TRCI-web

TRCI-web

El debilitado gobierno de Piñera en su calidad de comité administrativo de los negocios de los capitalistas, trata de llevar esta tarea fundamental sobre la base de una aguda crisis social y política.

Y es así que una y otra vez se desviven por intentar festinar una pandemia superada por el avance del plan de vacunación, pretendiendo acelerar la reincorporación de mano de obra barata a las actividades productivas para satisfacer la sed de ganancias sinfín de la clase dominante parasitaria.

 

El Colmed de la mesocracia

El regreso de las cuarentenas generales ha sido dictado más que por la voluntad del gobierno por la situación de colapso en la cual se encuentra todo el sistema sanitario. Un colapso cuidadosamente oculto en los números presentados a diario por el gobierno pero difícilmente eludibles por la población en general y por los trabajadores de la salud en particular qué ven que un puñado de camas disponibles significa decidir a diario quién vive y quién muere entre la población trabajadora y empobrecida. Ni hablar del agotamiento físico y mental de los trabajadores de la salud sobrexigidos por la falta de personal y de las condiciones mínimas sanitarias del sistema de salud en decadencia.

Desde el colegio médico, luego de que quedara en evidencia que el fantoche del comité de expertos no era más que una reunión de Piñera y sus ministros, presentaron un nuevo plan llamando a una "nueva gobernanza", cuya base es la de provocar un "cortocircuito" (suspensión de todas las actividades no esenciales por 3 semanas), y a partir de allí volver al mismo plan del gobierno con algunas modificaciones, burbujas territoriales, cuarentenas regionales, mayor apertura de algunas actividades, etc. La orientación de este plan al igual que la del gobierno pretende que con medidas de aislamiento y represión estatal, vaya orientado a salvaguardar la actividad de la economía capitalista, pretendiendo que de esta forma se descomprima la situación hospitalaria, que se haya con niveles permanentes por encima del 95% de ocupación. Esta es la tecnocracia del ColMed qué, solicitando ser integrados de forma efectiva a las decisiones de gobierno (gobernanza), se enfoca no en la superación de la miserabilidad del sistema sanitario, sino en la noción pequeñoburguesa de que en el capitalismo se puede conseguir un sano equilibrio entre salud y economía (una insalvable contradicción de la reproducción de un sistema anárquico y en putrefacción). Así lo manifiesta entre otras cosas el que su plan se afirma en qué inmediatamente luego de este "cortocircuito" debieran retomarse las actividades presenciales en la educación básica y preescolar. Una forma de reafirmar, lavándose la cara, el apoyo activo a la frustrada vuelta presencial a los colegios, apoyo en el que quedó entrampada la burocracia sindical del colegio de profesores.

 

Una carrera presidencial distorsionada

Los resultados de la segunda vuelta a gobernadores, en particular la disputa en la región metropolitana, evidenciaron (al margen de la gravitación de los sectores acomodados en las mismas) que las expresiones políticas superestructurales pueden reflejar movimientos políticos de distintos sectores y estratos sociales, en particular de la pequeñoburguesía, pero de forma distorsionada. De esta forma el acto pasivo de expresión mediante el voto en las elecciones burguesas se manifiesta, al menos coyunturalmente, de forma más conservadora en cuánto a las labores ejecutivas que en sus expresiones parlamentarias, cómo fue en la constituyente. Perder de vista este carácter distorsionado y darle un valor absoluto a las tendencias que se manifiestan en la superestructura política no permite ver el movimiento real, material, de las distintas fuerzas sociales qué expresan de una u otra forma el laberíntico desarrollo de la lucha de clases.

Sobre esta base se desarrolla el debate programático presidencial, de cara a las primarias, donde despunta como eje de discusión el avance de la candidatura de Jadue (del PC), con un programa aggiornado y edulcorado por los viejos personajes díscolos de la concerta, cuyo eje es el intervencionismo estatal.

La mayor presencia del Estado vía una futura candidatura presidencial, o por medio de cambios constitucionales, pone en alerta a la burguesía rentística parasitaria, esa sub-burguesía que parasita tanto al capital imperialista como al aparato de Estado allí donde puede, bregando por mantener sus regalías en todos los órdenes de la vida pública, salud, educación, aguas, concesiones, subcontratación, etc, etc.

Esta demonización el avance de la propiedad estatal en algunas actividades, tiene como contrapartida los sectores de una pequeña burguesía en crisis, que intenta desarrollarse ora por medio de afianzarse en cargos y puestos estatales cómo en actividades productivas diversas para desde allí disputar un regateo a la explotación imperialista mediante mayores impuestos y la conquista de nuevos nichos de negocios. "Sean cuales sean los programas de los gobiernos, el estatismo consiste inevitablemente en hacer pesar sobre los más débiles las cargas del sistema podrido" [La revolución traicionada, León Trotsky]. Bien lo saben los capitalistas los que ante cada aumento impositivo o de salarios, bregarán por retornarse su alícuota de la explotación ora por aumentos de la desocupación, ora por aumentos inflacionarios. El triste papel en esta comedia lo jugarán aquellos sectores que desde la izquierda revolucionaria se disponen hacer seguidismo al apoyar estos proyectos estatistas burgueses.

 

Parlamentando

Como telón de fondo tenemos a la convención constitucional, que se desarrollará como una telenovela de la democracia pequeñoburguesa semicolonial, donde se expondrán los dramas sociales, sin que la evolución de sus caracteres pueda darle una solución estructural.

El ala radical de la convención nucleada en la llamada "vocería de los pueblos" ha levantado una serie de puntos como condición para el inicio de las sesiones. Entre los más importantes expresan la libertad de los presos políticos, fin a la impunidad de los crímenes de la dictadura, la desmilitarización de la Araucanía, el cuestionamiento al régimen de dos tercios o la limitación a no tocar los tratados internacionales. De esta forma convocan, con la fuerza de sus "asambleas virtuales", a la movilización para presionar a la convención a que tome el papel del "soberano" pretendiendo transformar la convención constitucional en una asamblea constituyente.

Para la constituyente María Rivera (MIT-LITCI) –integrante de la vocería- el llamado a luchar por la soberanía de la convención, se trata de que tome el poder efectivo, nacionalizando recursos, destituyendo al congreso y al presidente, expropiando a las 10 familias más ricas, etc. El MIT se deshace en argumentaciones jurídicas para explicar el rol de la constituyente para elaborar una “Ley Suprema” que no puede estar sujeta a ninguna otra ley o institución, para lo cual se le exige que asuma el poder. De esta forma al no ver que “la ley” no es el reflejo de una pretendida voluntad general, sino la cristalización de las relaciones materiales de producción, que en el capitalismo no se expresan de otra forma que en la dominación de clases sostenida por el aparato burocrático-militar estatal, reproducen la ilusión del poder burgués al embellecer la cobertura democrática de la dictadura del capital. Por otro lado, si de lo que se trata, es de querer cambiar el carácter de clase a un organismo transitorio de la democracia burguesa semicolonial, como la convención, en una pretendida disputa de poder (¿o doble poder?), sus esfuerzos no estarán dirigidos a fortalecer la organización y la conciencia de la clase obrera para su intervención independiente y revolucionaria, sino a intentar llevarla a la rastra de las disputas o contubernios superestructurales para una reforma al Estado…burgués. De este modo se presenta en general el centrismo con fórmulas de corte estatistas: expropiar a la burguesía, no para liberar a las fuerzas productivas del parasitismo de la propiedad privada capitalista y el corset del Estado, sino para redistribuir la renta nacional; o “controlar”(!) a las FFAA y carabineros por “organizaciones populares” y no luchar por su disolución preparando la insurrección consciente, etc.

 

Luchemos por una salida obrera a la crisis

La clase trabajadora viene dando importantes luchas como los trabajadores de los hospitales y los centros de salud ante el colapso de los sistemas sanitarios. También se suceden las negociaciones colectivas en la minería que ha llevado a distintas acciones, de huelga o medidas de presión, ante la intransigencia de las multimillonarias patronales estatales (Codelco) o imperialistas (BHP). También luchas como la huelga del sindicato Cosmoplas, pueden utilizar la solidaridad manifestada por trabajadores y organizaciones sindicales para ser puntos referencia para la organización obrera tomando acciones conjuntas para su triunfo.

Es vital que los trabajadores y la juventud desplieguen las energías necesarias para fortalecer y unificar a la clase obrera impulsando la lucha por levantar un Congreso de delegados de base que discuta un programa de salida a la crisis. Es prioritario pelear por imponer el control obrero sobre ramas productivas ya que los trabajadores deben controlarlo todo. Parte de esta lucha se inscribe la necesidad de arrancar a los presos políticos de las cárceles y hacer justicia por los asesinatos, mutilaciones, torturas y todo tipo de vejaciones cometidas por el Estado y sus agentes, ayer y hoy. Enfrentar la trampa constituyente y sus ilusiones pequeñoburguesas de reformas liberales son parte de este desafío de luchar por la independencia política efectiva de nuestra clase en el camino de la conquista de un gobierno obrero.

Neste sábado, 26 de junho às 17h30 vamos realizar uma palestra de debate sobre o conflito Israel - Palestina por zoom. Para participar, você deve preencher um formulário e o link e o ID de acesso correspondente serão enviados a você.

Para preencher o formulário, clique no seguinte link:

 https://forms.gle/rTbMteMnB4ppNVWT9

Aproximamo-nos dos 500 mil mortos pela covid-19 no Brasil, número alavancado neste ano pela disseminação das novas cepas do vírus, pelo colapso dos sistemas de saúde e pelo aprofundamento da crise econômica aliados às políticas catastróficas de controle sanitário dos governos federal, estaduais e municipais. Diante da previsão de especialistas da chegada de uma terceira onda da pandemia, a vacinação segue a passos lentos com pausas por falta de estoque, e a sensação para os trabalhadores é a de que o Brasil nunca saiu da primeira onda. Até o final de abril, o Brasil concentrava 12,6% das mortes por covid-19 e 9,7% dos infectados no mundo, tendo apenas 2,7% da população mundial. 

O desemprego atinge 14 milhões de trabalhadores, além de 6 milhões de desalentados e 7 milhões de subocupados, somando 27 milhões de pessoas sem renda ou com renda parcial. O CadÚnico, cadastro do governo para acesso a algum tipo de auxílio, registra 14,5 milhões de famílias vivendo em extrema pobreza, isto é, famílias cuja renda per capita é inferior a R$89 mensais (menos do que o valor de um botijão de gás). Esse número, com certeza, é bem maior pois não considera os que estão à margem do sistema CadÚnico. Segundo o Dieese, entre o primeiro trimestre de 2020 e o de 2021, os desligamentos por mortes entre trabalhadores CLT cresceram 71,6% ultrapassando 20 mil mortes só em 2021. 

Como já denunciamos desde o início da pandemia, a intervenção do estado burguês na produção e circulação de mercadorias sob a política do isolamento social e, ainda mais na sua versão semicolonial, não serviu para salvar a vida dos trabalhadores, mas foi aplicada para salvar o capital diante da possibilidade de um grande colapso social e econômico. Entre a incapacidade de intervenção do estado semicolonial brasileiro na economia e a política negacionista do governo Bolsonaro, o Brasil obteve um dos piores desempenhos mundiais de resposta à pandemia, não sendo capaz de evitar nem o aumento massivo de contaminação e mortes e nem o aprofundamento da crise econômica. Mundialmente, o Brasil tem o maior número de mortes proporcionais do que 89,3% dos países analisados pela OMS e a maior queda no “nível de ocupação” (empregos) do que 84,1% dos países analisados pela OIT. O Brasil é o exemplo de que no capitalismo - ainda mais semicolonial - a dicotomia "economia x vidas” propagada pelos estados em resposta à pandemia é falsa. Nossas vidas continuam a ser consumidas, seja pelo vírus ou pela fome, para que a burguesia mantenha seus lucros.

O desenvolvimento da pandemia e o aprofundamento das crises econômica e social também intensificam a crise política. O acirramento das disputas entre as frações da burguesia se expressa na condução da pandemia e disponibilização de insumos e vacinas entre governadores dos estados e o governo federal, nas intervenções do STF nas ações do governo e mais recentemente, na CPI sobre a pandemia conduzida pelo Senado para apurar a responsabilidade do governo federal na catástrofe sanitária vivida no país.  A CPI tem conseguido desgastar o governo Bolsonaro expondo as omissões e atuações negligentes em relação à condução da pandemia e à aquisição de vacinas, fortalecendo a tese de que o governo é responsável direto pela morte de quase meio milhão de pessoas. Contudo, o que se encena ali está longe de mudar a situação dos trabalhadores e população pobre do país. É uma medida da correlação de forças entre os representantes da burguesia para o cenário eleitoral do próximo ano.

Fica cada vez mais claro que a mudança na orientação do imperialismo com a posse de Biden debilitou o governo Bolsonaro, que tinha em Trump um alinhamento político. Mas, o imperialismo “não luta por princípios políticos, mas por mercados, colônias, matérias-primas, pela hegemonia sobre o mundo e sobre suas riquezas”. Dessa forma, o desgaste de Bolsonaro só aumenta. O ministro do meio ambiente, Ricardo Salles, um dos principais alicerces do governo pela sua influência no agronegócio, foi alvo de uma operação de busca e apreensão da Polícia Federal que investiga o tráfico ilegal de madeira para os EUA. A investigação foi iniciada pelo Sistema de Pesca e Vida Selvagem (FWS) no estado norte americano da Geórgia e informado à Polícia Federal pela Embaixada estadunidense.

As Forças Armadas, outro pilar do governo Bolsonaro, também demonstram um certo desgaste nessa relação com o governo, que por sua vez, aprofunda sua crise interna. Além de Bolsonaro, em suas declarações públicas, continuar utilizando as Forças Armadas como defensora de seus interesses políticos, o aprofundamento da crise pandêmica colocou em xeque a administração do Ministério da Saúde, nas mãos do general Eduardo Pazuello entre maio de 2020 até março de 2021, período que abarcou o colapso do sistema de saúde em Manaus, a recusa do governo em comprar vacinas e a política do “tratamento precoce”, todos investigados pela CPI. Pazuello, um dia após depor na CPI, participou de um ato no Rio de Janeiro ao lado de Bolsonaro, ambos sem máscaras e promovendo aglomeração. Sendo um militar da ativa, Pazuello foi notificado sobre a abertura de um procedimento disciplinar pelo comandante do Exército, que analisa a possibilidade de passá-lo à reserva. 

Esse desgaste do governo Bolsonaro também aumenta a pressão por parte da burguesia na concretização da “agenda positiva” do governo, ou seja, de reformas que ampliem a credibilidade do governo, principalmente da agenda econômica de Guedes, no mercado. Enquanto o Senado se ocupa da CPI, a Câmara Federal se ocupa da aprovação da Reforma Administrativa, já aprovada essa semana na Comissão de Constituição e Justiça. A reforma é um brutal ataque aos serviços e servidores públicos, deixando de fora juízes, parlamentares, militares e servidores do Ministério Público, e prevê, dentre outras coisas, o fim da estabilidade para os novos servidores e extinção das promoções e benefícios, ou seja, da própria carreira. Outra reforma que está sendo discutida é a reforma tributária, que visa “modernizar” o sistema tributário, ou seja, aumentar a carga tributária para os trabalhadores via consumo e aliviar a mesma carga para os empresários. Para a sua aprovação, Guedes e os presidentes da Câmara e do Senado, Lira e Pacheco, decidiram por “fatiar” a reforma, dividindo a tarefa entre as duas casas, pois já aprenderam que uma reforma tributária é capaz de incendiar um país, mesmo em plena pandemia.

As direções políticas e sindicais, há mais de um ano em “lockdown”, enquanto a classe operária está sofrendo os efeitos das crises sanitária e econômica, vislumbra na atual conjuntura a possibilidade de superar o governo Bolsonaro com uma grande política de conciliação encabeçada pela candidatura de Lula para presidente em 2022. Assim, o “Fora Bolsonaro” que durante todo o ano passado foi uma “hashtag”, agora passa a ser a mola propulsora da campanha de Lula. Para essas direções, em sua maioria composta pelo PT, o impeachment já não é uma boa estratégia, pois a catástrofe do governo Bolsonaro só aumenta as intenções de voto em Lula nas pesquisas. Assim, após mais de um ano, tomar as ruas passa a ser uma ação defendida, apesar da pandemia. O presidente do PSOL, Juliano Medeiros e Guilherme Boulos, candidato à prefeitura de SP em 2020, saem à mídia para dizer que “é hora de ir pra rua”, deixando confusos seus militantes que até ontem chamavam de “negacionistas” as organizações, como a nossa, que defendem desde o início da pandemia, a necessidade da luta nas ruas, a abertura dos sindicatos e a realização de assembleias presenciais. 

O dia 29 de maio, chamado como um dia de mobilizações e luta contra o governo Bolsonaro, se dá nesse contexto. Sem paralisação dos postos de trabalho e nem assembleias de base, a intenção é pressionar por uma saída eleitoral, com Lula como candidato de frente ampla contra Bolsonaro. Tão ampla que cabe, inclusive, setores da burguesia, os quais Lula serviu muito bem por muitos anos. Não podemos permitir que os nossos mortos, nossos desempregados, nossos famintos sejam utilizados de palanque eleitoral para 2022. 

A superação da crise econômica, do desemprego e da crise sanitária que assola o país não virá pelo estado burguês, nem agora, nem em 2022, seja qual for o governo de plantão, pois o Estado é o instrumento de dominação da burguesia sobre os trabalhadores. Às políticas estatais de controle da pandemia, de reformas que ampliam os ataques aos trabalhadores, de repressão à juventude negra e periférica, devemos contrapor a nossa resistência de classe. É urgente que retomemos a unidade de luta nas ruas, impondo com os nossos métodos, a defesa das nossas vidas. 

Precisamos construir em cada sindicato, através de assembleias de base, a resistência ao genocídio em curso e impulsionar as centrais para a convocação de uma greve geral, nos organizando para a construção um plano de lutas independente que responda ao desemprego massivo e à crise sanitária. Devemos impor a escala móvel de horas e salários, o controle operário da produção dos setores essenciais, especialmente das vacinas, bem como a sua distribuição. É necessário impor uma saída operária à crise, desenvolvendo as tarefas transitórias de um programa revolucionário. Saída que não se limita às fronteiras nacionais, mas que exige unidade e fortalecimento dos processos de luta em curso na América Latina.

El pasado 15 y 16 de mayo se realizaron las elecciones a constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales comunales. A diferencia del plebiscito del 25 de Octubre del 2020, donde ganó la opción de realizar una Convención Constitucional 100% electa, la participación fue más baja[1] (además de un 7,74% de votos nulos y blancos a la convención) asemejándose a las anteriores elecciones municipales. Los medios de comunicación burgueses y la militancia populista y reformista en redes sociales llamaban insistentemente a votar, unos ante lo que consideraban una potencial falta de legitimación del acto "constituyente" como cierre y desvío del proceso abierto del 18-O, otros ante la posibilidad de que una baja participación le diera al bloque de la derecha oficialista una "sobrerrepresentación" llegando al ⅓ necesario para obtener el poder de veto.

Para sorpresa de la propia coalición oficialista, que iba en un bloque único junto a la ultraderecha de “Republicanos”, consiguieron un total de 37 constituyentes dejándolos muy por debajo del tercio de los 155 escaños[2]. También la vieja y disminuida Concertación obtuvo sólo 25 constituyentes (15 del PS) siendo superado por la coalición “Apruebo Dignidad” del PC y el FA con 28. Esta última coalición, en particular el FA, que en la víspera se encontraba cruzado por su desorientación característica y crisis interna, fue sorpresa también en los resultados municipales y de gobernadores. Así, alcaldías como Santiago fue obtenida por el PC, además de quedar en manos del FA comunas de importancia como Ñuñoa, Maipú, Valparaíso o Viña del Mar.

La gran novedad fue la elección de 48 (mal llamados) “independientes” entre los que destaca la Lista del Pueblo eligiendo a 27 constituyentes, que conformados como lista se beneficiaron por el sistema D’Hondt, cuyo programa no pasa de ser un conjunto de lugares comunes como la denuncia general al "neoliberalismo" en la búsqueda de un "equilibrio" entre un "Estado de derechos" que pretende limitar al "mercado". Reúnen en su interior a distintos referentes de organizaciones y activistas sociales, autodenominados ciudadanos o populares. Su composición refleja en buena medida el carácter heterogéneo de los distintos sectores que salieron el 18 de octubre en adelante y que en su mayoría representan a las capas bajas de la pequeña burguesía.

También dentro de los escaños reservados a los pueblos originarios ingresaron referentes de la causa mapuche como Francisca Linconao Natividad Llanquilleo.

Los resultados de estas elecciones profundizan la crisis del régimen bipartidista o duopolio de la "transición democrática". Algo que puede constatarse en la crisis casi terminal del otrora partido bisagra, la DC, qué aceleró su proceso de descomposición.

Tanto el alto grado de abstención como los resultados de estas elecciones son el fiel reflejo por un lado de la crisis en la cual se encuentran los semi Estados por la profundidad del proceso de descomposición del capitalismo imperialista, así como los realineamientos de las distintas fracciones de clase. Algo que puede verse de forma patente en la situación que atraviesa actualmente Colombia donde la lucha de la clase trabajadora y el pueblo enfrenta el mismo proceso de descomposición y crisis de gobiernos bonapartistas qué, recostados en el capital imperialista, imponen la dominación mediante el aparato policiaco-militar.

Esta crisis, que a la vez manifiesta la separación abrupta de las masas con ese aparato estatal, ante la profunda debilidad del gobierno de Piñera, lleva a distintos sectores a plantear salidas por la vía de desarrollar las contradicciones entre el congreso y la convención. Al punto tal de plantear supuestas "disputas de poder" entre un "poder constituido" y un "poder constituyente" o, en sus versiones más audaces, la existencia de un doble poder al interior del aparato de Estado.

Las "variopintas" tendencias al interior de la convención, así cómo el bloque PC-FA, plantean que es el momento de desarrollar una democracia popular, ciudadana o participativa. Pretenderán utilizar las posiciones conquistadas en municipios para practicar fórmulas de participación popular en la democracia para ricos.

De conjunto se fortalecen las tendencias políticas estatistas, sin que se gesten aún programas de nacionalizaciones burguesas, pese al alarmismo inicial con que reacciona la bolsa de comercio o las calificadoras de riesgo norteamericanas. También fenómenos políticos transitorios similares al Podemos español o al desaparecido Syriza griego, hoy ambos desaparecidos o en decadencia.

La izquierda trotskista (como el MIT-LITCI y el PTR-FT), intervinieron de conjunto con un programa de corte democrático y con el norte de impulsar una "verdadera" asamblea constituyente. En el caso del MIT, participando en la lista del pueblo, consiguieron colocar a María Rivera como constituyente quién planteó como objetivo de intervención, la libertad a los presos, "romper el pacto por la paz" y las limitaciones de la convención tales como el requisito de los ⅔ y el no cuestionamiento a los tratados internacionales. Al igual que otros sectores de la izquierda revolucionaria pretenden convertir la CC en una AC, e incluso algunos expresan que los "independientes" desarrollen la independencia de clase (?!) al interior de la convención.

De seguro las disputas internas de la convención llevarán más de una vez a plantear los límites de la discusión toda vez que lo que está en juego para la burguesía es una reforma al aparato de Estado. Del mismo modo la inevitable polarización política llevará a las tensiones propias de un año electoral en el que se define el sucesor de Piñera así como el nuevo parlamento.

Lo que sustenta al poder de la burguesía y a su aparato de estado, no es la mecánica electoral o la reconfiguración de las instituciones. Es el control que ejerce sobre los medios de producción, que manteniendo y profundizando la explotación de los trabajadores en medio de la crisis y la pandemia, expropia la riqueza creada por la clase trabajadora.

Los cantos de sirena de un "momento refundacional" o de un nuevo ciclo de la democracia, se verán acicateados por los avatares de la lucha de clases cuya forma es nacional pero su contenido es internacional.

Se vuelve más necesario que nunca la intervención independiente de la clase trabajadora, el fortalecimiento y recuperación de los sindicatos para luchar por una salida obrera a la crisis, enfrentando al conjunto del aparato de Estado burgués, luchando por expropiar a los expropiadores.

Hay que impulsar un congreso obrero de delegados de base que levante un programa para luchar contra el capitalismo y hacerlo temblar desde sus cimientos. Sólo la lucha por la conquista del poder de la clase trabajadora abrirá perspectivas superadoras de un sistema en descomposición.

 

[1] 43,35% Participación Nacional, destacándose en baja participación comunas de importancia como Santiago con 35%, o en poblaciones pobres como la Pintana con 36%, así como en regiones con un 36 % en la Araucanía o en la capital de Antofagasta. Destacándose por otro lado una alta participación en las comunas donde reside la burguesía y la alta pequeño burguesía, sin que en su condición de minoría afecte el resultado de conjunto.

[2] Cabe mencionar que el mecanismo de paridad de género favoreció a 12 hombres por sobre candidatas con mayor votación.

Na semana passada, no dia 06 de maio, uma operação realizada pela Polícia Civil, com 200 policiais, na favela do Jacarezinho, deixou 28 vítimas, assassinadas pela polícia. A operação, ainda que proibida pelo STF durante a pandemia, transformou a favela em um verdadeiro cenário de caça: casas foram invadidas, celulares aprendidos, pessoas torturadas, helicóptero sobrevoando e tiros, inclusive na estação de trem em pleno horário de ida ao trabalho. Segundo a polícia, a operação estava “planejada” há 10 meses e tinha como objetivo cumprir 21 mandados de prisão, resultantes de uma investigação sobre “aliciamento de menores” ao tráfico. O alvo da operação era o Comando Vermelho, facção que domina o território, disputado pelas milícias.

A presença da polícia ou das Forças Armadas nas favelas do Rio de Janeiro é constante e vem de longa data, inclusive pelas políticas de “pacificação” pelas UPP’s de Sérgio Cabral (PMDB) e de incursão das Forças Armadas no governo Dilma por diversos momentos, em especial, para garantir a realização da Copa do Mundo sem grandes “problemas”. Hoje, o domínio de maior parte das favelas do RJ está nas mãos das milícias, que atuam sob a proteção dos governos estadual e federal. Não é coincidência que o presidente Bolsonaro tenha se reunido com o atual governador, Claudio Castro (PSC), um dia antes da operação que resultou na maior chacina da história do RJ.

A violência policial, longe de ser expressão de manifestações isoladas, é parte do modus operandi das forças de segurança do estado semicolonial brasileiro. O papel da polícia e das Forças Armadas é fundamental nos bonapartismos sui generis, forma especial de poder estatal presente nas semicolônias, no controle social da classe trabalhadora e na manutenção da exploração mais perversa pela burguesia. Lembremos da “Minustah” que serviu para a formação das Forças Armadas brasileiras para atuação de guerra nas favelas cariocas e cujos militares da linha de frente na ocupação foram convidados a ocupar ministérios no governo Bolsonaro e os exemplos recentes na Colômbia, Chile, Equador, entre tantos outros. Até hoje, a prática institucional das forças de segurança carrega o formato delineado na ditatura militar. Um exemplo é o “auto de resistência”, instrumento do Estado para legitimar o extermínio dos considerados “inimigos”, criado em 1969 e vigente até hoje. Outros exemplos de chacinas e massacres são abundantes e não se restringem à polícia carioca: não esqueçamos dos 111 mortos no massacre do Carandiru, em 1992 ou da recente chacina em Paraisópolis, na qual 9 jovens foram assassinados em um baile funk.

A pandemia acentuou as tendências abertas pela crise econômica e potencializou os efeitos da desigualdade social com o desemprego massivo e reduções dos salários. A intervenção estatal no fluxo de mercadorias, incluindo a mão de obra, como tentativa de controle da pandemia e preservação de seu aparato, se concretizou também pelo seu braço armado contra os trabalhadores e população pobre. Só no primeiro semestre de 2020, o aumento do número de assassinatos pela polícia foi de 7%, com as medidas de restrição impostas. Na região metropolitana de São Paulo, só entre os meses de janeiro e maio de 2020, o aumento foi de 70%, com o maior número de assassinatos por policiais registrado desde o início da série histórica em 1996: 498 mortos. No mesmo período, foram registradas 58 ocorrências de violência policial denunciadas, incluindo tortura, sufocamentos e joelhadas no pescoço. No Rio de Janeiro, apesar da proibição do STF de operações nas favelas durante a pandemia, o aplicativo “Fogo Cruzado” (iniciativa popular de monitoramento dos tiroteios para proteção das comunidades) registrou 614 tiroteios com a presença da polícia, na região metropolitana, nos primeiros quatro meses de 2021. A média é de 5 tiroteios por dia. Já são 51 vítimas de “balas perdidas”, com 15 mortos apenas nesse ano. Em 2020, nos primeiros três meses da pandemia, foram 120 operações policiais, deixando 69 mortos. Muitos desses mortos são apenas crianças, com a impressionante média de duas crianças e adolescentes assassinados pela polícia por dia no país. Nos últimos 3 anos, foram 2.215 vidas interrompidas pelas forças de repressão do Estado.

Outro elemento que atravessa o desenvolvimento dos estados capitalistas semicoloniais, como o Brasil, é o racismo estrutural que influencia diretamente na atuação das forças repressivas, já que o estado burguês é incapaz de oferecer condições de superação das contradições sociais e econômicas impostas pela exploração do trabalho escravo como fundamento do desenvolvimento capitalista nas semicolônias. Em 2018, o Estado brasileiro assassinou, pelas mãos das polícias, 6.220 pessoas, com RJ e SP tendo as polícias que mais mataram respectivamente. Desses, 75% eram negros e periféricos. A população negra e periférica vive diariamente a violência policial nos “enquadros” constantes, humilhações verbais, surras e, inclusive, pela anulação de sua identidade. Mesmo depois de mortos, os assassinados pelas polícias recebem o rótulo de “bandidos”. O sistema prisional, expressão da política de encarceramento massivo da população pobre, também revela seu caráter racista da violência policial com uma média de 3 presos torturados por dia, 72% negros.

O genocídio imposto pelo estado brasileiro, seja pelas mãos das forças repressivas, pela fome como o resultado mais cruel do desemprego, ou pelo descontrole da pandemia tem um caráter de classe. É a eliminação da classe trabalhadora, cuja expressão maior da exploração e precarização é a população negra e periférica. As medidas estatais de controle da pandemia não serviram para salvar as vidas dos trabalhadores, mas para evitar o colapso dos sistemas de saúde, atacar a classe trabalhadora, reduzindo direitos e salários e rebaixando o valor da força de trabalho com as demissões massivas (atualmente, desemprego atinge 14,4% da população sem contar a sub ocupação e o número de desalentados). Aqui no Brasil, o governo Bolsonaro agiu intencionalmente para buscar a “imunidade de rebanho” ao custo da vida de centenas de milhares de pessoas, surgimento de novas cepas e média diária de mortes acima dos dois mil.

A luta contra a violência policial e o racismo estrutural não pode ocorrer através do sistema social que os engendra. Não é pela via de outras instituições do mesmo estado burguês que se dará o controle “humanizado” da polícia e o fim da desigualdade econômica e racial. Estão claros os exemplos como a determinação judicial do STF, que se comprovou ineficaz em manter suspensas as operações policiais nas favelas, ou a tentativa de se combater as milícias cariocas via parlamento, o que resultou na execução da vereadora e militante do PSOL, Marielle Franco. É preciso, portanto, rechaçar as saídas reformistas e eleitoreiras, que não atacam a raiz do problema, e levantar a organização da autodefesa dos trabalhadores nos sindicatos e nos bairros periféricos, bem como expulsar sindicatos policiais das nossas centrais sindicais. “O operário que se torna policial a serviço do estado capitalista é um policial burguês, e não um operário.” (Trotsky, 1932) Não há possibilidade conciliação da classe trabalhadora com o aparelho repressivo do estado burguês, ainda que alguns de seus representantes se coloquem como “progressistas”, como fez o PSOL ao lançar candidatura de um policial à vice prefeitura do RJ.

É urgente também que retomemos a unidade de luta nas ruas, impondo com os nossos métodos, a defesa das nossas vidas. Pela construção da greve geral que nos organize a lutar pela implementação da escala móvel de horas e salários para enfrentar o desemprego e o controle operário sobre a produção e a distribuição das vacinas. Toda a nossa luta, dentro do desenvolvimento histórico da relação entre capital e trabalho deve convergir na destruição do estado burguês e todas as suas instituições (incluindo seu aparato repressivo); na transição programática entre o sistema de dominação da burguesia e a ditadura revolucionária do proletariado, como forma de dominação da classe trabalhadora.

Terça, 11 Mai 2021 23:33

NO VOTAR EN LA FARSA CONSTITUYENTE

Este 15 y 16 de mayo se realizan las elecciones a alcaldes, concejales, gobernadores regionales y constituyentes. Unas elecciones que son militadas por distintos sectores que señalan su carácter único e incluso “histórico” le llaman. Esto a raíz de que no sólo pasará a ser elegida la figura de gobernador regional, si es que tiene ésta alguna trascendencia, por sufragio electoral; y en particular las elecciones para la Convención Constitucional (CC). Éste último organismo, con “novedades” en su conformación, tales como paridad de género y escaños reservados para pueblos originarios, fue el subproducto de un acuerdo entre los partidos del régimen para dar una salida a la crisis aguda en que la lucha de clases había puesto al gobierno de Piñera mediante la huelga general del 12 de noviembre del 2019. Para que la burguesía se aviniera a convenir reformas al “modelo” de Estado chileno, modelo de país semicolonial, tenía que imponer condiciones que llevaran a que el proceso “constituyente” fuera lo más inocuo posible. Es así que cuidadosamente se elaboró un acuerdo donde la institucionalidad del aparato burocrático militar, pese a su grado de crisis y descomposición, no estuviera en cuestión. De este modo se impuso un régimen de quórums mayoritarios (los famosos 2/3), se impuso su carácter de comisión redactora sin ningún poder más que el de elaborar un texto de constitución y, por sobre todo, se le impidió cuestionar ningún tratado vigente, los que forman parte de la relación y sujeción del país al capital imperialista.

Hay quienes viendo el carácter limitado de la CC, reducida a la de una comisión redactora, la rechazan en favor de una verdadera Asamblea Constituyente democrática y soberana. Se apoyan en la idea abstracta y reaccionaria a favor de una “democracia pura”, en esa noción repetida por los medios burgueses de “construir la casa común”, para abordar la idea de establecer una suerte de “pacto social”. Esta idea, presentada de modos rimbombantes, impulsa la idea de una unidad nacional, la idea de la congregación fraternal entre explotados y explotadores. Al no partir de la existencia de clases sociales, y de la relación del conjunto de la nación oprimida con el capital financiero, embellecen una y otra vez a la dictadura de la burguesía, sobre el proletariado y el pueblo empobrecido. “Los marxistas siempre han dicho que cuanto más desarrollada y más ‘pura’ es la democracia, tanto más franca, aguda e implacable se hace la lucha de clases, tanto más ‘puras’ se manifiestan la opresión por el capital y la dictadura de la burguesía.”

Estas elecciones encuentran  al gobierno de Piñera debilitado luego de que quisiera bloquear el tercer retiro al 10% de las AFP, el que fue acelerado con el fuego de las barricadas en las poblaciones y las paralizaciones como las de los trabajadores portuarios. Pese a esta debilidad del gobierno, y de la coalición oficialista, como toda elección de renovación del personal del aparato burgués, no deja de ser un escenario favorable para los capitalistas.

Si bien la coalición gobernante arriesga por esta debilidad coyuntural a perder en la CC la posibilidad de veto obteniendo menos de 1/3 de electores, los resultados hablarán distorsionadamente de cambios en las relaciones de fuerza entre sectores de clases, pero no es como lo presentan algunos sectores, el centro de la disputa del poder o la continuidad de formas de lucha de clases con la posibilidad latente de una semi insurrección espontanea, similar al del 18-O. Significará por el contrario un elemento de crisis del semi-Estado chileno que en el contexto de una crisis social producto de la descomposición del sistema capitalista se hace más patente.

Es verdad que la burguesía sabe que la CC es un factor de inestabilidad política, no porque esta institución reaccionaria permita desarrollar la conciencia de clase de los trabajadores, sino porque estará cruzada por discusiones de reforma al estado, que sectores reformistas y estatistas como el PC, el FA, Humanistas y demás figuras de la pequeñaburguesía democrática, buscaran impulsar. En el mismo sentido se ha orientado la burocracia sindical que pasó directamente a postular para los cargos constituyentes, donde pretenden jugar un rol en la lucha de clases cobijando la charlatanería parlamentaria y buscando estatizar las demandas de la población.

Para la burguesía también es importante lograr que el proceso electoral pase la prueba de la blancura ante el imperialismo; es por eso que apuesta a que este proceso, donde la elección de alcaldes serán los más votados, defina las relaciones entre los partidos de cara a las presidenciales de fin de año. Es decir, delinear quien será el o los candidatos a verdugo del pueblo.

La pandemia ha acelerado la crisis social, incrementada por las políticas de salvataje a los capitalistas, con una definición de combinar represión con apertura económica de mantenimiento de colapso hospitalario periódico. La respuesta de la burguesía en varios países ante la pandemia y la lucha de masas ha sido similar. La represión de los gobiernos, y al igual que Chile, buscan cerrarlo mediante elecciones, como en Ecuador, Bolivia y hasta las luchas de la juventud en el corazón del imperialismo norteamericano. También la pandemia ha demostrado la importancia de la fuerza de trabajo como única mercancía que puede crear valor. Son los trabajadores la única clase progresiva, es por eso que las burguesías empujan a la presencialidad en los trabajos sin importar la vida de los trabajadores, buscando “dosificar” las muertes obreras.

El carácter de esta crisis es internacional. Así lo manifiesta Colombia, como el magnífico levantamiento del pueblo colombiano ante los ataques de reformas de Duque, donde la persistencia de la heroica lucha del pueblo ante la masacre reiterada de las fuerzas lúmpenes estatales y paraestatales debe ser respondida con la preparación de la huelga general, para paralizar la producción, base del poder burgués, y poner sobre la mesa la discusión de la autodefensa y el armamento de los sindicatos.

También vemos la descomposición del imperialismo y su andamiaje de posguerra derrumbarse en distintas partes como en Medio Oriente, en los ataques al pueblo Palestino por el Estado gendarme de Israel, y en el mismo corazón de este enclave imperialista.

Algunas organizaciones en la izquierda revolucionaria se llenan de eclecticismo en torno a la CC. Algunos se han limitado a cuestionar el carácter antidemocrático de esta institución burguesa. Otros desarrollan el planteo de un Estado combinado[1], asociando formas de constituyentes burguesas con formas de organización proletaria (asambleas o congresos). El embellecimiento de las instancias constituyentes llega al punto de plantear a las mismas como “un puente” en el desarrollo político de la clase obrera, o incluso como una forma de acceso al poder. Una práctica de orientación parlamentaria muy común en las organizaciones centristas de mayor peso como el FITU en Argentina, donde la lucha por un programa obrero revolucionario se desdibuja y diluye en catálogos de eslogans convertidos en proyectos de ley. Hay que recordarles que la toma del poder por la clase no vendrá de la mano de un desarrollo pacífico, ni menos de desarrollar la democracia burguesa, su aparato estatal, en una Asamblea Constituyente, sino precisamente mediante la destrucción de esta maquinaria, mediante la insurrección consciente.

Se plantea como fundamental el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado en si para sí, el desarrollo de su vanguardia, algo que es necesario fortalecer en el proceso que abrió el 18 de Octubre. Pero esto no vendrá de la mano del apoyo o voto a los “candidatos buena onda” o “progres” que la izquierda intente auscultar en la dispersas papeletas electorales, sino del desarrollo programático y organizativo de la vanguardia obrera. No se trata por lo demás de establecer como un principio, como hacen algunas organizaciones, el criticar la “opción táctica” de determinadas organizaciones y militantes revolucionarios al presentarse a este escenario burgués por excelencia, sino de señalar su adaptación y la concentración de sus esfuerzos militantes.

Con las elecciones del  15 y 16 de mayo, la burguesía pretende el el cierre de un proceso insurreccional de masas, desviándolo a una salida institucional de reforma al Estado. La respuesta de las masas ante situaciones críticas mediante su intervención directa en las calles debe dar paso al fortalecimiento y la intervención independiente de la clase obrera mediante su propio programa, como caudillo de la nación explotada y oprimida. Ante la falta de una expresión política de independencia de clases interviniendo en un escenario burgués, es que llamamos a no votar en estas elecciones.

 

[1] “La ridícula tentativa de unir el sistema de los Soviets, es decir, la dictadura del proletariado, con la Asamblea Nacional, es decir, la dictadura de la burguesía, desenmascara por completo la indigencia mental de los socialistas y socialdemócratas amarillos, su carácter político reaccionario, propio de pequeños burgueses, y sus cobardes concesiones a la fuerza, en crecimiento incontenible, de la nueva democracia, de la democracia proletaria.”  Citas tomadas de, “Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado” V.I.Lenin.  Presentado al I Congreso de la III Internacional - 4 de marzo de 1919.

 

Sábado, 08 Mai 2021 13:09

Viva a luta do povo colombiano

 

Declaração TRCI

As mobilizações e confrontos continuam ocorrendo nas ruas da Colômbia, após 5 dias de fúria contra a reforma tributária que o governo quer impor e que teve que suspender devido aos protestos massivos. O governo Duque lançou uma verdadeira caça aos trabalhadores e população pobre e, até hoje, são mais de 37 mortos, centenas de desaparecidos e detidos.

Duque buscou impor uma reforma tributária em meio à pandemia, que atinge fortemente a Colômbia, onde menos de 10% da população está vacinada e segue sofrendo com a deterioração da economia. O governo assumiu que o medo de ir às ruas devido ao nível de contágio permitiria impor a reforma para que grande parte da população pagasse pela crise da pandemia. Mas a reação dos trabalhadores e das massas populares foi tomar as ruas frente ao esgotamento (o “hartazgo”) da situação. Cali foi o epicentro dos enfrentamentos, uma área manufatureira onde o nível da crise econômica e sanitária da região se manifestou com maior intensidade.

Agora, depois de ter que voltar atrás e ver se consegue reformulá-la com algumas pinceladas demagógicas para que os setores mais ricos também paguem mais impostos, não consegue conter a situação geral e conta com as forças repressivas e com seu chefe político, Álvaro Uribe, para, através do monopólio da força do Estado, reprimir as manifestações alegando que são terroristas e argumentando pela comoção interna. Neste momento, pede uma “mesa de diálogo”, já que sua linha mais repressiva está atolada pela força das massas nas ruas. Alguns líderes da oposição e da burocracia sindical estão convocando esse diálogo para desviar as mobilizações.

A burocracia sindical da CUT e da CGT, entre outras centrais, convocou uma greve nacional para o dia 5 de maio. A particularidade deste chamado é que não foi uma greve, mas uma mobilização que, embora não permita que as ruas se percam, não ataca o coração da burguesia colombiana e do capital estrangeiro que está na produção. Devemos preparar a greve geral com piquetes de autodefesa para derrotar o governo Duque e explodir o Plano Colômbia do imperialismo ianque. Não podemos cair em nenhuma armadilha do regime, que buscará estender sua agonia até 2022, quando haverá eleições, ou buscar soluções institucionais como o Chile tenta com seu processo constituinte.

Nas diferentes regiões do país, importantes setores da juventude operária, dos movimentos indígenas e da pequena burguesia urbana, que já lutavam antes da pandemia, têm se destacado nos confrontos e na organização da autodefesa (como em "Puerto Resistencia ") contra os efeitos da crise econômica e de saúde, mas também contra a brutalidade da ESMAD (Esquadrão Móvel Anti-Motim). Esse cenário demonstra que há disposição para enfrentar Duque e o regime como um todo. Isso não se difere muito dos governos latino-americanos e de sua condução na pandemia; a vasta maioria se apoiou nas forças armadas e descarregou o ajuste nas massas para dirigir a pandemia e salvaguardar os interesses do grande capital e de sua classe.

A guinada do governo norte-americano por Biden, na necessidade de reconquistar a hegemonia mundial, leva a uma maior ingerência em seu quintal, a América Latina, tentando frear o avanço da China e da Rússia, o que vem configurando rearranjos nos diversos governos da região. O exemplo mais claro é o Brasil, onde a assunção de Biden obrigou o governo Bolsonaro, que apoiava Trump, a se reajustar, situação que gerou uma crise política não só devido ao rumo da pandemia, mas também porque diferentes facções burguesas e militares começaram a se aliar ao novo mestre ianque. Um setor das Forças Armadas mais aliado ao imperialismo norte-americano e um setor do parlamento denominado “centrão” começaram a se deslocar para o novo cenário mundial pós-Trump.

É imprescindível ao bonapartismo sui generis, que é uma forma especial de poder estatal das semicolônias, o papel das forças armadas e a relação com o imperialismo. A crise mundial, somada à pandemia, gerou infindáveis ​​crises políticas e decomposição na relação entre uma burguesia débil e o aparato militar dos semi Estados. O papel das forças armadas e auxiliares em países onde a forma de dominação da ditadura do capital é mais aguda, como Chile, Colômbia e Brasil, são onde essa relação caótica mais se expressa. É uma preocupação dos Estados Unidos saber em primeira mão qual é a relação entre as forças militares e seu Estado, e esse foi o motivo da viagem de um comandante do exército norte-americano para se encontrar com os generais das diferentes forças na região. Mas é um erro cair em visões catastróficas ao ver golpes em todos os lados ou cenários de guerra civil sem fundamentos nas relações de classe em uma semicolônia.

A peculiaridade da Colômbia é que, desde o final da década de 1990 até hoje, é um país militarizado. Com a desculpa da pacificação, da eliminação da guerrilha e do combate ao narcotráfico, tanto as zonas industriais quanto o campo tiveram durante anos uma forte militarização para controlar o movimento operário. Essa militarização inclui bases do Comando Sul do Pentágono, estabelecidas a partir do Plano Colômbia, onde os fuzileiros navais ianques treinaram e treinam os soldados que agora massacram o povo. Isso torna fundamental a discussão da autodefesa e do armamento dos sindicatos. Por outro lado, a Colômbia assumiu, nas últimas décadas, o papel de representante ianque, tipo gendarme, especialmente contra a Venezuela e que antes foi contra Cuba e a instável América Central.

A crise aberta na Colômbia enfraquece os planos imperialistas para a região e abre um cenário convulsivo que nem mesmo a pandemia pode conter.

É tarefa das forças que se dizem marxistas apoiar este levante e contribuir para o seu triunfo. Devemos cercar os trabalhadores colombianos e da região de solidariedade e convergir em ações nas embaixadas, ou consulados, exigindo o fim imediato da repressão e a dissolução da ESMAD. Além disso, devemos convocar uma Conferência Latino-americana com as correntes que ainda levantam a necessidade da ditadura do proletariado para discutir a situação explosiva na região e as tarefas dos revolucionários. Isso pode ajudar a desenvolver na Colômbia núcleos de revolucionários que podem tirar conclusões das tarefas que a situação histórica exige.

Organizemos a resistência contra a repressão de Duque e cia. Dissolução da ESMAD!

Viva a luta dos trabalhadores e população pobre da Colômbia!

Fora as bases militares ianques na Colômbia e na América Latina!

Fora o imperialismo e os governos fantoches da região!

Fora o FMI. Não ao pagamento da dívida externa!

Pelos Estados Unidos Socialistas da América Latina!

 

COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina

 

Quinta, 29 Abril 2021 18:30

A PIÑERA LO DERROTA LA CLASE OBRERA

IMPULSEMOS UN GRAN PARO ACTIVO DE LOS TRABAJADORES DE LA SALUD CON MOVILIZACIÓN Y ADHESIÓN DE LAS ORGANIZACIÓNES OBRERAS, POPULARES Y DE LA JUVENTUD

La jugada de Piñera en cuanto a enviar al TC el proyecto de tercer retiro generó enorme bronca de las masas, hubo también paralizaciones de turnos de los trabajadores portuarios en 17 puertos, actuando como caudillos del pueblo, además de manifestaciones de diversos sectores de trabajadores contra la maniobra de Piñera. Se sacudió el fantasma de la semi insurrección del 18 octubre con la entrada en escena de importantes sectores obreros, populares y de la juventud lo que hizo temer al TC que esta papa caliente no recayera en sus manos evitando ser objeto de la furia de las masas. Lo que sí es seguro es la tremenda crisis del régimen burgués con un gobierno, coaliciones de partidos y el conjunto de las instituciones del semiestado debilitadas. Si el TC acogía a tramitación el requerimiento dilataba el retiro lo que generaba la bronca e irrupción violenta de las masas con la potencial intervención de la organizaciones obreras en una paralización general, si el TC él lo rechazaba, como ocurrió buscaba descomprimir la situación pero debilitaba al gobierno, optaron por aceptar esta derrota.

Mientras sectores de la oposición burguesa y pequeño burguesa quisieron darle una salida institucional mediante la amenaza de la acusación constitucional contra Piñera; buscaron además fortalecer medidas redistributivas y estatistas como el impuesto “por única vez” a los super ricos, el royalty minero, y la renta básica universal. 

La burocracia de la CUT convoca una “huelga sanitaria” a la que han adherido principalmente sindicatos de la salud y otros públicos, que en la práctica pretenden que sea un llamado a manifestarse “dese la casa”. Impulsan un llamado al gobierno a que siga los consejos de los “actores científicos y sociales” ante una epidemia que tiende a desbordarse. Mientras el gobierno miente y manipula datos sobre que la pandemia se mantiene estable, liberan los mall y la clase trabajadora se desplaza en masa hacia los centros de trabajo con o sin “cuarentena”; las dirigencias sindicales se cuadran con la oposición de la vieja “Nueva Mayoría”, para preparar el proscenio de las primarias y las elecciones constituyentes, aprovechando a pararse sobre los cadáveres para escalar en el reparto del botín del Estado.

Es necesario a partir del actual debilitamiento del gobierno, no para fortalecer a los partidos de la oposición burguesa en alguna suerte de coalición “antipiñerista” con los mismos sostenedores de la democracia para ricos, sino que sirva para fortalecer la organización y el programa de la clase obrera.

Las medidas estatales para la pandemia no se dirigen a salvar vidas, se dirigen a imponer el control represivo sobre la población. La crisis capitalista ha hecho a los ricos más ricos y a los pobre más pobres, descargando los efectos de la crisis sobre la clase trabajadora, con desocupación, bajas salariales, aumentos de cargas laborales, y el impacto de las condiciones sanitarias, que como se ha mostrado una y otra vez, golpean sobre las familias obreras, sobre las condiciones de hacinamiento, sobre la falta de vivienda, etc, etc.

Es necesario impulsar un gran paro nacional activo de los sindicatos de salud, donde adhieran y se sumen el conjunto de los sindicatos obreros. En este sentido es prioritario que instancias de luchas de masas sirvan para fortalecer en particular a los trabajadores ligados a la producción, donde reside el poder del capitalismo. La paralización efectiva de las industrias y las minas puede dejar en jaque a la burguesía y plantear la necesidad de desarrollar el control obrero de la producción. Es necesario que los trabajadores del área salud intervengan decididamente para controlar al conjunto del sistema sanitario colocando los insumos disponibles, incorporando personal, pasando a planta a los trabajadores honorarios y a contrata, imponiendo un sistema de turnos ante el agotamiento, etc, etc; en definitiva imponer un plan sanitario de los trabajadores para los trabajadores y el pueblo. En el mismo sentido la imposición de protocolos obreros en todos los lugares de trabajo, la creación o fortalecimiento de sindicatos, la incorporación de trabajadores desocupados vinculándolos a las diversas ramas económicas, la lucha por un salario de emergencia para el trabajador cesante o en reserva. Estas y otras medidas debemos discutir en la clase trabajadora. A partir de las asambleas sindicales se puede impulsar un congreso obrero de emergencia para desarrollar estos puntos y otros de este programa.

Solo la intervención independiente de la clase obrera puede dar una salida a la catástrofe social y sanitaria. Sólo confiando en sus propias fuerzas y organización es que puede imponer las verdaderas vías científicas y sanitarias que necesitamos para superar la pandemia y a al capitalismo mismo.

 

La decisión de Piñera de llevar al Tribunal Constitucional el proyecto del tercer retiro del 10% de fondos de pensión caldeó los ánimos de la población y azuzó el avispero político del conjunto de los partidos desde el propio oficialismo a la oposición burguesa y pequeñoburguesa.

El gobierno ya había pavimentado el camino de esta decisión, o eso creía, desde el envío al TC del segundo retiro junto con anticipar una serie de bonos “clase media” y una reedición del IFE ante la generalización de las cuarentenas. La molestia de amplios sectores ante unos miserables beneficios que llegaban a escasos sectores, hizo que el gobierno ampliara el IFE en un intento de generalizarlo, pero sólo para las familias registradas por el Estado como “vulnerables” en un 80%.

Esta “jugada” del gobierno ya había sido precedida por la colocación en el ministerio del trabajo de Patricio Melero, un pinochetista funcionario de la dictadura, quien fue reemplazado en su banca parlamentaria por otro pinochetista hijo de un político militar genocida (Labbé). Y es que la intención del gobierno, junto con la continuidad del toque de queda nocturno, la prorrogación del Estado de excepción, la militarización y despliegue represivo en la Araucanía, etc, se dirigen en una línea de asentar su gobierno en forma más reaccionaria, apoyándose en su base natural al tiempo que pretende fortalecer el ala dura de la derecha de cara a los procesos electorales, entre ellos el de reforma constitucional.

Lo cierto es que pese a estos movimientos de “toma de iniciativa”, éstos se despliegan sobre la base de una de las crisis sociales más grandes de los últimos tiempos. La pandemia, epidemia mundial que no ha podido ser ni contenida ni combatida por el capitalismo, se ha desatado en el país que ha servido una vez más de laboratorio, de experimentación. Así Chile podía ser un ejemplo en la aplicación masiva de la vacunación, a la que le dió acceso el imperialismo, y al mismo tiempo la orientación del gobierno y el conjunto de los capitalistas, de declarar la pandemia como superada para los efectos de hacer funcionar las grandes empresas, tornó a Chile como el ejemplo de lo que NO hay que hacer, enfrentando prontamente un nuevo peak pandémico. Esta vez, colapsando los hospitales y servicios de salud, donde los tecnócratas ministeriales iban sumando camas, sin el personal ni la infraestructura, quedando aún así una y otra vez personas sin atención o cuidados intensivos, situaciones cuidadosamente ocultas en los números mientras las morgues colapsan periódicamente.

Esto por no hablar de los golpes sobre la clase trabajadora donde los empresarios vienen haciendo un festín de despidos, reducciones salariales con contratación de mano de obra barata y precaria, aumentos de los ritmos de producción, entre otras joyitas. Justamente empresarios como el presidente de la cámara chilena de la construcción salió a decir que el problema del tercer retiro o los bonos era que iban a tener que “subir los sueldos” para que los trabajadores prefirieran estar en la obra que en la casa; o en su expresión más grotesca en la voz del empresario avícola Ariztía que dijo directamente que en Chile eran “flojos”; sí, el mismo empresario que se negó un mísero aumento en el proceso de negociación colectiva de los trabajadores de la planta de Arica en plena pandemia, los que mantuvieron firmemente en huelga durante 27 días. Y esta clase parasitaria se atreve a llamarnos flojos!

La respuesta ante el bloqueo al tercer retiro de parte de sectores obreros y de la juventud no se hizo esperar. El mismo día del anuncio sonaron las cacerolas y se encendieron las barricadas en las poblaciones, prolongándose las acciones de protestas y enfrentamientos con las fuerzas represivas hasta altas horas de la madrugada.

En el movimiento obrero se pusieron a la cabeza de la lucha una vez más los trabajadores portuarios planteando una serie de bloqueos progresivos a los terminales. Las relaciones con organizaciones de portuarios a nivel internacional llaman a bloquear las cargas de procedencia chilena en un ejemplo de solidaridad de clase internacionalista. También se ha levantado adhesión y convocatoria de los sindicatos y federaciones de la salud que hoy han comenzado a movilizarse luego de que la situación de agobio y colapso sanitario los ha llevado a un límite, el mismo límite al que le llevaron sus direcciones al apostar al inmovilismo del “quédate en casa” y la exigencia de “cuarentenas” al gobierno, sin detenerse a evaluar que esta política reaccionaria no buscaba salvar vidas. Lo mismo para los sindicatos de docentes donde el colegio de profesores tuvo que retroceder en chalas de prestar su apoyo a la presencialidad, mientras se cerraban escuela por escuela por brotes Covid o “cuarentenas” comunales. De igual modo para los sindicatos mineros los que se están coordinando y amenazan hoy con acciones, donde la política de despidos y sobreexplotación ha sido furiosa. Es aquí donde queda en evidencia el actuar de la burocracia sindical, que buscando los favores del Estado o de los patrones, mantiene maniatados a los trabajadores.

La propia CUT ha reafirmado el llamado a “paro sanitario” para el 30 de abril siendo que hace rato se trasladó con camas y petacas a las elecciones de constituyentes donde pretende disputar una orientación estatista de salvataje al capitalismo. Con fórmulas de distribución de la riqueza como el “impuesto a los superricos” que pretende que equilibrará la balanza entre las clases, como si los impuestos no fueran parte del andamiaje del aparato del Estado burgués

La amenaza constante al “se viene un nuevo estallido” no significa otra cosa que las masas no han sido derrotadas sustancialmente desde la semi insurrección espontánea del 18 de octubre 2019, pese a los desvíos electorales y las devaluadas ilusiones de reformas constitucionales con que pretenden darle curso reaccionario en un “nuevo pacto social”. Aunque la propia burguesía sabe que el pacto social, no es el de la elaboración de una carta magna, sino que es el de imponer una relación entre el capital y el trabajo sobre la base de golpes importantes sobre la clase trabajadora. Asustados con un escenario que desean controlar a su antojo, la oposición burguesa esgrime la bandera de la acusación constitucional, para tratar de atenuar el carácter de charlatanería burguesa del parlamento, así como preparar el terreno en caso de que la situación eventualmente vuelva a ponerse caótica por la lucha de masas.

Y si bien las masas no están derrotadas tampoco ha sido significativo su avance en conciencia y organización. Entendemos a los fondos de pensión como una fracción del salario expropiada en manos de las AFP, consideramos correcta la lucha por recuperarlos, luchando al mismo tiempo, contra los cantos de sirena de un sistema de reparto, luchamos por un salario vital para el trabajador retirado. En este sentido es prioritario que instancias de luchas de masas sirvan para fortalecer en particular a los trabajadores ligados a la producción, donde reside el poder del capitalismo. La paralización efectiva de las industrias y las minas puede dejar en jaque a la burguesía y plantear la necesidad de desarrollar el control obrero de la producción. Es necesario que los trabajadores del área salud intervengan decididamente para controlar al conjunto del sistema sanitario colocando los insumos disponibles, incorporando personal, pasando a planta a los trabajadores honorarios y a contrata, imponiendo un sistema de turnos ante el agotamiento, etc, etc, en definitiva imponer un plan sanitario de los trabajadores para los trabajadores y el pueblo. En el mismo sentido la imposición de protocolos obreros en todos los lugares de trabajo, la creación o fortalecimiento de sindicatos, la incorporación de trabajadores desocupados vinculados a ramas productivas, la lucha por un salario de emergencia para el trabajador cesante o en reserva. Estas y otras medidas debemos discutir en la clase trabajadora. Es preciso aprovechar estos llamados de la burocracia sindical para imponer en las asambleas de base el llamado a un congreso de delegados de bases de toda la clase trabajadora para intervenir en la actual crisis y darle una salida con independencia de clase.

Em nosso dia ao redor do mundo, nós trabalhadores, devemos fazer nossa voz ser ouvida contra a decadência imperialista e mostrar o poder da classe operária.

Neste dia, as bandeiras da Comuna de Paris, da Revolução Russa, dos mártires de Chicago e dos líderes trabalhistas que morreram ou foram mortos diante deste sistema capitalista voltam a flamejar. É por isso que, 135 anos após aquele 1º de maio, no qual a burguesia norte americana assassinava os trabalhadores, os mártires de Chicago, devemos reafirmar as tarefas dos revolucionários na luta contra o capitalismo e suas instituições, como os Estados-nação. Lutamos pela destruição do Estado burguês e nos apoiamos na experiência da Revolução Russa e seu sistema soviético.

Este 1º de maio encontra os trabalhadores lutando contra a segunda - e em alguns lugares a terceira - onda da Covid e contra um parasita histórico, que é o capitalismo. A pandemia escancarou o caráter reacionário do sistema capitalista, seu método anárquico em relação à natureza e às suas formas de dominação. O desenvolvimento da pandemia agravou ainda mais o processo recessivo da crise de 2008, levando o conjunto da economia mundial à estagnação. Nesse salto qualitativo da crise não se descarta a possibilidade de ruptura dos equilíbrios de classe nos Estados-nação, gerando uma infinidade de crises políticas nos países imperialistas e semicoloniais, com o surgimento de processos de massa que começam a tirar lições da direção burguesa da pandemia e suas consequências sobre as condições de vida.

Estamos testemunhando uma decomposição das instituições criadas pelo imperialismo no pós-guerra; um grande exemplo é a OMS, com sua lamentável atuação sobre a situação da pandemia, a ruptura dos equilíbrios interestatais, com a UE entrando em uma situação caótica e uma exacerbação da disputa entre os EUA e a China, que continua na era pós Trump com Biden.  

Um ano após a irrupção do coronavírus, a resposta dada pela direção capitalista para enfrentar o vírus foi um maior estatismo, ou seja, uma tentativa de economia dirigida, uma intervenção com um festival de subsídios ao capital, nacionalizações de empresas em crise, como as companhias aéreas de bandeira, impostos sobre riquezas, ou ainda políticas fiscais agressivas. Para os trabalhadores isso nada mais é do que um ataque em todas as linhas, com demissões em massa, suspensões, cortes salariais e a retirada de conquistas, entre outros.

Essa distorção que introduz a intervenção estatal na esfera da produção abre intermináveis crises políticas nas diversas frações burguesas e uma relação diferente com os trabalhadores, pois atua na própria base das relações sociais de produção. Torna-se mais evidente a importância da força de trabalho na criação de valor e na dinâmica do capitalismo e sua relação com essa força de trabalho. A paralisia causada pelo vírus em alguns ramos da produção desesperou os capitalistas, porque demonstrou que os lucros saem da expropriação dos trabalhadores e não de outro modo.

Essa política não pode ser mais do que reacionária, porque busca preservar os interesses da classe que representa e, obviamente, não lhe interessa em nada o destino dos trabalhadores, apenas preservá-los como explorados. É por isso que todos os ensaios que puseram em prática nesta pandemia falharam e levaram a um acirramento da crise com milhares de mortos e infectados. Tanto as quarentenas como na Argentina, quanto a negação do vírus ao estilo Bolsonaro, foram políticas desesperadas para salvaguardar os grandes capitais e sua classe, desorganizar a nossa classe com a cumplicidade da burocracia sindical, para sustentar seus Estados em decomposição. Uma linha imperialista de salvaguardar os ramos da produção, reduzindo o valor da força de trabalho.

A crise acentuou ainda mais a desorganização da economia, razão pela qual, diante do ataque dos capitalistas, nós, trabalhadores devemos atacar seu capital. O exemplo mais notório são as vacinas contra a Covid-19: laboratórios que aumentam seus lucros; Estados, como os EUA, que tentam vacinar toda a sua população para obter vantagem na reconstrução da economia e estar em melhores condições para competir; e grande parte do mundo sem uma única vacina. Os trabalhadores, diante do nível da crise, devemos reforçar a ideia de expropriar os expropriadores.

Em diferentes partes do planeta, setores da classe trabalhadora retomam os métodos da nossa classe, como demonstra a greve italiana diante do colapso da saúde, as greves nos EUA, as greves na França, um início ainda molecular de processos de luta no proletariado brasileiro, as duras lutas dos trabalhadores argentinos, a luta dos trabalhadores de Mianmar diante do golpe militar, apenas para listar alguns conflitos. Como nós marxistas defendemos, a união criativa do consciente e do inconsciente é o que costumamos chamar de inspiração. A revolução é a inspiração violenta da história.

Somos nós que devemos paralisar tudo, não só para enfrentar o vírus, mas para nos organizar para enfrentar os ataques. Os métodos da classe operária, como o bloqueio de atividades e paralisações para construir uma greve geral, são medidas que nos permitem preservar-nos de forma organizada, através dos sindicatos, frente ao ataque centralizado da burguesia e as fortes tendências destrutivas da economia capitalista em crise.

Podemos dizer que assistimos a um ensaio geral reacionário do sistema capitalista, em meio a um processo mais histórico de decomposição. É um grande ensaio de conciliação de classes, de patriotismo. Diante de uma direção anárquica, como é o sistema capitalista, que depende de seus principais Estados armados para garantir a reprodução do capital, nós lutamos por uma direção coletiva consciente, que prepare as etapas da ditadura do proletariado, uma vez que o sistema atual engendra as condições materiais e as formas sociais para a reconstrução econômica da sociedade.

Nós, trabalhadores, devemos intervir nesta crise de forma independente, preparando as condições para que surja uma vanguarda revolucionária, que se constitua em partido como uma direção revolucionária na necessidade de reconstruir a IV Internacional.

 COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina