TRCI-web
Recibamos al G20 con una gran lucha antiimperialista
Entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre, la ciudad de Buenos Aires será sede de la Cumbre de presidentes del G20. El G20 fue diseñado como un foro desde el cual los países imperialistas (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia,) y los dirigentes de los ex Estados obreros (China y Rusia) pudieran negociar políticas económicas ante la crisis de las instituciones de la posguerra. Tras el estallido de la crisis mundial en 2008, cobró mayor relevancia al incorporar a los jefes de Estado de los 19 países más la Unión Europea (UE), para intentar coordinar las políticas de salvataje al capitalismo en putrefacción, como fue el caso de las políticas de emisión monetaria masiva y bajas tasas de interés que lanzaron los bancos centrales de Japón, la UE y la FED de EE.UU., junto a un ataque en toda la línea contra la clase obrera y sus organizaciones a nivel mundial.
Desde la llegada de Trump al comando del imperialismo yanqui, queda en cuestionamiento la política de coordinación económica de las potencias imperialistas, profundizándose la guerra comercial y la política agresiva hacia los países semicoloniales, como es el caso de los países latinoamericanos. Por ello, se espera que Trump y sus contrapartes de los demás países imperialistas usen el foro como tribuna en sus disputas, mientras EE.UU. disciplina a los países de su patio trasero (México, Brasil y Argentina), con el aporte del FMI. Y profundizan la agenda de reformas contra el proletariado, incluyendo las reformas laborales, previsionales, educativas y en el ámbito de la salud en todo el planeta.
En Argentina, la Cumbre en Buenos Aires será un ensayo del gobierno y el imperialismo para imponer el ajuste de hambre con represión y mano dura, trazando un virtual Estado de sitio en la ciudad. Es parte de la escalada represiva, que incluye la militarización de la frontera norte y el envío de gendarmería a las barriadas de las grandes ciudades. Una política que también se aplica en Brasil, con el comando militar de la seguridad de Río de Janeiro y la militarización de las favelas.
Las burocracias sindicales en nuestra región viene dejando pasar la ofensiva imperialista, colocándose en un rol de contención como la CGT, o sumidas en una crisis profunda por su histórica línea de conciliación de clases, como es el caso de la CUT de Brasil, la CUT de Chile y las CTAs de Argentina.
Los dirigentes del G20 merecen que la clase obrera latinoamericana los reciba encabezando un gran lucha antiimperialista. Hay que paralizar las empresas imperialistas, golpeando en la producción y preparando la autodefensa para enfrentar a Trump y a los gobiernos regionales que sostienen su política. Impulsemos asambleas en los lugares de trabajo e impongamos a la burocracia congresos de delegados con mandato para que los trabajadores tomemos en nuestras manos la tarea de dar una salida a la crisis acaudillando a los demás sectores del pueblo oprimido. El movimiento estudiantil de los diferentes países tiene planteado apuntalar las acciones obreras con sus energías, actuando como batallón auxiliar, a partir de asambleas en los lugares de estudio y acciones en las calles.
Para expulsar definitivamente al imperialismo de América Latina, es necesario luchar por el control obrero por rama, superando las fronteras nacionales, y por la expropiación del capital imperialista, desarrollando así la lucha por el poder, es decir, por la dictadura del proletariado y su extensión internacional en una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina. Es fundamental conquistar la solidaridad del proletariado de los países imperialistas en esta perspectiva, principalmente del proletariado norteamericano.
Para esto, se impone la necesidad de una dirección internacional, de un partido mundial basado en el programa de transición y la teoría de la revolución permanente. Proponemos a las corrientes que reivindicamos la necesidad de reconstruir la IV Internacional y la lucha por la dictadura proletaria que impulsemos las medidas necesarias para poner en pie y unificar a la vanguardia obrera internacional detrás de un programa revolucionario. Para esto, llamamos a una Conferencia Latinoamericana para comenzar inicialmente en nuestra región a ayudar a la vanguardia en el arduo proceso de forjar la dirección revolucionaria.
Apuntes del primer Congreso de la TRCI
Los días 17 y 18 de noviembre realizamos en Buenos Aires el I Congreso de la TRCI. Participaron delegados de la COR Chile, la COR Argentina y la LOI Brasil. En el Congreso pudimos avanzar en una mayor comprensión de las tendencias generales a nivel mundial del desarrollo de la crisis y los fenómenos políticos de Latinoamérica.
Consideramos que estamos dentro de un periodo histórico caracterizado por una tendencia a la descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación capitalista de los ex Estados obreros.
Todo este periodo está signado por una crisis histórica del sistema capitalista, ya que su fase imperialista entra en contradicción en la relación entre el capital y el Estado; no tanto en cuanto a su naturaleza de clase, sino en sus formas de dominación política, es decir, en garantizar la reproducción capitalista a nivel mundial dentro de un sistema de Estados en crisis. Hablamos de descomposición en cuanto a que el elemento decadente del imperialismo, como característica histórica, está generando una descomposición social que ataca sus propias bases del capitalismo. Una de las características de la decadencia del capitalismo en su fase imperialista es que esta fase convierte a gran parte de la burguesía de las potencias imperialistas en rentistas; lo que denominó Lenin como la formación de Estados rentistas. En el proceso histórico de este fenómeno, la penetración imperialista a nivel mundial generó una mayor descomposición de la burguesía mundial y su relación con la producción y una mayor diferenciación de la clase obrera entre la denominada aristocracia obrera, semi aristocracia y una burocracia sindical más asimilada al sistema capitalista. Las tareas históricas de la burguesía se diluyen ante el avance del imperialismo como superestructura del capital y a su paso descompone las relaciones de clases.
Hoy la burguesía imperialista intenta discutir un nuevo pacto entre capital y trabajo, ante la ruptura del pacto de posguerra y desde acá se entiende la línea de reformas fiscales, laborales y previsionales como política internacional para redefinir las relaciones de fuerza.
Actualizamos las tesis presentadas al Congreso, con los procesos de la coyuntura internacional, y el desarrollo de la crisis mundial, centralmente las elecciones de medio término en EEUU y el triunfo de Bolsonaro en Brasil. Con respecto a EEUU definimos que los resultados de las elecciones no lograron inclinar la balanza a favor de ninguno de los contendientes, se dio un equilibrio de fuerzas que le permitió a Trump mantener chances a una futura reelección y a los demócratas la posibilidad de un mayor control de gobierno de Trump. Los republicanos mantuvieron su base electoral sin aun lograr una base social para las políticas imperialistas, como la guerra comercial desatada por la actual administración. Y los demócratas no pudieron imponer la famosa ola azul, pero sí lograron contener en sus filas a toda un ala de movimientos sociales, feministas, LGTB y seudo socialistas que les permitió hacer una muy buena elección y recuperar la cámara de representantes. En el plano internacional las potencias que son atacadas por EEUU leyeron las elecciones como un retroceso parcial de Trump. Discutimos también la relación de EEUU con China, la Unión Europea, Rusia e Irán. Reforzamos las tendencias que desarrollamos en las tesis sobre el proceso de descomposición del imperialismo.
En el desarrollo de la crisis mundial puede haber coyunturas de crecimiento, no de conjunto, sino de algunas ramas e inclusive de unas ramas contra otras y que la necesidad de recrear una aristocracia obrera se basa en la necesidad de fortalecer una base social, lo cual es un problema estructural de un Estado imperialista. Y se da una contradicción central entre un EEUU que debe fortalecer una aristocracia obrera y una UE que debe atacar a su aristocracia obrera para fortalecer al Estado ante la guerra comercial.
Sobre el triunfo de Bolsonaro, reforzamos la idea de por qué no es fascismo, como explicamos en las notas publicadas en la página web e intentamos profundizar sobre la relación de la pequeña burguesa con el concepto de bonapartismo sui generis. Retomamos los escritos de Trotsky sobre Latinoamérica y cómo se expresan las leyes generales del capitalismo y su combinación especial en los países semicoloniales. Este análisis es importante, ya que no es lo mismo la relación de la pequeña burguesía con una burguesía imperialista, que este mismo sector de clase en relación con la relativamente débil burguesía de los "semi Estados" (sub burguesía), mediado por el imperialismo. Las características de esta pequeña burguesía en las semicolonias impiden la aparición del fascismo, ya que jamás un capital “nacional “puede ser un capital financiero imperialista, más bien depende de este capital internacional para su subsistencia. Por lo tanto, la pequeña burguesía adquiere otro tipo de características; su ala más radical y democrática intenta mejorar las condiciones institucionales del "semi Estado" y se refugia en la educación -como contrapeso en el plano de la conciencia- para impedir el avance más reaccionario del capitalismo. El desarrollo histórico en los países semicoloniales de una pequeña burguesía urbana y, principalmente, rural fue sustento -vía las revoluciones democrático-burguesas- de la formación de lo que conocemos como la sub burguesía.
Fue necesaria esta precisión ante el avance de diferentes movimientos de características pequeño-burguesas y la discusión sobre cuál es la tarea de los revolucionarios para poder influenciarlos. En esto los revolucionarios planteaban que la única forma para que la pequeña burguesía confíe en el proletariado es lograr que el proletariado confíe en sus propias fuerzas, que recupere el rol de caudillo y realice las tareas históricas que la burguesía es incapaz de realizar por su descomposición. Por eso es una política errada de la izquierda el llamado a votar a Haddad, en su adaptación a los movimientos, que lleva a sembrar más confusión.
El I Congreso reforzó la idea de poner en pie un núcleo revolucionario por la reconstrucción de la Cuarta, tarea en la que estamos embarcados quienes conformamos la TRCI. También creemos que es prioritario que las corrientes revolucionarias que reivindicamos la necesidad de la IV Internacional y la lucha por la dictadura proletaria que impulsemos las medidas necesarias para que poner en pie y unificar a la vanguardia obrera internacional detrás de un programa revolucionario. Por esto es que hemos llamado a una Conferencia Latinoamericana para comenzar inicialmente en nuestra región a ayudar a la vanguardia en el arduo proceso de forjar la dirección revolucionaria.