mano de un desarrollo pacífico, ni menos de desarrollar la democracia burguesa, su aparato estatal, en una Asamblea Constituyente, sino precisamente mediante la destrucción de esta maquinaria, mediante la insurrección consciente.

Se plantea como fundamental el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado en si para sí, el desarrollo de su vanguardia, algo que es necesario fortalecer en el proceso que abrió el 18 de Octubre. Pero esto no vendrá de la mano del apoyo o voto a los “candidatos buena onda” o “progres” que la izquierda intente auscultar en la dispersas papeletas electorales, sino del desarrollo programático y organizativo de la vanguardia obrera. No se trata por lo demás de establecer como un principio, como hacen algunas organizaciones, el criticar la “opción táctica” de determinadas organizaciones y militantes revolucionarios al presentarse a este escenario burgués por excelencia, sino de señalar su adaptación y la concentración de sus esfuerzos militantes.

Con las elecciones del  15 y 16 de mayo, la burguesía pretende el el cierre de un proceso insurreccional de masas, desviándolo a una salida institucional de reforma al Estado. La respuesta de las masas ante situaciones críticas mediante su intervención directa en las calles debe dar paso al fortalecimiento y la intervención independiente de la clase obrera mediante su propio programa, como caudillo de la nación explotada y oprimida. Ante la falta de una expresión política de independencia de clases interviniendo en un escenario burgués, es que llamamos a no votar en estas elecciones.

 

[1] “La ridícula tentativa de unir el sistema de los Soviets, es decir, la dictadura del proletariado, con la Asamblea Nacional, es decir, la dictadura de la burguesía, desenmascara por completo la indigencia mental de los socialistas y socialdemócratas amarillos, su carácter político reaccionario, propio de pequeños burgueses, y sus cobardes concesiones a la fuerza, en crecimiento incontenible, de la nueva democracia, de la democracia proletaria.”  Citas tomadas de, “Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado” V.I.Lenin.  Presentado al I Congreso de la III Internacional - 4 de marzo de 1919.

 

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  • ANTE LAS ELECCIONES

    Nos encontramos ad portas de una nueva elección, esta vez de presidenciales y parlamentarias. El centro de esta democracia para ricos coloca a los trabajadores y al pueblo en la disyuntiva de elegir quién será su próximo verdugo, el que aplique los planes que la patronal y el imperialismo tienen en carpeta.

    Como en toda elección de cargos a las instituciones del aparato estatal burgués es una coyuntura favorable para los empresarios. El actual escenario donde el candidato (Sichel), designado por el gobierno y las cámaras empresariales, se proyecta con pocas posibilidades de ganar esta elección, les provoca incertidumbre en cuanto a la relación a establecer con la clase obrera (con más mediaciones o no) a la hora de desplegar su orientación para descargar la crisis (de la deuda, la inflación, la cesantía, etc) sobre las espaldas de la población trabajadora.

    Junto a esto su necesidad política de fortalecimiento del aparato represivo, que ha dado una gran muestra de unidad en la acción y en la omisión ante la militarización de la Araucanía de parte de todos los candidatos, de Kast a Boric. Y esta política es fundamental para el próximo periodo ya que se trata de fortalecer al estado para confrontar con los procesos de lucha de clases que se vienen desarrollando. Ya el candidato de Apruebo Dignidad pagó su derecho a estar en la papeleta presidencial salvando a Piñera de su derrocamiento por medio de la huelga general, mediante el “Acuerdo por la paz y el orden público” y el respaldo de las leyes represivas en medio de las movilizaciones de masas.

    Lo claro es que la burguesía requiere un candidato que les garantice el ajuste y ataques a la clase obrera sin la necesidad de procurar (por ahora) una derrota física a ésta. Por ello es difícil que después del 18-O la burguesía apueste sus fichas a un candidato como Kast, toda vez que la política dictada desde el amo yanqui de intervenciones militares para el control interno ha provocado la respuesta de las masas desarrollando procesos álgidos de lucha de clases en el patio trasero del imperialismo.

    Respecto al candidato de la pequeñaburguesía, en el coalición electoral Apruebo Dignidad, donde conviven una serie de partidos y grupos políticos con concepciones estatistas, identitarias , etc, expresa en su programa, lo dicho por el candidato Boric, traer estabilidad con cambios, de manera gradual, en definitiva garantizar el orden burgués con reformas al estado. Ante la presión empresarial dio marcha atrás con la política de conciliación de clases de intentar meter representantes obreros en los directorios de las empresas, reculó “con gradualidad” sobre la disminución de la jornada laboral, etc, etc, y apuesta a coronar lo iniciado con el Acuerdo del 15N, dando por cerrado el proceso abierto del 18-O junto a la C.C.

    Un importante sector lo vota por el temor de que salga elegido el candidato “fascista Kast”. Si bien este candidato es un sujeto ultra reaccionario amigo de contrarrevolucionarios del estirpe del genocida Krassnoff (condenado a más de 840 años de cárcel), debemos dejar en claro que estructuralmente el fascismo (como una variante del bonapartismo en los países imperialistas, fue una corriente burguesa del capital monopolista para extender sus dominio coloniales y conjurar la extensión de revoluciones obreras) no se puede desarrollar en los países semicoloniales. El fortalecimiento de esta candidatura, sí puede considerarse como la reserva de un bonapartismo sui generis apoyado más decididamente en el aparato represivo para sostener la dominación imperialista. Toda la cantata “antifascista” que engrupe hasta sectores de la izquierda revolucionaria, no significa más que un embellecimiento de la democracia de los ricos, para cerrar filas con otras fracciones burguesas y del arribismo pequeñoburgués.

    Mientras el candidato estalinista Artés lleva a cabo el reaccionario programa del socialismo en un solo país de la burocracia soviética, pero ahora a un estado burgués con la idea de “reindustrialización”, que impulsará la “independencia nacional” de la mano de las “pequeñas y medianas empresas” mediante planes “quinquenales”, representándose como virtud todas las deformaciones del Estado, entre ellas el culto al burócrata y al absolutismo burocrático.

    Lamentablemente sectores del trotskismo como el POR han llamado a votar por este candidato, adaptándose a los programas nacionales de los grupos populistas y reformistas, y olvidando que con el estalinismo ríos de sangre obrera nos separan. En la adaptación a la democracia burguesa caen los grupos centristas agrupados en el frente de unidad por la clase trabajadora, cuyo principal partido es el PTR, quien continúa desarrollando su línea de adaptación a los slogans surgidos de la pequeña burguesía y de la opinión pública. En ese sentido va su derrotero, de la vieja consigna militante de “trabajadores al poder” se reconvierte en su adaptación a la “lucha contra la derecha” en la consigna de “trabajadores al congreso”, con la idea de que en ese reducto burgués se pueden votar leyes a favor de los trabajadores. De mismo modo han dejado la posibilidad abierta de votar en segunda vuelta por algún candidato contra el “fascismo”(?!!).

    Es por esto que en este escenario burgués como son las elecciones, denunciamos el carácter patronal de las mimas y llamamos a votar nulo o en blanco tanto en primera como en segunda vuelta.

    Los trabajadores debemos prepararnos para enfrentar el ataque que preparan las patronales, el que aplicarán con mayor o menor dificultar con cualquier presidente y coalición parlamentaria resultante de estas elecciones. El ensayo de reforma constitucional, pretende llevar las demandas sociales al seno del Estado burgués, buscando su estatización, su absorción, su liquidación, para que no sean los trabajadores organizados los que impongamos una salida independiente confrontando con el aparato reaccionario de las patronales y su gobierno, con los métodos de la lucha de clases, y con un programa obrero en la lucha por la conquista del poder.

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