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Ante la magnitud de la crisis y la aceleración de los preparativos guerreristas, conscientes de las consecuencias que esto implica para nuestra clase, se torna urgente el llamado a una Conferencia Internacional hacia las corrientes que aún levantan la necesidad de la dictadura del proletariado.

Hacemos este llamado con el propósito de abrir un debate al interior de las corrientes que se reivindican trotskistas, ya que el trotskismo es la única tradición marxista que mantiene viva la perspectiva de la revolución socialista. Es necesario dar un paso en el sentido de reagrupar a parte de la vanguardia detrás de un programa revolucionario y poder intervenir en la situación internacional. Nuestra corriente aspira a actuar en este proceso como tendencia de una dirección revolucionaria que impulse el desarrollo de una nueva generación que retome las tareas históricas de construir el partido mundial de la revolución, que en esta época es la reconstrucción de la IV Internacional. La construcción de este partido se vuelve imperiosa, en un momento donde priman las ideas de movimientos o coaliciones electorales, que luego se transforman en mediaciones podridas y entran en crisis por su impotencia para hacer frente al avance de sectores ultra reaccionario. Esto lo vimos, por ejemplo, en Brasil donde el PSOL apoyó a Lula, en Chile con el colapso del Frente Amplio de Boric y su alianza con el PC y corrientes afines o el NPA de Francia que hizo una campaña en común con “Francia Insumisa” de Melenchon, para dar sólo algunos ejemplos.

Desde la TRCI definimos que la situación internacional se encuentra en una etapa que se caracteriza entre la descomposición del imperialismo y los procesos de asimilación de los ex Estados obreros. Asistimos a una aceleración de los tiempos, impulsada por la política guerrerista del imperialismo, en la necesidad de asimilar a los ex Estados obreros y abrir nuevos mercados en medio de una crisis en la organización del capital y sus instituciones, como el Estado burgués, y de su forma de dominación, con un bonapartismo decadente.

El 20/01/25 asumió su segundo mandato Donald Trump, rodeado por el establishment financiero y político más concentrado del mundo y representantes políticos internacionales. El discurso que pronunció en el Capitolio planteó la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida –por su decadencia- en distintas regiones, especialmente ante China, para intentar imponer una nueva hoja de ruta para la situación mundial.

Debemos discutir las tareas de los revolucionarios y la política hacia los sectores organizados del proletariado ante la extensión en el tiempo de la crisis económica mundial abierta en el 2008. Los elementos belicistas se están agudizando, como lo demuestran la guerra Rusia-Ucrania, que está desestabilizando a gran parte de Europa; el genocidio en Palestina por parte del enclave de Israel, que está generando una crisis abierta en la región de Medio Oriente, como quedó demostrado en la caída de Al Asad en Siria; la guerra comercial entre EE. UU. y China; la crisis en África.

Tenemos que discutir qué rol debe cumplir el proletariado de los ex Estados obreros, como el chino, el ruso y el ucraniano, para frenar la guerra y derrotar a la OTAN y a los gobiernos restauracionistas. En esos Estados estamos asistiendo a una contradicción histórica, en la cual la burocracia contrarrevolucionaria, que aún no logra constituirse como clase y sigue buscando de forma infructuosa experimentos de acumulación, debe tomar tareas burguesas de la época imperialista, tales como restaurar el dominio del capital. Pero, a la vez, el imperialismo no reconoce a esa formación social como representante para esa tarea histórica. La extensión en el tiempo de esta anomalía es lo que está llevando a una guerra, aún encapsulada. Sin embargo, de llegar a este punto, ya no sería como las otras guerras mundiales, que fueron por el reparto del mercado en la expansión del sistema capitalista, sino que sería para asimilar a los ex Estados obreros en el momento de mayor decadencia y descomposición del imperialismo. Sostenemos que estamos en un escenario novedoso, no sólo porque ya no existen las condiciones económicas y políticas del periodo de guerra mundial, sino que tampoco existen las mediaciones partidarias o movimientos políticos con base obrera que se desarrollaron en ese periodo. Por eso es difícil y hasta estéril buscar analogías históricas, como las que plantean que estamos en un momento como el previo a 1915 u otras. Lo que debemos constatar es que el imperialismo en su decadencia puede llevar a los trabajadores a enfrentamientos militares y creemos que la dinámica mundial está dando indicios de esos preparativos. Debemos enfrentar la guerra con la revolución, guiados por la teoría de la revolución permanente.

Hoy presenciamos la crisis de las corrientes que aun reivindican el legado de Mandel, Moreno, Ted Grant, Lambert y otros que no pueden dar respuesta a los procesos abiertos. Dado que se vieron en la necesidad de desarrollarse en un periodo que ya está desapareciendo, éstas están quedando obsoletas para orientar la práctica revolucionaria actual. En su momento debieron dar respuesta a procesos históricos muy contradictorios como la política contrarrevolucionaria del estalinismo (desde la autoridad de la Revolución Rusa y la URSS), el surgimiento de los Estados de bienestar y toda una serie de políticas imperialistas para dar concesiones a sectores de masas en su competencia contra el sistema soviético, etc. Al no desarrollarse la dirección revolucionaria, por el hecho de que la IV Internacional no logró superar el estadio germinal, terminaron desarrollando distintas variantes de adaptaciones al Estado y sus instituciones, ya sea en los países imperialistas como semicoloniales. En general, terminaron separando economía de política y cayeron en trampas de conciliación de clases, sosteniendo esta idea como norte sin entender la dinámica de la revolución permanente donde ya no están las tendencias organizadas del pasado, y donde se plantea el carácter de la revolución, en clave mundial y no nacional. Ahora, por esa adaptación, no pueden dar respuesta a la caída del Estado de bienestar en Europa, a los procesos de asimilación de los ex Estados obreros, a la descomposición imperialista y a los desafíos de la lucha de clases. Aun así, nuestra corriente sigue viva como continuidad del marxismo revolucionario. Esto impone recuperar el método que nos enseñaron los grandes revolucionarios del pasado, para completar la tarea de desarrollar la lucha por el socialismo en las condiciones actuales. Necesitamos una Internacional, que para nosotros es la IV Internacional, que ordene los debates y defina las tareas en todas las secciones nacionales, unificando la lucha de los batallones del proletariado que se destaquen en todo el mundo.

Hacemos este llamado para que empecemos a abordar esta tarea histórica, en pos de saldar la crisis de la humanidad, que es la crisis de dirección revolucionaria del proletariado.

 

Miércoles, 22 Enero 2025 12:18

La era de la descomposición continúa...

El 20/01/25 asumió su segundo mandato Donald Trump, rodeado del establishment financiero y político más concentrado del mundo y de representantes políticos internacionales. El discurso que pronunció en el Capitolio planteó la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida, especialmente ante China, en distintas regiones para intentar imponer una nueva hoja de ruta –en su decadencia- para la situación mundial.

El imperialismo yanki siempre se ha caracterizado por exportar sus crisis, pero ahora todas las contradicciones de la situación mundial golpean fronteras adentro. Eso hace que cada política imperialista que se proponga tenga una fragilidad histórica, por la misma pérdida de la hegemonía mundial.

Los procesos históricos han demostrado, desde el inicio de la fase imperialista, que ninguna política se puede imponer de forma pacífica, por lo que la línea guerrerista llevada a cabo por el gobierno saliente de Biden continuará con Trump, con otros objetivos. La nueva administración se centra en retomar la guerra comercial con China y buscar revertir la desindustrialización en el territorio norteamericano. Trump apostará a revitalizar la industria petrolera para abaratar la energía en el mercado doméstico y desarrollar una competencia agresiva con la industria petrolera de Medio Oriente, pretendiendo alinear a Arabia Saudita centralmente. Por eso plantea que terminará con los conflictos en la franja de Gaza y Cisjordania y en Ucrania, reviviendo los “acuerdos de Abraham”, disciplinado a Líbano y Siria, aislando a Irán, para concentrarse en confrontar con China y fortalecer la economía interna.

El discurso pronunciado fue de tinte proteccionista y nacionalista reaccionario, invocando un supuesto “sentido común”, que implica la supremacía blanca de las épocas doradas del siglo XX. La línea proteccionista ya ha generado devaluaciones en algunos países semicoloniales como Brasil y no podemos descartar que más adelante se generen crisis de deuda en varios países. También esbozó una política migratoria que proponía expulsar en un principio, antes de la victoria electoral, a 10 millones de inmigrantes, pero que ahora se trataría sólo de 1 millón, lo que da cuenta de la composición de la clase obrera norteamericana que cuenta con un fuerte elemento inmigrante, pero también se propone disciplinar fuertemente a un proletariado que ha estado organizándose en algunas ramas. Es una línea de marcada división hacia la clase obrera, para cohesionar base social para su orientación. No podemos subestimar los dichos de Trump, pero tampoco tomarlos como una línea coherente de un imperialismo senil, ya que en el discurso se apeló a una nostalgia de lo que nunca fue y ya no será. Recuperar Groenlandia, retomar el control de canal de Panamá, anexionar provincias de Canadá y México son objetivos que, de intentar realizar seriamente, abriría conflictos profundizando las crisis de los regímenes bonapartistas abriendo posiblemente fenómenos antiimperialistas. Está línea de expansionismo imperialista, incrementa la presión sobre el imperialismo europeo, profundizando su crisis interna, enfrentamientos que de agudizarse empujarían a una tercera guerra mundial, para lo cual, por ahora, no cuenta con una base social.

Este segundo mandato de Trump se asienta en el fracaso del gobierno de Biden e intentará buscar una unidad imperialista, para la cual cuenta como principal aliado a la burocracia sindical, como evidenció recientemente la burocracia de los portuarios bajando las medidas de lucha para que zarparan los pertrechos militares en nombre de la “seguridad nacional” con la complicidad del Partido Demócrata, en una fenomenal crisis. Pero del dicho al hecho hay kilómetros de diferencia. La política del discurso inaugural niega una situación internacional totalmente inestable, de crisis económica desde el 2008 sin solución y con procesos de lucha de clases y guerras de difícil resolución.

En este escenario el proletariado norteamericano tiene una tarea histórica de enfrentar al gobierno imperialista de Trump, frenar la política migratoria reaccionaria, romper con el PD y sus satélites como el DSA, echar a la burocracia proimperialista, desarrollar el incipiente proceso de sindicalización de muchos sectores nuevos con independencia de clase. La derrota de la burocracia sindical permitirá que la clase obrera internacional avance en su unidad con la resistencia palestina, con los trabajadores de Rusia y Ucrania que luchen contra la asimilación capitalista de los ex Estados obreros y con el proletariado de los países oprimidos por el imperialismo yanki.

¡Por la derrota del imperialismo! ¡Por la reconstrucción de la IV Internacional, partido mundial de la revolución!

 

 

 

El domingo 19/01/25 empezaban a regir las condiciones del acuerdo de cese al fuego alcanzado en Qatar, luego de meses de negociaciones fallidas, que consta de tres tramos: entrega de rehenes y liberación de detenidos; retirada del ejército israelí y reconstrucción de la Franja de Gaza luego de los bombardeos. 

Este acuerdo pende de un hilo, ya que Netanyahu dejó en claro que en cualquier momento el ejército israelí puede continuar el genocidio bajo cualquier excusa. De hecho, ya está apuntando a Cisjordania como objetivo de nuevos ataques. Aún así, el cese al fuego fue celebrado por el pueblo palestino, demostrando una vez más la resistencia histórica de un pueblo que lucha contra la usurpación de su territorio por parte del enclave imperialista israelí. La tregua es parte de una política imperialista de la administración saliente de Biden, así como de la entrante de Trump, para que no estallen las confrontaciones en las región luego de los levantamientos y el derrocamiento de Al Asad en Siria. Esto se enmarca en una política guerrerista más general del imperialismo norteamericano, que está desarrollando una guerra “proxy” a través de la OTAN en el frente ucraniano, para cerrar frentes y concentrar las fuerzas en un eventual enfrentamiento más directo con China y sus aliados. Es parte del proceso de asimilación de los ex Estados obreros encabezado por el imperialismo en un su momento de mayor descomposición.  

Otro elemento que muestra el acuerdo Israel-Hamas es la crisis del régimen que gobierna Netanyahu y las tendencias incipientes al surgimiento de sectores rebeldes por fuera de las direcciones burguesas de Hamas y de la Autoridad Palestina, como se vio en los campos de refugiados en Yenín. Esto obligó a acelerar el acuerdo ante la fragilidad de las direcciones en conflicto. Por eso, nosotros siempre planteamos que la salida revolucionaria a esta situación es internacional. Para que se desarrolle la resistencia palestina que expulse al enclave de Israel de Medio Oriente tiene que actuar el proletariado internacional con sus propios métodos, frenando el abastecimiento militar del imperialismo hacia Israel, enfrentarndo a los gobierno que apoyan al enclave sionista en todo el mundo y, junto al proletariado árabe concentrado principalmente en las industrias del petróleo, abran un proceso revolucionario que culmine en la Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb. En las actuales condiciones históricas, ya no hay posibilidad de soluciones  mediante la dimplomacia burguesa con la propuesta de “dos estados”, ni salidas etapistas como “una Palestina laica, autodeterminada, democrática”, la dinámica de la decadencia imperialista nos impone una salida que implica retomar las experiencias  más avanzadas del siglo XX a partir de las Federaciones Soviéticas dadas por la Revolución Rusa, como expresión estatal de la dictadura del proletariado internacional. Retomar las banderas del antiimperialismo y no tener ninguna confianza en los bonapartismos sui generis de los países árabes que han traicionado la lucha palestina y se han subordinado al imperialismo es una tarea central de una dirección revolucionaria. Levantar el programa de la IV Internacional aportará directrices para la formación de una organización de estas características.  

Llamamos a una Conferencia Internacional a todas las corrientes que reivindican la dictadura del proletariado para intervenir en esta situación de forma revolucionaria. 

 

Venezuela

 

La toma de posesión por un nuevo mandato presidencial de este 10 de enero en Venezuela se ha convertido en otro hito en el avance de la descomposición política y social del país. El resultado de las elecciones del 26 de julio, elecciones que en un inicio fueron producto de un acuerdo entre Maduro y el chavismo, por un lado, y el imperialismo y la oposición burguesa por otro, terminó en un fracaso del acuerdo y en ambos bandos auto-proclamándose ganadores. Maduro avanza en la represión sobre la oposición e incluso encarcela extranjeros catalogados como terroristas internacionales, incluyendo al gendarme argentino Gallo. La oposición, por su lado, realizó una gira en la figura del, según este sector, “presidente electo” González Urrutia por los escasos países de la región cuyos gobiernos lo reconocen taxativamente como ganador: Argentina, Uruguay, Panamá, República Dominicana  y, por supuesto, Estados Unidos. La mayoría de los gobiernos, con eje en Brasil, Colombia y México, intentan mediar para que se retomen las negociaciones entre ambos bandos, hoy rotas.

Lejos de los discursos abstractos sobre la calidad de la democracia burguesa venezolana, lo que está en juego es la relación entre las sub burguesías latinoamericanas y el imperialismo, y en el caso de Venezuela, específicamente en relación al control y la explotación del petróleo. La crisis en la que está inmerso el semiestado venezolano parte del fracaso rotundo del proyecto del nacionalismo burgués encarnado en Chávez y su “socialismo del siglo XXI”, que terminó liquidando PDVSA y demoliendo las capacidades de exploración y extracción de hidrocarburos. La leve recuperación productiva de los últimos años ha sido producto del precario acuerdo alcanzado con el gobierno de Biden, que necesitaba nuevas fuentes energéticas de cara a la guerra entre Rusia y Ucrania. Incluso el arreglo que fue base de las elecciones de julio del año pasado puede entenderse como parte de estas necesidades del imperialismo. Pero la situación se ha visto modificada, tanto en el terreno de la guerra como por el triunfo de Trump, que ha pasado en muy poco tiempo de un discurso “pacificador” a una retórica (bastante delirante por cierto) de expansionismo imperial sobre Canadá, Groenlandia y el canal de Panamá.

La forma especial de poder estatal en las semicolonias fue caracterizada por Trostky como bonapartismo sui generis, también una semidemocracia semibonapartista, una forma de dominación determinada por la relativa debilidad de la burguesía “nacional” desde el punto de vista estructural (es decir, en su relación con la producción) frente al imperialismo y a la clase obrera nativa. Este concepto, si bien es necesario actualizarlo dado el avance de la penetración imperialista, sigue siendo útil para los revolucionarios para comprender la dinámica de la situación en América Latina. El rol que están adquiriendo las Fuerzas Armadas hoy en Venezuela, tanto como principal instrumento de dominación de Maduro como en su carácter de objeto principal de la política de presión del imperialismo para intentar quebrarlas, puede comprenderse cabalmente a partir de esta categoría de la teoría política marxista.

Pero lo más trágico es el papel subordinado del movimiento obrero, sobre todo de su núcleo industrial, papel que es producto de la política de conciliación de clases de las direcciones de los sindicatos, muchos de ellos dirigidos en su momento por el centrismo trotskista. Las responsabilidades de esta tragedia se ven más claras con el paso del tiempo: el llamado a votar a Chávez del Partido Obrero/Política Obrera (en ese momento eran una misma organización), las vacilaciones de la FT-CI (PTS de Argentina, MRT de Brasil, PTR de Chile), las concesiones de la LIT-CI (PSTU en Brasil y Argentina, MIT en Chile) y la UIT-CI (IS en argentina, CST en Brasil, MST en Chile) a la oposición antichavista y directamente el pasaje a las filas de la burguesía del MST argentino (hoy en la LIS, junto Revolución Socialista/PSOL de Brasil) al integrarse al partido PSUV de Chávez, muestran hoy todas sus consecuencias. Saldar la crisis de dirección revolucionaria del proletariado se plantea como necesidad histórica e implica la lucha contra las corrientes reformistas y centristas que dirigen las organizaciones sindicales. Para ello, es necesario reagrupar a la vanguardia de nuestra clase a partir un programa de transición, que plantee una salida obrera a la crisis. No sólo en Venezuela, sino en todos los países de la región y en EEUU, donde la burguesía intentará engañar a los trabajadores con falsos discursos como la supuesta lucha por la democracia contra la dictadura de Maduro o, del otro lado, por la defensa de Maduro y las burguesías nacionales contra “la derecha” y los yanquis. Una Conferencia Internacional de las corrientes que aún defendemos el programa de la dictadura del proletariado, con el objetivo de discutir el método, el programa y la política para reconstruir la IV Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista, es una iniciativa que venimos levantando desde la TRCI para avanzar en los desafíos de nuestra época de aceleración de la descomposición imperialista.

 

¡Fuera las manos del imperialismo de Venezuela!

¡Control obrero de la industria petrolera!

¡Por un gobierno obrero!

¡Por una federación de repúblicas socialistas de América Latina!

¡Por la reconstrucción de la Cuarta Internacional y sus secciones latinoamericanas!

Martes, 07 Enero 2025 22:00

Aparición con vida de Julia Chuñil

El gobierno de Boric también es responsable

El pasado 8 de noviembre Julia Chuñil “desapareció” en las inmediaciones de su casa en un terreno disputado por el empresario forestal Juan Carlos Morstadt Anwandter, quien ya tenía antecedentes de hostigamiento hacia las comunidades mapuches con el respaldo de las instituciones estatales.

Esta desaparición es parte de la política llevada a cabo por el gobierno del PC-FA, quien ha profundizado notoriamente la política de represión y resguardo de la propiedad privada, como continuidad de las políticas aplicadas por los gobiernos de la derecha y la concertación.

La militarización de la zona sur se ha vuelto permanente, así como la persecución, criminalización y represión de las organizaciones mapuches. La ley de “gatillo fácil” Naim-Retamal, ha habilitado a los agentes de represión a que puedan desenfundar, apuntar y disparar en completa impunidad. La misma impunidad que este gobierno otorgó a los altos mandos de carabineros instigadores de los asesinatos, torturas y mutilaciones durante el “estallido”. La ley “antitoma” también ha sido una herramienta que permitió desalojar, y mantiene en vilo, a cientos de familias privadas del derecho a la vivienda. Con esta misma ley (junto con la de infraestructura crítica) se le otorga manga ancha a los represores para intervenir en las tomas de terrenos, edificios, escuelas, fábricas, hospitales, etc, para intentar desarticular métodos de lucha histórica de nuestra clase.

Hoy, Boric y distintos personeros oficialistas, se ven forzados a hablar de la desaparición de Julia, pretendiendo posar con un perfil democrático de “defensa de los derechos humanos”. Un cinismo de alto calibre para un gobierno que aplicó la pinochetista ley de seguridad interior del estado contra dirigentes de la CAM, en concomitancia con el aparato judicial estatal, otorgando sin pruebas de acusación, más que la persecución ideológica, condenas equivalentes a cadena perpetua. Podríamos sumar el hostigamiento y represión sistemática contra el movimiento estudiantil, la represión a distintas luchas de la clase obrera, o la persecución criminalización y represión de los sectores en lucha (marcha del 11S, conmemoración del 18-O, redada en Villa Francia, etc).

En un proceso acelerado de descomposición del capitalismo a nivel mundial, el semiestado chileno manifiesta su crisis profundizando su deriva represiva, mientras intenta sin éxito encauzar en la institucionalidad de los parlamentos, del aparato judicial descompuesto y los pasillos ministeriales el malestar social.

El gobierno bonapartista pequeñoburgués, regentea la dictadura del capital, intentando saldar la crisis de dominación imperialista, atando al país con dobles cadenas. Su política represiva brinda amplias facultades a los hacendados y diversos sectores capitalistas a incursionar en la creación de grupos paramilitares o elementos lumpen a su servicio.

Exijamos la Aparición con Vida de Julia Chuñil

Libertad y desprocesamiento de los presos por luchar

Martes, 10 Diciembre 2024 17:04

Cayó Al Assad en Siria

El derrocamiento de AL Assad en Siria, después de 50 años de estar en el poder y ahogar en sangre las insurrecciones espontáneas del 2011. Cayó en un escenario mundial que combina la crisis mundial abierta con la política guerrerista del imperialismo en su decadencia. La toma del poder por parte de la milicia islámica Hayat Tahrir al Sham (HTS), junto al Ejército Nacional Sirio, con el apoyo de Turquía, debe ser analizada como una movida en el tablero de las guerras actuales, como una derrota de Rusia en sus zonas de influencia, para buscar forzar una negociación por la guerra con Ucrania, en condiciones desfavorables para ésta.

El Estado sirio se encuentra en franca decadencia, con gran parte de su territorio convertido en mini Estados territoriales controlados por distintos grupos armados de diferentes fracciones religiosas, que responden a las distintas potencias imperialistas que influencian en la región. La caída de Al Assad está obligando a pensar cómo se va a establecer una nueva relación de fuerzas por parte de Estados Unidos y Rusia en la zona, considerando que EEUU tiene batallones militares que trabajan junto a las milicias kurdas del YPG y que Rusia tiene bases navales y aéreas en la región.

Este conflicto, obviamente, se inscribe en uno más general, que es el que abrió el genocidio del enclave de Israel contra el pueblo palestino y su avance en toda la región. Si bien en este momento se encuentran en una tregua con el Líbano, no está nada solucionado, al contrario, la tendencia es a que se intensifique más el enfrentamiento.

Las milicias que tomaron el poder en Siria son la dirección descompuesta de variantes de nacionalismo árabes, que hace ya mucho tiempo se vendieron al imperialismo y su representante en la región. que es el enclave de Israel. Es por eso que la tarea de los revolucionarios es buscar unir las luchas genuinas para enfrentar al asesino de Al Assad con la resistencia palestina en Gaza y derrotar al enclave israelí, que significaría la derrota del imperialismo y sus aliados en Medio Oriente. Tenemos que unir las fuerzas del proletariado de Medio Oriente con los trabajadores de Ucrania y Rusia para que desarrollen una guerra revolucionaria contra sus burocracias restauracionistas y derrotar a la OTAN.

La pelea por una federación de repúblicas socialistas en Medio Oriente, como expresión de la forma estatal de la dictadura del proletariado, es la salida para destruir esos Estados fallidos formados después de la posguerra.

 

 

COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina 

 

 

 

 

Cúpula dos Brics, eleição de Donald Trump, eleições municipais, atentado a bomba contra o STF (Supremo Tribunal de Justiça) e um plano orquestrado pelo alto escalão do governo Bolsonaro para matar Lula, Alckmin e Alexandre de Moraes. Esse é o pano de fundo que antecedeu e perpassou a reunião do G20 chefiada pelo Brasil no Rio de Janeiro e a visita de Estado de Xi Jinping. A política internacional, há tempos, tem servido ao atual governo para ofuscar a permanente crise interna que vive o país. Mais uma vez Lula desfilou com líderes mundiais a fim de se cacifar como grande líder regional e do denominado “Sul global”, mas as abstrações (Combate à pobreza, mudanças climáticas, reforma do conselho de segurança da ONU e a busca da paz) do documento assinado na cúpula dá conta que a realidade concreta seguirá sem mudanças, as tendências abertas pelas guerras em curso e o agravamento das economias dos Estado, do imperialismo às semicolônias, seguirão ampliando a instabilidade política do governos de turno e aprofundando a crise social, isto é, as condições objetivas de vida dos trabalhadores.  

Na eleição norte-americana, Lula defendeu abertamente o voto em Kamala Harris. Com a vitória de Trump, a frente ampla se vê tateando para mensurar o impacto político da mudança na Casa Branca. Lula já declarou que nada vai atrapalhar a sólida relação entre Brasil e EUA, que diferenças devem ser postas de lado, que se trata de uma relação entre Estados e os ritos devem prevalecer, ou seja, o Brasil seguirá cumprindo seu o papel subserviente ao imperialismo. Contudo, a política econômica construída a partir do MAGA (Make America Great Again) pautada pelo protecionismo e pelo endurecimento da disputa pela recuperação da hegemonia mundial dos EUA acende um alerta nas semicolônias, sobretudo, quanto a dinâmica de valorização do dólar e da alta inflacionária, fora a dimensão do impacto do aumento de taxas de importação sobre as semicolônias.

Já há setores reformistas alardeando a assinatura de 37 acordos bilaterais com China com uma resposta do governo à ascensão de Trump, um giro estratégico. Após a cúpula do G20, Xi esteve em Brasília, para uma visita de Estado, com status de histórica. Apesar dos inúmeros acordos em diversas áreas, do Agro à tecnologia espacial, a discussão de fundo era a adesão do Brasil à iniciativa do Cinturão e Rota, que oficialmente não aconteceu. Todavia, a China consolida cada vez mais sua presença na América do Sul e o Brasil precisa se equilibrar na sua relação de semicolônia com o imperialismo.

A crise venezuelana intensifica a instabilidade política na América do Sul. O regime de Maduro endureceu o discurso com o governo Lula desde o veto que o Brasil impôs à entrada do Venezuela nos Brics, na recente cúpula do grupo na Rússia. O governo brasileiro se mostra encalacrado na questão venezuelana, já que Maduro endureceu de vez o regime, tendo aberto uma campanha de hostilidades ao Itamaraty, o qual leva a questão em banho-maria e o governo oscila entre levar a cabo a política do Imperialismo sem abrir crise com o PT e uma certa base eleitoral, defensores históricos do chavismo.  A crise amplia-se, ainda, com o conflito intestino entre Evo e Arce na Bolívia. Os processos eleitorais em curso expressam o declínio da democracia burguesa que cada vez mais revela seus limites diante da dinâmica depressiva da economia mundial, ampliando a tendência de governos cada vez mais débeis e instáveis nos bonapartismo suigeneris.

Isso se evidencia após as mais encarniçadas eleições municipais deste país, em que tivemos o triunfo acachapante do exacerbado fisiologismo do centrão. As emendas parlamentares irrigaram os municípios que reelegeram boa parte dos prefeitos. Os expoentes desse resultado foram principalmente o PSD de Kassab e o MDB de Temer. A vitória da política fisiologista robustecida em função da debilidade política dos governos nos últimos anos, somado a maior abstenção da história, quase 30% em São Paulo, por exemplo, condensa-se na crise dos partidos tradicionais e das instituições do regime democrático burguês. Guilherme Boulos (PSOL), principal candidato de Lula em São Paulo, teve uma derrota fragorosa para Ricardo Nunes (MDB), perdeu em quase todas as zonas periféricas, historicamente comandadas pelo PT.

As eleições alçam Gilberto Kassab, ex-prefeito de São Paulo, como o grande maestro do centrão, e depositam no colo do PT e de Bolsonarismo uma crise que lhes impõem o estado permanente de campanha, antecipando o processo eleitoral de 2026. O PT e todo o reformismo se vê tendo que se remontar, uma vez que sai a cada pleito mais frágil e descolado de qualquer base social que pudesse lhe dar alguma sustentação. Fato é que o PT se encaminha a passos largos para ampliar ainda mais os conchavos com o centrão e a Frente Ampla, aguardemos a reforma ministerial que ocorrerá no fim do ano, cogita-se o nome de Lira para um ministério e já se discute nos bastidores o vice na chapa de Lula fora do PSB. Já o bolsonarismo também não desempenhou o que se esperava, ampliou-se os nomes (Marçal, Tarcísio, Ratinho Jr.) que podem ocupar o posto de Bolsonaro, que a cada nova investida da polícia federal e do STF, se vê mais próximo da prisão, sobretudo, após o desenrolar das investigações acerca do fato de que houve no alto escalão do governo de Jair Bolsonaro com as forças armadas um plano para matar Lula, Alckmin e Moraes, e promover um golpe de estado. Não à toa a dita “extrema direita” mexe os paus para mostrar-se para além de Bolsonaro, sem abrir mão do bolsonarismo, assim como Kassab e seus comandados tentam construir nomes que se mostrem para além dos extremos.

A crise entre os poderes não se fecha com a tentativa de disciplinamento pelo STF da disputa pelo orçamento federal que está posta com as emendas parlamentares, pilar do fisiologismo do centrão. O Supremo desde quando, em 2023, julgou inconstitucional o denominado “orçamento secreto”, vem agindo para pôr um freio na manobra parlamentar. Recentemente, o ministro Flávio Dino bloqueou as emendas pix condicionando maior transparência e rastreabilidade sobre os recursos. Hoje quase metade do orçamento está nas mãos de deputados e senadores, o que explica o desempenho do centrão nas eleições municipais e o que pode significar nas próximas eleições gerais. Há pouco, o congresso aprovou um Projeto de lei que tenta fechar um acordo entre o executivo e o legislativo sobre esses recursos, sobretudo quando se discute a necessidade de corte de gastos para cumprimento do arcabouço fiscal.

Após recesso oficioso do Congresso Nacional durante as eleições, os “trabalhos” foram retomados com intensa negociação pela definição dos nomes que disputarão as presidências da Câmara e do Senado ano que vem. Nesse ínterim, Lula definiu o nome, laureado pelo mercado financeiro, de Gabriel Galípolo para a presidência do Banco Central. É uma tentativa de incidir sobre a política de juros do BC, já que Galípolo foi braço direito de Haddad na fazenda e indicação do próprio Lula para a diretoria do banco. Oriundo do mercado financeiro dá todos os sinais de que seguirá a política de juros sedimentada por Campos Neto para garantir aos rentistas e bancos uma lucratividade recorde. Concretamente a política econômica do governo vende a ideia de que juros baixos fomenta a produção via consumo e crédito, de um lado atende a demanda da fração burguesa industrial em crise histórica, mas de outro reforça a necessidade de o governo aquecer a economia para se cacifar às eleições gerais, mais uma vez a política de fundo não visa outro coisa que o voto do eleitor.

Ocorre que a equação não se fecha quando olhamos para os dados da economia, que vem apresentando resultados e índices positivos no que tange à macroeconomia. O mais recente dá conta da menor taxa de desemprego desde 2013, chegando a 6,4%. Tais dados dizem respeito apenas às expectativas de desempenho econômico do mercado financeiro dominado pelo capital monopolista, não repercutindo diretamente sobre as condições de vida dos trabalhadores, que vivem com salários cada vez mais defasados, em condições de trabalho precarizadas e endividados, o que explica o recente dado do IBGE de que a quantidade de favelas no Brasil cresceu 8% em dez anos, são 17 milhões de pessoas vivendo em favelas, grande parte abaixo da linha da pobreza. O que se põe em relação direta com o fato de a Frente Ampla patinar e a força do centrão nessas regiões periféricas.

O governo burguês de Lula/Alckmin atende aos interesses do imperialismo e do capital monopolista e às frações da semiburguesia nacional. Diante do aprofundamento da crise social, o debate da vez relaciona-se à publicação das metas de corte de gastos em função do encaixe das contas públicas ao arcabouço fiscal para conter o crescente endividamento do Estado. Analistas burgueses apontam uma demanda de corte na casa de 58 bilhões de reais para estabilizar a dívida até o fim do governo. As tendências econômicas gerais do cenário internacional, crise na produção, inflação e juros altos, dão conta de que a dívida pública nas semicolônias tendem a crescer.

No fim de novembro, o governo finalmente apresentou o pacote de corte de gastos de até 70 bilhões de reais para 2025 e 2026, em que mexe na estrutura de financiamento para os próximos anos de programas sociais (Política de reajuste do salário-mínimo, do BPC, Bolsa família), além da Educação. O contrapeso se justificaria com as alterações sobre regalias da aposentadoria dos militares, contudo o impacto não passa de 1 bilhão de reais até 2030. Todavia, não se mexeu nos incentivos fiscais às empresas de todo tipo, recursos que fecham o ano em 500 bilhões de reais, a mesma coisa quanto às emendas parlamentares.

Sabendo do impacto político negativo, foi antecipada também a Reforma da Renda, que aumenta para 5 mil reais o limite de isenção do imposto de renda e propõe um aumento de alíquotas para as altas rendas, isso caiu como uma bomba e mexeu com o “humor” no mercado financeiro, que promoveu uma alta recorde do dólar, ultrapassando 6 reais. Justificativa é que o pacote não vai ser capaz de conter o ritmo de crescimento da dívida, contudo é mais do que sabido que o capital devora partes consideráveis das forças produtivas, destruindo-as, no período imperialista há que se exportar capital para alimentar a especulação voraz e improdutiva, posto que, os ajustes fiscais são levados a cabo pelos governos de turno para pagar os juros da dívida externa e, efetuar novos empréstimos alimentando a máquina destrutiva que é o capital.  Fato é que o governo burguês da Frente Ampla precisa atender aos cortes de impostos e tributos dos grandes monopólios do capital, na busca do realinhamento das expectativas do mercado financeiro.

Todo esse roteiro escancara a situação política de um governo cada vez mais nas cordas frente a sanha especulativa do rentismo, a pressão interna pela redução do Estado a título de maior eficiência. Contudo, a deterioração da política de apelo social contribui ainda mais para um conjuntura de acirramento da luta de classes, que avança a cada período. Esse é o ponto que deve ser posto nesse debate, pois o discurso é de que deve-se equilibrar os gastos para pode garantir os serviços e os tais benefícios sociais, contudo, a realidade é o avanço da miséria e o avanço dos ataques aos direitos e à condição de vida dos trabalhadores, não deixando dúvidas sobre qual é o real papel desse governo.

Nisso, as instituições, mesmo com toda a crise política em que estão metidas, se unificam para avançar com o plano de corte de direitos via Reforma administrativa, que já ocorre nos municípios e estados. Fora a permanente mobilização para avançar com as regulamentações da Reforma Tributária e a aprovação do pacote do corte de gastos. As pelejas políticas, expressam os limites que a Frente Ampla tem para governar, expressa a crise institucional da democracia burguesa que se aprofunda nos bonapartismos sui generis. Evidenciam como as várias frações burguesas disputam e se unificam sobre as pautas centrais, sobretudo, as econômicas.

Semanas atrás, o STF julgou constitucional a mudança no regime de contratação dos servidores públicos, os novos trabalhadores poderão ser contratados via CLT, o que rompe com a estabilidade dos servidores. Esse é um exemplo de que a Reforma administrativa vem sendo regulamenta a conta-gotas e na surdina com a conivência e silêncio das direções políticas e burocracias sindicais que há tempos estão mais preocupados com eleições do que em avançar com uma política que coloque a classe num ascenso contra os ataques da Frente ampla Lula/Alckmin.

Isso está demonstrado no papel que as direções políticas da classe cumpriram nas eleições municipais passadas, tanto o reformismo, quanto o centrismo estiveram metido até pescoço nas eleições, elemento central da decomposição da democracia burguesa. A eleição de São Paulo, além de diversos outros municípios, contou com as candidaturas do centrismo, com candidatos a prefeito e a vereador do PSTU e o MRT, que se utilizando da filiação democrática da legenda do PSTU, lançou sua “bancada comunista”. Tiveram de conjunto um desempenho pífio, não ultrapassando barreira 5 mil votos.

Para justificar essa política, lançam mão de todo tipo de revisionismo e de adaptação ao regime, contudo, há que se convir que há no mínimo uma coerência dada a inveterada defesa que fazem da democracia burguesa frente ao “ascenso do fascismo” via a dita extrema-direita. Para esses setores a luta de classe se dá nos marcos das instituições burguesas, o parlamento e o judiciário. Evocam o princípio da independência de classe para atuar através de um “programa revolucionário e socialista” por dentro das estruturas do Estado burguês, nada revela mais o nível de adaptação ao regime. Justificam a utilização dessa tática como propaganda, mas a principal demanda apresentada é uma reivindicação nos marcos de um estatismo, abrem mão do caráter de classe do Estado, para propagandear um engodo aos trabalhadores. A verdade é que as eleições são a expressão maior do controle burguês sobre o ascenso da consciência de classe, é inconcebível o grau de desvio e o atraso desses setores dos métodos de luta e organização próprios dos trabalhadores. Uma reflexão cabe fazermos quando aqueles que deveriam estar nas trincheiras da luta de classes, estão em praça pública pedindo voto naqueles que serão os próximos administradores do Estado para a burguesia.

É nesse aparato em declínio que as burocracias sindicais conduzem as lutas dos trabalhadores. Durante todo o período, estiveram recuados e também em campanha eleitoral, enquanto isso os governos de turno avançavam com as reformas e as privatizações, passadas as eleições prefeitos e governadores promoveram uma enxurrada de medidas privatizantes, sobretudo na educação. Diante desse cenário, é fundamental a defesa da independência de classe como elemento central para a construção de políticas e definição de ações dos trabalhadores.

É fundamental, portanto,  erguer em cada sindicato e organização estudantil uma oposição revolucionária, que avance com uma política de recuperação dos nossos instrumentos de organização das mãos das burocracias e exijam dos sindicatos e centrais a construção de uma saída operária da crise e de enfrentamento aos ataques; que coloque abaixo as Reformas Trabalhista, Previdenciária, Administrativa, do Ensino Médio, além do projeto das Escolas Cívico-militares em curso; que levante a luta pela escala móvel de horas e salários e a necessidade de expropriação dos expropriadores. É necessário também que, a partir de nossas estruturas, organizemos a autodefesa contra os ataques protofascistas da pequena burguesia bolsonarista e, principalmente, contra o braço armado do estado burguês.

A política para os trabalhadores não pode ser definida pelas disputas eleitorais, com a aquisição de bancadas nos parlamentos, e consequente disputa pela administração do estado burguês, alimentando a ilusão no aparato estatal, como se pudesse ser preenchido com determinado conteúdo de classe. Os ataques da burguesia contra o conjunto dos trabalhadores estarão na ordem do dia, independentemente dos governos de turno. A tarefa central para a classe trabalhadora só pode passar pela necessidade de construção do partido revolucionário que dirija a derrubada do estado burguês e imponha a nossa ditadura de classe.

Viernes, 22 Noviembre 2024 15:37

BALANÇO DO 33º CONGRESSO DO SINPEEM

No dia 01/11 encerrou-se o 33º Congresso do SINPEEM. Aproximadamente 4 mil delegados, representantes escolhidos em suas escolas, passaram 4 dias em um evento de caráter festivo, com propósito “distracionista”, relegando seu verdadeiro objetivo - o debate político e a organização dos trabalhadores - a um mero e incômodo detalhe diante de uma infinidade de atividades culturais, shows, barracas de compras e salas de massagem.

O cenário político que se configurou no evento foi aquele por nós previsto após o fim do processo eleitoral para a direção do sindicato, no meio do ano passado. Uma rápida adaptação dos grupos da denominada “Oposição Unificada” que conquistaram cargos na direção, à direção dita “majoritária”.  

A burocracia do sindicato, após o fiasco de suas pretensões nas eleições municipais, teve a cooperação de diversos grupos de “oposição” que compõem a direção, para tratorar a discussão política e a necessária organização dos trabalhadores da educação para lutar contra os ataques que avançam sobre a classe.

À revelia das emendas inscritas ao texto referência, com os pouquíssimos caracteres permitidos, já no primeiro dia do evento todos os grupos da “Oposição Unificada” se reuniram a portas fechadas com a burocracia para apresentar um Plano de Lutas pronto, já acordado entre eles e sem discussão nenhuma com a base presente na plenária. Tentaram, em acordo com a direção burocrática, reduzir o tempo de fala da apresentação das correntes, um dos poucos momentos em que pode-se defender programa e teses sem precisar ter o texto da burocracia como “referência”. 

Nas defesas das emendas, correntes como Conspiração Socialista e Democracia e Luta no SINPEEM, cumpriram o papel próprio da burocracia, defendendo o SP Integral, e atacando com mentiras as propostas de discussão sobre a imediata efetivação das trabalhadoras terceirizadas das escolas, como ao vociferar a falácia de que seríamos contra o concurso público. 

Outras correntes mal se posicionaram, outrora auto-proclamadas “combativas” e/ou revolucionárias como Reviravolta na Educação, Vozes da Base e mesmo a Corrente Proletária, que não compõe a direção mas atuou o tempo todo pela construção do bloco da Oposição Unificada, intervieram timidamente e de fato se silenciaram perante as mentiras, distorções e ataques desmedidos de uma burocracia e de uma suposta Oposição Unificada reformista, perdidas politicamente e desesperadas por terem sido varridas nas eleições municipais. Tentam se posicionar à esquerda no bloco dirigente, mas rapidamente são incorporadas à política da direção burocrática; formam agora, a exemplo da APEOESP, uma DIREÇÃO UNIFICADA.

É necessário também abrir um balanço sobre a atuação da corrente Nossa Classe, que diante dessa tendência já apontada por nós no último ano - de que esses grupos seriam absorvidos pela direção majoritária - ainda assim tentaram se manter próximos à Oposição Unificada até o último momento, tendo rachado pouco depois da convenção pré-eleitoral. Porém, na eleição, não se posicionou e neste Congresso, também sofreu com o silenciamento e burocratização da agora DIREÇÃO UNIFICADA. Contudo, novamente, absteve-se de denunciar a atuação dessas correntes. 

Diante desse cenário, que já era apontado há mais de um ano, a UICC - Unidade Independente, Classista e Combativa - apresentou a política correta de combate à burocratização do Congresso e da Oposição Unificada, se apresentando como Oposição de fato, utilizando todos os meios disponíveis para denunciar as traições, apresentar as políticas corretas, com independência de classe e sem medo das reações adversas, virulentas e embusteiras da burocracia e sua base, assim como de parte importante da Oposição Unificada, que fatalmente se seguiram.

Nossa proposição de atividades paralelas ao distracionismo corriqueiro, com debates políticos e organizacionais sobre sindicatos, privatizações, terceirizações, SP Integral e a proposta de escolas cívico-militares (que avança no estado e na prefeitura), foi de encontro aos ataques imediatos que sofremos por parte dos governos de turno e à necessidade dos sindicatos serem recuperados como importante instrumento para a organização da luta da classe trabalhadora, contra os ataques de QUALQUER GOVERNO e/ou patrão. 

Houve uma positiva recepção por uma parte da base que enxerga que reformistas e centristas já não podem responder às necessidades imediatas de organização da classe, e que esse caminho passa pela construção de uma oposição revolucionária dentro do sindicato, que preze pela independência de classe, e avance no debate político com seriedade, sem temer. 

Essa é a tarefa que se impõe após o 33º Congresso do SINPEEM e que as correntes que compõem a UICC - Oposição de Luta, Corrente Sindical Marxista Guilhermo Llora, FOB, OSL e os trabalhadores Independentes - assumem: o avanço na construção e consolidação dessa frente de oposição revolucionária, que denuncie e passe por cima do imobilismo dessa DIREÇÃO UNIFICADA, cada vez mais adaptada e incorporada às instâncias do estado burguês, para levar adiante, com os nossos métodos, a luta contra a privatização, a terceirização o arrocho salarial e a deterioração das nossas condições de trabalho.

Elecciones en Estados Unidos

El martes 5/11 se realizaron las presidenciales en Estados Unidos. Con una diferencia más amplia de lo esperado, el miércoles por la mañana Trump se consagró nuevo presidente, ganándole a Kamala Harris tanto en cantidad de electores como en cantidad de votos nominales. Kamala Harris intentó despegarse del gobierno de Biden, girando a posiciones reaccionarias (no tan radicalizadas como las de Trump), pero no le sirvió de mucho. La gran mayoría de los votantes expresaron que su balance de los cuatro años de Biden fue negativo, centralmente en el plano económico. La política exterior fue un elemento de peso, ante un electorado reticente a la guerra. En estos últimos 4 años, la administración demócrata no ha podido darle una orientación clara al imperialismo yanki ante los conflictos bélicos como el de Rusia-Ucrania y el genocidio en Palestina por parte del enclave de Israel, lo que muestra su debilidad como potencia imperialista. Mientras Harris prometió más apoyo a Ucrania contra Rusia, Trump cosechó simpatía al plantear que finalizaría con la guerra lo antes posible (lo cual hay que ver si lo logra y cómo). Este último también le ha dado un férreo respaldo a Netanyahu, lo cual el gobierno de Israel interpreta como libertad de acción para seguir adelante con el genocidio palestino en un momento en el que tanto internamente como a nivel mundial se encuentra muy cuestionado. El triunfo de Trump expresa la decadencia imperialista, que no logra encontrar un rumbo en los objetivos imperialistas mientras condensa todas las contradicciones mundiales al interior de su Estado.

El regreso de Trump se da en medio de una crisis general del sistema capitalista en su fase imperialista y su relación con las formas estatales de dominación burguesa. La democracia burguesa -y su relación con las masas- es una de las formas de dominación de clase que está siendo fuertemente cuestionada, pero a diferencia de lo que fue el enfrentamiento revolucionario de la Revolución rusa al Estado burgués, en este caso el cuestionamiento se da por el avance de sectores más reaccionarios. Esta “democracia”, que ha entrado en crisis, surgió como respuesta de la burguesía a la competencia con el sistema soviético. Así surgieron, en particular en los países imperialistas, los Estados de bienestar, que buscaron estatizar a las organizaciones obreras y a las masas trabajadoras en general, cooptando a la aristocracia obrera y asimilando a una gran franja de la pequeña burguesía vía derechos civiles. En las semicolonias, se los intentó emular a través de los bonapartismos sui generis como forma especial de poder estatal. El derrotero de los últimos años de crisis económicas, políticas, pandemia y procesos de asimilación de los ex Estados obreros implicó un ataque en línea a las formas estatales de posguerra sin poder encontrar aun otra forma de dominación que dé cierto equilibrio inestable al putrefacto sistema capitalista.

La bancarrota del progresismo

En este proceso los que han caído en desgracia han sido los supuestos progresismos (estatistas, redistribucionistas, populistas, reformistas),que no pueden hacer nada ante el avance de la descomposición todas las instituciones burguesas, anhelando un Estado de bienestar que ya nunca volverá y se niegan a enfrentar la pauperización de la pequeña burguesía de forma revolucionaria en alianza a los trabajadores.

El triunfo de los republicanos ha hecho entrar en pánico a la UE y la OTAN, ante su posible desinterés en la guerra Rusia-Ucrania y la línea de que se hagan cargo los gobiernos europeos del conflicto. Este punto ha sido clave en estas elecciones, ya que el supuesto progresismo ha mostrado su cara más belicista y su incapacidad para dar una salida, que no sean mayores penurias para las masas.

En América Latina es posible que se reconfiguren las relaciones de las burguesías nativas con el imperialismo norteamericano ante el avance de China en la región. Es posible que Trump favorezca a figuras como Milei, en desmedro de otras como Lula o Sheinbaum.

El triunfo de Trump no va a traer nada bueno a los trabajadores del mundo, ni lo iba hacer Kamala. Lo que sí deja en claro es que debemos organizarnos para enfrentar al imperialismo y que esto debe ser de forma internacional. Debemos llamar a los trabajadores de Norteamérica a que rompan con las fuerzas políticas imperialistas que dirigen su propio Estado. Se está desarrollando actualmente un proceso de sindicalización que debe tomar como tarea el enfrentamiento al gobierno de Trump y frenar la guerra paralizando y bloqueando el arsenal bélico que envía EEUU a Ucrania e Israel. Otra tarea fundamental del proletariado norteamericano es unirse al proletariado ruso y ucraniano para que desarrollen una guerra revolucionaria que derrote la restauración capitalista en curso.

Debemos reconstruir la IV Internacional para plantear las directrices de una lucha unificada a nivel mundial para enfrentar la descomposición del imperialismo y el proceso de asimilación de los ex Estados Obreros. Entre sus tareas está planteado que el proletariado norteamericano y el chino se unan contra el imperialismo y contra la burocracia restauracionista del PC chino. No podemos permitir que Trump, con su proteccionismo, desarrolle el chovinismo en los trabajadores (nativos, así como inmigrantes) contra los trabajadores de todo el mundo. Nuestra clase es internacional y nuestro enemigo también.

 

COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina

 

Hace 5 años, el llamado “estallido social” fue una irrupción de fuerzas elementales, de trabajadores, desocupados, jóvenes, estudiantes, que cuestionó los cimientos de la sociedad de explotación, sin poder rebasar los límites impuestos por el aparato estatal. Ese organismo descompuesto que garantiza la dominación imperialista descargó una cruenta represión, dejando muertos, mutilados, torturados, presos políticos.

A esa semiinsurrección espontánea le siguió una huelga general el 12 de Noviembre donde, de la misma forma caótica, improvisando en organización y acción, la clase trabajadora hizo tambalear al entonces gobierno de Piñera, dejándolo al borde de su caída.

No fue sólo la cruenta represión contra los que luchan lo que activó la clase dominante para confrontar este levantamiento de amplios sectores de masas. Todo el régimen político burgués y pequeñoburgués selló un “Acuerdo por la Paz y el Orden Público” para darle sobrevida al debilitado gobierno, y desplegar una batería interminable de elecciones (municipales, convencionales, primarias, presidenciales, etc) cargadas de promesas de reforma a la democracia semicolonial mediante las constituyentes y una renovación de su staff político. El ensayo general reaccionario que significó la intervención estatal con la pandemia también otorgó un respiro a los capitalistas, además de cuantiosas ganancias, significó un ataque en regla contra todos los vestigios de organización que quedaron en pie.

El gobierno de Boric (PC y FA), además de cooptar mediante el aparato estatal a sectores de los “movimientos sociales”, fue el encargado de aplicar una a una las políticas de reacción. Impulsaron leyes antiobreras y represivas como la ley de flexibilización laboral de 40 horas, ley anti tomas, ley gatillo fácil, ley de infraestructura crítica, mayores recursos para la represión, impunidad para los represores, desactivación de las luchas obreras con mesas de diálogos de manos vacías. Persiguieron a organizaciones, desalojaron a pobladores, encarcelaron a luchadores, aplicaron la ley de seguridad del estado, militarizaron zonas enteras del país, reprimieron la organización estudiantil dentro y fuera de los liceos, pactaron el TPP11 y consolidaron lazos militares con el comando sur de EEUU, y un largo etc. Cada paso reaccionario de este gobierno fue endulzado con su verborragia estatista pequeñoburguesa.

La ausencia de mediaciones fuertes preocupa a la burguesía para los próximos periodos. Justamente fue esa falta de mediaciones que contuvieran y anticiparan la semi-insurrección del 18 O que comenzaba a incubarse en las masas con golpes que se reciben a diario en los lugares de trabajo y estudios. El hastío con la politiquería, que trasunta las elecciones burguesas y al parlamento, provocan una separación cada vez mayor entre las masas con el estado burgués. Sectores de la pequeñoburguesía hoy “se escandalizan” con la corrupción del poder judicial, como una muestra más de su cinismo (ante hechos consustanciales al capitalismo). Esa misma pequeñoburguesía se disputa visceralmente el botín del estado como el principal motivo para toda esa maquinaria electoral que a su vez deja en evidencia que los partidos burgueses y pequeño burgueses son meras coaliciones electorales sin raíces en sectores de clases.

La burguesía ha realizado un denodado esfuerzo por demonizar a esa semiinsurrección con el mote de “estallido delictual”. Su principal argumento es el mismo que desató las fuerzas de nuestra clase, que hoy el grado de descomposición del capitalismo es aún más profundo que entonces.

Y es que las causas no se encuentran en las particularidades nacionales, en las formas que adquieren nuestras batallas. Nos encontramos ante la manifestación de la decadencia imperialista y su línea guerrerista. La falta de orientación del sistema imperialista con la guerra entre dos ex estados obreros Rusia-Ucrania, y la escalada entre el enclave Israelí con los países del medio oriente, donde el sionismo no ha podido derrotar a la resistencia pese al genocidio llevado a cabo al pueblo Palestino que ahora extienden al Líbano. Tendencias guerreristas en la situación mundial que muestran la putrefacción de la democracia burguesa y sus instituciones creadas en la posguerra.

En Latinoamérica los gobiernos semicoloniales vienen aplicando líneas de ajustes contra la clase obrera y el pueblo, disciplinándose a los dictados del amo imperial como en Perú, Chile, Colombia, etc. Lo que desata importantes gestas de lucha obrera y estudiantil como en Argentina enfrentando estos ataques.

Este 18 O además de conmemorar el quinto aniversario del levantamiento obrero y popular, es una oportunidad para sacar lecciones, superar la debilidad de aquel proceso que fue desviado por constituyentes y mecanismo de la democracia burguesa. Para ello es fundamental desarrollar no sólo la organización obrera, sino preparar su dirección revolucionaria que intervenga en los sindicatos, impulsando el control obrero de la producción, las tareas preparatorias para la insurrección consciente, la toma del poder destruyendo al estado burgués, instaurando la dictadura del proletariado y su extensión internacional.

Forjemos la dirección revolucionaria del proletariado, la cuarta internacional reconstruida.

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