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El domingo 9 de junio finalizaron las elecciones al parlamento europeo, donde los sondeos previos daban un gran avance de la ultraderecha y derrota de los que se denominan el centro. Si bien la ultraderecha avanzó y consiguió hacer una muy buena elección en los principales países de la UE, como Francia, Alemania e Italia, no logró desbancar a las alianzas de centro del control del europarlamento.

Tendencias guerreristas

Esta elección se dio en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, donde los gobiernos imperialistas de la UE, en alianza con el imperialismo norteamericano mediante la OTAN, están apostando fuerte en la defensa de Ucrania y la derrota de Rusia. Además, están atravesadas por el genocidio de Israel en Palestina, que ha desarrollado un movimiento a favor de Palestina muy extendido en los países de la región. La extensión de este conflicto bélico ha puesto a los Estado miembro en preparación ante la posibilidad de la profundización de las tendencias guerreristas, como se ve con el aumento de los presupuestos militares y el restablecimiento del servicio militar obligatorio. Además, ha abierto un sinfín de contradicciones al interior de la Unión Europea, instancia supraestatal reaccionaria creada para asimilar a los ex Estados obreros, que hoy no sólo no puede cumplir su objetivo, sino que tiende a su disolución, ya que es utópica la unidad económica de sectores burgueses que compiten entre sí en el sistema capitalista.

Es esta contradicción en la génesis de la UE la que lleva a un avance de la ultraderecha, con posiciones más nacionalistas y proteccionistas, antiinmigrante. Pero, en los objetivos, no difieren tanto con los otros sectores referenciados el sueño de recrear un Estado de bienestar, ya que ambos intentan buscar la forma política de recuperar protagonismo en la arena mundial, no ser tan dependientes del imperialismo norteamericano y frenar el avance de China. Esto es algo que mantiene sin rumbo estratégico claro a las burguesías imperialistas europeas, dado el marco de descomposición capitalista, el peso de las fuerzas productivas chinas y la dependencia de recursos energéticos que les brindaba Rusia.

Un parlamento de cotillón

En este escenario, debemos contemplar los límites de estas elecciones, que eligen representantes para un parlamento cuyas decisiones no tienen ningún peso político en la dinámica de los miembros de la UE. La abstención fue muy fuerte, llegando en algunos lugares al 60%.  En realidad, los gobiernos lo toman como una encuesta para ver el grado de apoyo. En Francia, la derrota de los candidatos de Macron llevó al presidente a disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones anticipadas, en una jugada para detener el avance de la ultraderecha reflejada en Le Pen y ante una abstención de las del 40%. El triunfo de Meloni en Italia no ha preocupado tanto, ya que esta mandataria está acordando en los trazos generales con las políticas de la UE. En Alemania, AfD quedó como segunda fuerza, superando por dos escaños a la socialdemocracia que hoy está al frente de la coalición de gobierno, pero los conservadores de CDU/CSU festejaron el relativamente buen desempeño de sus candidatos y ya piensan que lo pueden capitalizar mejor que AfD y fortalecerse en la política doméstica.

Una “euroizquierda” totalmente desdibujada

Fue sorprendente la política de la izquierda trotskista, que en su gran mayoría formó listas para participar del parlamento europeo, siendo una institución creada por la Unión Europea, un organismo supra estatal totalmente reaccionario, ante cuya formación los revolucionarios peleamos en su momento en contra y, después, contra su consolidación. Se ve una izquierda que está perdiendo el rumbo, como se expresa en la posición sobre la guerra en Rusia- Ucrania, algunos pro OTAN y otros apoyando a Putin y otros por una autodeterminación abstracta para no tomar posición. Tenemos que abrir un gran debate en el proletariado europeo sobre las tareas históricas que nos impone esta situación crítica. Para que pelee por parar la guerra y el genocidio en Palestina y enfrente a sus gobiernos, que son miembros de la OTAN. El rol del proletariado, actuando como clase independiente, es primordial para dar una salida internacionalista revolucionaria a la crisis. Es una tarea central derrotar al imperialismo y sus procesos de asimilación y unir al proletariado ucraniano y ruso en una guerra revolucionaria que derrote a la OTAN y el proceso de restauración capitalista de Zelensky y Putin.

Por una Conferencia Internacional de las corrientes revolucionarias

Nada bueno vendrá de estas elecciones del parlamento europeo, debemos luchar por los Estados Unidos Socialistas de Europa, que es la forma estatal de la dictadura del proletariado.

Llamamos a una Conferencia Internacional con las corrientes que aun levanten la necesidad de la dictadura del proletariado para discutir las directrices de la situación mundial y la política de los revolucionarios. Esta conferencia parte de la necesidad de reconstruir la IV Internacional y sus secciones nacionales.

 

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 La contraofensiva que fracasó en Ucrania y el avance de Rusia en el territorio están complicando los objetivos de la OTAN, que no logra que el ejército ucraniano mantenga las posiciones, lo cual dificulta una salida negociada con Putin. Esto plantea que el imperialismo baraje distintas hipótesis del desarrollo del conflicto. La OTAN está discutiendo una intervención más abierta, no sólo enviando armas, sino ejércitos regulares al territorio para reforzar y apuntalar una posible desbandada del ejército ucraniano, que no logra reponer sus bajas. Es claro que la prolongación de la guerra ha sumido al gobierno de Zelensky en una crisis política importante.

Por su parte, Rusia refuerza sus alianzas, centralmente con China, y si bien por ahora respeta las “líneas rojas” en el territorio, está asediando a Kharkiv, segunda ciudad en importancia de Ucrania. Algunos analistas sostienen que este asedio es un movimiento táctico para dividir aún más las fuerzas ucranianas.

Tendencias guerreristas en ascenso

La guerra en Rusia y Ucrania está entrando en un territorio de guerra más abierta entre la OTAN y Rusia, lo que daría un salto en calidad con derivaciones bélicas de carácter mundial. Por eso, es importantísimo para el imperialismo norteamericano darle una salida diplomática al enfrentamiento en Palestina, ya que este genocidio está generando un gran repudio a nivel mundial, centralmente de la juventud. Este cuestionamiento le impide al imperialismo consolidar una base social que le permita una intervención más directa en el proceso de asimilación de los ex Estados obreros, como Rusia.

En este escenario los trabajadores debemos intervenir de forma independiente. Las guerras que plantean el imperialismo, sus agentes y la burocracia de los ex Estados obreros no son nuestras guerras y debemos parar esta política guerrerista con los métodos de la clase obrera. Tenemos que organizarnos para derrotar a sus gobiernos en esos países, expulsarlos con una lucha antiimperialista de las semicolonias y derrotar a las burocracias restauracionistas, que son agentes del imperialismo en los ex Estados obreros en proceso de asimilación. Estas son las tareas que se desprenden de la situación internacional y son tareas histórica que no conocen analogías, ya que estamos frente a una guerra entre dos ex Estados obreros, como Rusia y Ucrania, y a un proceso de asimilación en China. Los restauradores del capitalismo aun no logran conformarse como clase y están en una indefinición en cuando a qué tipo de Estado se dará como resultado si triunfa esta transición al capitalismo.

Estamos atravesando una etapa signada por la descomposición del imperialismo, de sus formas de dominación, como los Estados burgueses, y a una crisis histórica en la relación entre capital y trabajo. Nunca en la historia estuvieron estos elementos en la arena de la lucha de clases. Lo que sí es una constante en cada uno de estos fenómenos es la preeminencia del sistema capitalista y sus leyes. Este sistema y sus leyes fueron puestos en cuestión en los procesos revolucionarios, procesos que dejaron importantes lecciones: se puede superar al capitalismo y desarrollar procesos transicionales hacia el socialismo. La subsistencia del capitalismo en su agonía también plantea la existencia del proletariado como su sepulturero. El capitalismo es consciente de esta amenaza y por eso, aun en su profunda crisis, no se va a retirar sin dar pelea y, en su ocaso, también intentará llevar a nuestra clase a la barbarie.

Por la reconstrucción de la IV Internacional

Los procesos de guerra más generalizados aceleran los tiempos para desarrollar el internacionalismo proletario, por lo que la tarea de primer orden es reconstruir la IV Internacional y sus secciones nacionales. Esta dirección debe dar las directrices al proletariado norteamericano para que pare la industria bélica de su país y destruya la alianza imperialista con Israel, que se una a las manifestaciones universitarias contra el genocidio en Palestina y las dirija, llamando a la clase obrera de Medio Oriente a enfrentar a sus burguesías que obstaculizan también la lucha por la destrucción del enclave sionista. También para que el proletariado chino se levante contra la burocracia del PC, detenga el envió de armamento a Rusia y llame al proletariado ruso y ucraniano a una guerra revolucionaria contra sus gobiernos restauracionistas para derrotar de forma revolucionaria el proceso de asimilación.

Reiteramos nuestro llamado a las corrientes revolucionarias que defienden el programa de la dictadura del proletariado a organizar una Conferencia Internacional cuyo objetivo sea sentar las bases para la reconstrucción de la Cuarta Internacional. Reconstruir la Cuarta Internacional es darle una dirección a la tarea de establecer la dictadura del proletariado internacional, es proveer a los trabajadores del mundo de una herramienta revolucionaria y de un programa antagónico al capitalismo, que lo único que nos ofrece es guerra y más miseria.

 

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Por LOI Brasil

Publicado en TRCI el 12/05/24

A finales de abril, el estado de Rio Grande do Sul sufrió una de las mayores tragedias de su historia: inundaciones causadas por fuertes lluvias que afectaron a 441 municipios del estado y a casi 2 millones de personas, dejando un saldo parcial de más de 100 muertos y desaparecidos, así como casi 400 heridos y 400.000 personas sin hogar. Además, casi 1 millón de personas se quedaron sin acceso a la electricidad, así como 6 represas en peligro de romperse, una de las cuales ya se ha derrumbado parcialmente.

La catástrofe estaba prevista, ya que desde hacía años se sabía que, con la aceleración del cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías y tormentas, serían mucho más frecuentes. El propio estado de Rio Grande do Sul ya había sufrido tragedias menores y más localizadas, como en 2023, cuando 75 personas murieron en el estado como consecuencia de sucesos similares.

En todos sus matices, el evento está directamente relacionado con el sistema de producción capitalista en crisis. El cambio climático sin precedentes está relacionado con la urbanización y la industrialización desenfrenada, así como con la destrucción de espacios naturales para la producción de materias primas y la explotación de fuentes de energía. Desde una perspectiva más localizada, tenemos la acción directa de los gobiernos dentro de la democracia burguesa, actuando para facilitar y optimizar el uso y explotación depredadora de la tierra por parte de la agroindustria, la especulación inmobiliaria y la minería. Sólo en 2019, 480 puntos de la legislación ambiental fueron modificados por el gobernador Eduardo Leite (PSDB).

Obviamente, la burguesía rural y urbana encontró rápidamente refugio lejos de la crisis, dejando a los trabajadores pobres del campo y las ciudades sufriendo la escasez de agua potable y electricidad, teniendo que arrastrarse por las calles inundadas y pútridas en busca de un techo.

Ahora, en plena crisis, los oportunistas intentan sacar provecho de la tragedia de Rio Grande do Sul. El alcalde de Porto Alegre, Sebastião Melo (MDB), y el gobernador del estado aparecen ante las cámaras con chalecos naranja de protección civil, intentando mostrar eficacia ante un acontecimiento que dejará graves y duraderas consecuencias en las condiciones de vida de los trabajadores del estado, pero que no han hecho nada para contener, al contrario, han relajado la legislación, facilitado la explotación de las llanuras de inundación de los ríos y lagos de la región, que son parte de la causa directa del problema. Incluso Lula, que ha actuado intensamente para facilitar el flujo de dinero para medidas de emergencia, está actuando calculadamente para no convertir el suceso en su "Katrina personal", en alusión al huracán que devastó el sur de EEUU y simbolizó el abandono del Estado hacia la población pobre de la región.

El Estado intenta ahora contener los daños, pero realmente no podemos confiar en esta salida para los trabajadores del sur. Los gobiernos municipal, estatal y federal actuarán para que los beneficios del agronegocio y de la industria de Rio Grande do Sul no se vean tan perjudicados, aunque sea a costa de despedir trabajadores o recortar salarios, como es la política exigida por un grupo de empresarios de Rio Grande do Sul al Ministerio de Trabajo, que está estudiando la cuestión. Por lo tanto, los trabajadores no pueden tener ninguna confianza en las soluciones presentadas por los gobiernos o en la discusión sobre la gestión más o menos eficiente del Estado burgués por parte de reformistas y organizaciones centristas.

Debemos exigir que los sindicatos y las organizaciones obreras se movilicen para organizar el rescate, el refugio y la reconstrucción de los hogares afectados por las inundaciones. Necesitamos organizarnos independientemente del Estado, a través de la solidaridad de clase, apropiándonos de los materiales y medios disponibles y poniéndolos a disposición de un plan de reconstrucción bajo control obrero. La tragedia de Rio Grande do Sul es la máxima expresión de la descomposición de un Estado semicolonial y de sus instituciones. Por lo tanto, debemos rechazar las soluciones que refuerzan el papel de estas instituciones y/o son electoralistas y avanzar en la organización para la destrucción de este Estado.

No final de Abril, o estado do Rio Grande do Sul foi acometido por uma das maiores tragédias da sua história: as cheias decorrentes de fortes chuvas que afetaram 441 municípios do estado e quase 2 milhões de pessoas, tendo deixado um saldo parcial de mais de 100 mortos e desaparecidos, além dos quase 400 feridos e 400 mil desalojados. Além disso, quase 1 milhão de pessoas estavam sem acesso à eletricidade, assim como seis barragens com o risco de se romper, tendo uma já se rompido parcialmente.

A catástrofe era prevista, visto que há anos já se sabia que, com a aceleração das mudanças climáticas, episódios climáticos extremos como secas e tempestades iriam ocorrer com muito mais frequência. O próprio estado do Rio Grande do Sul já vinha sofrendo tragédias mais reduzidas e localizadas, como em 2023, onde morreram 75 pessoas no estado em decorrência de eventos similares. 

Em todas as suas nuances, o evento está diretamente relacionado com o sistema de produção capitalista em crise. As mudanças climáticas, sem precedentes, estão relacionadas a urbanização e a industrialização desenfreada, e a destruição de áreas naturais para produção de matéria-prima e para exploração de fontes de energia. De uma perspectiva mais localizada, temos a atuação direta dos governos dentro da democracia burguesa, atuando para facilitar e otimizar o uso e a exploração predatórias do solo pelo agronegócio, a especulação imobiliária e a mineração. Só em 2019, foram 480 pontos de legislação ambiental que foram alterados pelo governador Eduardo Leite (PSDB).

Obviamente que as burguesias rural e urbana rapidamente conseguiram refúgio longe dali, diante da crise, restando aos trabalhadores pobres do campo e das cidades sofrer com o desabastecimento, a escassez de água potável e de energia elétrica, tendo de se arrastar pelas vias alagadas e pútridas em busca de um telhado para se abrigar. 

Agora, em meio a crise, surgem os oportunistas tentando capitalizar com a tragédia gaúcha. O prefeito de Porto Alegre, Sebastião Melo (MDB), e o governador do estado aparecem em frente às câmeras com coletes laranjas da defesa civil, buscando mostrar eficiência diante de um evento que deixará consequências graves e longevas para as condições de vida dos trabalhadores do estado, mas que nada fizeram para conter, pelo contrário, flexibilizaram a legislação, facilitaram a exploração dos territórios de várzea dos rios e lagos da região, que são parte da causa direta do problema. Mesmo Lula, que tem atuado intensamente no sentido de facilitar o fluxo de dinheiro para as medidas emergenciais, age calculadamente para não transformar o evento em seu “Katrina pessoal”, em alusão ao furacão que devastou o sul dos EUA e foi símbolo do descaso do Estado para com a população pobre da região.

O Estado agora tenta conter os danos, mas de fato, não podemos nos fiar nessa saída para os trabalhadores do sul. Os governos municipais, estadual e federal vão agir para que os lucros do agronegócio e da indústria gaúcha não sejam tão prejudicados, mesmo que seja às custas da demissão de trabalhadores ou de corte salarial, como é a política exigida por um grupo de empresários gaúchos ao Ministério do Trabalho, que está estudando a questão. Portanto, os trabalhadores não podem alimentar nenhuma confiança nas saídas apresentadas pelos governos ou na discussão sobre a gestão mais ou menos eficiente do estado burguês, feita pelo reformismo e pelas organizações centristas.

Devemos exigir que os sindicatos e organizações de trabalhadores se mobilizem para organizar o resgate, abrigo e a reconstrução dos lares afetados pelas enchentes. Precisamos nos organizar de forma independente do Estado, através da solidariedade de classe, se apropriando dos materiais e meios disponíveis e colocando-os à disposição de um plano de reconstrução sob controle dos trabalhadores. A tragédia no Rio Grande do Sul é a expressão máxima da decomposição de um Estado semicolonial e das suas instituições. Devemos, portanto, rejeitar as saídas que reforcem o papel dessas instituições e/ou eleitoreiras e avançar na organização para a destruição desse Estado.

Lunes, 06 Mayo 2024 21:13

Periódico El Nuevo Curso #37

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3 de mayo de 2024

Expresamos nuestra solidaridad con Michael Pröbsting, secretario internacional de la Corriente Comunista Revolucionaria Internacional, tras ser condenado por el Estado austríaco de “incitación a cometer delitos terroristas y aprobación de los delitos terroristas” en ocasión de una manifestación de solidaridad con el pueblo palestino. Esta persecución política se enmarca en la necesidad de los Estados imperialistas y pro imperialistas, que apoyan al enclave de Israel, de acallar las voces de millones que repudiamos el genocidio que están llevando adelante en la Franja de Gaza desde hace varios meses. Las acciones bélicas del sionismo están viéndose cada vez más cuestionadas en todo el mundo y se desnuda el carácter profundamente reaccionario de sostener a ese enclave en base al intento de exterminio del pueblo palestino. Jóvenes y trabajadores en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y Francia, están llevando adelante acciones de ocupación de universidades para denunciar está masacre. Y, principalmente, ha habido acciones de solidaridad obrera tanto en Estados Unidos como en Europa. Por eso la represión contra ellos es tan agresiva y lo será más en tanto se vean más acorralados.
Nos solidarizamos con Michael Pröbsting y con los cientos de luchadores y activistas que están siendo perseguidos y procesados en distintas partes del mundo. Apelamos a la más amplia solidaridad obrera internacionalista.

¡Absolución de Michael Pröbsting y de todos los procesados por solidarizarse con la causa palestina!
¡Viva la lucha del pueblo palestino! ¡Por la destrucción del enclave sionista de Israel!
¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas en Medio Oriente sobre las ruinas del capitalismo!

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Los trabajadores del todo el mundo debemos enfrentar esta situación mundial histórica con la fuerza de nuestra clase para destruir este sistema capitalista que sólo nos garantiza super explotación y una vida miserable.

El sistema capitalista expresa una crisis histórica en su organización de las relaciones sociales de producción y sus formas de dominación. La crisis abierta por la guerra entre dos ex Estados obreros, situación inédita en la historia, abre, sumado a la crisis económica mundial y los procesos post pandemia, elementos de ruptura del equilibrio inestable mundial.  A la continuidad de la guerra de Rusia contra Ucrania se suman el ataque israelí a Palestina y la respuesta de Irán a un ataque de Israel a su embajada en Siria, que empiezan a desarrollar una tendencia de desestabilización en todo Medio Oriente. La economía mundial se encamina a una recesión con elementos de depresión, con crisis de deuda en las semicolonias y procesos inflacionarios en gran parte del planeta.

La descomposición del imperialismo y su dominación se expresa de forma histórica en la organización de las relaciones sociales como sistema capitalista, entendiendo que la organización del capital es una organización anárquica. Es ahí donde ha entrado en una contradicción explosiva, ya que no logra que la relación capital-trabajo sea contenida en las instituciones creadas para su dominación y no ha podido encontrar en el proceso histórico su reemplazo por otra forma de dominación estatal burguesa.

Por una salida revolucionaria ante la crisis capitalista y las políticas guerreristas

Este 1º de mayo reafirmamos nuestra historia como clase y levantamos con firmeza las banderas de la Comuna de París, de la Revolución Rusa, de los mártires de Chicago y de los dirigentes obreros que murieron o fueron asesinados enfrentando a este sistema capitalista. Por eso a 138 años de aquel 1° de mayo en el que la burguesía norteamericana asesinaba a los mártires de Chicago es central retomar las tareas de los revolucionarios en la pelea contra el capitalismo y sus instituciones, especialmente los Estados nacionales. Luchamos por la destrucción del Estado burgués y nos apoyamos en la experiencia de la Revolución Rusa y su sistema soviético.

Es en este momento que se torna primordial la intervención de la clase obrera como una clase internacional y no atada a sus Estados nación, para mostrar el poderío de una clase que puede enfrentar al sistema capitalista. Tenemos como tarea intervenir de forma revolucionaria para derrotar la política guerrerista del imperialismo, unir al proletariado ucraniano y ruso en una guerra revolucionaria para ir en contra del proceso de asimilación, sus burocracias contrarrevolucionarias y el imperialismo. Apoyar a la resistencia palestina con los métodos de la clase obrera, con piquetes y paros, para impedir el rearme del ejército israelí. Luchar para que no sea nuestra clase la que pague el rearme bélico de los países imperialistas y sus políticas de ajuste. En algunos países está comenzando a resurgir un aliado importante de la clase obrera, como es un sector del movimiento estudiantil, por ejemplo, los estudiantes estadounidenses y franceses en contra del genocidio israelí en Gaza y luchas en Brasil, Colombia y Argentina en contra del desfinanciamiento de la educación.  

Para que se desarrolle el internacionalismo es de primer orden la reconstrucción de la IV Internacional, para dotar de una dirección revolucionario a este proceso histórico, para regenerar una vanguardia obrera que pueda dar una perspectiva marxista al proletariado mundial. Creemos que como primera tarea en esa dirección debemos llamar a una Conferencia internacional de las corrientes trotskistas que aun reivindican la dictadura del proletariado para discutir las tareas ante la situación mundial.

Por la unidad internacionalista de los trabajadores en contra del imperialismo y la OTAN. ¡Expulsión las tropas rusas de Ucrania!

¡Por la derrota del enclave de Israel y el triunfo de la resistencia Palestina!

¡Viva la lucha de la clase obrera mundial! ¡Viva la IV Internacional!

 

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14/04/2024

En medio de la ofensiva del enclave de Israel sobre la Franja de Gaza, perpetrando un genocidio del pueblo palestino que resiste con gran heroísmo, un nuevo evento agudiza las tendencias a la desestabilización de la región. El sábado 13 de abril Irán lanzó más de 300 drones sobre Israel, a dos semanas del ataque de su embajada en Siria, que causó la muerte de 13 personas. Este es el primer ataque directo de Irán a Israel en la historia y los iraníes lo justifican como una respuesta al ataque recibido en Damasco, en el que murieron oficiales de la Guardia Revolucionaria Islámica. Aun así, se trata de una acción “limitada y en defensa propia”, tal como la propia diplomacia iraní manifestó abiertamente en Washington. Este aviso también permitió que el imperialismo coordinara con Israel acciones preventivas. Esta diplomacia se explica en el hecho de que Irán pretende evitar una guerra regional, pero a la vez “hacerse respetar” ante las fuerzas israelíes y advertirles que sus incursiones se encontrarán con represalias de la contraparte.

Si bien no se puede descartar que esto provoque una escalada guerrerista, los gobiernos más bien han mostrado cautela. Estas intervenciones casi quirúrgicas de los gobiernos de Medio Oriente se explican por la enorme fragilidad del equilibrio político, no sólo porque tantos las burguesías árabes como el sionismo están viendo cómo negociar con un imperialismo en crisis que retacea el apoyo económico y no define una línea estratégica (tras el fracaso de innumerables intentos como los acuerdos de Oslo, la “hoja de ruta”, etc., y en medio de una crisis imperialista de magnitudes sin precedentes), sino también por el hecho de que existe un peligro real de una irrupción de las masas. Tanto el gobierno de Netanyahu, como el de Alí Jamenei han enfrentado cuestionamientos políticos internos con protestas masivas que han puesto en el centro al régimen. El frente interno convulsionado les quita base social para realizar cualquier acción agresiva que se pase de la relación de fuerzas, en un terreno regional altamente convulsionado e impredecible.

Sin embargo, a pesar de la delicada situación del enclave de Israel, las burguesías árabes también son un factor contrarrevolucionario que aportan para evitar que las irrupciones de masas se desarrollen a un cuestionamiento efectivo al poder. Jugaron un rol contrarrevolucionario aplastando en sangre las semi insurrecciones espontáneas que estallaron en la región a partir de 2010, y hoy tienen en su cúspide regímenes bonapartistas con características de dictaduras policiales recostadas sobre el imperialismo, como el del General Al-Sisi en Egipto, que sostiene el flanco sur del cerco sionista de la Franja de Gaza. Arabia Saudita anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Irán tras siete años de desencuentros. A esto siguió el restablecimiento gradual de las relaciones entre Irán y los demás Estados del Golfo -Emiratos Árabes Unidos y Kuwait-, que el ex primer ministro israelí Naftali Bennett consideró “una victoria política para Irán” y “una amenaza para Israel”. Pero la indiferencia de estas direcciones nacionalistas ante la masacre de estos últimos meses en Gaza demuestra su carácter reaccionario y su incapacidad de dar una salida progresiva al pueblo palestino y a todos los pueblos oprimidos de la región. Aun así, la resistencia palestina sigue en pie y cada nueva generación es más fuerte y adherente al derecho al retorno y la voluntad de pagar el precio en la lucha por ello.

La clase obrera internacional debe intervenir del lado del pueblo palestino impulsando medidas que afecten la maquinaria imperialista en la producción; asimismo, el proletariado de la región debe impulsar la necesidad de la derrota y destrucción del enclave de Israel, derrotando a las burguesías nacionales, mediante los métodos de la clase obrera, como la huelga general y la insurrección consciente de las masas. Luchando por la revolución socialista, por una Federación Republicas Socialistas del Medio Oriente y el Magreb.

 

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Miércoles, 27 Marzo 2024 09:40

O SOCIALISTA nº119

No próximo dia 31 de março, completam-se 60 anos do golpe civil-militar que instaurou a ditadura militar brasileira, a qual perdurou por mais de duas décadas, impondo um regime de terror através de tortura, execuções e desaparecimento de pessoas. Aos 60 anos do golpe, convivemos ainda com os resquícios da ditadura militar presente nas organizações da democracia burguesa, como a Polícia Militar que atua da mesma forma, torturando, executando e desaparecendo com a população pobre e periférica. Aos 60 anos do golpe, mais do que temer o seu retorno, devemos preparar e organizar o enfrentamento da democracia burguesa, a ditadura do capital!

BRASIL, AMÉRICA LATINA E O IMPERIALISMO

O golpe militar de 64 foi financiado pelo imperialismo norteamericano diante do crescimento do movimento operário, dos camponeses e dos estudantes no Brasil e na América Latina. O golpe buscou garantir esses interesses econômicos e financeiros e, através das Forças Armadas, implementar a ditadura mais cruel do capital. A ditadura sentou as bases para o avanço do capital monopolista na economia nacional, com massivos investimentos de multinacionais e instalação de plantas, que sob a tutela dos militares, encontraram um campo fértil para o aumento da exploração da força de trabalho, impondo o arrocho salarial e a repressão aos sindicatos e sindicalistas. Serviu para atacar as organizações de classe, perseguir e exterminar uma vanguarda militante.

As Forças Armadas no Brasil e nos demais países latinoamericanos desempenham papel fundamental nestes estados que se caracterizam por uma forma de dominação própria dos países semicoloniais, o que Trotsky denominou bonapartismo sui generis. Nestes países, pelo próprio desenvolvimento desigual e combinado do capitalismo, o capital monopolista exerce um papel decisivo. A burguesia nacional, ou sub-burguesia, é débil pois “incapaz de constituir sua dominação democrática porque, por um lado tem o capital imperialista, e por outro, tem medo do proletariado, porque a história lá saltou uma etapa e o proletariado se tornou um fator importante antes que tenha sido realizada a organização democrática do conjunto da sociedade.”[1] Nestes países, desenvolveu-se condições especiais de poder estatal, ou seja, o estado se eleva por cima das classes, mas oscila entre o capital imperialista - submetendo o proletariado a ditaduras policialescas, ou militares - e o capital nacional que manobra com o proletariado, abrindo algumas concessões como forma de ganhar certa independência em relação ao capital monopolista. São estas oscilações que promovem a instabilidade política e social característica da região.

“GOLPES POR TODO O LADO” OU SOBRE A NECESSIDADE DO CENTRISMO DE JUSTIFICAR SUA DEFESA À DEMOCRACIA BURGUESA

O golpe civil-militar de 64 impôs a mudança e o recrudescimento do regime, sem alterar sua essência: uma forma de dominação burguesa. Por isso o equívoco de se colocar a ditadura como o oposto da democracia. Para qualquer marxista, à forma deve corresponder um conteúdo de classe. Assim, tanto a ditadura como a democracia podem ser formas de dominação burguesa ou, como perseguimos através da revolução, proletárias. Ou seja, as formas de dominação não são abstratas, mas se relacionam à luta de classes. Logo, “ditadura não significa necessariamente a extinção da democracia para a classe que exerce essa ditadura sobre as outras classes, mas significa necessariamente a extinção (ou uma restrição muito essencial, o que é também uma das formas de supressão) da democracia para a classe sobre a qual ou contra a qual se exerce a ditadura.” [2]

Desde o impeachment de Dilma Rousseff (PT) em 2016, a palavra golpe vem sendo utilizada com diversas matizes pelas direções reformistas e pelo centrismo para caracterizar o acirramento das disputas de frações burguesas mais ou menos alinhadas ao imperialismo, diante da crise econômica mundial, e canalizadas em mecanismos constitucionais de alternância de poder.

Assim, para estas direções e organizações, há uma continuidade causal entre o “golpe” de 2016, a eleição de Bolsonaro (PL) e suas tentativas constitucionais de permanecer no governo após o fim de seu mandato. Lembremos, contudo, que durante todo esse período, foram realizadas todas as eleições previstas no calendário da democracia burguesa, inclusive com a participação destas mesmas direções e organizações.

O último evento recente, caracterizado como tentativa de golpe, foi a invasão à Esplanada por apoiadores bolsonaristas uma semana após a posse de Lula (PT), em janeiro de 2023, facilitada pelas forças de segurança do Distrito Federal. A invasão ocorreu em pleno domingo, com os prédios vazios, sem a participação das Forças Armadas e sem nenhuma tentativa de destituir o presidente. A teoria do golpe, levantada pelo STF que ordenou a prisão dos invasores, e reproduzida pela esquerda temerosa, era a de que a invasão à Esplanada provocaria o acionamento da Garantia de Lei e da Ordem (GLO) pelo próprio presidente Lula e então estaria realizada a intervenção militar - só que sob o comando do próprio Lula. Ou seja, um golpe de estado que só ocorreria pela ação do próprio “golpeado” ou como bem traduzido pelo ditado popular, “só faltou combinar com os russos”.  Como os eventos demonstraram depois, acima das intenções golpistas prevaleceu o pacto pela governabilidade burguesa, essa sim, acordada com os três poderes, as Forças Armadas e claro, com o imperialismo.

Recentemente, Alexandre de Moraes, ministro do STF, retirou o sigilo dos depoimentos à Polícia Federal dos ex-comandantes do Exército e da Aeronáutica, sob o governo Bolsonaro, que implicam diretamente o ex-presidente em um plano para questionar o resultado das eleições presidenciais através de uma intervenção civil-militar no Tribunal Superior Eleitoral, presidido pelo próprio Alexandre de Moraes. Segundo os ex-comandantes, foi o próprio Bolsonaro que apresentou, em dezembro de 2022, a “minuta do golpe” aos chefes militares, um decreto que, sob brechas constitucionais, estabeleceria um “estado de defesa” no TSE seguido da criação de uma “comissão de regularidade eleitoral” composta por militares, ministros e parlamentares para impedir a posse de Lula. Ainda segundo os depoimentos, apenas o ex-comandante da Marinha colocou suas tropas à disposição de Bolsonaro, sendo a minuta rechaçada pelos chefes da Aeronáutica e do Exército e, este último, ainda ameaçou prender o próprio Bolsonaro caso seguisse com qualquer tentativa de intervir sobre o resultado das eleições e a posse do novo presidente eleito, ou seja, sobre as instâncias da democracia burguesa.

Mais do que amor à democracia burguesa, as Forças Armadas demonstraram seu alinhamento com a posição do imperialismo norte americano que já havia declarado que não apoiaria nenhuma tentativa de ruptura institucional na semicolônia brasileira. Afinal, a chapa Lula/ Alckmin já havia se comprometido com os interesses imperialistas e de uma fração da burguesia nacional com seu governo de frente ampla e não havia, e ainda não há, nenhum ascenso da luta de classes, pois as direções foram fiadoras do governo de frente ampla, mantendo o total controle e isolamento das organizações de classe e dos trabalhadores.

Entrando no segundo ano de seu mandato, Lula reestruturou sua relação com as Forças Armadas e auxiliares e com as instituições da democracia burguesa, na relação com os trabalhadores, com relativa tranquilidade. Aprovou o novo teto de gastos e a reforma fiscal, criou política de financiamento e empréstimos para a burguesia industrial, manteve as condições para o crescimento do agro e da indústria extrativista. Em relação aos militares, manteve os orçamentos previstos para as três Forças Armadas enquanto cortou de outros ministérios mais ligados ao centrão, colocou os militares nos projetos de reindustrialização do Novo PAC, não realizou nenhum esforço para a criação da comissão de mortos e desaparecidos como havia prometido e, agora, proibiu qualquer participação do governo em atos sobre a memória dos 60 anos do golpe, acordando com os militares que esses também não fariam suas “comemorações”, realizadas durante o governo Bolsonaro.

Ainda assim, o discurso sobre o “golpe” e suas tentativas têm dominado a política das direções sindicais, abertamente defensoras do governismo, e das organizações centristas que buscam justificar a opção pelo apoio a Lula na última eleição a todo o custo. Longe de enxergar a real dinâmica das relações interestatais e da luta de classe, promovem a defesa incondicional da democracia burguesa pois centram sua política e sua atuação no estado burguês, principalmente nas eleições parlamentares. Justificam que, com a ameaça iminente de um novo golpe militar, só lhes restava o apoio eleitoral ao Lula; afinal, a democracia burguesa é favorável à ditadura militar. E agora, voltam sua política não apenas para a defesa da democracia burguesa, mas pelo fortalecimento do estado burguês e suas instâncias jurídicas e repressivas, cobrando a prisão e a não anistia aos “golpistas”.

AOS 60 ANOS DA DITADURA MILITAR, REFORÇAMOS: NÃO É NOSSA TAREFA A DEFESA DO ESTADO BURGUÊS, MAS A ORGANIZAÇÃO DO SEU ENFRENTAMENTO E SUA DESTRUIÇÃO

Ora, sabemos que o fechamento do regime em uma ditadura militar tem consequências sérias na organização da militância, já que é uma forma de dominação do capital voltada para a destruição das nossas organizações de classe. Porém, não podemos abandonar os instrumentos que possuímos de análise, caracterização e intervenção na realidade, que é o marxismo, para “acreditar” que dentre uma forma de dominação burguesa ou outra, só depende a nossa vontade - nem como classe, mas diluídos como população - expressada através do voto. Bem como não podemos defender a democracia burguesa como um refúgio covarde da luta de classes, pois “o Estado democrático burguês não se limita conceder aos trabalhadores melhores condições de desenvolvimento (...); com sua legalidade limita esse mesmo desenvolvimento, acumula e garante com arte a formação dos hábitos oportunistas e dos preconceitos legais no seio das pequenas aristocracias operárias.”[3]

Na atual época de decomposição do imperialismo e de suas formas de dominação, limitar a atuação da luta de classes no âmbito das instituições da democracia burguesa é renegar a estratégia comunista, a luta do proletariado pelo poder. E frente a qualquer ameaça do recrudescimento do estado burguês, levantar a política de defesa de maior estatismo ao invés do fortalecimento das nossas organizações de classe e da nossa autodefesa, é trair a classe trabalhadora e conduzi-la diretamente para a derrota. Mais do que nunca, devemos avançar com a nossa organização para o enfrentamento do estado burguês e do imperialismo, atacando as bases da burguesia, a produção. Aos 60 anos do golpe militar, seguimos afirmando: à ditadura do capital é preciso contrapor e impor a ditadura revolucionária do proletariado, única forma possível de dominação da classe trabalhadora!

 

 

[1] Trotsky. Discussão sobre a América Latina, 1938.

[2] Lenin. A revolução proletária e o renegado Kautsky, 1918.

[3] Trotsky. Terrorismo e Comunismo, 1920.