Votamos nulo contra la democracia para ricos

Domingo, 07 Agosto 2022 14:55

Votamos nulo contra la democracia para ricos
Organicemos nuestras fuerzas

[Boletín #31, El Nuevo Curso, Descargue el PDF]

Se acerca el 4 de septiembre donde mediante el plebiscito de salida del proyecto de nueva constitución, se pretenderá dar vuelta la página al proceso iniciado con la semiinsurrección espontánea del 18 de Octubre del 2019; que contó entre sus grandes hitos una huelga general (12 de Noviembre) donde la intervención caótica pero decidida de la clase obrera forzó a todas las tendencias políticas de la burguesía y la pequeñoburguesía a cerrar filas en el “acuerdo por la paz y el orden público” del 15N para salvar al gobierno de Piñera y, junto con él, poner a resguardo a la democracia para ricos.
El plebiscito también se da en el marco de debilitamiento del gobierno de Boric, el cual ha ligado su suerte al resultado, pese a prever un escenario adverso de triunfo de la opción “rechazo” promoviendo una reforma.
Al poco andar de su gobierno ya consiguió demostrar que el fantasma de ese supuesto “fascismo” semicolonial no tiene mucho que envidiarle.
Pasó de pedir la “refundación de carabineros” a respaldar su accionar represivo, mantuvo al alto mando, aumentó la dotación y los recursos, los encubrió con impunidad (retiro del caso “huracán”), mantuvo las querellas contra los presos por luchar, en definitiva buscó fortalecer el aparato represivo del estado.
Del mismo modo renovó continuamente los estados de excepción en la Araucanía militarizándola, aumentó los allanamientos a las comunidades (con represión y trauma ocular incluidos), intensificando la persecución de los dirigentes mapuches, invocación de la ley de seguridad interior del estado para aumentar las penas, y ahora cerró filas con la recientemente votada “ley de infraestructura crítica”, la que incluso intentó implementar rápidamente en reemplazo de los estados de excepción.
Esta última ley fue el proyecto estrella de Piñera, diseñada en los momentos más álgidos de la lucha de clases post “estallido”. ¿Qué es la infraestructura crítica? “la alimentación, la movilización, las telecomunicaciones, los terminales portuarios, el metro, los trenes, toda aquella infraestructura de servicios de utilidad pública así como los servicios de asistencia sanitaria y de salud”, etc. Es decir, los medios de producción.
El imperialismo norteamericano ha presionado hace un tiempo a los distintos gobiernos (como el de Brasil, Ecuador, Argentina, etc) a la utilización de las FFAA en el “control” interno. Cumpliendo con esta meta, el congreso, el senado, el poder ejecutivo, se alinearon para contar con una herramienta fundamental para que el presidente de turno despliegue las fuerzas militares en caso de que los trabajadores decidamos salir a luchar y tomar el control de los medios de producción. Y es que la burguesía conoce que el poder se encuentra en la producción, y no en la abstracta representación de las superestructuras de la democracia semicolonial.
Respecto al proyecto constitucional podemos decir que éste parte por profundizar la expoliación de los recursos naturales al legitimar el usufructo de las grandes trasnacionales y el dominio del capital financiero. El texto constitucional puede deshacerse en frases alrededor de la protección del medio ambiente, puede versar sobre la armonía de los pueblos con la naturaleza, etc, etc, pero lo esencial del carácter de clase del Estado debe estar definido: “El Estado tiene el dominio absoluto… de todas las minas… los depósitos de sustancias fósiles e hidrocarburos [etc]…sin perjuicio de […] la propiedad”… privada. La defensa de la propiedad privada de los medios de producción es lo que ha encendido las alabanzas al proceso constitucional como la opción “apruebo” de la calificadora de riesgo norteamericana Moody’s.
Las declamaciones de ciertos derechos (indígenas, de género, a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo, etc) no son más cantos de sirenas. Ya la actual “constitución de Pinochet” contiene un catálogo más amplio de “derechos” expresados en la adhesión a tratados internacionales (de la ONU, la OIT, San José, etc), que –en todas partes del mundo- no son más que cúmulos de charlatanería y business para la filantropía, que encubre la decadencia del capitalismo en descomposición.
El carácter declamativo del texto, que a los posmodernos que pululan en la moneda los tiene pisando algodones con aquello de que “las palabras construyen realidad”, será interpretado por la institucionalidad burguesa la que buscará de una y otra forma volcar a su favor lo establecido, avanzando de paso sobre conquistas, quizás realizando algunas concesiones.
Ya lo vimos con la pasada reforma laboral, donde lo que se planteaba como una concesión a la organización sindical, significó obstáculos para la creación de nuevos sindicatos, sustitución de empresas en caso de huelgas, restablecimiento de grupos negociadores por vía administrativa, etc, etc. En este ámbito también el texto constitucional mantiene los preceptos basales de la llamada “libertad sindical” que fragmenta y atomiza a la clase trabajadora, mantiene la subcontratación, etc. Cualquier referencia a “derechos sobre la negociación colectiva”, negociación a nivel de rama, etc, se verán pulverizados en nuevas interpretaciones en caso de ganar el “apruebo” que mantengan la estatización de los sindicatos, fundamento central de la dominación del imperialismo.
La burguesía busca en este plebiscito no solo asentar el desvío, sino que avanzar hacia un acuerdo de unidad nacional. Esta es la base de las posturas de apruebo o rechazo para reformar. Gane la opción que gane, cerrarán filas para descargar la crisis capitalista en curso sobre la clase obrera y el pueblo.
Este ataque ya está en curso como lo muestran los ataques a la juventud secundaria, el aumento de la desocupación, la pulverización del salario real, el cierre de empresas como Ventanas, la represión a las luchas obreras como Enap, etc. Vemos ante nuestros ojos un gobierno bonapartista sui generis recostado en las rodillas del imperialismo
En estas elecciones plebiscitarias no creemos como lo dicen sectores de la izquierda revolucionaria que llamando a votar apruebo se evitará la desmoralización de las masas, que será “un piso” o “un paso” para seguir luchando. Esta lógica se inscribe en el supuesto de partir del “sentido común” el que no puede ser más que un reflejo de la ideología de la clase dominante. Su derrotero consiste en mantener incólume su política de levantar en el plano nacional una Asamblea Constituyente como etapa necesaria hacia la conquista del poder obrero. Para los marxistas el derecho es burgués (y su reforma) no puede expresar otra cosa que las bases materiales sobre las que se asienta, expresando de forma jurídica la relación de fuerzas entre las clases, entre la burguesía y el proletariado.
El plebiscito es un escenario burgués donde la participación de las masas en la farsa dela democracia patronal queda diluida en el voto “ciudadano”.
Nuestra opción táctica es la del voto nulo como un voto contra la democracia para ricos. Pero nuestro llamado es al necesario reagrupamiento de la vanguardia obrera detrás de un programa para intervenir en medio de la crisis. Sólo nuestra clase puede dar una salida para enfrentar la descomposición capitalista en curso.
De lo se trata es de proponerle a la clase obrera y la juventud, un programa de independencia de clases, que no llame a confiar en una reforma al estado.
Una constitución que nace con militarización, presos políticos, ataque a la clase trabajadora y la juventud, pretende sentar las bases de una transición a un “pacto” entre el capital y el trabajo bajo los golpes permanentes del gobierno, la patronal y el imperialismo.
Se vuelve de primera necesidad preparar un Congreso de delegados de base de toda la clase trabajadora, organizar nuestras fuerzas y discutir un programa hacia la conquista de un gobierno obrero.

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