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El pasado 25 de octubre se realizó el plebiscito, elección en la que se consultaba sobre la opción de aceptar o rechazar avanzar hacia un nuevo texto constitucional y adicionalmente, en caso de ser aceptado, si el organismo redactor de la nueva constitución iba a estar integrado en un 50% por actuales parlamentarios en ejercicio o por la totalidad de ellos mediante la opción convención constitucional. El resultado de estas fue un abrumador triunfo para la opción “apruebo” con un 78% de los votos y , con un porcentaje similar, que el mecanismo redactor de la nueva constitución sea con constituyentes 100% electos.

Si bien la abstención al proceso fue un poco menor que en otras elecciones, llegando al 50% del total de inscriptos, se puede indicar que existió un mayor grado de participación tanto en las poblaciones como en particular de amplios sectores de la juventud que, teniendo en cuenta el contexto la pandemia, no dejó de ser expresión de que un amplio sector de trabajadores de la juventud y la pequeña burguesía se volcaron ampliamente por este plebiscito y el cambio constitucional como una salida a la crisis que evidenció el proceso iniciado por la semi-insurrección del 18 de octubre del año pasado.

Tanto desde el gobierno como desde la oposición coincidieron en la retórica de plantear que todo el problema se reducía a la existencia de una “constitución que nos divide” y en la necesidad de avanzar hacia “una constitución que nos una” en clara referencia al intento de fraguar un pacto social que dé por cerrada la crisis que abriera la lucha de clases. Es así que dirigentes políticos, autoridades, periodistas “progresistas” y demás desfilaron durante todo el día de la elección hablando de que ésta era una “fiesta de la democracia” llamando a participar activamente de la misma. Amplios sectores de la población luego de cerrado los comicios salieron a festejar el resultado en plazas y calles públicas situación que pretendió ser leída por el gobierno como una “gesta cívica de unidad nacional”.

Es efectivo que las fuerzas más reaccionarias como el partido pinochetista UDI o los grupos fascistoides que fueron los que llamaron a votar el “rechazo” salieron más debilitados de lo que pensaban, generando una crisis interna en la coalición gobernante. Este voto también manifestó aquello que muchos sectores replicaron de que “no eran 30 años sino tres comunas” en relación a que en los únicos lugares donde el “rechazo” fue mayoritario fue en las comunas donde viven los sectores más privilegiados de la burguesía y la alta pequeña burguesía.

Sin embargo lo anterior, se equivocan quienes pretenden ver una expresión de clase en un voto tan amplio y difuso como el del apruebo a un cambio constitucional, tanto por el diverso contenido político de quienes lo impulsaban, entre ellos la misma oposición burguesa de la vieja concertación e incluido un sector importante del propio gobierno de Piñera y de "Chile Vamos", como el carácter heterogéneo de los distintos sectores de clases y estratos de clase participantes del proceso. Y es que en toda elección burguesa no puede expresarse más que de forma distorsionada la lucha de clases, más aún cuando el mecanismo plebiscitario está contemplado en el mismo sistema de dominación política de la burguesía, que si bien es utilizado por lo general en momentos de crisis del Estado, no deja de ser una expresión de un mecanismo utilizado por los explotadores para maquillar la dictadura del capital.

Tampoco se trató como otros señalaron de una suerte de "voto popular" o dónde se habría expresado el pueblo entendiendo por éste a un todo homogéneo. Volvemos a hacer nuestras las palabras de Lenin a este respecto para evidenciar la necesidad de luchar contra “la ilusión pequeñoburguesa de que el pueblo es un todo único y de que la voluntad popular pueda ser expresada en algo que no sea la lucha de clases”, por lo que un sufragio de esta característica puede expresarla sólo de forma distorsionada.

Es sintomático eso si qué la opción por candidatos constitucionales 100% elegidos expresan una alta desconfianza a todos los representantes políticos burgueses y pequeños burgueses evidenciando una vez más la separación entre el aparato de estado y las grandes masas. Y al mismo tiempo, el proceso de elección de constituyente será el telón de fondo de la disputa por el botín del Estado en los cargos municipales de las elecciones de abril donde primarán las diversas componendas y alianzas de las coaliciones políticas atravesadas por la crisis del semiestado burgués.

La esencia de la democracia de los ricos se basa en la exclusión de los explotados, de las grandes mayorías obreras populares, del ejercicio del poder político dándole un carácter de clase. Por más que las alas izquierdas de la democracia semicolonial pretendan reforzar el proceso constitucional con cabildos locales, asambleas populares o encuentros organizacionales, orientados de este modo no serán más que otras formas de legitimar al aparato de Estado, una máquina a la cual hay que destruir y no hacer esfuerzos por reformar. Sólo el norte de la revolución, de la toma del poder político por la clase obrera, puede abrir las puertas del ejercicio del poder a las grandes masas incorporándolas en el manejo de su destino.

La semana previa al plebiscito se cumplió un año de la semi-insurrección espontánea que comenzara la juventud aquel 18 de octubre. Este aniversario repitió de forma fidedigna todo la indignación y explosividad combativa de los sectores en lucha; se sucedieron las manifestaciones en todas las regiones del país, el enfrentamiento a la represión, los ataques a la institucionalidad reaccionaria, barricadas en las ciudades y poblaciones etc. Fue la descarga de energía acumulada en las masas contenida en tiempos de pandemia y de crisis social, una evidente muestra de qué las masas, pese a los distintos momentos de flujo de reflujos de sus luchas, de la represión persistente, de los ataques constantes de la burguesía descargando la crisis, o de los desvíos de la coyuntura política, no han sido derrotada y, por el contrario, todos los fundamentos que ocasionaron la crisis siguen vigentes. Y esto es así porque pese a las formas nacionales de las luchas y las particularidades el llamado Chile “modelo” para el imperialismo, modelo de país semicolonial, los fundamentos de la situación objetiva hayan su fuente en la crisis del capitalismo internacional que descompone a los sistemas de Estado, a sus bases económicas y acelera las contradicciones entre las clases, cómo lo dejan en evidencia los procesos abiertos en distintos países de la región como en Colombia, Ecuador, Bolivia etcétera.

La burguesía pretende que el plebiscito y la comisión constitucional sea el punto final del proceso abierto el 18 de octubre. Sin embargo es difícil decirle a toda una generación que los muertos, los mutilados, los presos políticos, justifican el tránsito de los escudos y las piedras de “las primeras líneas y las brigadas” en las luchas callejeras al lápiz azul de la normalidad democrática, de la naturalización de un régimen en descomposición.

Es necesario que los trabajadores y la juventud fortalezcan el próximo período la organización obrera y de la juventud. Se dirijan a fortalecer cada una de las luchas que se han venido dando, aunque de forma aislada pero si persistente, a esos millones de trabajadores productores de la riqueza social, recuperando sus sindicatos, promoviendo a nuevos dirigentes decididos a las directivas, unificando a los mismos por rama productiva, impulsando todas formas de control obrero, levantando la necesidad de una sola central de trabajadores con presencia fundamental de trabajadores mineros e industriales. En esta perspectiva es necesario pelear por un programa revolucionario que levante la independencia política de los trabajadores, e impulsar un congreso de delegados de base de todo el movimiento obrero para votar un plan de lucha para imponerlo. La batalla estará en dotar de conciencia y de organización a nuestra clase y no en ponerla a la rastra de las diversas expresiones del régimen burgués.

Para ello es fundamental luchar por forjar un partido revolucionario como “la dirección consiente del proceso inconsciente de la historia”, parte de la pelea por reconstruir la cuarta internacional, el partido mundial de la revolución socialista.

 

*(en la foto Fabiola Campillay y Gustavo Gatica, víctimas de la represión policial)

 

  La disputa por el territorio de Nagorno Karabaj, o Alto Karabaj, entre Azerbaiyán y los independentistas armenios que controlan la zona ha desatado un enfrentamiento bélico que se ha llevado puestas 2 treguas desde su inicio el 27 de septiembre.
  Los actuales territorios de Armenia, Azerbaiyán y Georgia, en el Cáucaso meridional, eran parte del imperio zarista y tras la revolución de Octubre fueron incorporados a la URSS. El territorio de Nagorno Karabaj mantuvo un estatus especial dentro de la federación soviética, como territorio autónomo de mayoría armenia integrado al territorio de la República Soviética de Azerbaiyán. La descomposición de la URSS llevó a que se desatara un enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán a partir de 1988, y tras la caída de la misma, comenzó una sangrienta guerra que, a partir de la intervención de Rusia y el imperialismo, llegaría a un alto el fuego precario en 1994. Azerbaiyán es una potencia petrolera y de la extracción del gas, ligada a Turquía por el idioma y la historia. Armenia es un pequeño país montañoso de un poco más de 3 millones de habitantes, cuya industrialización avanzó con su integración a la URSS y luego retrocedió abruptamente con su caída, y recibe cuantiosas remesas de la llamada diáspora, unos 10 millones de armenios que viven fuera de esta república, luego de ser expulsados de Anatolia oriental por el imperio Otomano durante la 1º Guerra Mundial, a través del genocidio de más de un millón de personas.

Las bases sociales del desorden

  Lo que caracteriza el actual período histórico es, por un lado, un tortuoso proceso de asimilación de los ex-Estados obreros al sistema capitalista y, por el otro, el avance de la descomposición imperialista que a la vez determina las dificultades para completar esa asimilación. En la coyuntura, esto se ve exacerbado por la desorientación del imperialismo yanqui, que no ha tenido ninguna política coherente en la región y está más bien sumido en su propia crisis económica y social interna y en la disputa electoral. Por su parte, la UE, que era la estructura supra estatal que supuestamente estaba destinada a organizar la asimilación de los ex Estados obreros de Europa oriental, está, en cambio, sumida en la negociación de la salida de uno de sus principales socios con el Brexit. Y ha quedado paralizada en su política para su frontera sur-oriental, por posturas divididas en cuanto a su relación con Turquía, cuya burguesía definió dejar de pelear por el ingreso al bloque europeo (lo que llevó a un intento de golpe de Estado en 2016). Esta división queda expuesta por las diversas posiciones en relación al avance turco en las prospecciones hidrocarburíferas en el Mediterráneo oriental, su política en Chipre, sus intervenciones en Libia y Siria y finalmente su posición de abierto apoyo al gobierno Azerí en la actual guerra en Alto Karabaj. Mientras el francés Macron pretende encabezar una política de mayor enfrentamiento al gobierno turco de Erdogán, con el apoyo del gobierno derechista griego, Merkel y el gobierno alemán prefieren una política de apaciguamiento. Sin embargo, es necesario decir que los obstáculos para la asimilación de los ex Estados soviéticos no están dados por una falencia en la política exterior, sino por el desgarramiento del proyecto imperialista europeo en sus bases materiales capitalistas, sobre todo a partir del estallido de la crisis de 2008. Actualmente, podemos hablar de una nueva crisis que es continuidad de aquella, pero no lineal, exacerbada por la pandemia y por las funestas consecuencias de la destrucción de conquistas obreras de las décadas anteriores, que utilizó la burguesía imperialista europea bajo la bandera de la austeridad para intentar dar una salida burguesa.
  Frente a esta descomposición imperialista y a la errática política exterior de los Estados metropolitanos, la burguesía turca intenta diseñar su propia hoja de ruta como potencia regional, lo que podría llamarse un “imperio de opereta” con bases totalmente semicoloniales, no por ello menos brutal y asesino. A su turno, el bonapartismo de la protoburguesía rusa encabezado por Putín debe enfrentarse a las contradicciones que explotan en la periferia de su dominio estatal, como es el caso de la crisis en Bielorrusia, de la semiinsurrección en Kirguistán y de la guerra a que nos referimos en esta nota. Acá, nos parece interesante tomar la hipótesis de León Trotsky en relación a la restauración capitalista, que planteaba que la dirección contrarrevolucionaria que dirigiera los procesos de restauración, en su contradicción de no poder conformarse en clase, generaría, en su relación con las leyes tendenciales de la economía mundial, un caos capitalista. En este caso, se extiende a la periferia de la ex- URSS, donde los sectores provenientes de la burocracia estatal y la pequeña burguesía de estos países pujan por el control territorial bajo el ropaje de argumentos de derecho internacional e ideologías nacionalistas para intentar establecer nuevos Estados, sin duda semicoloniales, buscando un equilibrio entre las diferentes fuerzas internacionales circundantes (tanto Armenia como Azerbaiyán pertenecen a un sinnúmero de coaliciones internacionales de posguerra) en un período de decadencia capitalista y, por lo tanto, de decadencia de la forma estatal de dominación burguesa, el Estado-nación.

La experiencia trunca de la URSS

  Frente a la guerra actual, que ya cuenta decenas de muertos, cientos de refugiados y el bombardeo de importantes ciudades de Alto Karabaj y Azerbaiyán, algunos grupos e intelectuales proponen volver a los “valores cosmopolitas e internacionalistas” del Estado soviético como solución para conquistar la paz entre los pueblos. Las bases marxistas del programa revolucionario, que guió a los bolcheviques a tomar el poder y desarrollar la experiencia de la URSS como forma estatal de la dictadura del proletariado, niega que un programa se base en ideologías. Porque es el ser social el que determina la conciencia y no al revés. El problema de las minorías nacionales que estaban atrapadas en la entonces llamada “cárcel de los pueblos”, el imperio Zarista, fue tomado con mucha seriedad por Lenin. Estas naciones oprimidas vivían bajo condiciones de atraso en su desarrollo económico y social. El llamado de los comunistas, materializado en los Congresos de la III Internacional, era a integrarse a una Federación de Repúblicas Socialistas en una alianza revolucionaria con el proletariado ruso para superar ese atraso a través de formas socialistas de organización económica y social, comprimiendo las etapas históricas. La transición del capitalismo al socialismo bajo la dirección del proletariado a través de su dictadura, esas fueron las bases materiales que permitirían la reorganización democrática de los pueblos en el seno de la federación. Un futuro socialista plantearía nuevos problemas, pero sin dudas permitiría liquidar las luchas fratricidas sembradas por el atraso y las necesidades posteriores de territorialización de la ganancia propias del capitalismo.
  De hecho, la experiencia de la URSS permitió una convivencia entre las naciones del Cáucaso y un relativo desarrollo industrial. Sin embargo, la experiencia fue truncada por la contrarrevolución burocrática dirigida por Stalin, que estableció el dominio de esta casta sobre el proletariado y sobre las minorías nacionales de la URSS, fortaleciendo el aparato estatal en lugar de sentar las bases sociales para su extinción. El pasaje de la burocracia a las filas de la restauración capitalista abierta a principios de los noventa liberó todas las tendencias centrífugas del capital, llevando a guerras como la de los Balcanes y este proceso continuará desarrollándose por un período determinado de tiempo, cuya duración no podemos definir a priori,  al no poder encontrar una salida capitalista estable dada la descomposición imperialista. Y tampoco una salida progresiva, dada la crisis de dirección revolucionaria. Esta condicionalidad estará determinada, a su vez, no por “valores e ideales” al gusto de los nostálgicos, sino por la lucha de clases, por el choque entre las fuerzas proletarias de la revolución mundial y de la contrarrevolución burguesa. “Definir al régimen soviético como transicional o intermedio es descartar las categorías sociales acabadas como capitalismo (incluyendo al "capitalismo de Estado"), y socialismo. Pero esta definición es en sí misma insuficiente y susceptible de sugerir la idea errónea de que desde el régimen soviético actual solo es posible una transición al socialismo. En realidad, un retroceso hacia el capitalismo es totalmente posible. [...] Naturalmente, los doctrinarios no quedarán satisfechos con una definición tan hipotética. Quisieran fórmulas categóricas: sí y sí, no y no. Los fenómenos sociológicos serían mucho más simples si los fenómenos sociales tuviesen siempre contornos precisos. Pero nada es más peligroso que desechar, en nombre de la integridad lógica, los elementos de la realidad que hoy contrarían nuestros esquemas, y que mañana pueden refutarlos por completo. En nuestro análisis hemos evitado, ante todo, violentar las formaciones sociales dinámicas que no han tenido precedentes y que no tienen analogías. La tarea científica, tanto como la política, no es dar una definición acabada de un proceso inacabado, sino seguir todas sus fases, desprender sus tendencias progresivas de las reaccionarias, exponer sus relaciones recíprocas, prever posibles variantes del desarrollo ulterior, y encontrar en esta previsión un punto de apoyo para la acción.” (L. Trotsky, La Revolución Traicionada)
  Los revolucionarios nos oponemos a la guerra fratricida entre armenios y azeríes, dirigida por los sectores que pretenden la creación de pequeños Estados vasallos del imperialismo en la región. Es parte del militarismo general al que llevan las tendencias bonapartistas que recorren el mundo ante la decadencia burguesa. Peleamos por una salida obrera, a partir de un programa de expropiación de los expropiadores, la derrota de las protoburguesías que dirigen las repúblicas de la Ex Unión Soviética y por una Federación Socialista del Cáucaso. La clase obrera rusa está llamada a apoyar a los trabajadores azeríes, armenios y georgianos en esta tarea, comenzando por la paralización de las fábricas de armas y pertrechos militares y del transporte de los mismos, destinados a armar a ambos bandos para beneficio de Putín y sus acólitos. Así como llamamos a los trabajadores de Turquía, los países europeos y Estados Unidos a acciones obreras contra la intervención de sus Estados burgueses en la región, que como quedó demostrado en Kosovo, sólo sirve para aumentar las masacres y las penurias de los trabajadores y el pueblo pobre. Nuevamente, y de manera cada vez más urgente, llamamos a impulsar una Conferencia Internacional a todas las corrientes revolucionarias que defienden la necesidad histórica de la dictadura del proletariado y luchan por la reconstrucción de la IV Internacional.

 

Publicado en www.cor-digital.org, 21/10/2020.

Elecciones en Bolivia

Votar en blanco o nulo y organizar las fuerzas

El 18 de octubre se vota en Bolivia a un nuevo presidente. Esto ocurre casi un año después de la renuncia de Evo Morales, en medio de procesos de lucha de clases agudos, en el que una fracción pequeño burguesa aliada al ejército y a la policía pudo, mediante la represión, modificar la relación de fuerza que se había establecido con las masas luego de varios años de gobierno del MAS.

Estas elecciones son la culminación de una transición pactada a sangre y fuego, como dijimos en su momento en medio de los acontecimientos de la renuncia de Evo, ya que fueron los mecanismos de un semi Estado burgués los que se pusieron en marcha para forzar la renuncia a la presidencia y después, vía un acuerdo parlamentario con los destituidos, llamar a nuevas elecciones. Por eso los que se apresuraron a llamar a la renuncia de Evo como un golpe, como hizo gran parte de la izquierda, no pudieron sostener su caracterización seriamente, ya que no fueron los militares quienes tomaron el poder, no se cerró el Congreso, ni se anuló la constitución, medidas centrales de un golpe.

Los acontecimientos mostraron el nivel de descomposición de un semi Estado y de las fracciones de clase que defienden ese Estado, las que se enfrentaron para dirimir sus diferencias para ver cuál era la fracción mas pro imperialista y quién podía garantizar la mejor forma de dominación para los intereses de su clase y el imperialismo.

Es en este marco histórico donde se da la crisis política y social en Bolivia. Y las masas mostraron gran predisposición a la lucha para no perder posiciones ante el avance de una fracción más pro imperialista con los bloqueos de ruta, las tomas de fábricas y depósitos. Protagonizaron el enfrentamiento contra la policía y el ejército, a pesar de que las direcciones del movimiento obrero como la COB aceptaban una salida dentro del régimen. Estas acciones son la demostración de que los procesos en Bolivia son parte de las grandes luchas que se vienen dando en gran parte de América Latina. La transición pactada y la pandemia hicieron que los fenómenos de lucha de clase más agudos fueran desviados, pero no derrotados.

En estas elecciones los candidatos con más chance de ganar son Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana, Arce Catacora del MAS y Camacho de “Creemos”, después de que la actual presidenta Añez y otros candidatos se bajaran para tratar de que la fórmula del MAS no gane en primera vuelta y forzar una segunda.

Algunas corrientes de izquierda llaman a votar al MAS (como el PO de Argentina en el FITU), otros llaman a organizar a la vanguardia, pero sin un pronunciamiento concreto ni campaña (como la LOR-CI, en la FT). Es una demostración de que se puede escribir y hacer eventos como la Conferencia latinoamericana, pero la adaptación a la democracia burguesa y a los nacionalismos burgueses no se puede omitir en la realidad. Ya mostraron la misma táctica cuando llamaron a votar a Haddad del PT en Brasil.  

Llamamos a votar en blanco o nulo y organizar las fuerzas para prepararnos para el escenario post electoral, ya que gane quien gane deberán pactar para atacar aun más a nuestra clase e intentar recomponer el semi Estado. El voto en blanco puede expresar la independencia de clases y la necesidad de organizarnos y desarrollar una vanguardia, para luchar contra esa transición pactada, levantando un programa que prepare los pre requisitos para la destrucción del semi Estado. Hay que recuperar nuestras organizaciones como la COB y acaudillar a los sectores campesinos e indígenas en esta tarea. Por el control obrero de los hidrocarburos y el litio. Por una revolución agraria. Por la construcción de un partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida. Por la unidad revolucionaria del proletariado latinoamericano. Por una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina, forma estatal de la dictadura del proletariado.

Eleições na Bolívia

Votar em branco ou nulo e organizar as nossas forças

Em 18 de outubro, se votará na Bolívia um novo presidente. Isso ocorre quase um ano depois da renúncia de Evo Morales, em meio a processos agudos de luta de classes, no qual uma fração pequeno burguesa, aliada ao exército e à polícia pode, através da repressão, modificar a relação de forças, que se havia estabelecido com as massas após vários anos de governo do MAS.

Estas eleições são o ponto culminante de uma transição pactuada a sangue e fogo, como dissemos naquele momento, em meio aos acontecimentos da renúncia de Evo, já que foram os mecanismos de um semi-Estado burguês, os que se colocaram em marcha para forçar a renúncia à presidência e depois, via um acordo parlamentar com os destituídos, chamar novas eleições. Por isso, os que se apressaram a chamar a renúncia de Evo como um golpe, como fez grande parte da esquerda, não puderam sustentar sua caracterização seriamente, já que não foram os militares que tomaram o poder, não se fechou o Congresso, nem se anulou a Constituição, medidas centrais de um golpe.

Os acontecimentos mostraram o nível de decomposição de um semi-Estado e das frações de classe que defendem esse Estado, as mesmas que se enfrentaram para resolver suas diferenças e ver qual era a fração mais pró-imperialista e quem poderia garantir a melhor forma de dominação para os interesses de sua classe e o imperialismo.

É nesse marco histórico que se dá a crise política e social na Bolívia. As massas mostraram grande disposição de luta para não perder posições frente ao avanço de uma fração mais pró-imperialista, com os fechamentos de rua, as ocupações de fábricas e depósitos. Protagonizaram o enfrentamento contra a polícia e o exército, apesar de que as direções do movimento operário, como a COB, aceitavam uma saída dentro do regime. Estas ações são a demonstração de que os processos na Bolívia são parte das grandes lutas que vêm acontecendo em grande parte da América Latina. A transição pactuada e a pandemia fizeram que os fenômenos de luta de classes mais agudos fossem desviados, mas não derrotados.

Nessas eleições os candidatos com maior chance de vencer são Carlos Mesa, do Comunidad Ciudadana, Arce Catacora do MAS e Camacho do “Creemos”, depois que a atual presidenta Añez e outros candidatos se retiraram para que a formulação do MAS não ganhe no primeiro turno e, assim, forçar o segundo.

Algumas correntes de esquerda defendem o voto no MAS (como o PO da Argentina na FITU) outros chamam a organizar a vanguarda, mas sem um pronunciamento concreto nem campanha (como a LOR-CI, na FT). É uma demonstração de que se pode escrever e fazer eventos como a Conferência latino-americana, porém não conseguem omitir, na realidade, a adaptação à democracia burguesa e aos nacionalismos burgueses. Já demostraram a mesma tática quando chamaram o voto em Haddad do PT no Brasil.

Chamamos o voto em branco ou nulo, organizar as forças e nos prepararmos para o cenário pós-eleitoral, uma vez que, ganhe quem ganhar, deverá pactuar para atacar ainda mais a nossa classe e tentar recompor o semi-Estado. O voto em branco ou nulo pode expressar a independência de classes e a necessidade de organizar e desenvolver uma vanguarda, para lutar contra essa transição pactuada, levantando um programa que prepare os pré-requisitos para a destruição do semi-Estado. Temos que recuperar nossas organizações, como a COB, e incorporar os setores camponeses e indígenas nessa tarefa. Pelo controle operário dos hidrocarbonetos e do lítio! Por uma revolução agrária! Pela construção de um partido revolucionário como seção da IV Internacional reconstruída! Pela unidade revolucionária do proletariado latino-americano! Por uma Federação de Repúblicas Socialistas da América Latina, forma estatal da Ditadura do Proletariado!

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Sexta, 09 Outubro 2020 21:14

LAS POLICIAS DEBEN SER DISUELTAS

Piñera  ha salido  a respaldar tanto al general Rozas como a la institución de conjunto, dando cuenta con esto de la importancia que tiene la represión en su gobierno, que después del 18 octubre eso se ha hecho patente, por eso los llamó “la primera línea contra la violencia en el país”, dando una definición de clase del carácter burgués de esta institución podrida. Es que para el gobierno ha sido fundamental asentarse en el cuerpo armado organizado por el Estado para la represión del pueblo trabajador. Desde un comienzo con la llamada operación huracán, todo un despliegue represivo y de inteligencia que resultó con el asesinato del comunero Camilo Catrillanca, ahora la reforma a la que se abre el gobierno es lo que vienen en llamar “de modernización de las policías” que busca establecer como norma el ingreso a la fuerzas armadas en el control social interno, y además otorgar mayores atribuciones para perseguir a dirigentes sindicales, estudiantiles etc. Además de la ley aprobada por el arco político burgués y pequeño burgués (UDI hasta el F.A.) conocida como ley  antibarricadas (ley n° 21.208), todo un reforzamiento del aparato burocrático militar, del cuerpo armado al servicio de la burguesía y su Estado contra la clase obrera y el pueblo.

También utilizaron conspirativamente a los gremios de los patrones camioneros para exigir al congreso una serie de leyes más represivas, como la de infraestructura crítica, ley antiterrorista, ley antiencapuchados, de mayores poderes a carabineros y la PDI.

Se han sucedido hechos tras hechos donde el actuar de los policías, lúmpenes organizados por el Estado,  han mostrado toda su descomposición en una línea de represión sistemática, que además de las decenas de muertos post-18 de Octubre, los cientos de casos con mutilación ocular, o pérdida visual total como en el caso de Gustavo Gatica, Fabiola Campillay, o Manuel Acuña golpeado hasta dejarlo en estado vegetal, a lo que se suma ahora Antony Araya joven que fue lanzado al lecho del río Mapocho. Es por esta razón que sectores de la oposición burguesa y pequeño burguesa plantean una reforma o refundación a esta institución irreformable, pretendiendo un lavado de cara a esta institución intentando ocultar que la esencia de ésta institución es la protección de la propiedad privada capitalista sostenida por el aparato represivo estatal.

Ante la negativa del gobierno de sacar al general Rozas, y por el contrario blindarlo, la oposición burguesa apunta sus dardos al ministro del interior utilizando el estéril mecanismo de la democracia burguesa como la acusación constitucional, mostrando  todo un cinismo porque bajo sus gobiernos reprimieron y asesinaron a luchadores obreros y populares, realizaron persecuciones y montajes, etc. Al fin de cuentas de lo que se trata para ellos es mejorar la maquinaria de opresión para proteger las ganancias capitalistas. No se trata del fuera Rozas, tampoco de embellecer a la PDI, o fiscalía que cargan son cientos de atropellos a los trabajadores, que mantiene presos a cientos de luchadores, no se puede regenerar las instituciones del Estado burgués.

En el programa de los revolucionarios se inscribe la consigna de disolución de las policías como una de sus tareas. La profundidad de la descomposición del capitalismo imperialista está evidenciando la naturaleza brutal reaccionaria de las policías en el mundo, como en EEUU, Colombia, Argentina, etc, donde los asesinatos y vejámenes llevados adelante por esta institución han quedado completamente expuestos. Esta pelea no podrá resolverse dentro del marco de la sociedad capitalista en descomposición. No será pacíficamente como se logre, todo lo contrario, significara una fuerte fractura del Estado, una alta conciencia de clase del proletariado, del desarrollo de su vanguardia, vale decir, en una dinámica de lucha entre revolución y contrarevolución.

Los sindicatos deben ponerse la tarea de organizarse contra la represión de los capitalistas y sus Estado. El enfrentamiento con su aparato de represión es inevitable, como lo muestran cientos de luchas obreras y huelgas, donde la disposición de las policías al servicio de los patrones queda más patente. Se debe pelear por la disolución de la policía, se deben organizar comités de autodefensa, para hacer frente a la represión y derrotarla

DESPROCESAMIENTO Y LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS OBREROS, POPULARES Y MAPUCHES.

COMITÉS DE AUTODEFENSA LIGADOS A LOS SINDICATOS

DISOLUCIÓN DE LAS POLICÍAS

8 de outubro: greve internacional de entregadores

Neste 8 de outubro se realiza a quarta greve internacional dos trabalhadores de entregas. Esta nova greve nos coloca diante de tarefas importantes para desenvolver frente ao avanço da crise em nível internacional que submete a classe trabalhadora e na qual os capitalistas pretendem que sejamos nós, os trabalhadores, que paguemos os custos da crise que eles geraram. Os entregadores têm sido um dos setores, nos quais as linhas imperialistas de exploração e precarização tem se aprofundado cada vez mais.

No último período, estão sendo discutidos em alguns países “projetos de lei” que outorgariam alguns direitos como trabalhadores, mas que de nenhuma maneira solucionam o problema de fundo, já que em nenhum caso esses patrões imperialistas estão dispostos, através de leis, a reconhecer nenhum direito e muito menos esclarecer a relação de trabalho encoberta que existe e, ainda mais longe, de reconhecer algum tipo de organização sindical. Geralmente, mediante o lobby, essas empresas obtêm as leis para legalizar a precarização. Isso se passa na Califórnia, por exemplo, onde, neste 8, se discute retroceder com a emenda AB5 que obrigava (sob certas condições) as empresas a reconhecer como trabalhadores os que eram contratados de forma independente. Algumas organizações que convocaram a greve estão priorizando a defesa da emenda diante do debate de anulá-la. Claro que há que se rechaçar, inclusive maiores avanços destes patrões, porém acreditamos que é um erro colocar como exemplo a defesa de uma lei, gerando expectativas na legalidade burguesa. Nos EUA, é a disfarçada orientação demagógica do Partido Democrata da Califórnia, no marco da disputa eleitoral com Trump. A tarefa colocada é construir a organização internacional de entregadores, que lute para impor aos patrões o reconhecimento irrestrito dos trabalhadores e sindicatos em todos os países que encabeçam esta luta. É fundamental desenvolver uma luta contra os próprios estados, que são cúmplices destas empresas, e desmascarar qual é o seu verdadeiro papel.

Esta greve conta com a participação de trabalhadores de países como Chile, Equador, Venezuela, Colômbia, Argentina, Brasil, México, EUA, Costa Rica, França Itália, Espanha e Alemanha. Em alguns destes países, vem se desenvolvendo diferentes conflitos, nos quais ocorreram confrontos com a polícia, o exército e a juventude e nos quais a classe trabalhadora se levantou para enfrentar os avanços das políticas imperialistas que pretendem nos submeter ainda mais diante da possibilidade de que seus ganhos sejam afetados. Em todas as partes do mundo, a política das empresas é a mesma, maior exploração e péssimas condições de trabalho. Por isso, é fundamental desenvolver tarefas anti-imperialistas, costurar alianças em todo o mundo entre os trabalhadores de entrega e pensar ações e métodos operários de luta que tendam a questionar a propriedade destas empresas como, por exemplo, paralisar e bloquear seus galpões próprios, entre outras medidas.

Basta de precarização trabalhista! Por um sindicato de trabalhadores de entrega!

Um elemento importante é a recente saída da Glovo dos países da América Latina, deixando milhares de trabalhadores sem fonte de trabalho, sob uma falsa promessa de incorporação em outras empresas de entrega. É importante aprofundar a luta e desmascarar que são demissões encobertas!

Na Argentina, no último período, vem se desenvolvendo um debate no seio da organização de entregadores relacionado a uma ideia estatista na qual, mediante a pressão ao estado, se poderia impor o reconhecimento como trabalhadores aos patrões.

De forma semelhante, no Brasil, a disputa pela regulação estatal dos entregadores de apps pelos partidos burgueses no parlamento e nos programas de governo para as eleições municipais buscam cooptar o movimento dos trabalhadores de apps para as instituições da democracia burguesa. Foi o que fez o PSOL na última greve dos entregadores, em 15 de setembro, agendando reunião dos líderes do movimento com Rodrigo Maia, na Câmara dos Deputados. Essa adaptação tem contribuído para diminuir a adesão às grandes paralisações, isolando os entregadores em protestos mais pontuais, como o realizado na Rappi por conta do calote de R$100, no condomínio de luxo do cliente que humilhou o entregador ou em Campinas pela morte de um entregador num acidente causado pela ausência de sinalização de uma obra na pista. É importante pontuar que, apenas em São Paulo, o número de mortes de motociclistas aumentou 38% durante a pandemia, apesar da diminuição do índice geral de acidentes.

No mesmo sentido, no Chile, uma recente decisão dos tribunais de justiça de primeira instância resolveu a favor de um trabalhador demitido pela Rappi, reconhecendo de fato a existência de uma relação trabalhista, declarando a demissão como injustificada. A CUT do Chile, além de assinalar esta decisão como a via de solução para os trabalhadores de entrega, chama a apoiar os projetos no congresso, tal como “meu chefe é uma app” que busca a regulamentação estatal da relação trabalhista e a organização sindical, enquanto os abusos, as extensas jornadas e os acidentes de trabalho se sucedem diariamente.

Queremos advertir sobre os perigos destas linhas que semeiam a confiança de que, mediante um projeto de lei e a intervenção dos deputados, consigamos nossas reivindicações. Esta ideia deixa os trabalhadores de entrega desarmados para poder desenvolver uma linha que afete realmente as empresas. A única forma de impor o reconhecimento da relação trabalhista aos patrões será afetando a produção e impondo a organização sindical geral do ramo, com independência do estado. O estado e suas instituições não são nossos aliados, são aliados das empresas e por isso é que não podemos confiar neles. É importante desenvolver a organização dos trabalhadores mediante assembleias por zona, elegendo delegados ou representantes sindicais, para pensar ações concretas que afetem estes patrões.

As tarefas que temos pela frente são fortalecer a organização em prol de construir uma organização sindical dos trabalhadores de entrega e dar batalha pelo reconhecimento como trabalhadores de transporte pela construção de um acordo único. Hoje, mais do que nunca, retomemos as bandeiras do proletariado que começa a se levantar em todo o mundo e desenvolvamos uma luta comum contra os nossos inimigos de classe.

 

 LOI Brasil - COR Chile - COR Argentina

El 18 de Octubre las fuerzas elementales de la juventud y la población trabajadora irrumpieron súbitamente para cuestionar décadas de sometimiento, explotación y opresión, ejercida de forma despótica por la democracia capitalista. El punto más álgido de ese proceso se dio también de forma espontánea, pero no menos contundente, en una histórica huelga general el 12 de Noviembre que si bien carecía de fortaleza organizativa  dejó en evidencia el poder de la clase trabajadora, paralizando todo el aparato productivo, tomando al mismo tiempo las calles para enfrentar a la maquinaria de represión estatal. Este acto semiinsurreccional dejó al gobierno al borde de caer, y para salvarlo y salvarse a sí mismos, acudieron a él todos los partidos de la burguesía y la pequeñoburguesía para sacar la promesa de que este régimen de opresión y explotación, puede mejorar su cara, se puede reformar al Estado, se puede volver a edificar “la casa de todos” donde explotados y explotadores vivamos felices bajo el mismo techo.

Casi un año ha transcurrido desde estos acontecimientos y la pandemia mundial vino a profundizar la crisis económica y social que se desarrolla en el mundo producto de un proceso profundo de descomposición del capitalismo y del desarrollo cada vez más agudo de la lucha de clases. La injerencia represiva del Estado, no sólo en el accionar sistemático contra los sectores movilizados, los trabajadores, la juventud, las comunidades mapuches, etc, sino también en la intervención de las relaciones sociales con las políticas restrictivas de cuarentena, que han dejado en evidencia una y mil veces que a la clase dominante no le interesa la “salud” de la población, está dejando una crisis social de enormes proporciones.

Entre desocupados, los llamados “inactivos” (los que dejaron de buscar pega) y los suspendidos (por la ley de protección del empleador) acumulan la friolera de 3 millones de trabajadores. Una masa humana de fuerza de trabajo que se volcará, en la medida que la “apertura” económica lo permita y la necesidad lo exija, a buscar sustento, porque no tenemos más que nuestra fuerza de trabajo para vender. Esta masa de trabajadores hace que los empresarios se estén sobando las manos para abaratar el costo de la mano de obra, ya que para ellos somos una mercancía más. Una evidencia que empresas imperialistas como Unilever, estén aumentando el número de desocupados con cierres y despidos preocupados de que su cuota de ganancia no califica como “rentable”.

Al mismo tiempo los otrora abanderados del llamado “neoliberalismo antiestatista” utilizan fondos estatales y la generación de deuda con créditos multimillonarios al FMI para financiar este festín de despidos, para contener mediante dádivas fiscales el hambre y la carestía de grandes sectores de la población. En un puñado de meses el Chile modelo que habría superado la pobreza está comenzando a desarrollar la misma a niveles exponenciales. Algo que se expande más rápido que la pandemia  por toda la región. También el gobierno dispone de una batería de medidas “proempleo” para financiar la contratación, que no es más que otro eufemismo para que los empresarios abaraten aún más el valor de la mano de obra, rotando a los trabajadores despojando al mismo tiempo de sus conquistas a aquellos que son desplazados. Basta sólo dejar en evidencia que las remuneraciones reales no hicieron más que descender de marzo a la fecha mientras los ricos se hicieron más ricos, y las restricciones impuestas por los patrones y el Estado en las empresas llamadas “esenciales” aumentaron los niveles (estancados durante años) de productividad, esto es que produjeron lo mismo o incluso más con menos trabajadores, algo que la burguesía querrá extender e implantar.

Los recientes proyectos, rechazados momentáneamente en el congreso, de “salario mínimo” e “infraestructura crítica" no reflejan otra cosa que la orientación más decidida de la burguesía en vísperas del 11 de septiembre de imponer salarios de hambre y represión, incluso con la fuerzas militares, toda una provocación con un decidido simbolismo reaccionario.

Mientras este ataque en toda línea de la burguesía acontece, los partidos del régimen se preparan aglutinándose en “comandos” por el apruebo o rechazo a un cambio constitucional. Un cambio que ya quedó amarrado y maniatado tanto en su técnica electoral, a medida de los “incumbentes” de la burguesía, como en su esencia y su carácter de clase, pauteado para no cuestionar ni un ápice de la dominación imperialista. Es verdad que amplios sectores de los trabajadores depositan sus expectativas en esta opción, no tan esperanzados como amplios sectores de la pequeñaburguesía, pero si como la única vía práctica hoy por hoy para intentar torcer su destino. Sin embargo, esto sólo es un subproducto de la crisis de dirección, de las direcciones políticas reformistas contrarrevolucionarias que infestan y difunden la falsa ideología reaccionaria de que la democracia burguesa puede ser perfectible, de que aggiornando o limitando las instituciones más reaccionarias legadas por la transición del régimen pinochetista al democrático, se puede abrir al futuro.

Es así que también enarbolan la falacia de que instalando en una carta magna el “derecho” a la educación, la salud o la vivienda, esta se hará realidad como proceso de reforma democrática. Es aquí donde los grupos “estatistas” de la pequeñoburguesía como el PC o el FA pretenden ocultar el carácter de clase del actual aparato estatal, buscan arribar al botín del Estado semicolonial para favorecer a otras fracciones burguesas menores. Esto es lo que prometen en sus programas y proclamas, y en una eventual convención constituyente será procenio de debate, en una suerte de parlamento “ad hoc”, en definitiva, un podio de charlatantes.

También están quienes rechazando este proceso se expiden por una Asamblea Constituyente, libre, soberana, popular o revolucionaria. La levantan como un “puente” hacia la toma del poder o hacia formas de gobierno obrero, una abstracción absoluta que no identifica ni denuncia el carácter de clase de tal institución implantándola como obstáculo.

Se conmemoran 47 años del golpe contrarrevolucionario, que derrotó de forma brutal y despiadada a toda una generación de luchadores y de la vanguardia obrera. Este proceso contrarrevolucionario preparado directamente en el seno del imperialismo yanqui, se dirigió a aplastar un proceso revolucionario. No fue la interrupción de un proceso democrático gradual y en ascenso. Fue la liquidación de la posibilidad de que la clase trabajadora se hiciera del poder y extendiera una revolución hacia “patio trasero” del imperialismo. Fueron varias las medidas de contención que utilizó la burguesía antes del golpe de Estado, entre ellos las medidas de capitalismo de Estado, todo para mantenerse en la escena histórica. Esta mayor injerencia del Estado burgués en los 70s tuvo su punto culmine bajo el gobierno de la UP, presentado como la “vía pacífica al socialismo”, que difuminó en el movimiento obrero la farsa de un socialismo sin destruir el aparato burocrático militar, que constituye la esencia del estado, como maquinaria de opresión de una clase sobre otra.

A 47 años vemos que la decadencia imperialista se ha profundizado, y la burguesía vuelve a desempolvar viejas ideas de intervención estatal, aunque la mayor descomposición capitalista presentará a esta ideas reformistas ya no como una tragedia sino como una farsa, colocadas para salvar al capital de sus crisis, atacando al proletariado.

El actual proceso de ataque y descomposición del capitalismo sólo puede enfrentarse si se preparan y organizan las fuerzas del sujeto revolucionario. El gran triunfo del golpe contrarrevolucionario consiste en la dispersión y debilidad organizativa de la clase obrera. El poder de la burguesía reside en la producción, es prioritario que sea la clase trabajadora la que dé una salida con un programa de independencia de clase. A la actual crisis social sólo puede darle una salida nuestra clase. La desocupación creciente sólo puede ser enfrentada por la unidad de los ocupados con los desocupados levantando un programa de escala móvil de salarios por rama, peleando por salarios acordes a la canasta familiar, imponiendo el derecho al trabajo, así como el de la salud, la educación o la vivienda, enfrentando activa y decididamente despidos como los de Unilever. La burocracia sindical tratará de jugar de mediación para apoderarse del movimiento, pacificarlo y domesticarlo a los cauces de la democracia para ricos. Es necesario que levantemos la organización obrera, recuperando los sindicatos, impulsando un Congreso de delegados de base de toda la clase trabajadora que pelee por poner en pie una Central Única de trabajadores donde se levante un programa y un plan de lucha con una perspectiva para superar al capitalismo semicolonial decadente. No se puede repetir la historia quedándose en la trampa de la reforma estatal, es necesario superarla peleando por imponer la dictadura del proletariado extendiéndola internacionalmente, el norte de la vanguardia debe ser la derrota de la burguesía, la victoria del proletariado.

Las débiles fuerzas de los activistas y la vanguardia obrera no pueden desgastarse en fórmulas tácticas para las que ni siquiera se tiene ni el peso ni, por sobre todo, la claridad. La pelea por poner en pie un Partido Revolucionario, debe ser la bandera de la reconstrucción de la IV Internacional como el Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Quarta, 09 Setembro 2020 11:24

O Socialista 114

Leia O Socialista de setembro 2020

Belarus: fraude, crise política e irrupção dos trabalhadores

Já são três semanas de intensa agitação na Belarus, impulsionada pela rejeição à fraude eleitoral pela qual o Presidente Lukashenko pretende prorrogar o seu mandato. Já se passaram 26 anos desde que assumiu o cargo pela primeira vez, em 1994. As manifestações de rua dão o ritmo desde 9 de agosto, e a repressão brutal do regime, longe de enfraquecê-lo, produziu o contrário. Nas ruas, a juventude de classe média desempenha um papel importante, mas todos os observadores destacam a irrupção do movimento operário, principalmente de seus batalhões mais concentrados da indústria.

As marchas e protestos, que levaram cerca de 100 mil pessoas às ruas de Minsk no domingo, 23 de agosto, são um sinal de um movimento espontâneo, com confusão de objetivos e com uma liderança fragilizada pela pouca estruturação da oposição nacionalista / liberal, pró reformas de mercado, cuja figura eleitoral é a candidata da oposição, Svetlana Tijanóvskaya, atualmente exilada na Lituânia. O movimento possui extensão nacional e não se concentra apenas na capital, Minsk.

Antagonismos interestatais

 

Belarus é um país de 9,4 milhões de habitantes, ex-membro da URSS e posteriormente aliado histórico da Rússia. Nessa aliança, é o parceiro menor, mas não devemos pensar na relação como estamos acostumados: a Belarus concentra importantes centros de industrialização de matérias-primas russas. Um elemento que alimenta a crise atual é a depressão do preço do petróleo no início do ano, à medida que as refinarias bielorussas exportam petróleo processando o petróleo cru que obtêm a preços subsidiados da Rússia. Além dessa estreita relação econômica, que teve seus altos e baixos nos últimos anos, os dois países também estão ligados por acordos militares e elementos históricos culturais.

É por causa dessa relação com a Rússia que muitos, incluindo o bonapartista Lukashenko, rotulam os protestos recentes como "pró-Ocidente" ou “pró-União Europeia”, tentando equipará-los ao chamado Euromaidan que invadiu a Ucrânia em 2014, levando à renúncia do presidente e, mais tarde, para uma guerra civil. A verdade é que as mobilizações não reivindicam a entrada do país na UE, o que era explícito em 2014 na Ucrânia, e nem sequer levantam consignas antirrussas. A própria Tijanóvskaya, da Lituânia, teve o cuidado de demarcar as posições da oposição de um enfrentamento com Moscou, deixando claro que são protestos que se limitam a defender apenas a  democracia, ou seja, a democracia burguesa da qual a única experiência que o país tem são… os governos de Lukashenko, que paradoxo.

A União Europeia (UE) vem de anos de afrouxamento das sanções que aplicava à Belarus pelas violações das liberdades políticas do chamado “último ditador da Europa”, num contexto de revisão das relações com a própria Rússia, país com o qual a Alemanha possui importantes vínculos produtivos, principalmente pelo fornecimento de matérias-primas, especialmente hidrocarbonetos. Diante do processo atual, as autoridades da UE se limitaram a emitir declarações e na sexta-feira, 28/08, votaram sanções para algumas figuras do regime.

Por sua parte, Putin precisa ser prudente em sua relação com o país. Embora apoiasse Lukashenko e, na semana passada, tenha avançado na ameaça de uma intervenção direta na crise, ele precisa, por um lado, manter sua relação com Trump e a UE e, por outro, ponderar mais à estabilização da Belarus do que o próprio Lukashenko, razão pela qual um setor de seu partido político mantém vínculos com os sindicatos bielorrussos que participam das mobilizações por meio da burocracia sindical da Federação dos Sindicatos Independentes da Federação Russa (FNPR).

Os Estados Unidos, por sua vez, não assumiram uma posição clara, já que o peso da crise interna do imperialismo pode não apenas explicar essa posição, mas é também um elemento determinante na série de crises políticas, de regime e de Estados, e os processos de luta de classes que estão atravessando o mundo. A desorientação imperialista, face às eleições presidenciais de novembro e com um governo Trump duramente atingido pelas consequências da recessão económica, a má gestão da pandemia e o processo de luta contra a brutalidade policial e o racismo, é um elemento central da conjuntura internacional.

Toda uma série de correntes políticas, a ressaca do estalinismo e todos os tipos de populistas, destacam o antagonismo entre os EUA e UE por um lado, e Rússia e China por outro, para condenar as mobilizações em Minsk e outras cidades e apoiar Lukashenko e seu regime, que já prendeu 7.000 manifestantes, matou mais de 3, além dos desaparecidos nas últimas repressões. A lata de lixo da história é o único lugar no qual esses nostálgicos do Gulag podem ser acolhidos, não têm nenhuma aproximação com a esquerda revolucionária e a vanguarda do movimento operário internacional.

 

A ofensiva imperialista sobre a Rússia, e especialmente sobre a China, deve ser apreciada do ponto de vista do processo histórico, e não da lógica burguesa da geopolítica. Trata-se do problema da assimilação dos Ex-Estados operários, cujas contradições explosivas se desenvolvem em todo tipo de manifestações específicas em vários territórios nacionais, com características determinadas. Estamos a falar de processos tão diferentes como os de Hong Kong, da Ucrânia e agora Belarus, mas que são a expressão de toda uma fase histórica. Voltaremos a este problema nodal da situação mundial a seguir.

Forças elementares

 

Belarus, como outros ex-Estados operários, sofreu um processo de privatização da indústria no início da década de 90. No entanto, esse processo de restauração capitalista "a frio" encontrou seus limites precocemente, levando à renacionalização de grande parte da empresas já em 1994. Atualmente, o capitalismo de estado na indústria atinge entre 75% e 80% do setor. É um processo de renacionalização que também foi realizado na Rússia, embora mais tarde, sob o comando de Putin. Esses elementos servem para apontar que a protoburguesia bielorrussa é particularmente débil, e não existem os chamados “oligarcas”, que monopolizam ramos industriais inteiros (ao menos não da indústria pesada) como foi o caso na Ucrânia. Os setores dessa protoburguesia junto com as camadas pequeno burguesas são a base da candidata da oposição, que na verdade é substituta de seu marido, um empresário detido pelo regime.

Outra diferença com a Ucrânia, importante do ponto de vista sociológico, é a relativa fragilidade do setor agrícola e em geral da produção de matérias-primas, em relação à indústria. A indústria herdada da URSS permanece na Belarus, mostrando-se competitiva em alguns ramos, como na fabricação de máquinas pesadas e tratores, e na semimanufatura de produtos primários. Esta relação é bastante eloquente quando considerada em números: a agricultura, a pesca e a silvicultura representam 6,6% da produção bruta, enquanto a indústria representa 26%. O setor de serviços, que tem maior peso na economia, sustenta outra fração importante da classe trabalhadora, que inclusive tem participado ativamente dos protestos, como o de transportes, e também amplos setores pequeno burgueses.

Quando falamos sobre o peso econômico da indústria, isso também se reflete na política. Porque todas as facções em guerra têm um interesse ativo em conquistar para si a simpatia da classe operária. Já falamos da federação sindical russa, mas atividade semelhante é realizada pela burocracia da Confederação Sindical Internacional (CSI, à qual estão filiados as CTAs e a CGT argentinas), especialmente suas seções europeias ligadas por mil e um laços aos Estados e patronais imperialistas da UE. Além disso, a oposição nacionalista / liberal faz chamados à greve para se apoiar nas fábricas, enquanto Lukashenko teve uma surpresa desagradável quando tentou retomar a popularidade em sua visita à fábrica de tratores de Minsk, e agora envia as autoridades locais para negociar com os trabalhadores.

As ações operárias têm sido importantes, incluindo greves, assembléias nos portões, colunas operárias nas marchas e reuniões com os gestores e as autoridades locais para exigir a libertação dos detidos e rejeitar as sanções contra os trabalhadores participantes das mobilizações, embora não tenha se concretizada a convocação de uma greve geral. Tamanho é o peso das medidas sindicais que, após as primeiras manifestações desse tipo, Lukashenko teve que libertar os primeiros detidos. A novidade é que esse tipo de luta está se desenvolvendo em um país no qual o direito à greve não é legalmente reconhecido e a repressão está na ordem do dia. Enquanto mantém-se a propriedade estatal das empresas, Lukashenko vem aplicando um programa, em acordo com o FMI, EUA e UE, de sucessivas reformas, liquidando negociações coletivas, impondo contratos de trabalho temporário, aumentando a idade para aposentadoria e promovendo um declínio constante nos salários reais devido ao efeito da inflação e da desvalorização.

Por enquanto, as ações do proletariado se posicionam contra a pagar pelas lutas entre as frações dirigentes. Utilizam a oposição para enfrentar sua patronal. As organizações sindicais, estatizadas, não cumprem seu papel, por isso, os trabalhadores formaram comitês operários, que a oposição tenta influenciar. A luta por uma direção que permita a intervenção independente da classe trabalhadora é urgente e, por sua vez, uma tarefa internacionalista que os revolucionários da Europa, Rússia e do resto do planeta devemos apoiar com toda seriedade e audácia.

Entre a assimilação capitalista e a decomposição imperialista

 

A queda da URSS significou para muitas correntes a restauração capitalista plena e a reversão histórica total da Revolução de Outubro. No entanto, o resultado desse processo foi muito mais tortuoso para os capitalistas, porque se produziu na etapa avançada da decomposição imperialista. As privatizações, como um processo de reforma econômica sem recorrer a uma contrarrevolução aberta para destruir os alicerces do aparato estatal, surgido em Outubro, e as sucessivas revoluções que expropriaram a burguesia acabando com a sua dominação em determinados territórios ao longo do século XX, demonstraram ser um fracasso como aposta do imperialismo. Assim, este processo de assimilação ao capitalismo continua a desenvolver-se, ainda que as protoburguesias dos diferentes ex-Estados operários, especialmente Rússia e China, não tenham conseguido tornar-se as novas classes proprietárias dominantes. Isso não se define no âmbito nacional, e sim na arena mundial. O proletariado, por sua vez, constitui-se ainda uma reserva para enfrentar os processos de restauração em curso, apesar de ter sido utilizado em diferentes ocasiões como base de manobra por um ou outro setor da burocracia restauracionista e/ou das camadas pequeno burguesas aliadas ao imperialismo. Esta tragédia tem como causa principal a crise da direção revolucionária do proletariado internacional.

É curioso como voltamos a ler sobre situações revolucionárias objetivas, desta vez das mãos do PO(t) e Altamira, um velho inimigo declarado de Nahuel Moreno, ao discutir os processos nos ex-Estados Operários. O que Altamira esquece é que, para estabelecer tendências objetivas, que não estão descartadas, é preciso definir quais são as transições. Quando Lenin discutiu este problema, já havia definido a fase superior do capitalismo, o imperialismo, como transição entre o capitalismo e o socialismo. No processo bielorrusso, devemos considerar o problema da assimilação, que torna a discussão da transição muito mais complexa. Não só porque o papel dos ex-Estados operários não está definido no sentido de que, se as protoburguesias poderão ou não, a partir de um inevitável conflito violento, conquistar uma posição como classe capitalista no mercado mundial e no sistema de Estado ou permanecerão relegadas como lamentáveis sub-burguesias semicoloniais (e este é o programa do imperialismo); mas também podemos tomar a hipótese de Leon Trotsky, que argumentava que a direção contrarrevolucionária que dirigiu os processos de restauração, em sua contradição de não ser capaz de se constituir como classe, geraria, em sua relação com as leis tendenciais da economia mundial, um caos capitalista. Esta última hipótese é para nós a que mais se aproxima do processo real. E diante desse caos, o necessário é girar esta tendência a partir de uma direção revolucionária consciente.

Programas

 

Distantes dessa discussão, as organizações do trotskismo centrista latino-americano em suas notas abstraem-se do caráter de classe do Estado na Belarus, do processo de assimilação e das contradições estabelecidas pela decomposição imperialista, para repetir o que dizem em qualquer outro lugar: trata-se de um processo “pela democracia” no qual a classe trabalhadora deve intervir “de forma independente”. Continuam presos no esquema de transcrescimento da revolução democrática em revolução socialista que Moreno ou Guillermo Lora os ensinou. Podem até levantar consignas como “Fora Lukashenko”, como faz o Novo MAS, das quais é preciso perguntar: para que venha quem? O Partido Obrero (oficial) fala em promover “uma alternativa política própria dos trabalhadores”, enquanto o PTS nem mesmo se refere aos trabalhadores, simplesmente falando sobre “a independência política que o movimento conquiste em relação à oposição liberal e populista”. Estão se referindo a uma candidatura independente nas próximas eleições? As discussões da conferência latino-americana da FIT-U nos fazem pensar assim.

A crise aberta pela fraude eleitoral em relação à democracia como forma política é um ponto de partida para promover a luta operária contra a restauração capitalista e seus aplicadores, cujas diferenças, em todo caso, estão na velocidade dessa restauração. A ditadura de Lukashenko é repressiva, aprisiona  e reprime aqueles que lutam. Não podem os trabalhadores da França e os coletes amarelos, o movimento negro do BLM e os trabalhadores chilenos afirmar que a democracia burguesa faz exatamente o mesmo? O problema da relação das massas com a política surge da relação do proletariado com as alavancas da economia. Não é necessário fazer rodeios, o caráter histórico da Revolução de Outubro continua vivo. A democracia operária é mil vezes superior às eleições parlamentares burguesas, e se os trabalhadores, que se tornaram o eixo da situação no país, podem desenvolver essa experiência, será golpeando Lukashenko e a oposição pró-imperialista na produção, com a greve geral e o avanço do controle operário dos ramos econômicos. É claro que tal processo não pode ficar restrito à Belarus, porque até o limite a contradição do imperialismo e a própria sobrevivência de Putin passam pelo processo de assimilação da Rússia. Por isso, é necessário que a luta se fortaleça a partir da intervenção do proletariado russo e de toda a região, com o apoio decidido da classe trabalhadora europeia e norte-americana, denunciando em voz alta o conteúdo real de exploração da democracia imperialista. É neste sentido que o proletariado bielorrusso deve lutar pela sua independência, independência de classe como sujeito do processo histórico, não só levantando demandas “sociais e econômicas”, mas também postulando sua direção política a partir da administração das coisas, da qual nasce a verdadeira democracia, a democracia proletária. A luta por uma Federação Socialista, recuperando o melhor da experiência da URSS, como forma política da ditadura do proletariado em seu desenvolvimento internacional. Até o fim, a luta dos revolucionários é pela regeneração da vanguarda comunista, retomando as tarefas que Leon Trotsky nos deixou, lutando pela reconstrução da Quarta Internacional. À luz dos processos complexos e riquíssimos que se desenrolam aos nossos olhos, convocamos as correntes que se reivindicam pela ditadura do proletariado a uma Conferência Internacional para discutir os desafios urgentes que enfrentamos.

 

 Publicado em www.cor-digital.org no 29/08/2020