TRCI-web

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Segunda, 25 Janeiro 2021 17:42

La puesta en escena, no es sólo de Piñera

El gobierno de Piñera que continúa extremadamente debilitado ha intentado retomar la iniciativa mientras su cuerpo de ministros se desgrana continuamente producto de las definiciones presidenciales que exige con celeridad el mando capitalista.

Y esta iniciativa del gobierno se ha desarrollado con la vieja política del garrote y la zanahoria. De este modo intentó una vez más montar un mega operativo en la zona de la Araucanía donde desplegaron 900 efectivos de la PDI armados hasta los dientes que ingresaron a la comuna mapuche de Ercilla para requisar 1200 plantas de marihuana. Un operativo qué fue realizado el mismo día del juicio por el asesinato del comunero Camilo Catrillanca asesinado por el Estado con este gobierno al mando. El resultado del operativo dejando a un hacendado pinochetista y un policía muertos hundió aún más esta jugada del gobierno que intentaba reafianzarse en su base social reaccionaria.

Al mismo tiempo ha vuelto a reflotar un conjunto de medidas estatistas dadivosas de bonos COVID o IFE para zonas en cuarentena que pretenden capear la crisis sanitaria que se ha agudizado críticamente en lo que va del año.

Hasta el momento también han sido infructuosas las gestiones de este gobierno tanto para apurar la votación del TPP 11 (ante el eventual retorno a ese tratado del imperialismo norteamericano) como para aprobar el proyecto de reformas de pensiones, pretendiendo rayar la cancha de lo que se pueda llegar a discutir en la convención constitucional. El congelamiento de estas iniciativas se debe más a la cautela de la oposición de no querer subirse un barco de un gobierno que sostiene pero que no sabe si terminará hundiéndose.

 

Conciliadores constituyentes

 

Con el telón de fondo de las componendas entre los diversos partidos y  aglomeraciones parlamentarias, en disputa por el botín de puestos del Estado y el posicionamiento de candidatos presidenciales de este año, se cerró la postulación a los cargos de la convención constitucional. Más de 1000 son los candidatos oficializados dispersos en los distintos distritos, muchos de los cuales bajo el mote de "independientes" postulan llevar a cabo una reforma del Estado en contraposición con los partidos "tradicionales". Tanto la dispersión de su representatividad como el mismo sistema electoral burgués vuelven bastante dudosa la posibilidad de conseguir peso en esa convención, por lo que es más seguro que ésta se transforme en un parlamento ad hoc de los mismos partidos.

Siguiendo la línea del impulso del "apruebo" organizaciones sociales tales como la coordinadora 8M, No + AFP, el colegio de profesores y la CUT, han presentado a sus principales representantes como candidatos a constituyente, ora en listas camufladas de "independientes" ora por su pertenencia a tal o cual partido. Así la burocracia sindical qué abierta o solapadamente apoyara el "pacto por la paz y el orden público para una nueva constitución", se presenta como candidatos de los trabajadores en este órgano del régimen burgués. Es así que Mario Aguilar del colegio de profesores o Bárbara Figueroa de la CUT pretenden mandar un mensaje al conjunto de los trabajadores organizados, que no pueden ser los trabajadores y sus organizaciones las que den una salida independiente del Estado y de los capitalistas. Es una forma indirecta de continuar lo que hacen al mando de nuestras organizaciones sujetándolas al Estado para que en caso de ser incorporados en la convención constitucional terminen de coronar el desvío del proceso semi-insurrección del 18 de octubre. De este modo Bárbara Figueroa junto al PC, llama a levantar una constitución de corte estatista donde entre otras cosas se deje por escrito el derecho al trabajo de la mano de organizaciones internacionales reaccionarias como la OIT. Ella junto a otros dirigentes sindicales candidatos (candidaturas amarradas con piola a sus cómodos puestos dirigentes en caso de no ganar) llaman a levantar un “nuevo pacto social" entre el capital y el trabajo. En otras palabras llaman a fortalecer las instituciones que garantizan la explotación la dominación del capital imperialista manteniendo maniatada y sometida a la poderosa fuerza de la clase obrera a una política de conciliación via el Estado burgués.

 

COVID para todos?

 

La pandemia ha pegado un nuevo salto en su gravedad aumentando la cantidad de casos positivos incluso mayores a los de la "primera ola" colapsando los servicios de urgencia de los hospitales y las clínicas impactando en las precarias condiciones sanitarias laborales y de infraestructura que enfrentan cotidianamente los trabajadores de la salud. Desde distintos sectores se llama a la aplicación de estrictas cuarentenas y expansión de las medidas con policías y militares para el "control" de la pandemia, como si esta intervención reaccionaria del Estado fuese una medida para proteger la vida de la población.

La feroz pelea internacional de los laboratorios y distintos países por apropiarse de los lotes de vacunación, y los suculentos beneficios que hay detrás de estas movidas, pretenden ser opacados con puestas en escena de un proceso de vacunación largo y tortuoso, proceso en el que la burguesía no dejará de pretender sacar una ventaja para descargar los efectos de la crisis sobre la población trabajadora aumentando los ritmos y condiciones de explotación con disminuciones salariales, despidos, subsidios a la contratación, utilización de mano de obra barata, flexibilización laboral etcétera etcétera, algo que quedó en evidencia en la casi duplicación de las fortunas acumuladas (de trabajo excedente expropiado) de los más grandes empresarios durante la pandemia.

Para dar una salida a esta crisis sanitaria es necesaria la intervención activa de la clase trabajadora la única que puede imponer verdaderos protocolos que se dirijan a proteger la salud de los trabajadores y del pueblo. En la actual situación, la única clase con la disciplina adecuada para cumplir y hacer cumplir verdaderos protocolos sanitarios, es la clase trabajadora. Es por ello que los sindicatos deben discutir y levantar las medidas de protección necesarias para proteger a las familias trabajadoras imponiendo medidas de control obrero. Es aquí donde los trabajadores de la salud juegan un rol prioritario para luchar y exigir todos los recursos necesarios para combatir los efectos de la pandemia. Las directivas de los sindicatos y federaciones de la salud se han dedicado a difundir el lema "quédate en casa" antes que preparar a los trabajadores para una lucha dura para combatir las causas de la precariedad del sistema de salud que hoy han llevado hasta el agotamiento de los trabajadores. Es necesario reunir a los delegados de los trabajadores en congresos por la rama productiva en reuniones presenciales, con las adecuadas medidas sanitarias, para discutir un programa y un plan de lucha para enfrentar tanto la pandemia como la crisis económica y las políticas del Estado.

 

Un importante desafío

 

Pese a que las masas no han sido derrotadas, la política electoral constituyente ha logrado dispersar, al menos coyunturalmente, su energía. Esto puede verse en el debilitamiento de las marchas semanales por la libertad de los presos políticos entre otras cosas. Contrario a aquellas corrientes qué ven mecánicamente en la crisis política del régimen un sinónimo de situación revolucionaria, la base espontaneista de estas lógicas los lleva a pensar en qué la revolución está a la vuelta de la esquina, ya que no avizoran la debilidad programática y organizativa de las organizaciones obreras, más aún cuando su perspectiva de transformación "revolucionaria" es coronada por el norte de la Asamblea Constituyente. Una vez más les decimos que la lucha de clases en su forma es nacional pero en su contenido es internacional, y por ende no puede tener salida dentro de procesos de transformación nacionales, menos aun cuando éstos están limitados a los marcos del régimen burgués.

Se vuelve prioritario un debate al interior de la vanguardia obrera juvenil y de cara a las grandes concentraciones obreras para preparar un periodo de conciencia y organización para los desafíos actuales y los que se vienen.

Declaração da TRQI

Democracia imperialista, uma envoltura trincada

 

O ataque ao Capitólio de Washington, sede do Congresso dos EUA, na quarta-feira, 06 de janeiro, abalou profundamente a elite que governa o mais poderoso país capitalista do planeta. A corrosão institucional que leva várias décadas, mas acelerada a partir da crise de 2008, dá um novo salto.

Os eventos de 6 de janeiro foram uma ação contrarrevolucionária, realizadas por grupos paraestatais, mas encorajadas pelo próprio chefe do Estado imperialista, Donald Trump, e com a cumplicidade da polícia e de outras forças regulares de repressão. Uma farsa da "marcha sobre Roma", que não pretendia tomar o poder em uma espécie de auto ataque, mas para operar uma demonstração de forças para demarcar o terreno para o establishment que governa a democracia imperialista, começando pela elite do próprio Partido Republicano que tinha acabado de romper com Trump ao negar-se a recusar a certificação de Biden como presidente eleito pelo mandato do colégio eleitoral. É claro que, depois de perder o segundo turno para eleger os dois senadores do estado da Geórgia e, portanto, o controle de ambas as câmaras legislativas, a ação do movimento trumpista, na quarta-feira, 06, demoliu o que restou do PR, um dos dois pilares da democracia imperialista. 

Já tínhamos comentado em nosso balanço da eleição presidencial que a alta participação eleitoral também deixou o Partido Democrata em crise, uma vez que a democracia dos EUA é projetada como um sistema de elites. A tomada do Capitólio foi uma ação direta, armas na mão, contra essa elite. E foi impulsionada a partir do movimento que levou Trump ao poder em 2016, baseado em setores menores e desclassificados e cujo antecedente era o Tea Party. Um movimento claramente reacionário, que se alimenta do fracasso do imperialismo em dar às massas uma saída diante da profundidade de sua crise histórica, que se acelerou em 2008 e se aprofundou ainda mais em 2020 com a pandemia COVID-19 e seguindo a uma nova recessão.

Mas não podemos esquecer que no ano passado um movimento de sentido oposto também entrou em cena, que põe em questão o que vimos novamente na quarta-feira: o papel das forças de repressão, particularmente a polícia, como pilares do Estado imperialista. Embora sem derrotar essas forças, o que é muito difícil sem a intervenção determinada do proletariado industrial, a relação das massas com as forças repressivas e setores de classe com o Estado, cobertos pelo fino véu da democracia imperialista, foram completamente expostas. Grupos trumpistas quebraram um pouco mais aquele invólucro da ditadura do capital que é a democracia burguesa. E agora, o problema da liderança imperialista em crise é como resolver essa questão, além das medidas disciplinares que democratas e republicanos tentarão impor para recompor essa ideia de democracia que serviu, não devemos esquecê-lo, como a ideologia por excelência para sustentar o papel dominante do imperialismo ianque no mundo, justificando todos os tipos de intervenções na América Latina e ultimamente as invasões do Iraque , Afeganistão, Líbia e Síria ou o impulso dado às ofensivas reacionárias de Israel.

As tarefas de Biden são árduas e podemos supor várias hipóteses de como pode se desenrolar tanto para os partidos imperialistas, quanto para o próprio movimento trumpista. Sem dúvida, o mais profícuo empresariado ianque que, através de suas câmaras patronais, por enquanto, é o único elemento que conseguiu disciplinar Trump dentro de uma ordem institucional muito limitada, são os que impõem a agenda. Seu objetivo é redefinir a relação capital-trabalho, aprofundando e descarregando a crise nas costas da classe trabalhadora, incluindo o desastre sanitário em que o país está imerso e as chamadas "concessões" (entenda-se dos sindicatos às empresas) para recuperar a taxa de lucro às custas das condições de trabalho e dos salários. E uma linha muito mais intervencionista na política externa, ambos os elementos colocando no centro a relação com as forças armadas e auxiliares que indicamos acima.

Devemos seguir o pulso desses desenvolvimentos, mas é certamente muito importante deixar claro que caracterizar a ação de quarta-feira por golpe ou autogolpe, ou levianamente de fascismo, além dos elementos contrarrevolucionários que compõem o trumpismo, carrega em si o erro fundamental de, sob um programa de defesa da democracia, manter o proletariado e os setores de massa que se expressaram nas ruas contra o assassinato de Floyd e outros afro-americanos, atados à liderança imperialista do Partido Democrata. Aí se cumpre o nefasto papel de Bernie Sanders e a DSA. Pelo contrário, a natureza democrática da luta levantada é seu conteúdo anti-imperialista, uma luta que devemos sustentar nas semicolônias cujos presidentes estão prontos para apoiar seu novo mestre Biden, exceto pelo grotesco caso de Bolsonaro, não pelos defensores da democracia, mas pela teimosia de capacho.

Nós, revolucionários, devemos lutar para que nos EUA o proletariado recupere seus sindicatos da liderança contrarrevolucionária de Richard Trumka e outros burocratas. A tarefa é enfrentar seu próprio Estado imperialista, apoiando a luta pela libertação nacional de trabalhadores e dos povos semicoloniais em todo o mundo. Também enfrentando as consequências das más condições de salubridade nos locais de trabalho em meio à pandemia, contra demissões, desemprego e cortes salariais e conquistas a partir de um programa de transição e, retomando as melhores tradições da classe trabalhadora americana: tomadas de fábrica, piquetes de autodefesa e greve. Estas não serão lutas puramente econômicas, pois a dinâmica colocada pela situação exige que, a partir do primeiro minuto, seja levantado o problema do armamento, de como desarmar o inimigo e o enfrentamento ao Estado burguês. Desde a TRQI, estamos lutando bravamente pela reconstrução de um Partido Revolucionário dos Trabalhadores nos EUA, que será uma das seções pilares da quarta internacional reconstruída. Insistimos na urgência de organizar uma Conferência Internacional para a Reconstrução da IV Internacional, na qual as correntes que defendem o programa da ditadura do proletariado coloquemos em marcha a gigantesca tarefa de começar a resolver a crise da nossa direção revolucionária.

 

 

COR Chile – LOI Brasil – COR Argentina

 

Luego de que a inicios del año pasado amplios sectores de la juventud fueran protagonistas del boicot a la PSU, logrando la suspensión de la evaluación en varios recintos, recibiendo la ardua represión de carabineros, este año debuta la misma prueba con otro nombre, donde se retiran algunas preguntas y se ponderan algunos puntajes con la intención de esconder el carácter elitista y segregador, o sea burgués, del sistema educativo.

No sólo un cambio de nombre de una prueba que se volvió a dar con los recintos educativos blindados por todo el personal represivo, en una clara señal de que la juventud sigue siendo significada como un estigma conjurable para el Estado, sino que fue blindada por el propio gobierno quien trató de mostrar una supuesta “normalidad” de este proceso de selección excluyente. Así el ministro Belollio salió preventivamente a denunciar los posibles llamados a la “violencia” contra quienes deseen ejercer su “derecho de poder entrar a la universidad”, para corregir esta frase más tarde por el “derecho a postular a la educación superior”.

No conforme con esto desde el DEMRE se instruyó que se realizara listas negras con aquellos estudiantes que osaran manifestarse llamando al boicot a esta prueba, dejándolos excluidos de tanto de la rendición como del acceso a la educación superior junto, claro está, con la persecución “judicial y penal” correspondiente.

Y lo hicieron efectivo, cientos de jóvenes se manifestaron, muchos de la agrupación ACES, con barricadas y con la toma de las dependencias del DEMRE, fueron reprimidos, golpeados y encarcelados, para luego cínicamente llamarlos al “diálogo”, queriendo mostrar un rostro humano de un gobierno asesino.

Y es que luego del desvío constituyente el Estado endurece su persecución a los que luchan para seguir poblando las cárceles de presos políticos.

En la educación, generación tras generación se ha manifestado la descomposición de la misma sociedad de clases con ese sesgo evidente entre las escuelas para pobre o escuelas para ricos, algo que con el desarrollo de la pandemia se acentúa, entre quienes tienen educación particular y quienes ni siquiera poseen los recursos para la educación online. Y es en este contexto que se realiza esta PTU donde la falta del derecho a la educación se entrecruza con la falta del derecho al trabajo, siendo excluidos de las escuelas y universidades, y teniendo como presente y futuro la cesantía y la precariedad laboral.

No se trata ya de la mentada “gratuidad” por la que se luchó primeramente y que terminó en un conjunto de becas miserables en la farsa del gobierno de la Nueva Mayoría y la cooptación de la “bancada estudiantil” del Frente Amplio-Concerta-PC (este último desfinanciando y destruyendo la universidad Arcis, no olvidemos). Y es que una y otra vez se insiste en el estatismo educativo. Se apunta a que mayor o mejor educación en manos del Estado se convertirá a ésta en un derecho. Ahí es donde el ejército de reformadores de la pequeñaburguesía que postulan a la comisión constituyente se pavoneará con este slogan. A esto también apunta la demanda de “acceso universal” o de conquistar un “sistema articulado” del sistema educativo en su conjunto, mientras los hijos de la clase trabajadora siguen siendo excluidos de la misma. Hoy la crisis del capitalismo agrava esta situación en particular en los países semicoloniales incluidos aquellos que tienen un fuerte aparato educativo estatal gratuito que se cae a pedazos al mismo ritmo que son expulsados millones de jóvenes del aparato educativo y son predispuestos como mano de obra barata. E ahí el carácter de burgués de la educación que se deriva del carácter de clase del Estado.

El derecho a la educación y al trabajo se conquistarán mediante la lucha. No será con reformas cosméticas al Estado que resultará en que lo que den con una mano lo que saquen con la otra.

La lucha debe ser por abrir las puertas de escuelas y universidades al conjunto de la clase trabajadora y sus hijos. La juventud encendió la chispa que levantó en Octubre del 2019 a millones en una semiinsurrección espontánea. Hoy, es la juventud la llamada a preparar el escenario del ingreso de la clase obrera organizada, de la organización de sus destacamentos juveniles. Tomemos las escuelas y universidades como centros de debate y organización, como laboratorio de conciencias revolucionarias, como impulso a la necesaria organización de nuestra clase.

Comencemos por redoblar los esfuerzos por liberar a nuestros presos.

47º aniversário da revolta da Politécnica de Atenas

Solidariedade com os estudantes reprimidos pelo governo grego

 

Todos os anos na Grécia, no dia 17 de novembro, jovens e estudantes do país saem às ruas para comemorar a Revolta da Universidade Politécnica que, em 1973, enfrentou a junta militar que governava o país. Este ano, o governo da Nova Democracia liderado por Mitsotakis proibiu qualquer manifestação dentro dos marcos da nova quarentena imposta frente à chamada segunda onda da pandemia. Como em todos os países, esta medida reacionária, longe de proteger a saúde da população, serve para defender os sistemas de saúde da burguesia do colapso, sistemas que foram desmantelados pelas políticas de ajuste aplicadas pelo imperialismo diante da crise do 2008 e até mesmo antes. No caso da Grécia, o ajuste foi imposto pela Troika (UE, FMI, BCE) através de uma série de memorandos, o último dos quais garantido pelos governos de Syriza e Tsipras.

 

A verdadeira face da quarentena é a repressão exercida contra a juventude no dia 17 de novembro, com milhares de policiais nas ruas de Atenas para garantir a ordem e a estabilidade das instituições do Estado diante da crise social e econômica que atingiu o país, e impedir a mobilização da classe trabalhadora, especialmente dos setores juvenis, e do corpo discente. A repressão policial não se limitou à capital e foi desencadeada em todas as grandes cidades. Em Ioannina, a noroeste, os antimotins atacaram um grupo de estudantes, com o saldo de vários feridos, 30 presos e 23 estudantes processados sob várias acusações, incluindo vários militantes da OKDE (Organização dos Internacionalistas Comunistas Gregos).

           

Somos solidários aos estudantes e a juventude, que na Grécia, enfrentam as políticas antioperárias da UE, do FMI e do seu próprio governo frente à crise, medidas que pretendem impor através da mais crua e brutal repressão. Colocamo-nos à disposição dos jovens e companheiros da OKDE para impulsar uma campanha internacional pela retirada dos processos dos 23 alunos de Ioannina. Lutamos pela unidade internacionalista da vanguarda da classe operária em todo o mundo, através de um debate sobre os métodos, o programa e a organização internacional que necessitamos, que para nós é a IV Internacional reconstruída, para que a nossa classe possa impor uma solução operária e revolucionária para a crise capitalista que atravessa o mundo.

 

Abaixo as medidas repressivas do Estado grego e do governo Mitsotakis!

Pela retirada dos processos dos 23 alunos de Ioannina!

 

TRQI - Tendência para a Reconstrução da Quarta Internacional

 

COR - Corriente Obrera Revolucionaria - Chile

LOI - Liga Operária Internacionalista - Brasil

COR - Corriente Obrera Revolucionaria - Argentina

Quarta, 25 Novembro 2020 18:34

NO SEGUNDO TURNO, VOTO NULO!

O primeiro turno das eleições municipais brasileiras ocorreu no último dia 15 de novembro. Nesse pleito, são eleitos prefeitos e vereadores dos mais de 5mil municípios. Desses, 57 cidades ainda terão segundo turno, incluindo 18 capitais no próximo domingo, dia 29.

AS CRISES ECONÔMICA, SOCIAL E POLÍTICA ACELERAM A DECOMPOSIÇÃO DO ESTADO SEMICOLONIAL BRASILEIRO

Essas eleições ocorrem numa conjuntura de aprofundamento da crise econômica e social atravessada pelo impacto da pandemia do covid-19, não apenas no Brasil, mas em todo o mundo, dentro de um processo mais amplo de decomposição do imperialismo. Os efeitos, num país semicolonial como o Brasil, possuem uma dimensão colossal. O país se aproxima das 170mil mortes pela pandemia com os índices de ocupação hospitalar aumentando diariamente. Especialistas em saúde apontam que já estamos em uma segunda onda, quando a percepção é de que ainda não saímos da primeira. A taxa de desemprego bateu novo recorde histórico no trimestre encerrado em agosto, atingindo 14,4% ou 13,8 milhões de trabalhadores buscando emprego. É o maior índice da série histórica iniciada em 2012. A inflação oficial está prevista para fechar 2020 em 3,02%, índice que não consegue traduzir o aumento desproporcional dos itens de alimentação básica da população brasileira: cerca de 20% nos últimos doze meses. Em relação à renda, a alimentação já compromete 50% do salário mínimo líquido.

Outros processos atravessam o período eleitoral e demonstram o nível de decomposição do estado semicolonial brasileiro e da crise social dele advinda. O Amapá esteve nos últimos 22 dias com interrupção no fornecimento de energia elétrica após dias de apagão total causado por um incêndio na subestação do estado. A compra emergencial de geradores termoelétricos, acionados pelo próprio Bolsonaro, apenas 17 dias depois do incêndio, não foi capaz de garantir o fornecimento de energia, explodindo parte da rede elétrica no dia seguinte. A situação no Amapá, que possui 85% do fornecimento de energia nas mãos da empresa LMTE, exemplifica a deterioração decorrente da privatização do fornecimento de serviços essenciais, como a Eletrobrás cujo avanço na privatização segue parado no Congresso. Os protestos foram intensos, cerca de 120 nos últimos 20 dias, assim como a repressão policial ordenada pelo prefeito Clécio Luis (Ex-PT, ex-PSOL e atualmente sem partido) e o governador Waldez Góes (PDT).

O assassinato de João Alberto, espancado dentro do estacionamento do Carrefour em Porto Alegre por seguranças (sendo um policial militar) no último dia 19, longe de ser um caso isolado, é expressão da estrutura racista de uma semicolônia cujo aparelho repressor do estado é herdeiro direto da ditadura militar. Só no primeiro semestre deste ano foram 3.148 mortos nas mãos da polícia (em serviço ou em folga), mesmo com as restrições de fluxo impostas pelas políticas de isolamento. O extermínio de jovens negros e periféricos pela polícia é uma política de um estado semicolonial cada vez mais bonapartizado, concretizado no recrudescimento do controle e da repressão das massas e, sobretudo, da classe trabalhadora. O assassinato de João Alberto transformou o Dia da Consciência Negra num dia de protestos em todo o Brasil, com ações radicalizadas nas lojas do Carrefour, apesar da tentativa das direções de fazer campanha eleitoral e celebrar o aumento da representatividade da população negra na política parlamentar. Longe de poder ser resolvido por uma “boa administração” desse estado com políticas de “humanização” da polícia, essa política de estado demanda uma luta independente dos trabalhadores pelo fim dessa instituição e pela destruição desse estado burguês. Coloca na ordem do dia, a luta pela saída de policiais de nossas centrais sindicais, a denúncia de correntes centristas abrigadas em partidos políticos com policiais em suas fileiras e a questão da organização da autodefesa como imprescindível dentro dos nossos organismos.

“CENTRÃO”, BOLSONARISMO E PETISMO: A ÚNICA DERROTA É DA CLASSE TRABALHADORA DILUÍDA NAS ELEIÇÕES BURGUESAS

O primeiro turno das eleições acabou com uma porcentagem recorde de abstenções, 23,1%. O que já era esperado por conta da pandemia, mesmo o voto sendo obrigatório. Porém, somando-se os votos brancos e nulos, a porcentagem de pessoas que não votaram chega a 30,6%. Em 112 cidades, o índice de abstenção ultrapassou os 30%. Em grandes capitais como Rio de Janeiro e São Paulo não foi diferente. No Rio, com abstenção de 32,79%, a soma de votos brancos, nulos e abstenções chegou a 2,2 milhões enquanto a soma de votos destinados aos 4 candidatos mais votados foi de 2,1 milhões. Em São Paulo, 3,6 milhões de eleitores não votaram, enquanto a soma dos dois candidatos mais votados chega a 2,8 milhões. Apesar das comemorações do Ministro do TSE, Luís Roberto Barroso, a participação nas eleições foi longe de ser massiva, uma tendência apontada nas últimas eleições também.

Os resultados do primeiro turno trouxeram para os partidos burgueses do chamado “centrão” o maior número de prefeituras conquistadas. Progressistas, Republicanos, PL, PSD e MDB ficaram com 49% dos municípios que já elegeram seus prefeitos no primeiro turno. Analistas burgueses consideram que o auxílio emergencial foi um fator importante para o voto nos partidos do centrão fisiológico. Outros apontam que a proibição das coligações, as campanhas mais curtas e restritas por conta da pandemia favoreceram a manutenção de políticos conhecidos, de partidos tradicionais, numa espécie de rejeição à “nova política”.

O PSL, partido que abrigou Bolsonaro e que mais cresceu em relação ao número de votos em 2018 (mais de 11milhões), obteve um resultado pífio nas eleições municipais. Com 2,79 milhões de votos, elegeu apenas 90 prefeitos das 713 candidaturas e 1,2 mil vereadores das mais de vinte mil candidaturas. Bolsonaro, que segue sem legenda, apoiou abertamente 12 candidatos a prefeito durante a campanha e apenas 4 desses se elegeram ou estão no segundo turno, sendo o Crivella (Republicanos) o único dos apoiados por Bolsonaro que segue, no segundo turno, dentre os maiores colégios eleitorais brasileiros, o Rio de Janeiro. Ainda que não tenha conseguido emplacar candidatos nas prefeituras, Bolsonaro não está derrotado para 2022, como afirma o reformismo que fez a campanha para “responder Bolsonaro nas urnas”. É muito mais provável que o “bolsonarismo” se aproxime, ao longo destes dois próximos anos do fisiologismo do centrão após o resultado destas eleições, movimento já iniciado por Bolsonaro neste ano e que pode acelerar-se agora, inclusive, pela derrota de Trump nos EUA.

O próprio reformismo, especialmente do PT, também não conseguiu converter, como oposição ao Bolsonaro, sua campanha em resultados animadores. O PT ficou com 179 prefeituras, sendo apenas 2 capitais, número muito próximo do seu resultado em 2000 (2 anos antes da primeira eleição de Lula) e bem abaixo das 644 prefeituras conquistadas em 2012. No ABC paulista, reduto histórico petista, incluindo a “cidade de Lula” – São Bernardo do Campo, os candidatos petistas não chegaram nem ao segundo turno.  Já o PSOL saiu fortalecido dessas eleições. Ampliou suas bancadas em cidades importantes como São Paulo e Rio de Janeiro e disputa o segundo o turno em duas capitais: Belém e São Paulo. O partido abraçou uma agenda “liberal progressista” amparada nos movimentos identitários, tendência iniciada já em 2018 com as candidaturas coletivas, muitas inclusive financiadas por fundos empresariais de formação de lideranças, como a bancada ativista eleita por SP à Câmara Federal.

Boulos representa o fortalecimento do PSOL nestas eleições, ao chegar no segundo turno em SP, maior colégio eleitoral do Brasil e principal centro econômico. Sem campanha na TV, apostando na internet e na militância jovem nas ruas, o candidato e líder do Movimento dos Trabalhadores Sem Teto (MTST), ultrapassou o candidato bolsonarista Russomano, que aparecia como primeiro colocado nas pesquisas e agora disputa com o atual prefeito da cidade Bruno Covas (PSDB). A última pesquisa apresentada já aponta a diminuição da diferença entre Covas e Boulos nas intenções de voto, demonstrando que tem sérias chances de ganhar. Para chegar nesse resultado, Boulos parece ter aprendido bastante com Lula e o PT: abandonou o “radicalismo” da imagem associada ao movimento, reuniu-se com a Associação Comercial de São Paulo para fornecer garantias e espalhar para os quatro cantos da cidade que não tem nenhum problema e nem vai “demonizar o setor privado”. Afirma que vai investir no “empreendedorismo periférico” e também valorizar e investir na formação da GCM que, segundo ele, foi “desmontada” pela gestão de Covas. Não acenou para a anulação da reforma previdenciária dos servidores e nem com o fim das terceirizações na educação. Seu programa de governo é abertamente um programa de conciliação. E, para o segundo turno, Boulos amplia seu projeto conciliatório selado pelo apoio dos partidos burgueses PDT, PSB, REDE, reformistas como PT e PCdoB e de esquerda como PCB e UP, denominado como “frente democrática por São Paulo”.

O CENTRISMO TROTSKYSTA SEGUE CADA VEZ MAIS ADAPTADO À DEMOCRACIA BURGUESA

Essas eleições demonstraram o nível de adaptação das correntes trotskystas à democracia burguesa. Defendem, desde o início da pandemia, políticas do estado burguês, como a quarentena, como se essa fosse uma política da classe trabalhadora. Essas correntes mergulharam de cabeça no processo eleitoral lançando seus candidatos à vereança e, agora, fazendo campanha para o Boulos. Vale ressaltar, novamente, que no primeiro semestre inteiro, diante da necessidade de respondermos organizadamente aos ataques dos governos federal, estadual e municipal, essas correntes abdicaram da ação direta justificando a necessidade do isolamento e o receio de se confundir com o negacionismo bolsonarista (nitidamente demonstrando a incapacidade de levantar uma política independente), porém, iniciado o período de campanha eleitoral, lançaram-se às ruas diariamente em busca de votos.

O MRT não conseguiu eleger a “bancada revolucionária” em São Paulo, candidatura realizada através de filiação democrática ao PSOL, depois de ter retirado a candidatura para vereador em outras cidades, como o Rio de Janeiro e Santo André; a primeira por ter um policial como candidato a vice-prefeito e a segunda pela coligação do PSOL com o REDE na cidade. A leitura de que a candidatura pelo PSOL é única em cada cidade, foi oportuna para manter a candidatura em São Paulo, ignorando todas as coligações do PSOL com partidos burgueses e “golpistas” ou a defesa do partido a policiais “progressistas” ou amotinados, caracterizados como grevistas pelo partido. Agora no segundo turno, o MRT faz campanha para derrotar Covas nas urnas, mantendo a independência de classe apenas no discurso.

O PSTU apresentou candidaturas próprias em 55 cidades. Em São Paulo, a candidata Vera obteve mais de 50 mil votos válidos. Agora, no segundo turno, chamam voto crítico em Boulos (PSOL) em São Paulo e em Manuela D’Ávila (PCdoB) em Porto Alegre e voto nulo em outras cidades como Fortaleza, Recife e Rio de Janeiro. Outras correntes do centrismo trotskysta no PSOL, como a Esquerda Marxista e LSR, como esperado, já fizeram campanha para Boulos desde o primeiro turno.

É inaceitável que, sob a reivindicação do programa da IV Internacional essas correntes e partidos se lancem no apoio à política de conciliação de classes, abandonando completamente a perspectiva de independência dos trabalhadores e suas organizações em relação ao estado burguês. Dessa forma, também abandonando a reivindicação de um programa transicional à ditadura revolucionária do proletariado, pois como o próprio Trotsky definiu o programa da IV: “seu eixo pode-se resumir em três palavras: ditadura do proletariado”. Não existe atalho pela administração do estado burguês.

NO SEGUNDO TURNO, O VOTO É NULO!

Continuamos reafirmando que a política para os trabalhadores de saída para crise não pode ser definida pelas eleições. O estado é um instrumento de dominação de classe. É burguês e, portanto, inconciliavelmente avesso aos interesses da nossa classe. A democracia e suas instituições expressam o caráter de classe desse estado. A democracia burguesa não é neutra, nem pura. Não se pode preenchê-la com o conteúdo de classe “eleito”. Não à toa, qualquer interesse em administrar o estado burguês fazendo concessões aos trabalhadores só é possível através da conciliação.

O aprofundamento da crise econômica traz a necessidade, para a burguesia, de aprofundar também a exploração dos trabalhadores, especialmente nos países semicoloniais como o Brasil, dominados pela burguesia monopolista. Vivenciamos um período de maiores ataques sobre a classe trabalhadora, de retirada de direitos, arrocho salarial e repressão. É nossa tarefa imediata, portanto, a batalha pela recuperação dos nossos sindicatos da burocracia, para que possamos organizar o enfrentamento desses ataques com independência de classe e com nossos próprios métodos de luta.

Não podemos apostar numa “boa administração” do estado burguês ou uma “menos pior”. Não há saída para os trabalhadores na democracia burguesa. Votemos nulo!  Não queremos aperfeiçoar o instrumento da nossa própria dominação. Queremos destruí-lo, impondo a nossa própria dominação de classe. A política para os trabalhadores só pode ter como centro a necessidade de construção do partido revolucionário que levante o programa transicional à ditadura do proletariado.

Domingo, 22 Novembro 2020 20:54

Única Solución, Disolución

El accionar de la policía recientemente donde se revela el baleo a 2 niños del Sename , es una muestra más de las miles y miles que constatan el actuar descompuesto de carabineros, institución que no puede reformarse ni refundarse. Este hecho ha provocado la renuncia de Rozas al cargo, la que el gobierno aceptó ya que constituye una medida para descomprimir el odio de la población a esta institución donde la represión se ha generalizado contra el pueblo trabajador e intensificado desde el 18 O.

Surgen las voces de todos los colores políticos pidiendo una reforma o refundación, un acto de lavado de cara y constricción. Y es que la farsa de fraguar un nuevo “pacto social”, de conciliación entre explotados y explotadores, mediante el proceso constitucional, se degradará cada vez más en la descomposición del Estado semi-colonial sino cuenta con el monopolio de la violencia sobre las masas de que garantice dicha refundación nacional.

Se equivocaron también quienes plantearon como solución la renuncia de Rozas. Éste renunció y la función de represión contra la clase obrera y él pueblo para la protección de la propiedad privada de la clase empresarial, la esencia del Estado burgués, continuará intacta por el ejercicio de quién lo reemplace, sólo habrán matices según lo requiera la burguesía, para aplacar lucha de clases del proletariado.

El baleo a los jóvenes del Sename se suma a los cientos de torturados, mutilados y vejados, la utilización de balas, como con el asesinato del joven Anibal Villarrooel, y el recrudecimiento de la represión en la Araucanía, y los operativos de inteligencia que se hacen cada vez descompuestos.

La única perspectiva realista y revolucionaria es colocar como tarea la disolución de carabineros. Tarea que no será realizada por el accionar de la democracia para ricos y sus instituciones. Es necesario que levantemos comités de autodefensa en cada lucha para derrotar la represión del Estado y el actuar de las bandas parapoliciales, como las que actúan en la Araucanía. La experiencia del enfrentamiento contra la represión como las brigadas de emergencia y la primera línea deben extenderse como ejemplo. Nos paramos sobre la experiencia que la juventud desde el cono sur de américa latina, hasta la juventud norteamericana que puedan ser el baluarte la lucha internacional contra el sistema capitalista, poniendo en pie milicias obreras para poner de pie a nuestra clase y preparar la derrota de la burguesía y la destrucción de sus aparatos burocráticos militares.

Las diversas federaciones y sindicatos de la salud anuncian una extensión del paro por mejores condiciones laborales. La medida se suma a la ya tomada la semana pasada que llevó a la paralización de trabajadores de la salud ante las precarias condiciones que les impone el sistema de salud pública, con largas jornadas, no reconocimiento de funciones, etc. Se suma a las movilizaciones realizadas por los TENS, se trata de un sector de trabajadores que ha soportado el peso de la “crisis sanitaria” lo que ha devenido en crisis social y política en el país y el mundo.
El descalabro de los sistemas de salud forma parte del carácter anárquico y explotador del capitalismo, que deja en evidencia que la clase dominante no está interesada en la salud de los explotados, como se muestra en Europa donde ha habido nuevos rebrotes de la Covid 19, y los sistemas de salud se muestran en crisis (como en España, Italia y Francia) como asimismo en Latinoamérica con cifras exponenciales de enfermos y muertos dada la precariedad semicolonial.
Se debe pelear por el fin de los trabajos temporales y precarios, poner fin tercerización, por el pase planta de todos los trabajadores de la salud. Aumento de presupuesto que vaya a salario y condiciones de salud de los trabajadores. Se debe promover la unificación de todos los sindicatos para terminar con la fragmentación de las organizaciones obreras. Recuperar los sindicatos de la salud para ampliar sus funciones y avanzar en imponer el control de los trabajadores del sistema sanitario de conjunto
Estas acciones de lucha pueden ser una importante instancia para impulsar un congreso de delegados de base los delegados de base de hospitales y centros de salud, para discutir un plan de lucha y programa para dar salida a la crisis.

Na terça feira, 3 de novembro, à noite, os resultados das eleições presidenciais dos EUA ainda eram pouco claros. Sem obter uma vitória devastadora, nem ganhar no estado da Flórida, os democratas já sabiam que estavam no pântano de uma eleição questionada por Trump, que vinha preparando o terreno com acusações de fraude no voto pelo correio desde, pelo menos, o primeiro debate. Pouco mais de uma semana depois, a estratégia judicial de Trump para impugnar os resultados em vários estados vem de fracasso em fracasso, mas não é no nível legal onde devemos fixar nossa atenção. Biden tem grandes chances de se consagrar presidente quando o colégio eleitoral se reunará no início de dezembro. Porém, a idéia de que ganhou com fraude penetrou profundamente em um enorme setor da população e seu discurso de curar as feridas buscando a unidade, depois da polarização extrema que as eleições refletiram só parcialmente, não tem por hora nenhuma perspectiva de se assentar em elementos materiais, algo que só uma saída da crise poderia fornecer.

 

O sinuoso processo de crise política aberto na noite de 3 de novembro segue em curso, já que até o momento, a chamada transição está atolada e Trump e os republicanos não renunciam a desafiar o resultado eleitoral. Aqui nos limitaremos a assinalar alguns elementos da situação.

 

Trump e o trumpismo não foram repudiados

 

Longe de todos os prognósticos, Trump obteve até o momento (a contagem continua em vários Estados) mais de 72,5 milhões de votos na eleição. É o segundo candidato a presidente com mais votos de toda a história, só superado pelo próprio Biden, que obteve, por enquanto, mais de 77,5 milhões. A diferença entre ambos, com certeza, é bem maior daquela que obteve Hillary Clinton em relação ao próprio Trump em 2016. Porém, após quase 4 anos na Casa Branca, com uma política que agitou a polarização política e ideológica, um tratamento desastroso da pandemia e uma recente entrada em recessão, Trump conquistou mais votos que em 2016 e apresenta uma base eleitoral gigantesca que complica as pretensões de queima do Partido Republicano (PR ou GOP) e de ter um processo de transição mais tranquilo. O trumpismo não foi repudiado nas urnas; pelo contrário, recebeu o apoio de pouco menos da metade da população.

 

O voto massivo assinala uma crise da democracia imperialista

 

Obviamente, se com semelhante quantidade de votos Trump não conquistou a presidência é porque Biden conseguiu, não só superá-lo no chamado voto popular, senão que alcançou diferenças suficientes nos chamados Estados oscilantes (swing states). Isto significa uma afluência massiva de eleitores nas urnas, a maior desde 1908 (quando participaram 65,7%), considerando os votos até agora apurados (participação de 63,9%), mas que poderia, inclusive, superá-la se alcançar os 66,5% projetados (The Washington Post, 5/11). Quando Obama foi eleito em meio à crise de 2008 com uma participação de 61,6% já havíamos defendido que isso, longe de mostrar a força da democracia imperialista, representava uma crise. Com este novo salto na participação, entra em questão a relação das massas com as instituições burguesas, em sua decadência, já que o sistema eleitoral norte americano está baseado em uma democracia de elite. Porém, frente ao fracasso dessa elite, a irrupção de grandes massas que vão votar gera uma contradição que ainda não se conseguiu responder. Essa irrupção na política desloca o papel das elites organizadas nos dois grandes partidos da democracia imperialista, o Democrata e o Republicano, que ficam ambos, depois de colher resultados semelhantes, em uma profunda crise.

 

As instituições da república perdem suas bases históricas

 

O desafio colocado por Trump ao desconhecer os resultados e denunciar a fraude eleitoral faz ranger a série de instituições estatais que conformam a chamada “república” norte americana. Em primeiro lugar, a relação da união federal com os estados e o papel de mediação que joga, nas eleições presidenciais, o colégio eleitoral que elege o presidente. Então, em nível federal e em cada estado, o papel da justiça burguesa e sua relação com o resto dos poderes públicos. Passamos mais de uma semana de um governo em exercício operando sobre esses mecanismos e os colocando sob extrema tensão.

 

Um setor dos chamados progressistas ou socialistas democráticos nos EUA, do qual fazem eco um número importante de variantes do centrismo trotskysta, pretendem desenvolver este questionamento com base em um programa democrático radical, levantando o parlamento unicameral e o fim do colégio eleitoral para trocá-lo pelo voto direto para presidente. Contudo, as instituições políticas são o produto da história e nos EUA têm servido como um mecanismo estatal para atenuar as contradições de classe, em suas labirínticas manifestações, como são as tensões entre o campo e a cidade, entre diferentes setores burgueses, e entre estes e as massas operárias.

 

Depois da II Guerra Mundial, estas instituições adquiriram uma base de massas mais ampla, com a extensão das políticas do New Deal e a indiscutível hegemonia ianque no desenho do equilíbrio do pós guerra, baseado em sua preponderância na produtividade do trabalho, o fordismo, o dólar, Bretton Woods e suas instituições como o FMI, o Banco Mundial e a ONU.

 

Talvez estejamos assistindo ao choque aberto entre estas instituições estatais da principal potência imperialista, produto de processos históricos anteriores (independência, constituição, guerra civil, equilíbrio do pós guerra), com um desenvolvimento divergente nas bases da sociedade e nas contradições que em seu seio se desenvolvem, estimuladas pela irreversível crise histórica do imperialismo. Se todas estas instituições funcionavam como um atenuador das contradições sociais, isto estava baseado, como colocava Lênin e Trotsky, na posição especial de certos países imperialistas no mercado mundial, essa “gordura” provinha da exploração das colônias, das semicolônias e, mais tarde, de uma relação de tutela sobre a Europa e o Japão. O programa dos revolucionários não deve se orientar para renovar essas instituições da democracia imperialista, o que, além disso, é uma utopia do ponto de vista material e histórico, mas sim desenvolver essa contradição entre o desenvolvimento da base econômica em sua dinâmica de crise e a inércia do andaime das superestruturas políticas. É a partir destas contradições históricas que se produzem as revoluções, os golpes de Estado, as contrarrevoluções. A tarefa é preparar a vanguarda operária para esse tipo de desenvolvimento, opondo às instituições do Estado imperialista a revolução para destruí-lo e a ditadura do proletariado, que coloca uma nova relação com a propriedade, socializando os meios de produção.

 

Biden não representa uma saída para o imperialismo

 

Claramente, o projeto trumpista tinha como eixo dar conta da crise do equilíbrio do pós guerra, buscando uma mudança da orientação imperialista para tomar a iniciativa alterar todo aquele ordenamento institucional. Esse projeto ficou pela metade, já que Trump modificou várias daquelas relações, mas não conseguiu levá-las até o final. A vitória de Biden, além de ficar totalmente questionada pela campanha de Trump contra a legitimidade das eleições e da perspectiva de ter o senado contra (ainda restam definir 2 cadeiras na Georgia), coloca na Casa Branca um governo débil, também do ponto de vista de que todas suas propostas são, pelo menos até o momento, desfazer as modificações que Trump fez em 4 anos, tentando voltar a um status quo que já não existe. Esse não é, tampouco, um plano sério de saída para a crise. Ter claro que é necessário ter uma política mais firme para a China e Rússia para avançar na assimilação dos ex-Estados operários não diz muito, se não se responde a pergunta estratégica que percorre as cabeças imperialistas há pelo menos três décadas: como fazê-lo? De cara, o futuro governo de Biden já foi etiquetado pelo imperialismo ianque como um governo de transição.

 

A crise política nos EUA desordena a política mundial

 

Na conjuntura, o tortuoso da transição presidencial que ainda tem adiante 2 longos meses está aprofundando ainda mais o que vínhamos observando desde o começo da pandemia e da crise: estando o imperialismo ianque imerso em sua própria crise interna, diferentes setores de classe e governos que os representam tomam posições no mundo. A China avança em uma postura mais agressiva (mar da China, conflito com a Índia, Hong Kong e Taiwan), a Turquia desenvolve uma agenda própria desafiando a UE (conflito com a Grécia no Mediterrâneo Oriental e Chipre, apoio ao Azerbaijão na guerra em Nagorno Karabaj), se produzem conflitos importantes internos na UE. Existe inclusive uma preocupação de que Trump tome medidas intempestivas de política internacional nos dois meses que restam de sua administração. Além disso, segue se desenvolvendo processos de luta de massas em vários países do globo, com diferentes conteúdos, mas todos sob a sombra do avanço da crise mundial e da falta de um norte claro para as diferentes frações burguesas e pequeno burguesas.

 

A contenção dos movimentos de luta é só conjuntural

 

Quanto aos movimentos de luta dentro dos próprios EUA, que puseram no tapete todas as contradições sociais que se acumulam desde a crise de 2008 e seu grau de profundidade, devemos ter claro que o desvio para as eleições com a bandeira de “tirar Trump” e o apoio massivo que os progressistas e o DSA (Democratic Socialists of America) deram a Biden não significa que estes processos tenham sido encerrados. Mesmo que as direções dos movimentos provavelmente fiquem cooptadas pelo Estado burguês e suas instituições, as bases históricas e sociais dos mesmos seguem sem resolução e podemos prever que explodirão com maior virulência, agora contra um Estado encabeçado pelos democratas, cujo partido já se observa dividido entre a ala conservadora da elite política que o dirige e os setores que estão sob a pressão dos movimentos, como mostra o debate iniciado no dia seguinte da eleição sobre a perda de cadeiras na câmara de representantes (os democratas mantiveram sua maioria, mas com margem menor).

 

A classe operária segue atuando de forma diluída

 

Dois pontos para levar em conta na eleição são o apoio aberto da burocracia sindical da AFL-CIO aos democratas (o que não é nenhuma novidade), mas também de alguns sindicatos que protagonizaram importantes lutas nos últimos anos e, por outro lado, tomar nota de que Trump perdeu a eleição aos democratas recuperarem seus bastiões nas históricas regiões industriais do chamado cinturão do óxido (especificamente os estados de Michigan, Wisconsin e Pensilvânia). Este último não quer dizer, muito menos, que tenha existido virada nas preferências dos trabalhadores industriais dessas zonas. Como sempre, a intervenção da classe operária nas eleições burguesas é, por si mesma, atomizada e diluída, ainda mais quando não existem candidaturas de nenhum partido com um programa de independência de classe. Todavia, a opção era seguir o bonapartismo de Trump que tenta uma “conexão” direta e em termos já culturais (porque pouco restou do discurso de recuperar as fábricas da campanha de 2016) ou a conciliação de classe que significa a velha aliança que une a burocracia sindical com os burgueses imperialistas do Partido Democrata. Porém, além disso, a classe operária não teve um papel como tal, nem mesmo nos processos de luta, ainda que pudemos apreciar a intervenção de alguns sindicatos nas mobilizações pela questão racial e contra a polícia, experiências de vanguarda que devemos fazer propaganda e desenvolver como parte da elaboração programática de nossa classe, levantando consígnias como expulsar a polícia dos sindicatos ou não transportar repressores nos ônibus coletivos. Sem dúvida, as tarefas de autodefesa para enfrentar as forças repressivas e, inclusive, as forças armadas através do armamento da classe operária é hoje um debate central para todo operário consciente e para todo revolucionário.

 

 

É urgente uma direção revolucionária internacional

 

Para que a classe operária e seu núcleo proletário industrial possam intervir na situação, não basta agitar a independência de classe. É necessário desenvolver, com base na experiência que está ganhando um setor de vanguarda na crise em curso e nos enfrentamentos abertos, a elaboração de um programa de transição no qual o proletariado se postule, através de seu controle da economia e seu papel na administração das coisas, para dar uma saída para a crise capitalista enfrentando o aparato burocrático militar, cujo papel não é só dominar a classe operária de um país, mas manter a sobrevida do capitalismo em putrefação em todo o planeta. Enfrentar o imperialismo e o Estado ianque é uma tarefa colossal e só pode se colocar em uma unidade de ferro com os trabalhadores da Europa e Japão e, sobretudo, com os povos semicoloniais que lutam contra a ingerência do FMI e dos exércitos ianques na América Latina, Oriente Médio, Ásia, resumindo, em todo o globo. Trata-se de assentar as bases de um partido revolucionário nos EUA, um partido armado com a teoria da revolução permanente, como seção da IV Internacional reconstruída. Mais uma vez, insistimos em nosso chamado a uma Conferência Internacional das correntes e tendências que defendemos o programa da ditadura do proletariado para discutir as tarefas preparatórias para a conquista deste objetivo. A aceleração da crise é extrema, nossos desafios são urgentes.

 

A crise econômica deflagrada em 2008 continua se aprofundando. A pandemia acelerou acentuadamente os processos por ela abertos, contra os quais a burguesia não consegue apontar saída e sobretudo o imperialismo não tem conseguido, em detrimento de “recuperações conjunturais”, reverter a alta do endividamento e a tendência geral de queda na lucratividade da produção. Frente ao mergulho das economias numa recessão de dimensões históricas, os Estados intensificaram o controle da produção, aproveitando-se da política de quarentena e intensificaram a injeção de crédito e subsídios através da ampliação e do rolamento das dívidas, que ultrapassam os U$255 trilhões e tornam-se cada vez mais impagáveis, isso aponta uma espiral ainda maior da crise, que caminha para a depressão mundial.

Todos esses processos catalisam a decadência do imperialismo e suas contradições agudizadas pela crise pandêmica e empurram a classe trabalhadora para a barbárie. Decorrentes disso, seguem em curso a implementação de processos que redefinem as relações de classes dentro dos Estados com a instituição de um novo pacto entre capital e trabalho, o que impõe aos trabalhadores em todo o mundo uma ofensiva com reformas que ampliam a retirada de direitos, precarizam e flexibilizam as relações de produção e reduzem o valor da força de trabalho com demissões massivas.

Em consequência dessa dinâmica depressiva da economia, crescem as disputas interestatais por mercados e aprofundam as crises políticas internas em inúmeros governos, demonstrando o avanço das acirradas disputas interburguesas em andamento, e, consequentemente, promovendo o desgaste das instituições do regime burguês. Os últimos governos são governos da crise e em crise e essa máxima não se alterará de uma hora para outra. Recorremos aqui ao famoso preceito de Lênin “Vivemos em um período de crise, guerras e revoluções”, quando se expõe as contradições do capitalismo, o qual avança à máxima exploração sobre os trabalhadores. As crises econômica e política têm colocado em xeque a dita governabilidade e em última instância o próprio regime. Isso pode ser notado em todo espectro político de Estados, desde o imperialismo às semicolônias.

O histórico recente mostra as crescentes polarização e disputas políticas, expressadas em diversos processos. O Brexit ainda vivencia suas contradições, aprofundam-se disputas intestinas nos EUA, a imensa dificuldade do parlamentarismo europeu em definir governos, as constantes crises de governos na América Latina e a deflagração de conflitos em várias regiões do mundo, a exemplo da situação explosiva nos ex-Estados operários da periferia da Rússia.

Esse movimento de crises escancara, portanto, os limites do regime democrático burguês e suas instituições. Contudo, a “democracia” segue sendo a principal arma de controle ideológico, que se concretiza no discurso em defesa do voto e das eleições. A cada disputa eleitoral “temos o direito” de escolher quem vai melhor gerir os negócios dos patrões, pois não nos esqueçamos de um detalhe, quase sempre o óbvio precisa ser dito, o Estado é burguês e carrega todo o conteúdo da classe dominante.

A quarentena, nesse sentido, serviu como política de Estado muito mais para salvar o capital que resguardar a condição de vida dos trabalhadores. Revelou-se como uma das principais estratégias do Imperialismo para a implementação de uma reação para conter a onda de mobilizações que explodiram nos quatro cantos do mundo no final de 2019.

Contudo, em detrimento dessa conjuntura, eclodem processos mais radicalizados de luta de classes, rompendo até mesmo as políticas de isolamento social. Contra isso, governos em crise recorrem também ao seu forte aparato repressor, nesse caso nenhum pouco ideológico.

Atualmente, as manifestações contra a repressão policial e o Estado racista não cessam nos Estados Unidos, desde o caso George Floyd. Em vários países da Europa, são inúmeras as manifestações contra as medidas de isolamento, diante da segunda onda do coronavírus. Na América Latina manifestações massivas também ocorrem em meio a violência policial e os efeitos das reformas e os planos dos governos, a Colômbia é o maior exemplo disso hoje. Na Indonésia, os trabalhadores se organizaram em grandes mobilizações, fortemente reprimidas, contra a Reforma trabalhista do presidente Joko Widodo. Como já mencionado, a periferia da Rússia também explode diante da crise e dos desdobramentos do processo de assimilação pelo capitalismo dos ex-Estados operários. Em Belarus, o governo de Lukashenko segue contestado nas ruas, as manifestações não dão trégua. No Quirguistão governos não se sustentam e são enfrentados forte movimentos de massas, sem dizer do conflito armado entre Armênia e Azerbaijão.

Estes processos demonstram a incapacidade das instituições da democracia burguesa em absorver as contradições de classe, acentuadas pela crise, todos esses processos têm dois pontos em comum, colocam em xeque os governos de turno e escancaram o problema de direção revolucionária mundial.  Só a intervenção organizada e consciente da classe trabalhadora nestes processos pode alavancar a luta rumo a destruição do estado burguês como forma de dominação capitalista.

 

CHILE, EUA E BOLÍVIA: A QUEM SERVIU O VOTO?

A história recente nos remete a inúmeros exemplos de processos eleitorais/plebiscitários que serviram para estancar crises políticas e o ascenso das lutas. Em 2020, marcado pela crise pandêmica, vimos três importantes processos de ascenso das massas serem canalizados para processos democráticos eleitorais burgueses. Chile, EUA e Bolívia viveram meses de massivos protestos e grandes mobilizações nas ruas que questionavam e enfrentavam os governos.

No Chile, que viveu forte ascenso das massas no final do ano passado, os trabalhadores, a juventude e estudantes avançaram suas fileiras de forma semi-insurrecional contra as medidas do governo de Sebastian Piñera, que em conciliação com o reformismo, estabeleceu um acordo de unidade nacional com todos os partidos burgueses e pequenos burgueses, desde o Pinochetista União Democrática Independente (UDI) até a coalizão de Frente Ampla (FA) de esquerda, um acordo assinado pela "paz, ordem pública, defesa da institucionalidade democrática e uma nova constituição". Desta forma, o governo de Piñera abriu a porta para a mudança da Constituição projetada pelo pinochetismo, ao qual todo o espectro político do parlamento burguês veio acudir para salvar o governo e preservá-lo. Ocorreu, assim, o plebiscito em 25/10, quando mais uma vez votou-se para escolher aqueles que vão legislar em prol da manutenção das bases do capitalismo.

Na Bolívia, por sua vez, tivemos em 18 de outubro a eleição presidencial, que elegeu Luis Arce, do MAS. Processo que se deu após um ano da renúncia de Evo Morales e em meio a processos agudos de luta de classes, nos quais uma pequena fração burguesa aliada ao exército e à polícia foram capazes, através da repressão, de mudar a relação de força que havia sido estabelecida com as massas, após vários anos de governo do MAS. Essas eleições são o resultado do acordo costurado entre o MAS e o governo de Janine Áñes. Foram as mesmas bases do estado semicolonial boliviano que conduziu a renúncia de Evo e, em seguida, através de um acordo parlamentar com os demitidos, convocou novas eleições.

Fica claro, com isso, que disputavam para abordar suas diferenças e para ver qual era a fração mais pró-imperialista e quem poderia garantir sua forma de dominação. Tal encaminhamento revela o nível de decomposição da semicolônia e as frações de classe que defendem esse estado.

Os EUA, por seu turno, encerrou um processo eleitoral dos mais acirrados entre Trump e Biden. O pano de fundo da conjuntura política norte-americana é a explosão da crise social, cujos elementos vêm se acumulando no aprofundamento das contradições de classe diante da crise sanitária. Essa situação vai na contramão da propaganda da “recuperação” econômica nos últimos anos, discurso disputado por republicanos e democratas, puxado por crédito barato e política fiscal. Os últimos períodos foram marcados por intensas manifestações que explodiram contra a violência da polícia sobre trabalhadores negros. Mobilizações tomaram as ruas e não só se fizeram e se fazem presentes na luta do povo negro e no forte questionamento à instituição policial, mas também em várias lutas sindicais, onde se luta para recuperar o que foi perdido em mais de uma década de crise econômica. Na outra ponta da luta de classes, a burguesia defende a linha de que a classe operária deve em troca dar maiores “concessões” às empresas face à recessão atual. A situação polariza-se ainda mais com o surgimento de grupos radicalizados pela direita, alguns armados, que levantam as bandeiras do racismo, os valores religiosos e a liberdade burguesa. Esses grupos são a base dura do voto em Trump, os quais recuperaram o discurso da “Lei e ordem” de Nixon.

Com uma apuração acirrada e em meio às manifestações pela continuidade da contagem de todos os votos, Joe Biden foi declarado eleito novo presidente dos EUA. Há um clima de celebração e euforia, uma vez que a “democracia” derrotou o Trumpismo e seu conservadorismo. O fato é que, independente do vencedor, não se pode esquecer a dimensão da crise que os EUA estão mergulhados, a linha apontada é de um aumento brutal da dívida pública, na tentativa de alavancar o crescimento, maiores gastos se farão necessários, o que pressionará para um ferrenho disciplinamento fiscal não muito distante. Apesar de Biden defender um discurso mais “multipolar” nas relações exteriores, segue a necessidade de o imperialismo manter uma política de disciplinamento da China, para a manutenção de sua influência na economia mundial.

Qualquer um que viesse a vencer, uma coisa é certa, haverá o aumento da crise social e a ofensiva será dura contra os trabalhadores estadunidenses, com maior recrudescimento da repressão aos movimentos e às lutas operárias. Nesse sentido é fundamental que se rompa com a ilusão do voto para avançar com os métodos e total independência de classe na construção de uma greve geral para enfrentamento necessário contra qualquer governo.

A luta de classes, portanto, desenrola-se no bojo da ofensiva dos governos em crise. A cada movimento dos trabalhadores, a burguesia responde recorrendo a seus instrumentos de controle das massas, de um lado põe em ação a força repressora de seu aparato policial e militar e de outro, como dito acima, forja ideologicamente a democracia como a principal rota a ser seguida, apontando  o voto como a pedra de toque para a superação de crises. Nos processos descritos acima, a que serviu votar senão para a governos estancarem os processos de lutas abertos nesses países na defesa dos interesses políticos e econômicos da burguesia.

A democracia burguesa não serve aos trabalhadores, é a ditadura de classe do capital, é a democracia da ínfima minoria, a democracia dos ricos! As liberdades democráticas nunca impediram o massacre diário da classe trabalhadora, nem a utilização das Forças Armadas para reprimi-la nos processos abertos de luta de classes. Como defenderia Lenin, a liberdade que não é capaz de emancipar a classe trabalhadora da opressão do capital, não é liberdade, mas pura demagogia.

 

 BRASIL: NAS ELEIÇÕES MUNICIPAIS O VOTO É NULO!

No Brasil, desde as últimas eleições para presidente, quando houve o ascenso de Bolsonaro, permaneceu desenrolando-se forte instabilidade política e aqui também cabe o preceito de que temos um governo da crise em crise. Segundo as direções políticas reformistas (PT/PC do B/PSOL) e centristas, depois de 15 anos de governos de conciliação de classes do PT, tivemos o ascenso do Fascismo na semicolônia, afinal os “militares voltaram” e as instituições democráticas se viram sobre ataque. Diante disso, a tarefa central apontada por esses setores configurou-se da defesa da democracia, antes não havia problemas para os trabalhadores, afinal “estavam representados” no poder.

Dois anos depois, a dinâmica da crise empurrou o governo para os braços fisiologistas do centrão e o governo atua nos mesmos marcos da “velha política” dos governos anteriores, avançando ainda mais nas condições para a aprovação das reformas. Cabe aqui frisar, portanto, que o fascismo é uma forma de dominação imperialista, “a mais selvagem e abominável forma do imperialismo”, não é possível sua existência histórica nos países semicoloniais, como o Brasil. Nos países semicoloniais, a luta contra o fascismo só pode ser a própria luta contra o imperialismo e não contra representações ideológicas do fascismo.

Dito isso,  há que se reafirmar também que a recessão econômica acentuada pela pandemia também acirrou a crise política no país, especialmente o jogo de ataques entre o governo Bolsonaro, o Congresso e o Judiciário, que expressam as disputas entre frações burguesas, contudo, forjam consensos e acordos para pautar a agenda de privatizações e reformas, já aprofundaram a reforma trabalhista, já fizeram a reforma da previdência e agora discutem a reforma administrativa transformando o funcionalismo público na bola da vez dos ataques.

Em São Paulo, os governos Doria e Covas (PSDB), sendo o segundo é candidato à reeleição no município, liderando as pesquisas, não fazem nada diferente, avançam com a privatização, a flexibilização das relações de trabalho, a precarização dos serviços públicos. Está cada vez mais claro que na esteira da reforma administrativa federal o centro do ataque é o servidor e os serviços públicos.

É diante desse cenário de ampla instabilidade que ocorrem as eleições municipais de 2020 no Brasil. Os dados, em nível nacional, apontam a queda acentuada da produtividade, o aumento do desemprego e precarização do trabalho, a desvalorização da moeda, a fuga de capital estrangeiro. Consequentemente, por trás destes índices, existe uma crise social imensurável, com o desemprego beirando a taxa de 15% e com a inflação galopante, um contingente imenso entregue a barbárie.

O fato é que em meio a uma ofensiva dos governos sem precedentes, os trabalhadores seguem isolados, desmobilizados e impedidos de se organizar, pois os sindicatos permanecem com a política do imobilismo e calando-se diante da crise que assola o conjunto da classe. Frente a isso, o que decidem fazer as direções políticas e sindicais? Defender a democracia burguesa! Chamar os trabalhadores a votar.

Desse modo, as burocratas sindicais, mais do que nunca, se voltam para o parlamento e se lançam candidatos. É o exemplo do Presidente do Sinpeem, Cláudio Fonseca (CIDADANIA), um aliado defensor da fração da burguesia que ocupa o governo e que durante todo o ano esteve focado na reeleição para a vereança.

Nesse campo, o reformismo mantém-se nos marcos que sempre esteve, única e exclusivamente na defesa da democracia, da atuação no parlamento e nas fileiras de conciliação com a burguesia para se manter no poder. O principal candidato na linha reformista é Guilherme Boulos do PSOL, que, por sua vez, objetiva ocupar o posto do PT. Boulos alça um discurso conciliador e de democratização da economia. A velha ideia de humanizar o capital. O PSOL que cavalga no vácuo do petismo, avança com sua plataforma oportunista e eleitoreira, que não o diferencia dos partidos burgueses, fechando coligações em vários municípios com aqueles a quem há pouco chamava de “golpistas”, a exemplo do PSDB, do MDB e do DEM, sem dizer da política voltada para o polícia, sobretudo no Rio de Janeiro.

No centrismo, o PSTU e  o MRT (o segundo retira as candidaturas nas cidades onde o PSOL fez coligação com “golpistas” ou tem candidatos policiais, mas finge que o partido não é nacional e mantém candidaturas, por exemplo em SP) também mergulham no processo eleitoral e seguem defendendo que uma “boa” administração do Estado burguês pode salvar os trabalhadores. Ambos também encerraram suas ações na defesa da quarentena como política dos trabalhadores. Desconsideram que essa é a política aplicada pela própria burguesia para salvar o capital e não vidas. Seus programas de saída para a crise não saem dos marcos de um estatismo exacerbado. A crítica deve ser feita, principalmente, às organizações trotskistas e que se autodenominam “revolucionárias” estarem rendidas ao oportunismo, mascarando o caráter de classe da democracia burguesa, enquanto forma de dominação.

A política para os trabalhadores não pode ser definida pelas eleições e consequente disputa pela administração do estado burguês, alimentando a ilusão de uma “democracia pura” cujo aparato estatal pudesse ser preenchido com determinado conteúdo de classe. Os ataques da burguesia sobre o conjunto dos trabalhadores estarão na ordem do dia, independentemente do governo eleito para “administrar seus negócios”. É nossa tarefa imediata, portanto, a batalha pela recuperação dos nossos sindicatos da burocracia, para que possamos organizar o enfrentamento desses ataques com independência de classe e com nossos próprios métodos de luta. 

 A política para os trabalhadores só pode ter como centro a necessidade de construção do partido revolucionário que dirija a derrubada do estado burguês e imponha a nossa ditadura de classe. Não há saída para os trabalhadores dentro do regime burguês. Por isso, defendemos o VOTO NULO.