Trabajadores de Walmart, entre el ataque flexibilizador y la atadura estatal

Domingo, 21 Julho 2024 21:59

Entre los días 10 y 15 de julio los trabajadores afiliados a la federación walmart salieron a la huelga por salarios y condiciones laborales, como así también para enfrentar el ataque flexibilizador y de quite de beneficios de esta patronal imperialista.

Cerca del 14 mil trabajadores, un 40 % del plantel de esta supermercadista, mantuvieron la paralización de casi la mitad de los locales a nivel nacional, ocasionándole importantes pérdidas de ingresos.

Sin embargo, esta fuerza desplegada, fue desmovilizada por la directiva de la federación en consonancia con la burocracia de la CUT y de los “asesores sindicales” provenientes del mundillo concertacionista.

En la página de CETRA (asesores) indican que los trabajadores siempre estuvieron ante la alternativa: “Última Oferta o Artículo 342”. Es decir optar entre la propuesta de la empresa, un miserable bono de término a cambio de eliminar beneficios y sin reajustes salariales, o adscribirse a las estipulaciones del contrato colectivo anterior sin reajuste, ni bono, ni reposición de días caídos. En una maniobra acostumbrada por la burocracia sindical, colocaron ante esta falsa alternativa a un pequeño puñado de dirigentes sindicales quienes de forma inconsulta, decidieron agarrarse del “piso de negociación”.

Este es el resultado de la perspectiva de la conciliación de clases, que buscó la resolución a la lucha de los trabajadores no en las fuerzas de nuestra clase, sino en la legislación laboral y la mediación de las instituciones del estado burgués.

No es la primera vez que trabajadores de walmart, al son de millonarias asesorías vinculadas a agentes o exagentes de la burocracia estatal, salen a la huelga logrando magros o nulos beneficios sin lograr imponer sus condiciones a la patronal.

Ya los mecanismos del semiestado burgués habían mostrado su ineficacia para resolver la imposición de una flexibilización laboral generalizada, con la figura del omnioperador, dando muestras que el poder de una patronal imperialista se encuentra por encima del “andamiaje jurídico” del país semicolonial (inertes fallos favorables a los trabajadores de la inspección y los tribunales de justicia), que por lo demás se encuentra a sus servicio.

Ante una política de flexibilización, despidos y baja salarial del conjunto de la clase capitalista, con el fin de modificar la relación capital-trabajo en medio de la crisis, la única respuesta plausible es la organización de la clase obrera y la lucha golpeando sobre la producción.

La huelga de walmart en la actual situación se volvía crucial, ya que mostraba la fortaleza de un sector de la clase trabajadora de la rama de servicios, cuyo peso superaba la atomización y fragmentación imperantes.

La legislación laboral y el código del trabajo, expresan la forma en que se mantiene la estatización de los sindicatos, pretendiendo maniatar el accionar obrero, restringirlo a periodo estipulados burocráticamente y estructurar los tiempos del desarrollo de la lucha para que toda huelga se vuelva inocua o con el suficiente margen para que los empresarios puedan liquidarla.

Es por ello que la única alternativa que no visualizaron los dirigentes sindicales guiados por la burocracia sindical oficialista (que dicho sea de paso, la CUT sólo pretende usar las movilizaciones de trabajadores para posicionar mejor las políticas del gobierno de cara a las elecciones municipales) era la de mantener y extender las medidas de lucha. Era necesario fortalecer y ampliar la huelga paralizando más locales e ir incitando a más trabajadores a la huelga.

Para ello se necesitaban impulsar la democracia sindical, levantando una asamblea o congreso nacional de delegados de base, que guiara sus acciones, que fuera tomando las decisiones en contra de la patronal, la burocracia y el propio gobierno, que intervenía cínicamente con ministros saludando la movilización.

Pero nada de esto iba a pasar con la actual dirección sindical que iba a llevar al torrente de la legalidad burguesa toda iniciativa.

Aferrarse al piso de negociación fue la opción de la derrota, igual que aceptar la última oferta empresarial. Con estos resultados los trabajadores no sólo pierden los días caídos, sino que se congelan los salarios y beneficios por un año y medio. La situación de decepción de muchos trabajadores que salieron enérgicos a ponerle el cuerpo a la lucha puede llevar a la desmoralización, desafiliaciones y mayor dispersión de nuestras filas, resultado cuya exclusiva responsabilidad corresponde a la burocracia sindical. Ante esta disgregación, la patronal avanzará con su plan flexibilizador de forma aún más enconada.

Es imperioso sacar lecciones de esta lucha, fortaleciendo los sindicatos, expandiendo la organización de lucha, imponiendo la democracia sindical en los mismos, preparando a los mejores activistas para la lucha contra esta patronal imperialista, pero sobre todo es preciso recuperar nuestras organizaciones expulsando a la burocracia sindical y colocando a la cabeza a trabajadores decididos.

La independencia de los sindicatos del gobierno, la patronal y la burocracia sindical es una tarea de primer orden para toda la clase trabajadora.

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