TRCI-web

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Wednesday, 12 October 2022 12:37

SUTNA's struggle for wages deepens

Published on Saturday, 2 July 2022

 

The tyre workers have been holding strikes for weeks as part of a plan of struggle for wages. The SUTNA shows the potential of a recovered union, striking in production to confront the bosses’ intent to unleash the crisis on our backs, in contrast to the social peace of the Peronist union bureaucracy, tied to the government, the employers and the IMF.

         The strength of the SUTNA strikes, which have now been going on for ten days, is creating difficulties to the three big employers in the industry, which have seen their stocks and orders affected, and are beginning to run out of supplies in the domestic market. Fate, Pirelli and Bridgestone companies continue to show a tough posture, audience after audience, and are reluctant to concede the demands of the SUTNA. The demands are for a 2021/2022 strike settlement at 5% above the official inflation rate and weekend hours at 200%, which would mean an additional 15% in real wages.

         The SUTNA strikes again on Monday and demonstrates to the Ministry of Labour, while the government brings in Scioli to intervene in favour of the bosses. The tyre workers are already discussing further measures, following assemblies in the plants. We must surround this struggle with solidarity in order for it to succeed and prepare the conditions to impose a general strike on the CGT and CTAs in the face of the tremendous devaluation of wages and the attack on our living conditions.

On tyre prices and wages

         In the course of the struggle, the bosses have claimed that conceding to SUTNA's demands would mean a loss of "competitiveness". But this is false. A real wage increase would not affect competitiveness, labour productivity or the final price of tyres. The values are determined by the socially necessary labour time for their production (in the industry as a whole at the international level). An increase in the real wage, i.e. in the value of labour power, would only affect profit. This is what Fate, Pirelli and Bridgestone are refusing to recognise in the form of wage increases.

         The SUTNA has responded to the employers' arguments by claiming that the value of the labour force in the final price is 1.000 pesos or 5%, for propaganda and denunciation purposes. But we must not forget that the price is not a fixed sum, it is variable; and that it is variable according to the laws that govern the capitalist system. The part of wages and that of surplus value in the product value, vary according to each factory, it is variable because it is also a question that is determined, in the last analysis, by class struggle.

Joining the CGT

         The leadership of the SUTNA has asked for the union to join the CGT. The recovered tyre union is influenced by the Trotskyist left, it has conquered a very important position to give programmatic fights and to influence the rest of the workers' movement by fighting Peronism with a programme of class struggle, to place the working class as the political leadership of the exploited masses, to give a way out of the capitalist crisis from a perspective of power. Peronism and the bourgeois factions call the workers to trust in the intermediation of the bourgeois state (its intervention in the economy), and the other bourgeois faction in the free rule of the capitalist economic laws (Milei).

         For us the SUTNA must enter the CGT with the banner of a single workers' trade union centre, with the idea of defeating the union bureaucracy of the CGT and CTAs, in the need to unify the workers in a single trade union centre, independent of the State, to put an end to all divisions, to fight to incorporate the unemployed into production, for a sliding scale of working hours and wages, for workers' control of production.

 No Al TPP11

 

El gobierno de Boric avanza en la aprobación del TPP11, según se lo ha mandatado el imperialismo norteamericano. Las side letters (o cartas laterales) es el espejismo que pretende elevar la idea de que Chile puede imponer al resto de los países firmantes y a las trasnacionales condiciones diferenciadas para salvaguardar algún resto de lo que llaman “soberanía nacional”.

El  ideal para el gobierno hubiese sido aprobar el TPP11 con la cobertura de una Nueva Constitución “feminista, ecológica, inclusiva, de derechos, etc, etc”, la misma carta que mantenía inamovibles los tratados de libre comercio, además de mantener incólume el aparato burocrático militar del Estado burgués. Sin embargo, el rechazo contundente a esta farsa montada para intentar desviar y liquidar la semiinsurrección de masas del 18 de Octubre del 2019, coloca hoy al desnudo el carácter de clase de un gobierno bonapartista al servicio del imperialismo.

El TPP 11, comenzado en el gobierno de bachelet, no es sólo un tratado de libre comercio más, sino que constituye un alineamiento con el amo yanqui. Si bien Trump había retirado a EEUU de los países firmantes, el rol de sus monopolios y del capital financiero hace que sean sus bancos y empresas trasnacionales las que en verdad controlen los recursos y beneficios de esta “zona de libre comercio”.

Discursivamente el tratado empalma del todo con “los protocolos ambientales, paridad de género en los altos cargos de las empresas”, etc donde la burguesía imperialista, que no tiene ningún interés en el medio ambiente, se garantice la explotación de la clase obrera y la expoliación de los recursos de las semicolonias. Hay que decir que el tratado viene a reforzar la política de “apertura económica” de la sub burguesía local, de dar "certezas" a la inversión extranjera y la gravitación del capital financiero en la economía. Por ello las giras de Boric en Canada, EEUU y Europa, fueron para recibir las directrices de los CEO’s de las trasnacionales combinando alocuciones “poéticas” en su pose de presidente progre. Convenga aclarar que con una firma del Presidente bastaría para retirarse del TPP11, pero la sumisión al imperialismo de este bonapartismo pequeño burgués se manifiesta mediante las volteretas de Boric que se desdice a cada paso, como cuando posaba como el “diputado irreverente” de la bancada estudiantil en contra del TPP11.

Mucha letra muerta ha corrido sobre que el tratado sería una forma de protegerse contra las disputas entre EEUU y China, o sobre que sería un resguardo ante los efectos de la guerra en Ucrania. La profundización de la tendencia a la ruptura del equilibrio capitalista, vuelve ridícula todas estas especulaciones, y al mismo tiempo evidencian cómo las 7 familias que controlan Chile, se disponen a ser los socios menores de la burguesía imperialista en la expoliación de los recursos naturales, productivos y la explotación de la clase obrera en la dominación del imperialismo.

Los roces al interior del Apruebo Dignidad, no han significado más que un posicionamiento para las cámaras para intentar no perder la poca “base por izquierda” que les queda. Sin embargo, nuevamente comienzan a lamentar que producto del "rechazo" y la falta de movilización en las calles, hacen que el gobierno no tenga otra opción que ceder. Esas son las explicaciones que, entre otros, el Partido Comunista, trata de esgrimir culpando a las masas la falta de lucha; el mismo partido de gobierno que reprime las luchas obreras, estudiantiles, de la juventud, mantiene la militarización del sur, el hostigamiento a las comunidades mapuches, los desalojos a las familias sin techo, que mantiene los presos políticos tras la rejas, que persevera con las querellas contra los que luchan, etc, etc.

No se trata, como algunos reclaman, de que este tratado impediría la industrialización o “diversificación productiva del país”. La realidad internacional de las fuerzas productivas anulan por si mismos estos planteos y no apuntan al verdadero carácter del sometimiento que es la de la dominación imperialista. Significa sí, un salto en el carácter semicolonial del país. La respuesta a este enfrentamiento pasa por organizar a la clase trabajadora para imponer el control obrero de los medios de producción en una lucha abierta contra el imperialismo y en alianza con el proletariado de los países semicoloniales y de los países imperialistas.

Para ello es necesario forjar la dirección revolucionaria internacional que pueda ser capaz de conducir a la clase obrera a que intervenga en esta situación de crisis del capitalismo en descomposición y prepare las condiciones para la conquista del poder.

Saturday, 10 September 2022 23:23

A 49 AÑOS DE GOLPE DE ESTADO

Se conmemoran 49 años del golpe contrarevolucionario desatado por la burguesía y el imperialismo contra la clase obrera y el pueblo, que persiguió y aniquiló a un sector importante de la vanguardia obrera y juvenil.

El proceso de los 70 se enmarca en un ascenso de la lucha de clases a nivel mundial donde el reformismo de esa época, con la “unidad popular” del PC y el PS, llevaron a las masas a confiar en la vía pacífica al socialismo (vía chilena le llamaban) embaucando al pueblo en la “supuesta neutralidad del Estado Burgués”, la “ supuesta tradición constitucionalista de las FFAA”, la conciliación de clases con una fracción de la burguesía, allanando de este modo el camino al golpe contrarevolucionario. Mientras la clase obrera tomaba el control de la producción, desarrollaba los cordones industriales y se organizaba para el enfrentar el golpe; la política de sus direcciones fue la de la conciliación con la burguesía, la del apoyo incondicional al gobierno, la mantención del parlamento, la del desarrollo del “área social” en la producción como la fórmula estatista para depositar confianza en una transformación reformista del carácter burgués del Estado.

Lo mismo podemos decir de las patas izquierda del Frente Popular como el MIR, que mediante que el “apoyo crítico” al gobierno y mediante golpes de efectos, hacían imposible el desarrollo de la independencia de clases, alejaban a la vanguardia de las fábricas para llevarlas a disputar el “territorio” y debilitaban con ello preparar nuestras fuerzas para la destrucción del estado y la toma del poder.

En el proceso semiinsurreccional que se abrió el 18-O (a 46 años de este golpe) la serie de paros, el desarrollo de las “primeras líneas” como organismos de autodefensa, la extensión de la lucha a las principales ciudades y, en particular, la huelga general del 12 N obligó al gobierno a decidir, para evitar su derrocamiento a manos de las masas, entre desatar una cruenta represión o jugársela por un “desvío democrático”. Este fue el origen del “acuerdo por la paz y el orden público” del 15 de Noviembre que dio inicio al proceso constituyente, donde Boric mostro sus credenciales de tipo confiable para la burguesía.

Por ello el resultado del plebiscito de salida del 04 de septiembre era tan importante para el oficialismo ya que son los partidos que buscaron abiertamente darle un desvío y cierre al proceso que abriera el 18-O.

Mientras se cocinaba este desvío, nos mostraban el rostro de la democracia para ricos desplegada, con estado de excepción en la Araucanía, represión a la juventud, fortalecimiento de las policías, precarización, cesantía, pandemia, caída de los salarios, presos políticos, etc.

El resultado del plebiscito rompe varias ilusiones reformistas que alimentaban este proceso y da por tierra con el fraude que montaba todo el arco del “apruebo” comandado por los políticos profesionales de la burguesía, que hoy se están incorporando de lleno al gobierno. Al mismo tiempo, este “rechazo” de las masas, no elimina ni mitiga los grandes problemas sociales, sino que los agrava, evidenciando la aguda separación de las masas con el aparato de Estado.

La juventud estudiantil ha respondido con organización e importantes movilizaciones. Desde varios sectores, principalmente universitarios y agrupamientos afines a la extinta convención, se insiste en una reedición del proceso constituyente o en el reclamo de una verdadera AC, vale decir, vuelven a poner en el norte la reforma al Estado.

Mientras el gobierno reprime las luchas, se coloca al servicio de los partidos de derecha y del gran empresariado, instala a los personeros de la concertación en los principales ministerios, y va retrocediendo paulatinamente con las “reformas” comprometidas, en el parlamento burgués se cocinan los “bordes” de la nueva reforma constitucional.

El poder de la burguesía reside en la producción. El aparato del Estado garantiza este poder y la dominación imperialista mediante la defensa de la propiedad privada de los medios de producción y el sometimiento de la clase trabajadora y el pueblo. Impulsar el norte de una reforma al aparato estatal para buscar la vía de un “nuevo trato” o “pacto social” entre las clases, para una “redistribución de la riqueza” o de “apertura democrática”, no solo es utópico en el capitalismo en descomposición, sino que es abiertamente reaccionario. Ya sin el norte de la “sociedad socialista”, se vuelve a colocar en escena la política de la “conciliación de clases”.

Pese a que las luchas no pasan en vano, el actual proceso nos encuentra a bastante distancia de la extensión y profundidad política y organizativa que tenía la clase obrera en el proceso revolucionario de los 70’s. Hoy la pelea es por poner en pie a la clase trabajadora recuperando sus organizaciones, expulsando a la burocracia y luchando por imponer un programa de independencia de clase, que parta por impulsar el control obrero sobre la producción. La energía desplegada por la juventud en lucha puede servir para cuestionar el carácter burgués de la educación, forjar las herramientas organizativas de las nuevas generaciones y, abrir con su lucha la entrada en escena de los batallones centrales del proletariado.

Sólo es por medio de la revolución, de la destrucción del estado burgués, y la instauración del poder obrero y de su extensión internacional, que podremos darnos a la tarea de transformar la sociedad de clases hacia la extinción de las clases y del propio Estado.

Se hace más necesario que nunca sacar las lecciones de los procesos nacionales como internacionales, que constituyen un acervo valioso para la conciencia histórica de la clase obrera.

La revancha histórica, que pondrá fin a la impunidad de los genocidas, la justicia para con los asesinados y desaparecidos, la libertad de los actuales presos por luchar, vendrá de la mano de organizar nuestras fuerzas para colocar a la clase obrera de pie hacia la conquista del poder.

Solo un partido mundial de la clase obrera, la IV Internacional reconstruida, puede preservar el legado teórico político e impulsar el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado para los futuros combates de nuestra clase.

El resultado del plebiscito por una nueva constitución le dio el triunfo a la opción Rechazo con un 62% de los votos contra un 38% de la opción Apruebo, resultado contundente, ganando la opción derrotada sólo en 8 comunas en todo el territorio nacional.

El proceso constituyente, con la convención constitucional como organismo ad hoc del aparato estatal, fue la salida que optó la burguesía, aquel 15 de Noviembre del 2019, para salvar al entonces gobierno de Piñera de su derrocamiento producto de la intervención semiinsurreccional de la clase obrera en esos días. Todas las alas de la burguesía y la pequeñoburguesía cerraron filas para llevar aguas al molino de la democracia burguesa, mediante una batería de elecciones (plebiscito de entrada, elección de constituyentes, municipales, presidenciales, plebiscito de salida) que haría difuminar la energía desplegada por las masas en las calles, y su encauzamiento en las vías institucionales.

Los “movimientos sociales” y gran parte de la izquierda se metieron de lleno a este proceso que tuvo como resultado la absorción por esta comisión constituyente de gran parte de estos movimientos, provocando su fragmentación y dilución.

Gran parte de los convencionales eran (mal) llamados “independientes” o eran referentes del movimiento feminista, representantes indígenas, por “el derecho al agua”, hasta una convencional de la izquierda (MIT-LIT-CI). Por supuesto que no faltaban los partidos políticos burgueses y pequeñoburgueses (UDI, DC, PS, FA, PC, etc) quienes se encargaban de cocinar las maniobras políticas pertinentes para cuajar la nueva carta magna. Se abocaron desde un comienzo, pese que ya estaba pauteado su funcionamiento desde el pacto del 15N sobre quórums y respeto a los tratados internacionales, a entregar las certezas necesarias a la burguesía y al imperialismo en  la defensa de la propiedad privada, la entrega de los recursos naturales a la explotación privada, etc etc. A partir de aquí incorporaron toda una serie de declamaciones sobre derechos sociales, culturales e identitarios, que iban desde el derecho al trabajo y a la vivienda hasta la protección de los animales y el medio ambiente, pasando por el respeto a la diversidad sexual, etc.

El texto fue presentado por la prensa internacional, y saludado desde distintos lugares por distintas alas de la burguesía (Bernie Sanders EEUU, Podemos en España, Nupes en Francia, etc), como el ejemplo a seguir para salir de las “crisis sociales”. Nuevamente Chile prometía ser el laboratorio para encauzar las crisis de los regímenes políticos; algo ya practicado en otros países de la región (Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela, etc) pero con mayor significación ante la profundización de la descomposición capitalista y la crisis de los semi-Estados.

Una vez montado este fraude, las mentiras de la democracia para ricos, eran moneda corriente en la campaña electoral de lado y lado. Mientras esto sucedía, se reprimían las luchas de la juventud secundaria y de las comunidades mapuches, se afianzaba la cárcel a los presos de la revuelta, se encarcelaba a nuevos luchadores, se renovaba una y otra vez los estados de excepción militarizando el sur, se aprobaba la ley de infraestructura crítica para sacar militares en caso de huelgas obreras, se tomaban prestamos con el FMI para solventar la especulación y el precio del dólar, se pactaba un salario mínimo de miseria licuado por la inflación (con el auspicio de la burocracia sindical de la CUT), se reprimían luchas como la de subcontratistas de ENAP, se avanzaba en el cierre de la fundición Ventanas, y un largo etc.

Estas eran algunas pruebas de amor de que el texto, ya pauteado y limitado a una declamación (ya que todas sus “bondades” deberían materializarse en leyes o no serían), era no solo completamente inocuo para los intereses capitalistas sino que podía perfectamente ser útil para descargar la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador. Tanto así que en la recta final el gobierno de Boric, en una “nueva cocina”, pacta una serie de cambios (incorporación de los Estados de excepción, restitución de las funciones del senado, etc) cuestionando el mismo texto y extendiendo la idea de que básicamente el texto sí era malo (“no es perfecto”, decían). Así todos los que estaban por la opción Apruebo, se iban disciplinando detrás de todo el arco concertacionista que comandaba la campaña, en lo que había que buscar con lupa que era lo que criticaban los autoproclamados del apruebo “crítico”[1].

De este modo las masas se enfrentaban a la elección de una constitución que no era defendida a cabalidad ni por sus redactores[2].

Son muchos y diversos los motivos que explican el resultado. Pero evidentemente la puesta en funciones de una constitución que no ofrecía certeza sobre ningún cambio, donde las promesas de mejora se diluían en la trastienda de los pasillos del congreso o los ministerios, en medio de un agravamiento generalizado de las condiciones de vida (inflación, cesantía, salarios, etc), dieron expresión a este “conservadurismo” de masas, que optó por quedar marcando el paso en el mismo lugar, agudizando al mismo tiempo su separación del aparato de Estado.

La derecha, la misma que dejó el poder completamente deslegitimada hace menos de 3 años, si bien salió a festinar su triunfo, también le preocupa la contundencia del mismo, ya que la sola opción de rechazo no entrega ninguna respuesta a la crisis que abriera el 18-O y que el proceso constituyente apostaba a desviar y liquidar. Si bien, la crisis, la pandemia, la represión y el mismo proceso electoral burgués, hicieron retroceder al movimiento de masas, los problemas planteados por dicho levantamiento no solo continúan su curso, sino que se agravan a cada paso.
Javier Macaya, presidente de la UDI, indicó que Boric “sigue siendo un interlocutor válido” para el proceso que se viene. Viniendo de un pinochetista que se refiere al “presidente de la república”, expresa la debilidad en la que quedó el gobierno, y al mismo tiempo la maleabilidad del personaje Boric en una genuina expresión del carácter bonapartista pequeñoburgués del gobierno.

Sólo en ese sentido, y por haber apostado su suerte a la del plebiscito, es que la derecha tendrá más influencia en las decisiones del gobierno. Ya se está fraguando un cambio de gabinete donde seguramente tendrán más peso los viejos personeros de confianza de la burguesía, colocando algún que otro concertacionista.

También el acuerdo de cambios a la constitución con todos los partidos desde la UDI al PC, querrán fraguarlo antes del 11 de Septiembre (a 49 años del golpe contrarrevolucionario) porque la vigencia de la “constitución de Pinochet”, sin conseguir acaramelar su vigencia y encubrir la impunidad de los genocidas, genera una situación convulsiva ante una generación que se movilizó para sepultarla.

La pequeñoburguesía en el poder, en los movimientos sociales y en las  directivas sindicales “rotea” a las masas por haber perdido la oportunidad de haber cambiado el legado pinochetista. Mientras se lamen las heridas, se lamentan de la pérdida de cargos y prebendas potenciales que traía consigo la reforma al estado.

Los movimientos sociales llaman a convertir el texto constitucional en una “hoja de ruta”, en un programa, por el cual luchar.

Otros, incluida la izquierda revolucionaria, llaman una vez más a levantar una “verdadera Asamblea Constituyente”, perseverando en este derrotero, colocando a esta institución burguesa como el medio o etapa necesaria hacia la conquista del poder.

La actual situación puede y debe ser aprovechada por la vanguardia obrera y juvenil, para dirigir sus esfuerzos hacia las estructuras, hacia las escuelas, los hospitales, las minas, las fábricas, para disputar un programa de independencia de clase que impulse la intervención de la clase obrera para dar una salida a la crisis. El abandono de los programas estatistas se vuelve una necesidad.

La construcción de un partido revolucionario internacional, que no puede ser otro que la IV Internacional reconstruida, debe ser el norte para poner en pie una dirección revolucionaria a la cabeza de la clase obrera para que ésta se erija como caudillo de la nación explotada y oprimida hacia la conquista del poder.

 

[1] El MIT en una nota petulantemente titulada “Aprendan a pensar”, hace un análisis lleno de generalidades forzadas donde no discute con nadie en particular, endilga el mote de “ultraizquierdistas” a todos aquellos que no estaban con el “apruebo crítico”, donde termina justificando como excepcionalidad, ir siempre detrás de fracciones burguesas. Como buenos discípulos de la tendencia morenista, golpean a la izquierda para ir hacia la derecha. Quizás una pequeña consigna en el acto de cierre concertacionista como “la libertad de los presos por luchar” bastaba para mostrar que era eso de “crítico”, por el contrario, el cierre de filas era absoluto.

[2] Fernando Atria, abogado oficialista, uno de los principales artífices del texto, luego de la derrota señala que el texto, realizado por él mismo, era “unilateral” con “ánimo revanchista” y peca de no considerar a la derecha, vaya voltereta.

Sunday, 04 September 2022 15:41

O Socialista n° 116

Já saiu O Socialista n° 116

 

Aqui o PDF

Acaba de consumarse la prisión del dirigente de la CAM Héctor Llaitul, habiéndolo detenido cuando se encontraba comiendo, en una operación de la PDI en conjunto con fiscalía y juzgados, dejándolo en prisión preventiva por delito de “opinión”, al reivindicar el uso de la violencia contra las forestales y el estado, mediante la quema de maquinaria y toma de terrenos reivindicados por las comunidades mapuches. Ha quedado detenido con prisión preventiva en la cárcel de Concepción por aplicación de la Ley de Seguridad interior del Estado, la continuadora de la “ley maldita”, o ley de defensa de la democracia que a mediados del siglo pasado permitió la persecución de los luchadores sociales, intentó proscribir la lucha de clases (como si se pudiera) y dejó en la ilegalidad al PC. Hoy es el mismo PC en el gobierno que, escudándose en que es sólo un tema judicial, utiliza esta ley para perseguir a los que luchan. Todo para darle a la patronal y al imperialismo un ambiente de casa ordenada para el plebiscito de salida.

Y es que ya comenzó la instalación de la nueva constitución la que espera ser el marco de una “nueva transición” que promueve el gobierno, los empresarios y los partidos del régimen, con el apoyo de la burocracia sindical. Ésta última hace poco invitó al dirigente de los explotadores Juan Sutil a la sede de la CUT para “avanzar”, en la misma línea del gobierno y el proyecto de 40 horas que los empresarios saludaron sin problemas, ya que será gradual, con flexibilidad laboral y tendrán las maneras de recuperar esa plusvalía descargando la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora.

Todo una puesta escena estos días mientras tomaban detenido a Llaitul, los canales festinaban, los acólitos de Boric festejaban y hacían gala de la eficacia represiva del gobierno en relación al de Piñera en la captura; después han seguido las alocuciones de la de Ministra Izkia señalando el respeto del actuar de las instituciones, y la separación de poderes, y bla bla. Todo una pirotecnia para ocultar sínicamente que ellos por petición de las empresas forestales, están detrás de la detención, ampliación de querella, invocación de la ley de seguridad del estado para aumentar penas y asegurar la prisión, la represión, los estados excepción en la Araucanía, etc, Así lo dijo claramente Monsalve, dilucidando cualquier duda de que ellos iban a pedir la prisión preventiva .Lo continuó Boric sacando a relucir su conocimiento del manual concertacionista de garrote y cooptación de masas condenando la violencia, y sellando la operación.

Ya las masas comienza a ver lo que será el post 4 de septiembre donde los partidos desde la UDI al el PC se preparan para un gran acuerdo de unidad nacional que, independiente del resultado de apruebo o rechazo, limará aún más la declamativa propuesta constitucional; ya podemos ver con esto la farsa de la “plurinacionalidad” y de cualquier proceso de “autonomía” sin tierras para las comunidades.

La liberación de Llaitul, y de todo preso por luchar debe inscribirse en la lucha para acabar con este sistema capitalista en descomposición. Asimismo, se hace imperiosa la alianza de la clase obrera de las empresas forestales con las comunidades mapuches para luchar por la revolución agraria para resolver el problema de la tierra y la planificación de su producción, así como la lucha conjunta por la liberación de los presos por luchar.

Libertad a Llaitul y los presos políticos por luchar.

Desprocesamiento de los luchadores,

Votemos nulo contra la farsa constituyente y la democracia para ricos.

No próximo 11 de agosto, será lida na Faculdade de Direito da Universidade de São Paulo, acompanhada de um ato, uma carta em defesa da “democracia”. A carta, hoje com mais de 800 mil assinaturas entre sociedade civil, políticos, artistas e empresários, foi elaborada por professores da Faculdade de Direito em resposta aos últimos ataques de Bolsonaro ao sistema eleitoral e às urnas eletrônicas, mais especificamente. No dia 18 de julho, Bolsonaro convocou embaixadores para uma reunião na qual levantou suspeitas sobre a confiabilidade do sistema eleitoral brasileiro. A partir deste fato, todos os seus corriqueiros ataques às urnas eletrônicas passaram a ser qualificados como “ameaças golpistas”. O receio é de que, diante da quase certa derrota nas urnas em outubro, Bolsonaro consiga movimentar sua base mais radical e armada numa tentativa, como uma boa farsa, de “invasão ao Capitólio". Alguns poucos, de fato, acreditam num apoio e ação das Forças Armadas na execução de um golpe e consequente implantação de uma ditadura militar. Dessa forma, crescem os apelos à defesa da democracia contra as “ameaças golpistas” de Bolsonaro.

A FIESP (Federação das Indústrias do Estado de São Paulo) também articulou seu manifesto “Em defesa da democracia e da Justiça” com a Febraban (Federação Brasileira dos Bancos) no qual exalta a “robustez” da nossa democracia e os papéis do Tribunal Superior Federal e do Tribunal Superior Eleitoral como “guardiões” das instituições do estado democrático de direito brasileiro. Essa segunda carta, uma resposta da burguesia para o governo Bolsonaro e seus resultados desastrosos na economia, também será lida no ato da Faculdade de Direito no dia 11 de agosto. Somam-se à assinatura desta carta, as principais centrais sindicais do país, como CUT, CTB, CSB, Força Sindical e Intersindical, não mais disfarçando seu compromisso com a conciliação de classes e com as eleições burguesas, para que possam pleitear (novamente) postos no provável próximo governo de Lula e Alckmin. Assim, para o reformismo abraçado com um setor da burguesia, contra as ameaças golpistas de Bolsonaro, defendem-se as eleições burguesas com voto na chapa Lula-Alckmin. Qualquer outra alternativa é golpismo ou sectarismo. Nenhuma surpresa. Essas direções passaram os últimos dois anos sob a pandemia fazendo palanque eleitoral sobre os mais de seiscentos mil mortos e os milhões de famélicos em todo o país, recusando-se a fazer o enfrentamento organizado, direto e classista, contra o governo Bolsonaro.

Os partidos e correntes centristas também envolvidos nas eleições burguesas sob o "Pólo Socialista e Revolucionário” e cuja política se define, durante o último período, pelas exigências ao estado burguês, hoje adota o discurso da independência de classe para defender a “democracia” sem conciliação com a burguesia, chamando a participação nos atos apoiados pelo empresariado em 11 de agosto.  Para o MRT, a FIESP “tenta se pintar” como defensora da democracia, porém tendo apoiado o “golpe” em 2016 e a eleição de Bolsonaro, definindo aqui um antagonismo entre democracia e golpe. Defende a luta pela “democracia que precisamos” ou uma democracia com “conteúdo democrático dos trabalhadores”, através da luta com “independência de classe e auto organização pela base”. Dessa forma, apresenta e confunde “democracia” com governo, sendo passível a mudança de seu conteúdo de classe, como uma democracia dos trabalhadores. Já o PSTU, apesar de fazer algumas considerações sobre o caráter de classe da democracia burguesa e defender a organização da “autodefesa nas nossas entidades de classe”, afirma que a ultradireita burguesa deve ser derrotada junto com o “sistema” que a gerou e que para tanto é necessário um “programa socialista, operário e revolucionário”. Fica nítido que esse programa não é um programa transitório para aproximar os necessários enfrentamentos à revolução socialista, mas um programa de governo assumido pelo Pólo Socialista; e a conclusão disso é: “por isso é um erro apoiar Lula no primeiro turno”, deixando claro que “entrar em ação com independência de classe” tem um prazo de validade.

Apesar da bravata “independência de classe”, é clara a adaptação do centrismo ao estado burguês, como se a democracia burguesa ainda pudesse desempenhar algum papel progressivo para a revolução socialista. Os programas apresentados como programas de governo “revolucionários” suprimem a luta de classes, a necessidade da revolução socialista e a implantação da ditadura do proletariado, pois ficam nos marcos da democracia burguesa, como se alguma de nossas bandeiras históricas pudesse ser levada à cabo pelo parlamento burguês. Para o centrismo é “revolucionária” a democratização da polícia, a descriminalização das drogas e do aborto, a “gestão” operária e a estatização de empresas sob o estado burguês, bastando para isso, aumentar a bancada de “revolucionários” no parlamento. Em 1920, Trotsky escrevia: “Não sem razão, a palavra ‘democracia’ tem no dicionário uma dupla significação. Por um lado, designa o regime fundado no sufrágio universal e nos demais atributos da ‘soberania popular’ formal. Por outro lado, designa as próprias massas populares, na medida em que tem uma vida pública. Nestes dois sentidos, a noção de democracia se ergue por sobre as considerações de classe.” Dessa forma, é comum dentro dessas organizações, sua pulverização em movimentos sociais e suas pautas, abandonando de vez o programa transitório, que traduz o princípio de independência de classe, à destruição do estado burguês.

Lênin, na famosa discussão com Kautsky, já afirmava: “Um liberal fala naturalmente em ‘democracia’ em geral. Um marxista nunca se esquecerá de colocar a questão: ‘Para qual classe?’.”1 Em 2020, em plena pandemia, já escrevemos sobre os apelos à democracia das direções reformistas e das correntes centristas frente às ameaças de “golpe” de Bolsonaro: “A democracia como contraposição ao golpe fascista, mascara o caráter de classe de ambas as formas de dominação. (...) A democracia burguesa não serve aos trabalhadores, é a ditadura de classe do capital, é a democracia da ínfima minoria, a democracia dos ricos! O fechamento do regime, alentado por Bolsonaro na forma de uma ditadura, tem implicações sérias na organização dos trabalhadores e no aumento da repressão, mas não muda o caráter de classe da democracia burguesa. As liberdades democráticas nunca impediram o massacre diário da classe trabalhadora sob a exploração capitalista, nem a utilização das Forças Armadas para reprimi-la nos processos abertos de luta de classes.”2 (O Socialista, nº 113) Lênin também afirmava que mesmo os estados burgueses mais democráticos tinham brechas constitucionais para jogar suas forças armadas contra os trabalhadores sob a menor ameaça de que estes se levantassem contra a sua opressão de classe. Como é possível defender então a democracia de um estado burguês semicolonial? Para que se transforme em uma democracia mais ampla? Novamente, para qual classe?

A defesa das liberdades democráticas não pode se fundir na defesa da democracia burguesa e no seu aprimoramento através de maior participação de um “conteúdo dos trabalhadores”. Além disso, é preciso reconhecer, como alertou Trotsky, que “o estado democrático burguês não se limita a conceder aos trabalhadores melhores condições de desenvolvimento em relação ao absolutismo; com sua legalidade limita esse mesmo desenvolvimento, acumula e garante com arte a formação dos hábitos oportunistas e dos preconceitos legais no seio das pequenas aristocracias proletárias.”3 (Trotsky, 1920) Tem sido comum, por conta disso, a titubeação dessas correntes nos processos de luta abertos no último período, apelando ao imperialismo nas negociações sobre fechamento de plantas, à garantia do direito constitucional de greve como condição para a mesma e à polícia para garantir a “segurança” nos atos de rua.

À ditadura não se contrapõe a democracia burguesa, porque ambas são expressões da forma de dominação da burguesia. À ditadura do capital é preciso contrapor e impor a ditadura revolucionária do proletariado, única forma possível de dominação da classe trabalhadora. Ao seguir contrapondo golpe e democracia ou democracia e fascismo aos trabalhadores, o centrismo trotskista trai o próprio programa da IV Internacional, resumido por Trotsky em três palavras: ditadura do proletariado. O próximo período, será de intensos ataques do imperialismo agonizante sobre a classe trabalhadora, e o papel dos governos dos estados semicoloniais, sejam mais progressistas ou reacionários, será o de garantir a aplicação desses ataques.

Para nós, trabalhadores, não há atalho pela “gestão” do estado burguês. Queremos destruí-lo! Para isso, é urgente batalhar pela recuperação dos nossos sindicatos e centrais das mãos da burocracia e, internamente, lutar contra a adaptação do centrismo ao estado burguês. Só assim, poderemos organizar o enfrentamento aos governos de turno. Para nós, trabalhadores, a política não pode ser a defesa da democracia burguesa, mas a construção do Partido Revolucionário, sob a IV Internacional, que coloque em marcha o programa transicional à ditadura do proletariado.

“O marxismo que reconhece a luta de classes diz: ao socialismo não se chega de outro modo que não pela ditadura do proletariado. ‘Ditadura’ é uma palavra forte, dura, sanguinária, dolorida, e palavras desse tipo não se jogam ao vento. Se são essas as palavras de ordem que lançam os socialistas, é porque eles sabem que senão por meio de uma luta encarniçada e implacável a classe dos exploradores não se renderá e tratará de encobrir com todas as palavras bonitas sua dominação.”4 (Lênin, 1919)

 

 

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1. A Revolução Proletária e o renegado Kautsky. Lênin, 1918.

2. Democracia pra quem? O Socialista, nº113, 2020 (http://trci-web.org/pt/loi-brasil/item/250-democracia-pra-quem.html)

3. Terrorismo e Comunismo: o anti Kautsky. Trotsky, 1920.

4.  Como enganar o povo com as palavras de ordem da liberdade e da igualdade. Lênin, 1919.

Votamos nulo contra la democracia para ricos
Organicemos nuestras fuerzas

[Boletín #31, El Nuevo Curso, Descargue el PDF]

Se acerca el 4 de septiembre donde mediante el plebiscito de salida del proyecto de nueva constitución, se pretenderá dar vuelta la página al proceso iniciado con la semiinsurrección espontánea del 18 de Octubre del 2019; que contó entre sus grandes hitos una huelga general (12 de Noviembre) donde la intervención caótica pero decidida de la clase obrera forzó a todas las tendencias políticas de la burguesía y la pequeñoburguesía a cerrar filas en el “acuerdo por la paz y el orden público” del 15N para salvar al gobierno de Piñera y, junto con él, poner a resguardo a la democracia para ricos.
El plebiscito también se da en el marco de debilitamiento del gobierno de Boric, el cual ha ligado su suerte al resultado, pese a prever un escenario adverso de triunfo de la opción “rechazo” promoviendo una reforma.
Al poco andar de su gobierno ya consiguió demostrar que el fantasma de ese supuesto “fascismo” semicolonial no tiene mucho que envidiarle.
Pasó de pedir la “refundación de carabineros” a respaldar su accionar represivo, mantuvo al alto mando, aumentó la dotación y los recursos, los encubrió con impunidad (retiro del caso “huracán”), mantuvo las querellas contra los presos por luchar, en definitiva buscó fortalecer el aparato represivo del estado.
Del mismo modo renovó continuamente los estados de excepción en la Araucanía militarizándola, aumentó los allanamientos a las comunidades (con represión y trauma ocular incluidos), intensificando la persecución de los dirigentes mapuches, invocación de la ley de seguridad interior del estado para aumentar las penas, y ahora cerró filas con la recientemente votada “ley de infraestructura crítica”, la que incluso intentó implementar rápidamente en reemplazo de los estados de excepción.
Esta última ley fue el proyecto estrella de Piñera, diseñada en los momentos más álgidos de la lucha de clases post “estallido”. ¿Qué es la infraestructura crítica? “la alimentación, la movilización, las telecomunicaciones, los terminales portuarios, el metro, los trenes, toda aquella infraestructura de servicios de utilidad pública así como los servicios de asistencia sanitaria y de salud”, etc. Es decir, los medios de producción.
El imperialismo norteamericano ha presionado hace un tiempo a los distintos gobiernos (como el de Brasil, Ecuador, Argentina, etc) a la utilización de las FFAA en el “control” interno. Cumpliendo con esta meta, el congreso, el senado, el poder ejecutivo, se alinearon para contar con una herramienta fundamental para que el presidente de turno despliegue las fuerzas militares en caso de que los trabajadores decidamos salir a luchar y tomar el control de los medios de producción. Y es que la burguesía conoce que el poder se encuentra en la producción, y no en la abstracta representación de las superestructuras de la democracia semicolonial.
Respecto al proyecto constitucional podemos decir que éste parte por profundizar la expoliación de los recursos naturales al legitimar el usufructo de las grandes trasnacionales y el dominio del capital financiero. El texto constitucional puede deshacerse en frases alrededor de la protección del medio ambiente, puede versar sobre la armonía de los pueblos con la naturaleza, etc, etc, pero lo esencial del carácter de clase del Estado debe estar definido: “El Estado tiene el dominio absoluto… de todas las minas… los depósitos de sustancias fósiles e hidrocarburos [etc]…sin perjuicio de […] la propiedad”… privada. La defensa de la propiedad privada de los medios de producción es lo que ha encendido las alabanzas al proceso constitucional como la opción “apruebo” de la calificadora de riesgo norteamericana Moody’s.
Las declamaciones de ciertos derechos (indígenas, de género, a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo, etc) no son más cantos de sirenas. Ya la actual “constitución de Pinochet” contiene un catálogo más amplio de “derechos” expresados en la adhesión a tratados internacionales (de la ONU, la OIT, San José, etc), que –en todas partes del mundo- no son más que cúmulos de charlatanería y business para la filantropía, que encubre la decadencia del capitalismo en descomposición.
El carácter declamativo del texto, que a los posmodernos que pululan en la moneda los tiene pisando algodones con aquello de que “las palabras construyen realidad”, será interpretado por la institucionalidad burguesa la que buscará de una y otra forma volcar a su favor lo establecido, avanzando de paso sobre conquistas, quizás realizando algunas concesiones.
Ya lo vimos con la pasada reforma laboral, donde lo que se planteaba como una concesión a la organización sindical, significó obstáculos para la creación de nuevos sindicatos, sustitución de empresas en caso de huelgas, restablecimiento de grupos negociadores por vía administrativa, etc, etc. En este ámbito también el texto constitucional mantiene los preceptos basales de la llamada “libertad sindical” que fragmenta y atomiza a la clase trabajadora, mantiene la subcontratación, etc. Cualquier referencia a “derechos sobre la negociación colectiva”, negociación a nivel de rama, etc, se verán pulverizados en nuevas interpretaciones en caso de ganar el “apruebo” que mantengan la estatización de los sindicatos, fundamento central de la dominación del imperialismo.
La burguesía busca en este plebiscito no solo asentar el desvío, sino que avanzar hacia un acuerdo de unidad nacional. Esta es la base de las posturas de apruebo o rechazo para reformar. Gane la opción que gane, cerrarán filas para descargar la crisis capitalista en curso sobre la clase obrera y el pueblo.
Este ataque ya está en curso como lo muestran los ataques a la juventud secundaria, el aumento de la desocupación, la pulverización del salario real, el cierre de empresas como Ventanas, la represión a las luchas obreras como Enap, etc. Vemos ante nuestros ojos un gobierno bonapartista sui generis recostado en las rodillas del imperialismo
En estas elecciones plebiscitarias no creemos como lo dicen sectores de la izquierda revolucionaria que llamando a votar apruebo se evitará la desmoralización de las masas, que será “un piso” o “un paso” para seguir luchando. Esta lógica se inscribe en el supuesto de partir del “sentido común” el que no puede ser más que un reflejo de la ideología de la clase dominante. Su derrotero consiste en mantener incólume su política de levantar en el plano nacional una Asamblea Constituyente como etapa necesaria hacia la conquista del poder obrero. Para los marxistas el derecho es burgués (y su reforma) no puede expresar otra cosa que las bases materiales sobre las que se asienta, expresando de forma jurídica la relación de fuerzas entre las clases, entre la burguesía y el proletariado.
El plebiscito es un escenario burgués donde la participación de las masas en la farsa dela democracia patronal queda diluida en el voto “ciudadano”.
Nuestra opción táctica es la del voto nulo como un voto contra la democracia para ricos. Pero nuestro llamado es al necesario reagrupamiento de la vanguardia obrera detrás de un programa para intervenir en medio de la crisis. Sólo nuestra clase puede dar una salida para enfrentar la descomposición capitalista en curso.
De lo se trata es de proponerle a la clase obrera y la juventud, un programa de independencia de clases, que no llame a confiar en una reforma al estado.
Una constitución que nace con militarización, presos políticos, ataque a la clase trabajadora y la juventud, pretende sentar las bases de una transición a un “pacto” entre el capital y el trabajo bajo los golpes permanentes del gobierno, la patronal y el imperialismo.
Se vuelve de primera necesidad preparar un Congreso de delegados de base de toda la clase trabajadora, organizar nuestras fuerzas y discutir un programa hacia la conquista de un gobierno obrero.

El pasado Jueves 04 de Agosto desde la COR Chile y la Juventud de la COR, realizamos una charla debate en la sede de la Central Clasista de Trabajadores y Trabajadoras.

La exposición estuvo a cargo de Orlando Landuchi, por la Corriente Obrera Revolucionaria Argentina, integrante de la Tendencia Revolucionaria por la reconstrucción de la IV Internacional.

Se abordó la situación internacional desmenuzando el proceso de descomposición del capitalismo así como los procesos de asimilación de los exestados obreros. Se expuso el fenómeno de la inflación como un fenómeno que golpea sobre el salario real de los trabajadores en todos los países del mundo, describiendo algunos procesos estructurales del capitalismo, así como los derivados de la pandemia, la crisis económica, la interrupción o bloqueo de la circulación de mercancías entre otros. 
Se analizó la guerra de Ucrania, tanto para delinear los problemas de la asimilación al capitalismo de los ex-estados obreros, las ofensiva del imperialismo norteamericano, y las contradiciones del bloque interimperialista europeo, así como la política de los revolucionarios para luchar por la expulsión de las tropas rusas y contra el imperialismo de la OTAN. Parte de la exposición abordó las políticas de la corrientes centristas que abandonan una política de independencia de clase, ya sea por sumarse velada o activamente a alguno de los campos en disputa, o su adaptación "democrática" a direcciones pequeñoburguesas al servicio del imperialismo como Zelensky. Por el contrario se llamo a luchar por el enfrentamiento activo a la guerra sobre la base de la unidad de la clase obrera rusa y ucraniana en una perspectiva de una lucha por recuperar el poder de la clase obrera enfrentando a las direcciones contrarrevolucionarias rusas y ucranianas, colocando como perspectiva la lucha por la federación de estados obreros, como la forma que tomó la dictadura del proletariado, un legado del desarrollo de nuestro programa en la pelea por la revolución socialista.

Se dio un repaso a los distintos cambios de gobierno en latinoamérica, como Petro en Colombia o Boric en Chile, donde se evidencia que el capitalismo en su fase imperialista de descomposición es incapaz de hacer reformas, y toda reforma impulsada por estas direcciones, es limitada, reaccionaria y temporal, demostrándose un alineamiento servil a los intereses del imperialismo. Gobiernos que reflejan la crisis que cruza a los semiestados latinoamericanos.

El debate se abordó las políticas del imperialismo y la crisis en distintas regiones, en zonas como Siria, o también la disputa entre China y Estados Unidos en Taiwán como símbolo de las tendencias a la ruptura del equilibrio capitalista.

En el debate se resaltó el carácter internacional del programa revolucionario y de su partido, la cuarta internacional. Desde un esfuerzo militante insistimos en el llamado de la TRCI a la vanguardia obrera y a aquellas organizaciones que aún reivindican la dictadura del proletariado, a impulsar a una Conferencia Internacional para avanzar en la comprensión común de las tareas reconstruyendo el partido mundial de la revolución socialista.

First published in Spanish, Sunday, 24th July 2022 Por un gobierno obrero. Abajo el gobierno de Alberto y Cristina - Corriente Obrera Revolucionaria (cor-digital.org)

Argentina continues in free fall and every week is experienced as the road to a new catastrophe, with a deterioration of wages due to devaluation and price increases, a debacle in our living conditions, higher unemployment and an attack on pensions, increases in public transport, electricity and gas services fares.

In this scene, the government of Alberto and Cristina fulfill the demands, not of the workers and the poor people, but of businessmen and big capitalists. They are coherent, since as a bourgeois government they are the state administrators of their businesses.

Many of these businessmen and economic groups ask for devaluation and, if they do not get the government to do it, they achieve it through market mechanisms, such as the run of these days. The increase in prices is an expression of a devaluation that has already been imposed. Then the government only has to legalize it by splitting the exchange rates, one dollar for the agribusiness, one for imports, another for tourism and so on ad infinitum, while for those of us who live in pesos, "better luck next time".

The A&C government must guarantee the agreement with the IMF and the plan imposed by this organization to pay the debt. All the measures taken by the current Minister of Economy, Silvina Batakis, go in that direction. If there are some differences within the ruling coalition, these are not on breaking the agreement, but on how it should be paid.

But these elements that we have listed so far are part of a characterization with which perhaps a large part of the Left and sectors of activism agree, however what we try to outline in an approximate way in this article is what should be the way out of this crisis.

The first point we want to raise is that, unlike what is proposed by the great majority of the Left nucleated in the FIT-U [front of Argentinean Left Parties PO, PTS, IS, MST] and its satellites, the solution for Argentina is international. Any program that proposes a national solution to the crisis, no matter how left-wing it may seem, is false and tends to confuse the workers and the vanguard.

We raise this because the program of revolutionaries starts from the analysis of the capitalist system at world scale and how its particularities are expressed in each country. If we take the particularities as the norm, we will surely end up putting forward a program that responds to the conjuncture without unity with the internationalist tasks posed by the situation.

In the case of Argentina, it is clear that we must raise "Down with the government of Alberto and Cristina and their pact with the IMF. For a workers' government". This statement gives the idea that it is the working class who should rule in the scenario of economic chaos and pauperization of our conditions. Now, how do we prepare this scenario so that it becomes a revolutionary situation, in which the leadership of this process is a fourth-internationalist revolutionary party? For some members of the FITU, like PTS and PO, it is by the magic word "socialism". PTS says "for a socialism from below" and PO, "for a popular movement with socialist banners". Here they are already beginning to confuse the vanguard and to programmatically overlook the need for the dictatorship of the proletariat and its different stages.

Socialism is a social regime; in order to develop its program, which is a transitional stage, a workers' revolution must first take place. To propose a program of socialist reforms without first destroying the bourgeois State is nonsense and makes the program unfeasible. That is why to promote, as PTS does, “the state monopoly of foreign trade to avoid the flight of capital and to be able to choose what we buy and what we sell abroad”, or “the nationalization of the banks so that we can give another destination to credits and deposits” of course! “under workers' management” is to destroy the program for which we revolutionaries are fighting to turn it into an accumulation of slogans that will end up in a bill to be voted in Congress. This way of seeing the program starts from a fundamental error, which is ignoring that capital cannot be separated from the capitalists and that is why a revolution must take place to modify this relation of force in production. By omitting the struggle for power, it becomes a redistributionist and statist program. The Russian revolutionaries raised the monopoly of foreign trade after having made the revolution to fight against the law of value that rules at world level. This has nothing to do with the national and redistributionist approach.

Revolutionaries fight for the destruction of the State, which is why our transitional program seeks to bring the bourgeois State to its agony before we seize power. These statist measures advanced by Centrists only strengthen in the eyes of the workers the institutions that we must destroy. To raise "management" and not "workers control" is another programmatic nonsense. Workers’ control means dual power in production, management is convergence with capital, they are opposite lines.

Revolutionaries uphold the dictatorship of the proletariat as a State-form which, in its stages, aims to disorganize the bourgeoisie, organize the working class and develop the international dictatorship of the proletariat, as a transitional form throughout the stages from socialism to communism.

In the program of Centrism, the dictatorship of the proletariat has been erased. Today, in a devalued form, we see it raising "workers’ government" as a possible transition, that is to say, a stage different to that of the dictatorship of the proletariat and not as the popularization of it, as it is raised in the Transitional Program. This slogan would rather be used to seek more deputies with an idea of a "parliamentary minority government". And guided by this theory they seek their allies in political formations, which do not have workers in their ranks or, failing that, they try to dialogue with social movements seeking some organizational tactic detached from production.

These are some elements to discuss in face of the workers, militant leaderships and activists in order to find a way out of the crisis. To confront this government and union’s bureaucracy, we must begin by kicking out the delegates and leaders who respond to them, and thus prepare and go forward in the task of recovering the unions. We stand for a general strike and a plan of struggle, tactical measures that must be carried out to develop a vanguard that expresses the program of the revolutionaries.

If we fight to bring down the government of the day it is not so that another bourgeois variant takes power, we already have nearby examples such as Chile. And if we propose a workers' government it is to show the superiority of the State-form of the dictatorship of the proletariat for the development of productive forces and the necessity of the United States of Latin America for the economic unity of our region in the need for a world revolution.

Opening a debate within our class is fundamental in the face of the crisis scenario in the midst of a pandemic and the war in Ukraine. We call on the currents that still vindicate the dictatorship of the proletariat and propose the reconstruction of the IV International to give us a deep programmatic debate to set up a revolutionary leadership. In this sense we call for an international conference of the Trotskyist currents to discuss the tasks before the war in Ukraine and the world crisis.