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La crisis mundial y la pandemia
La crisis mundial y la pandemia
El desarrollo de la crisis abierta en el 2008 ha dado nuevos capítulos, mostrando que aun el capitalismo no logró salir de los efectos de la misma. Lo demostró la pandemia del coronavirus, que vino a poner al desnudo y aceleró los procesos de la crisis que se venían acumulando en los últimos años. Debemos sumar a este escenario la crisis del petróleo, que había comenzado antes de la crisis del covid 19, producto de que la economía mundial se desaceleraba e iba camino a una recesión con niveles de crecimientos muy bajos. Es por eso que la pandemia muestra el nivel de debilidad del sistema capitalista y sus instituciones en un escenario de descomposición del imperialismo. Aunque las grandes potencias intenten hacer creer la falacia de que la economía mundial venía bien y que la proliferación del virus fue el culpable de todos los males, la epidemia es sólo un factor secundario en medio de una crisis mundial más profunda.
Eso no quiere decir que el imperialismo no aproveche esta crisis para descargar aún más los efectos de la crisis sobre el conjunto de los trabajadores y el pueblo pobre. Esto se demuestra en la mayor injerencia del Estado en el control de las relaciones sociales, no para impedir que se propague el virus, sino para proteger los sistemas de salud de sus Estados, sus economías de un posible colapso. Fortalecer el centralismo reaccionario de los Estados burgueses, ante su debilidad histórica, y para que en el peor de los escenarios no se contagie el virus de la lucha de clases.
En la crisis del 2008 la política de las grandes potencias fue inundar de mayor liquidez el mercado vía los bancos centrales para salvar a las grandes empresas y facilitarles créditos para que en un futuro se reactive la economía a nivel mundial aumentando la productividad del trabajo y lograr recuperar un crecimiento más sostenido. Una larga huida hacia adelante que no logró los objetivos deseados y, peor aún, hoy se desarrolla una crisis de similares características sin que puedan implementar las mismas recetas del 2008.
EEUU y su sistema de salud mostró el verdadero rostro del capitalismo. Ahora debate si disminuye los impuestos, ya no a los empresarios, sino a los trabajadores, para que eso se vuelque al consumo, o ponerle plata en los bolsillos a la población vía aumento de los fondos de desempleo o subsidios al salario, ante el inminente cierre de plantas y carestía de la vida. Esto es estatismo de la máxima potencia mundial.
En la UE, con epicentro en Italia y España, se muestra la crisis fenomenal que hay en su sistema de salud, que para algunos nostálgicos es culpa del desmantelamiento del Estado de bienestar y producto de la derrota de los trabajadores después de la posguerra. Es muy importante atender a los aún incipientes procesos de huelga que se están dando, centralmente en Italia, en distintas fábricas y sectores de salud.
Toda salida a la crisis, que se aceleró, va a ser reaccionaria. La burguesía mundial es consciente de su debilidad, pero también de su rol histórico contrarrevolucionario. Por eso, quienes creen que el capitalismo está mostrando su rol humanitario, ante la crisis de coronavirus y sus demagógicos discursos, no son más que provocaciones a nuestra clase, que ante la crisis de dirección revolucionaria no puede dar una respuesta de forma centralizada, pero que tendrá que darla ante el nivel de crisis. Debemos apoyarnos en los procesos abiertos de lucha de clases a nivel mundial, como en el caso regional, en varios países de América Latina, con el más radicalizado en Chile.
La anarquía del capital se ve en todas sus dimensiones, ante la desorganización de la economía los revolucionarios debemos plantear, no una exigencia al estado burgués y sus instituciones como los congresos, sino la necesidad de organizar la economía sobre nuevas bases. Para esa transición es central el control obrero de las ramas más importantes de la economía, para demostrar el poder de la clase obrera internacional en la administración de las cosas. Debemos desplegar un programa de transición para desarrollar una vanguardia al interior de nuestra clase.
Son tareas históricas de carácter urgente.
Ensayo general reaccionario
Declaración de la TRCI
Ensayo general reaccionario
La pandemia del coronavirus puso al desnudo al sistema capitalista y sus formas de dominación. Demuestra las consecuencias del avance del capitalismo sobre la naturaleza de forma anárquica.
Esta crisis mundial obliga a las potencias, ante el nivel de pérdida de sus riquezas, a acelerar sus ataques a la clase obrera a nivel mundial, ya que, conscientes de la debilidad de su dominación, deben apelar a un ataque más directo.
La burguesía imperialista se encuentra ante un problema que no es meramente epidemiológico, sino político-estratégico, que ha comenzado como una cuestión de “salud pública”, que en sus inicios subestimó. En todo caso, se quiso enmarcar en la disputa comercial entre EEUU y China, pero puso en muy poco tiempo de manifiesto la debilidad de los Estados imperialistas; de los Estados en proceso de asimilación, como China, y el estado de destrucción de las instituciones/servicios (resabios) de los que fuera el Estado de bienestar. Recordemos que el Estado de Bienestar fue concebido para (después de la gran derrota que significaron la 2da guerra mundial y la salida pactada de la posguerra para la clase obrera y sus organizaciones) “competirle” al bloque comunista en las aspiraciones de la aristocracia obrera y sus representantes sindicales. Fue una forma determinada en la que se cumplió uno de los pronósticos de Trotsky en cuanto al resultado de la guerra: llevar las contradicciones sociales a los Estados, acelerando su descomposición.
La pandemia agudiza y acelera las tendencias de la crisis del 2008, llevando de seguro a una recesión mundial. Pero es importante comprender que, si bien es continuidad de la crisis de la década pasada, esta continuidad no es necesariamente lineal; pueden producirse saltos de calidad en el estado general del capitalismo imperialista, cuyas consecuencias se verán en el mediano y largo plazo.
Por ahora la burguesía está aprovechando la coyuntura para “sanear” la economía y ver si puede lograr generar contratendencias que le permitan establecer nuevos bloques comerciales y lidiar con el enorme capital acumulado. La competencia entre los Estados burgueses por ver cuál lidia mejor con los efectos de la pandemia y sus consecuencias generales (económico-sociales en particular) no tienen nada que ver con las declaraciones cínicas de “salvar vidas”, sino con posicionarse ante los procesos de lucha de clases que se preanuncian y los que se han estado desarrollando como en América Latina, y ante los antagonismos entre Estados que están planteados. Buscan conservar las fuerzas productivas y someter mejor a “sus” proletariados para preparar ese enfrentamiento.
Se refuerzan las tendencias bonapartistas
Debemos analizar que la aceleración de la crisis mundial, con la pandemia como un elemento importante, ha llevado a los Estados burgueses a actuar reforzando los elementos de control estatal sobre las relaciones sociales de producción. Es importante puntualizar este aspecto, ya que el centrismo está basando su política de adaptación al estatismo en la exigencia de “centralización estatal” para manejar esta crisis.
Dicha centralización no puede ser más que reaccionaria. La cuarentena como política del Estado es para salvar al capital. En cambio, los métodos de la clase obrera como el cese de actividades y paros para ir a una huelga general, son medidas que permiten preservar nuestra fuerza de trabajo de forma organizada mediante los sindicatos, ante el ataque centralizado de los burgueses y las fuertes tendencias destructivas de la economía capitalista en crisis. Por eso no podemos estar a favor de la cuarentena impuesta por el Estado, ya que no es una medida “sanitaria”, sino una línea imperialista de preservar las ramas de la producción haciendo descender el valor de la fuerza de trabajo.
Podemos decir que asistimos a un ensayo general reaccionario del sistema capitalista, en medio de un proceso más histórico de descomposición. Es un gran ensayo de conciliación de clases, de patrioterismo. Ante una dirección anárquica como es el sistema capitalista, que depende de sus Estados mayores armados para garantizar la reproducción del capital, nosotros peleamos por una dirección colectiva consciente, ya que el sistema actual engendra las condiciones materiales y las formas sociales para la reconstrucción económica de la sociedad.
La línea reaccionaria es el disciplinamiento mediante las fuerzas represivas, es más despidos, rebaja de salarios, mayor flexibilización y precarización laboral, ataque a la organización sindical en el lugar de trabajo y quita de conquistas donde puedan. Buscan sanear la economía mundial en medio de una crisis fenomenal y establecer un nuevo pacto de capital y trabajo, solo que ahora deben hacerlo de forma acelerada ante la profundización de la crisis. No está descartado que los países imperialistas nacionalicen ramas de la economía y refuercen su bonapartismo con mayor estatismo.
Por una salida obrera
Ante cada política estatal debemos contraponer los fundamentos programáticos de la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista, que no se detiene en el marco estrecho de las fronteras nacionales. Debemos combatir la ficción de un aparato burocrático-militar perimido, que tiene bajo control lo que pasa en su territorio. Sólo la clase obrera puede dirigir medidas coordinadas internacionalmente. Planteamos el control obrero de las principales ramas de la economía, ante la desorganización de la economía y nos posicionamos por la destrucción de Estado burgués de forma revolucionaria, ya que es imposible que un Estado burgués responda a nuestras demandas.
Es primordial que no nos desorganicen, el centrismo ya ayudó a que nos desmovilicen, suspendiendo acciones callejeras, como la marcha del 24 de marzo en Argentina. No podemos permitir ante la centralización del ataque, actuar de forma aislada, y mucho menos que primen las salidas individuales.
Debemos defender el funcionamiento los organismos de deliberación de la clase obrera, como los sindicatos, las comisiones internas, los cuerpos de delegados, para prepararnos antes los coletazos de la crisis y poder enfrentar a la burocracia sindical, los gobiernos de turno y el imperialismo.
Los trabajadores debemos intervenir en esta crisis de forma independiente, preparando las condiciones para que surja una dirección revolucionaria en la necesidad de reconstruir la IV internacional.