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Viernes, 07 Mayo 2021 18:23

Viva la lucha del pueblo colombiano

Declaración de la TRCI

Las movilizaciones y enfrentamientos se siguen dando en las calles de Colombia, después de 5 días de furia en contra de la reforma tributaria que quería imponer el gobierno y que tuvo que suspender ante la masividad de las protestas. El gobierno de Duque ha lanzado una verdadera cacería contra los trabajadores y el pueblo pobre y, al día de hoy, se contabilizan más de 37 muertos, cientos de desaparecidos y detenidos.

Duque quiso imponer una reforma tributaria en medio de la pandemia, que en Colombia está golpeando muy fuerte, donde menos del 10 % de la población está vacunada y sigue sufriendo la situación de deterioro de la economía. Supuso el gobierno que el temor a tomar las calles por el nivel de contagios les iba a permitir imponer la reforma para que gran parte de la población pagara la crisis de la pandemia. Pero la reacción de los trabajadores y las masas populares fue lanzarse a las calles ante el hartazgo de la situación. Cali fue el epicentro de los enfrentamientos, una zona fabril en donde más se ha expresado el nivel de crisis económica y sanitaria en la región.

Ahora, después de tener que retroceder con la reforma y ver si puede reformularla con algunos guiños demagógicos para que también paguen más impuestos los sectores más ricos, no logra contener la situación general y se apoya en las fuerzas represivas y en su jefe político Álvaro Uribe para, mediante el monopolio de la fuerza del Estado, reprimir las manifestaciones aduciendo que son terroristas y argumentando conmoción interna. Ahora está llamando a una “mesa de diálogo”, ya que su línea más represiva está empantanada ante la fortaleza de las masas en las calles. Algunos referentes de la oposición y la burocracia sindical están llamando a ese diálogo para desviar las movilizaciones.

La burocracia sindical de la CUT y la CGT, entre otras centrales, llamaron a un paro nacional para el 5 de mayo. La particularidad de ese llamado es que no fue un paro, sino una movilización, lo que, si bien permite que no se pierdan las calles, no ataca al corazón de la burguesía colombiana y el capital extranjero, que está en la producción. Hay que preparar la huelga general con piquetes de autodefensa para derrotar al gobierno de Duque y hacer volar por los aires el Plan Colombia del imperialismo yanqui. No podemos entrar en ninguna trampa del régimen, que buscará estirar su agonía hasta el 2022, fecha en que habrá elecciones, ni buscar salidas institucionales como intenta Chile con su proceso constituyente.

En las distintas regiones del país se han destacado en los enfrentamientos y en la organización de la autodefensa (como en "Puerto Resistencia") importantes sectores de jóvenes trabajadores, movimientos indígenas y de la pequeña burguesía urbana, que ya venían peleando antes de la pandemia contra los efectos de la crisis económica y sanitaria, pero también contra la brutalidad de la ESMAD (Escuadrón móvil antidisturbios). Este escenario demuestra que hay energías para enfrentar a Duque y al conjunto del régimen. Éste no se diferencia mucho de los gobiernos latinoamericanos y su dirección de la pandemia; la gran mayoría se apoyó en las fuerzas armadas y descargó el ajuste en las masas para dirigir la pandemia y salvaguardar los intereses de los grandes capitales y su clase.

El giro de la administración de EEUU por parte de Biden, en la necesidad de recuperar la hegemonía mundial, lleva hacia una mayor injerencia en su patio trasero, Latinoamérica, tratando de frenar el avance de China y Rusia en la zona, lo que está configurando reordenamientos en los distintos gobiernos de la región. El ejemplo más claro es Brasil, donde la asunción de Biden obligó al gobierno de Bolsonaro, que apoyaba a Trump, a reacomodarse, situación que generó una crisis política no solo por la dirección de la pandemia, sino porque distintas fracciones burguesas y militares se empiezan a aliar al nuevo amo yanqui. Un sector de las fuerzas armadas más aliadas al imperialismo norteamericano y un sector del parlamento denominado “centrão” han comenzado a reubicarse ante el nuevo escenario mundial post Trump.

Es esencial del bonapartismo sui generis, que es una forma de poder estatal especial de las semicolonias, el rol de las fuerzas armadas y la relación con el imperialismo. La crisis mundial, sumada a la pandemia, generó un sinfín de crisis políticas y descomposición en la relación entre una débil burguesía y el aparato militar de los semi Estados. El rol de las fuerzas armadas y auxiliares en los países donde la forma de dominación de la dictadura del capital es más aguda, como Chile, Colombia y Brasil es en donde más se expresa esta relación caótica. Es una preocupación de EEUU conocer de primera mano cuál es la relación de las fuerzas militares y su Estado y a esto se debió el viaje de un comandante del ejército norteamericano para reunirse con los generales de las distintas fuerzas de la región. Pero es un error caer en visiones catastrofistas de ver golpes en todos lados o escenarios de guerra civil sin fundamentos en las relaciones de clase en una semi colonia.

La particularidad de Colombia es que desde fines de los ’90 a hoy es un país militarizado. Con la excusa de la pacificación, eliminación de la guerrilla y la lucha contra el narcotráfico, tanto las zonas industriales como el campo tienen hace años fuerte militarización para el control del movimiento obrero. Esta militarización incluye bases del Comando Sur del Pentágono, establecidas a partir del Plan Colombia, en donde los marines yanquis adiestraron y adiestran a los milicos que hoy masacran al pueblo. Esto hace fundamental la discusión de la autodefensa y el armamento de los sindicatos. Por otra parte, Colombia ha tomado el rol en las últimas décadas de representante yanqui, tipo gendarme, sobre todo contra Venezuela y antes contra Cuba y la inestable Centroamérica. Es un lugar clave donde hace falta el sostenimiento internacionalista de la lucha de la clase obrera.

La crisis abierta en Colombia debilita los planes imperialistas hacia la región y abre un escenario convulsivo que ni la pandemia puede frenar.

Es tarea de las fuerzas que se reclaman marxistas apoyar este levantamiento y contribuir a su triunfo. Debemos rodear de solidaridad a los trabajadores colombianos y de la región y confluir en acciones en las embajadas o consulados exigiendo el cese inmediato de la represión y la disolución de la ESMAD. Además, debemos llamar a una Conferencia latinoamericana con las corrientes que aun levanten la necesidad de la dictadura del proletariado para discutir la situación explosiva en la región y las tareas de los revolucionarios. Esto puede ayudar a que en Colombia puedan desarrollarse núcleos de revolucionarios que puedan sacar conclusiones de las tareas que la situación histórica amerita.

Organicemos la resistencia contra la represión de Duque y cía. Disolución de la ESMAD

Viva la lucha de los trabajadores y pueblo pobre de Colombia

Fueras las bases militares yanquis de Colombia y América Latina

Fuera el imperialismo y los gobiernos títeres de la región

Fuera el FMI. No al pago de la deuda externa

Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina

 

COR Chile – LOI Brasil – COR Argentina

 

 

Publicado en TRCI