TRCI-web
Votar en blanco o nulo y organizar las fuerzas
Elecciones en Bolivia
Votar en blanco o nulo y organizar las fuerzas
El 18 de octubre se vota en Bolivia a un nuevo presidente. Esto ocurre casi un año después de la renuncia de Evo Morales, en medio de procesos de lucha de clases agudos, en el que una fracción pequeño burguesa aliada al ejército y a la policía pudo, mediante la represión, modificar la relación de fuerza que se había establecido con las masas luego de varios años de gobierno del MAS.
Estas elecciones son la culminación de una transición pactada a sangre y fuego, como dijimos en su momento en medio de los acontecimientos de la renuncia de Evo, ya que fueron los mecanismos de un semi Estado burgués los que se pusieron en marcha para forzar la renuncia a la presidencia y después, vía un acuerdo parlamentario con los destituidos, llamar a nuevas elecciones. Por eso los que se apresuraron a llamar a la renuncia de Evo como un golpe, como hizo gran parte de la izquierda, no pudieron sostener su caracterización seriamente, ya que no fueron los militares quienes tomaron el poder, no se cerró el Congreso, ni se anuló la constitución, medidas centrales de un golpe.
Los acontecimientos mostraron el nivel de descomposición de un semi Estado y de las fracciones de clase que defienden ese Estado, las que se enfrentaron para dirimir sus diferencias para ver cuál era la fracción mas pro imperialista y quién podía garantizar la mejor forma de dominación para los intereses de su clase y el imperialismo.
Es en este marco histórico donde se da la crisis política y social en Bolivia. Y las masas mostraron gran predisposición a la lucha para no perder posiciones ante el avance de una fracción más pro imperialista con los bloqueos de ruta, las tomas de fábricas y depósitos. Protagonizaron el enfrentamiento contra la policía y el ejército, a pesar de que las direcciones del movimiento obrero como la COB aceptaban una salida dentro del régimen. Estas acciones son la demostración de que los procesos en Bolivia son parte de las grandes luchas que se vienen dando en gran parte de América Latina. La transición pactada y la pandemia hicieron que los fenómenos de lucha de clase más agudos fueran desviados, pero no derrotados.
En estas elecciones los candidatos con más chance de ganar son Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana, Arce Catacora del MAS y Camacho de “Creemos”, después de que la actual presidenta Añez y otros candidatos se bajaran para tratar de que la fórmula del MAS no gane en primera vuelta y forzar una segunda.
Algunas corrientes de izquierda llaman a votar al MAS (como el PO de Argentina en el FITU), otros llaman a organizar a la vanguardia, pero sin un pronunciamiento concreto ni campaña (como la LOR-CI, en la FT). Es una demostración de que se puede escribir y hacer eventos como la Conferencia latinoamericana, pero la adaptación a la democracia burguesa y a los nacionalismos burgueses no se puede omitir en la realidad. Ya mostraron la misma táctica cuando llamaron a votar a Haddad del PT en Brasil.
Llamamos a votar en blanco o nulo y organizar las fuerzas para prepararnos para el escenario post electoral, ya que gane quien gane deberán pactar para atacar aun más a nuestra clase e intentar recomponer el semi Estado. El voto en blanco puede expresar la independencia de clases y la necesidad de organizarnos y desarrollar una vanguardia, para luchar contra esa transición pactada, levantando un programa que prepare los pre requisitos para la destrucción del semi Estado. Hay que recuperar nuestras organizaciones como la COB y acaudillar a los sectores campesinos e indígenas en esta tarea. Por el control obrero de los hidrocarburos y el litio. Por una revolución agraria. Por la construcción de un partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida. Por la unidad revolucionaria del proletariado latinoamericano. Por una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina, forma estatal de la dictadura del proletariado.
Votar em branco ou nulo e organizar as nossas forças
Eleições na Bolívia
Votar em branco ou nulo e organizar as nossas forças
Em 18 de outubro, se votará na Bolívia um novo presidente. Isso ocorre quase um ano depois da renúncia de Evo Morales, em meio a processos agudos de luta de classes, no qual uma fração pequeno burguesa, aliada ao exército e à polícia pode, através da repressão, modificar a relação de forças, que se havia estabelecido com as massas após vários anos de governo do MAS.
Estas eleições são o ponto culminante de uma transição pactuada a sangue e fogo, como dissemos naquele momento, em meio aos acontecimentos da renúncia de Evo, já que foram os mecanismos de um semi-Estado burguês, os que se colocaram em marcha para forçar a renúncia à presidência e depois, via um acordo parlamentar com os destituídos, chamar novas eleições. Por isso, os que se apressaram a chamar a renúncia de Evo como um golpe, como fez grande parte da esquerda, não puderam sustentar sua caracterização seriamente, já que não foram os militares que tomaram o poder, não se fechou o Congresso, nem se anulou a Constituição, medidas centrais de um golpe.
Os acontecimentos mostraram o nível de decomposição de um semi-Estado e das frações de classe que defendem esse Estado, as mesmas que se enfrentaram para resolver suas diferenças e ver qual era a fração mais pró-imperialista e quem poderia garantir a melhor forma de dominação para os interesses de sua classe e o imperialismo.
É nesse marco histórico que se dá a crise política e social na Bolívia. As massas mostraram grande disposição de luta para não perder posições frente ao avanço de uma fração mais pró-imperialista, com os fechamentos de rua, as ocupações de fábricas e depósitos. Protagonizaram o enfrentamento contra a polícia e o exército, apesar de que as direções do movimento operário, como a COB, aceitavam uma saída dentro do regime. Estas ações são a demonstração de que os processos na Bolívia são parte das grandes lutas que vêm acontecendo em grande parte da América Latina. A transição pactuada e a pandemia fizeram que os fenômenos de luta de classes mais agudos fossem desviados, mas não derrotados.
Nessas eleições os candidatos com maior chance de vencer são Carlos Mesa, do Comunidad Ciudadana, Arce Catacora do MAS e Camacho do “Creemos”, depois que a atual presidenta Añez e outros candidatos se retiraram para que a formulação do MAS não ganhe no primeiro turno e, assim, forçar o segundo.
Algumas correntes de esquerda defendem o voto no MAS (como o PO da Argentina na FITU) outros chamam a organizar a vanguarda, mas sem um pronunciamento concreto nem campanha (como a LOR-CI, na FT). É uma demonstração de que se pode escrever e fazer eventos como a Conferência latino-americana, porém não conseguem omitir, na realidade, a adaptação à democracia burguesa e aos nacionalismos burgueses. Já demostraram a mesma tática quando chamaram o voto em Haddad do PT no Brasil.
Chamamos o voto em branco ou nulo, organizar as forças e nos prepararmos para o cenário pós-eleitoral, uma vez que, ganhe quem ganhar, deverá pactuar para atacar ainda mais a nossa classe e tentar recompor o semi-Estado. O voto em branco ou nulo pode expressar a independência de classes e a necessidade de organizar e desenvolver uma vanguarda, para lutar contra essa transição pactuada, levantando um programa que prepare os pré-requisitos para a destruição do semi-Estado. Temos que recuperar nossas organizações, como a COB, e incorporar os setores camponeses e indígenas nessa tarefa. Pelo controle operário dos hidrocarbonetos e do lítio! Por uma revolução agrária! Pela construção de um partido revolucionário como seção da IV Internacional reconstruída! Pela unidade revolucionária do proletariado latino-americano! Por uma Federação de Repúblicas Socialistas da América Latina, forma estatal da Ditadura do Proletariado!
ENFRENTEMOS LA TRAMPA CONSTITUYENTE -Boletín El Nuevo Curso #26
LAS POLICIAS DEBEN SER DISUELTAS
Piñera ha salido a respaldar tanto al general Rozas como a la institución de conjunto, dando cuenta con esto de la importancia que tiene la represión en su gobierno, que después del 18 octubre eso se ha hecho patente, por eso los llamó “la primera línea contra la violencia en el país”, dando una definición de clase del carácter burgués de esta institución podrida. Es que para el gobierno ha sido fundamental asentarse en el cuerpo armado organizado por el Estado para la represión del pueblo trabajador. Desde un comienzo con la llamada operación huracán, todo un despliegue represivo y de inteligencia que resultó con el asesinato del comunero Camilo Catrillanca, ahora la reforma a la que se abre el gobierno es lo que vienen en llamar “de modernización de las policías” que busca establecer como norma el ingreso a la fuerzas armadas en el control social interno, y además otorgar mayores atribuciones para perseguir a dirigentes sindicales, estudiantiles etc. Además de la ley aprobada por el arco político burgués y pequeño burgués (UDI hasta el F.A.) conocida como ley antibarricadas (ley n° 21.208), todo un reforzamiento del aparato burocrático militar, del cuerpo armado al servicio de la burguesía y su Estado contra la clase obrera y el pueblo.
También utilizaron conspirativamente a los gremios de los patrones camioneros para exigir al congreso una serie de leyes más represivas, como la de infraestructura crítica, ley antiterrorista, ley antiencapuchados, de mayores poderes a carabineros y la PDI.
Se han sucedido hechos tras hechos donde el actuar de los policías, lúmpenes organizados por el Estado, han mostrado toda su descomposición en una línea de represión sistemática, que además de las decenas de muertos post-18 de Octubre, los cientos de casos con mutilación ocular, o pérdida visual total como en el caso de Gustavo Gatica, Fabiola Campillay, o Manuel Acuña golpeado hasta dejarlo en estado vegetal, a lo que se suma ahora Antony Araya joven que fue lanzado al lecho del río Mapocho. Es por esta razón que sectores de la oposición burguesa y pequeño burguesa plantean una reforma o refundación a esta institución irreformable, pretendiendo un lavado de cara a esta institución intentando ocultar que la esencia de ésta institución es la protección de la propiedad privada capitalista sostenida por el aparato represivo estatal.
Ante la negativa del gobierno de sacar al general Rozas, y por el contrario blindarlo, la oposición burguesa apunta sus dardos al ministro del interior utilizando el estéril mecanismo de la democracia burguesa como la acusación constitucional, mostrando todo un cinismo porque bajo sus gobiernos reprimieron y asesinaron a luchadores obreros y populares, realizaron persecuciones y montajes, etc. Al fin de cuentas de lo que se trata para ellos es mejorar la maquinaria de opresión para proteger las ganancias capitalistas. No se trata del fuera Rozas, tampoco de embellecer a la PDI, o fiscalía que cargan son cientos de atropellos a los trabajadores, que mantiene presos a cientos de luchadores, no se puede regenerar las instituciones del Estado burgués.
En el programa de los revolucionarios se inscribe la consigna de disolución de las policías como una de sus tareas. La profundidad de la descomposición del capitalismo imperialista está evidenciando la naturaleza brutal reaccionaria de las policías en el mundo, como en EEUU, Colombia, Argentina, etc, donde los asesinatos y vejámenes llevados adelante por esta institución han quedado completamente expuestos. Esta pelea no podrá resolverse dentro del marco de la sociedad capitalista en descomposición. No será pacíficamente como se logre, todo lo contrario, significara una fuerte fractura del Estado, una alta conciencia de clase del proletariado, del desarrollo de su vanguardia, vale decir, en una dinámica de lucha entre revolución y contrarevolución.
Los sindicatos deben ponerse la tarea de organizarse contra la represión de los capitalistas y sus Estado. El enfrentamiento con su aparato de represión es inevitable, como lo muestran cientos de luchas obreras y huelgas, donde la disposición de las policías al servicio de los patrones queda más patente. Se debe pelear por la disolución de la policía, se deben organizar comités de autodefensa, para hacer frente a la represión y derrotarla
DESPROCESAMIENTO Y LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS OBREROS, POPULARES Y MAPUCHES.
COMITÉS DE AUTODEFENSA LIGADOS A LOS SINDICATOS
DISOLUCIÓN DE LAS POLICÍAS
8 de outubro: greve internacional de entregadores
8 de outubro: greve internacional de entregadores
Neste 8 de outubro se realiza a quarta greve internacional dos trabalhadores de entregas. Esta nova greve nos coloca diante de tarefas importantes para desenvolver frente ao avanço da crise em nível internacional que submete a classe trabalhadora e na qual os capitalistas pretendem que sejamos nós, os trabalhadores, que paguemos os custos da crise que eles geraram. Os entregadores têm sido um dos setores, nos quais as linhas imperialistas de exploração e precarização tem se aprofundado cada vez mais.
No último período, estão sendo discutidos em alguns países “projetos de lei” que outorgariam alguns direitos como trabalhadores, mas que de nenhuma maneira solucionam o problema de fundo, já que em nenhum caso esses patrões imperialistas estão dispostos, através de leis, a reconhecer nenhum direito e muito menos esclarecer a relação de trabalho encoberta que existe e, ainda mais longe, de reconhecer algum tipo de organização sindical. Geralmente, mediante o lobby, essas empresas obtêm as leis para legalizar a precarização. Isso se passa na Califórnia, por exemplo, onde, neste 8, se discute retroceder com a emenda AB5 que obrigava (sob certas condições) as empresas a reconhecer como trabalhadores os que eram contratados de forma independente. Algumas organizações que convocaram a greve estão priorizando a defesa da emenda diante do debate de anulá-la. Claro que há que se rechaçar, inclusive maiores avanços destes patrões, porém acreditamos que é um erro colocar como exemplo a defesa de uma lei, gerando expectativas na legalidade burguesa. Nos EUA, é a disfarçada orientação demagógica do Partido Democrata da Califórnia, no marco da disputa eleitoral com Trump. A tarefa colocada é construir a organização internacional de entregadores, que lute para impor aos patrões o reconhecimento irrestrito dos trabalhadores e sindicatos em todos os países que encabeçam esta luta. É fundamental desenvolver uma luta contra os próprios estados, que são cúmplices destas empresas, e desmascarar qual é o seu verdadeiro papel.
Esta greve conta com a participação de trabalhadores de países como Chile, Equador, Venezuela, Colômbia, Argentina, Brasil, México, EUA, Costa Rica, França Itália, Espanha e Alemanha. Em alguns destes países, vem se desenvolvendo diferentes conflitos, nos quais ocorreram confrontos com a polícia, o exército e a juventude e nos quais a classe trabalhadora se levantou para enfrentar os avanços das políticas imperialistas que pretendem nos submeter ainda mais diante da possibilidade de que seus ganhos sejam afetados. Em todas as partes do mundo, a política das empresas é a mesma, maior exploração e péssimas condições de trabalho. Por isso, é fundamental desenvolver tarefas anti-imperialistas, costurar alianças em todo o mundo entre os trabalhadores de entrega e pensar ações e métodos operários de luta que tendam a questionar a propriedade destas empresas como, por exemplo, paralisar e bloquear seus galpões próprios, entre outras medidas.
Basta de precarização trabalhista! Por um sindicato de trabalhadores de entrega!
Um elemento importante é a recente saída da Glovo dos países da América Latina, deixando milhares de trabalhadores sem fonte de trabalho, sob uma falsa promessa de incorporação em outras empresas de entrega. É importante aprofundar a luta e desmascarar que são demissões encobertas!
Na Argentina, no último período, vem se desenvolvendo um debate no seio da organização de entregadores relacionado a uma ideia estatista na qual, mediante a pressão ao estado, se poderia impor o reconhecimento como trabalhadores aos patrões.
De forma semelhante, no Brasil, a disputa pela regulação estatal dos entregadores de apps pelos partidos burgueses no parlamento e nos programas de governo para as eleições municipais buscam cooptar o movimento dos trabalhadores de apps para as instituições da democracia burguesa. Foi o que fez o PSOL na última greve dos entregadores, em 15 de setembro, agendando reunião dos líderes do movimento com Rodrigo Maia, na Câmara dos Deputados. Essa adaptação tem contribuído para diminuir a adesão às grandes paralisações, isolando os entregadores em protestos mais pontuais, como o realizado na Rappi por conta do calote de R$100, no condomínio de luxo do cliente que humilhou o entregador ou em Campinas pela morte de um entregador num acidente causado pela ausência de sinalização de uma obra na pista. É importante pontuar que, apenas em São Paulo, o número de mortes de motociclistas aumentou 38% durante a pandemia, apesar da diminuição do índice geral de acidentes.
No mesmo sentido, no Chile, uma recente decisão dos tribunais de justiça de primeira instância resolveu a favor de um trabalhador demitido pela Rappi, reconhecendo de fato a existência de uma relação trabalhista, declarando a demissão como injustificada. A CUT do Chile, além de assinalar esta decisão como a via de solução para os trabalhadores de entrega, chama a apoiar os projetos no congresso, tal como “meu chefe é uma app” que busca a regulamentação estatal da relação trabalhista e a organização sindical, enquanto os abusos, as extensas jornadas e os acidentes de trabalho se sucedem diariamente.
Queremos advertir sobre os perigos destas linhas que semeiam a confiança de que, mediante um projeto de lei e a intervenção dos deputados, consigamos nossas reivindicações. Esta ideia deixa os trabalhadores de entrega desarmados para poder desenvolver uma linha que afete realmente as empresas. A única forma de impor o reconhecimento da relação trabalhista aos patrões será afetando a produção e impondo a organização sindical geral do ramo, com independência do estado. O estado e suas instituições não são nossos aliados, são aliados das empresas e por isso é que não podemos confiar neles. É importante desenvolver a organização dos trabalhadores mediante assembleias por zona, elegendo delegados ou representantes sindicais, para pensar ações concretas que afetem estes patrões.
As tarefas que temos pela frente são fortalecer a organização em prol de construir uma organização sindical dos trabalhadores de entrega e dar batalha pelo reconhecimento como trabalhadores de transporte pela construção de um acordo único. Hoje, mais do que nunca, retomemos as bandeiras do proletariado que começa a se levantar em todo o mundo e desenvolvamos uma luta comum contra os nossos inimigos de classe.
LOI Brasil - COR Chile - COR Argentina
A 47 AÑOS DEL GOLPE CONTRARREVOLUCIONARIO; PREPAREMOS EL CAMINO DE LA VICTORIA
El 18 de Octubre las fuerzas elementales de la juventud y la población trabajadora irrumpieron súbitamente para cuestionar décadas de sometimiento, explotación y opresión, ejercida de forma despótica por la democracia capitalista. El punto más álgido de ese proceso se dio también de forma espontánea, pero no menos contundente, en una histórica huelga general el 12 de Noviembre que si bien carecía de fortaleza organizativa dejó en evidencia el poder de la clase trabajadora, paralizando todo el aparato productivo, tomando al mismo tiempo las calles para enfrentar a la maquinaria de represión estatal. Este acto semiinsurreccional dejó al gobierno al borde de caer, y para salvarlo y salvarse a sí mismos, acudieron a él todos los partidos de la burguesía y la pequeñoburguesía para sacar la promesa de que este régimen de opresión y explotación, puede mejorar su cara, se puede reformar al Estado, se puede volver a edificar “la casa de todos” donde explotados y explotadores vivamos felices bajo el mismo techo.
Casi un año ha transcurrido desde estos acontecimientos y la pandemia mundial vino a profundizar la crisis económica y social que se desarrolla en el mundo producto de un proceso profundo de descomposición del capitalismo y del desarrollo cada vez más agudo de la lucha de clases. La injerencia represiva del Estado, no sólo en el accionar sistemático contra los sectores movilizados, los trabajadores, la juventud, las comunidades mapuches, etc, sino también en la intervención de las relaciones sociales con las políticas restrictivas de cuarentena, que han dejado en evidencia una y mil veces que a la clase dominante no le interesa la “salud” de la población, está dejando una crisis social de enormes proporciones.
Entre desocupados, los llamados “inactivos” (los que dejaron de buscar pega) y los suspendidos (por la ley de protección del empleador) acumulan la friolera de 3 millones de trabajadores. Una masa humana de fuerza de trabajo que se volcará, en la medida que la “apertura” económica lo permita y la necesidad lo exija, a buscar sustento, porque no tenemos más que nuestra fuerza de trabajo para vender. Esta masa de trabajadores hace que los empresarios se estén sobando las manos para abaratar el costo de la mano de obra, ya que para ellos somos una mercancía más. Una evidencia que empresas imperialistas como Unilever, estén aumentando el número de desocupados con cierres y despidos preocupados de que su cuota de ganancia no califica como “rentable”.
Al mismo tiempo los otrora abanderados del llamado “neoliberalismo antiestatista” utilizan fondos estatales y la generación de deuda con créditos multimillonarios al FMI para financiar este festín de despidos, para contener mediante dádivas fiscales el hambre y la carestía de grandes sectores de la población. En un puñado de meses el Chile modelo que habría superado la pobreza está comenzando a desarrollar la misma a niveles exponenciales. Algo que se expande más rápido que la pandemia por toda la región. También el gobierno dispone de una batería de medidas “proempleo” para financiar la contratación, que no es más que otro eufemismo para que los empresarios abaraten aún más el valor de la mano de obra, rotando a los trabajadores despojando al mismo tiempo de sus conquistas a aquellos que son desplazados. Basta sólo dejar en evidencia que las remuneraciones reales no hicieron más que descender de marzo a la fecha mientras los ricos se hicieron más ricos, y las restricciones impuestas por los patrones y el Estado en las empresas llamadas “esenciales” aumentaron los niveles (estancados durante años) de productividad, esto es que produjeron lo mismo o incluso más con menos trabajadores, algo que la burguesía querrá extender e implantar.
Los recientes proyectos, rechazados momentáneamente en el congreso, de “salario mínimo” e “infraestructura crítica" no reflejan otra cosa que la orientación más decidida de la burguesía en vísperas del 11 de septiembre de imponer salarios de hambre y represión, incluso con la fuerzas militares, toda una provocación con un decidido simbolismo reaccionario.
Mientras este ataque en toda línea de la burguesía acontece, los partidos del régimen se preparan aglutinándose en “comandos” por el apruebo o rechazo a un cambio constitucional. Un cambio que ya quedó amarrado y maniatado tanto en su técnica electoral, a medida de los “incumbentes” de la burguesía, como en su esencia y su carácter de clase, pauteado para no cuestionar ni un ápice de la dominación imperialista. Es verdad que amplios sectores de los trabajadores depositan sus expectativas en esta opción, no tan esperanzados como amplios sectores de la pequeñaburguesía, pero si como la única vía práctica hoy por hoy para intentar torcer su destino. Sin embargo, esto sólo es un subproducto de la crisis de dirección, de las direcciones políticas reformistas contrarrevolucionarias que infestan y difunden la falsa ideología reaccionaria de que la democracia burguesa puede ser perfectible, de que aggiornando o limitando las instituciones más reaccionarias legadas por la transición del régimen pinochetista al democrático, se puede abrir al futuro.
Es así que también enarbolan la falacia de que instalando en una carta magna el “derecho” a la educación, la salud o la vivienda, esta se hará realidad como proceso de reforma democrática. Es aquí donde los grupos “estatistas” de la pequeñoburguesía como el PC o el FA pretenden ocultar el carácter de clase del actual aparato estatal, buscan arribar al botín del Estado semicolonial para favorecer a otras fracciones burguesas menores. Esto es lo que prometen en sus programas y proclamas, y en una eventual convención constituyente será procenio de debate, en una suerte de parlamento “ad hoc”, en definitiva, un podio de charlatantes.
También están quienes rechazando este proceso se expiden por una Asamblea Constituyente, libre, soberana, popular o revolucionaria. La levantan como un “puente” hacia la toma del poder o hacia formas de gobierno obrero, una abstracción absoluta que no identifica ni denuncia el carácter de clase de tal institución implantándola como obstáculo.
Se conmemoran 47 años del golpe contrarrevolucionario, que derrotó de forma brutal y despiadada a toda una generación de luchadores y de la vanguardia obrera. Este proceso contrarrevolucionario preparado directamente en el seno del imperialismo yanqui, se dirigió a aplastar un proceso revolucionario. No fue la interrupción de un proceso democrático gradual y en ascenso. Fue la liquidación de la posibilidad de que la clase trabajadora se hiciera del poder y extendiera una revolución hacia “patio trasero” del imperialismo. Fueron varias las medidas de contención que utilizó la burguesía antes del golpe de Estado, entre ellos las medidas de capitalismo de Estado, todo para mantenerse en la escena histórica. Esta mayor injerencia del Estado burgués en los 70s tuvo su punto culmine bajo el gobierno de la UP, presentado como la “vía pacífica al socialismo”, que difuminó en el movimiento obrero la farsa de un socialismo sin destruir el aparato burocrático militar, que constituye la esencia del estado, como maquinaria de opresión de una clase sobre otra.
A 47 años vemos que la decadencia imperialista se ha profundizado, y la burguesía vuelve a desempolvar viejas ideas de intervención estatal, aunque la mayor descomposición capitalista presentará a esta ideas reformistas ya no como una tragedia sino como una farsa, colocadas para salvar al capital de sus crisis, atacando al proletariado.
El actual proceso de ataque y descomposición del capitalismo sólo puede enfrentarse si se preparan y organizan las fuerzas del sujeto revolucionario. El gran triunfo del golpe contrarrevolucionario consiste en la dispersión y debilidad organizativa de la clase obrera. El poder de la burguesía reside en la producción, es prioritario que sea la clase trabajadora la que dé una salida con un programa de independencia de clase. A la actual crisis social sólo puede darle una salida nuestra clase. La desocupación creciente sólo puede ser enfrentada por la unidad de los ocupados con los desocupados levantando un programa de escala móvil de salarios por rama, peleando por salarios acordes a la canasta familiar, imponiendo el derecho al trabajo, así como el de la salud, la educación o la vivienda, enfrentando activa y decididamente despidos como los de Unilever. La burocracia sindical tratará de jugar de mediación para apoderarse del movimiento, pacificarlo y domesticarlo a los cauces de la democracia para ricos. Es necesario que levantemos la organización obrera, recuperando los sindicatos, impulsando un Congreso de delegados de base de toda la clase trabajadora que pelee por poner en pie una Central Única de trabajadores donde se levante un programa y un plan de lucha con una perspectiva para superar al capitalismo semicolonial decadente. No se puede repetir la historia quedándose en la trampa de la reforma estatal, es necesario superarla peleando por imponer la dictadura del proletariado extendiéndola internacionalmente, el norte de la vanguardia debe ser la derrota de la burguesía, la victoria del proletariado.
Las débiles fuerzas de los activistas y la vanguardia obrera no pueden desgastarse en fórmulas tácticas para las que ni siquiera se tiene ni el peso ni, por sobre todo, la claridad. La pelea por poner en pie un Partido Revolucionario, debe ser la bandera de la reconstrucción de la IV Internacional como el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
O Socialista 114
Belarus: fraude, crise política e irrupção dos trabalhadores
Belarus: fraude, crise política e irrupção dos trabalhadores
Já são três semanas de intensa agitação na Belarus, impulsionada pela rejeição à fraude eleitoral pela qual o Presidente Lukashenko pretende prorrogar o seu mandato. Já se passaram 26 anos desde que assumiu o cargo pela primeira vez, em 1994. As manifestações de rua dão o ritmo desde 9 de agosto, e a repressão brutal do regime, longe de enfraquecê-lo, produziu o contrário. Nas ruas, a juventude de classe média desempenha um papel importante, mas todos os observadores destacam a irrupção do movimento operário, principalmente de seus batalhões mais concentrados da indústria.
As marchas e protestos, que levaram cerca de 100 mil pessoas às ruas de Minsk no domingo, 23 de agosto, são um sinal de um movimento espontâneo, com confusão de objetivos e com uma liderança fragilizada pela pouca estruturação da oposição nacionalista / liberal, pró reformas de mercado, cuja figura eleitoral é a candidata da oposição, Svetlana Tijanóvskaya, atualmente exilada na Lituânia. O movimento possui extensão nacional e não se concentra apenas na capital, Minsk.
Antagonismos interestatais
Belarus é um país de 9,4 milhões de habitantes, ex-membro da URSS e posteriormente aliado histórico da Rússia. Nessa aliança, é o parceiro menor, mas não devemos pensar na relação como estamos acostumados: a Belarus concentra importantes centros de industrialização de matérias-primas russas. Um elemento que alimenta a crise atual é a depressão do preço do petróleo no início do ano, à medida que as refinarias bielorussas exportam petróleo processando o petróleo cru que obtêm a preços subsidiados da Rússia. Além dessa estreita relação econômica, que teve seus altos e baixos nos últimos anos, os dois países também estão ligados por acordos militares e elementos históricos culturais.
É por causa dessa relação com a Rússia que muitos, incluindo o bonapartista Lukashenko, rotulam os protestos recentes como "pró-Ocidente" ou “pró-União Europeia”, tentando equipará-los ao chamado Euromaidan que invadiu a Ucrânia em 2014, levando à renúncia do presidente e, mais tarde, para uma guerra civil. A verdade é que as mobilizações não reivindicam a entrada do país na UE, o que era explícito em 2014 na Ucrânia, e nem sequer levantam consignas antirrussas. A própria Tijanóvskaya, da Lituânia, teve o cuidado de demarcar as posições da oposição de um enfrentamento com Moscou, deixando claro que são protestos que se limitam a defender apenas a democracia, ou seja, a democracia burguesa da qual a única experiência que o país tem são… os governos de Lukashenko, que paradoxo.
A União Europeia (UE) vem de anos de afrouxamento das sanções que aplicava à Belarus pelas violações das liberdades políticas do chamado “último ditador da Europa”, num contexto de revisão das relações com a própria Rússia, país com o qual a Alemanha possui importantes vínculos produtivos, principalmente pelo fornecimento de matérias-primas, especialmente hidrocarbonetos. Diante do processo atual, as autoridades da UE se limitaram a emitir declarações e na sexta-feira, 28/08, votaram sanções para algumas figuras do regime.
Por sua parte, Putin precisa ser prudente em sua relação com o país. Embora apoiasse Lukashenko e, na semana passada, tenha avançado na ameaça de uma intervenção direta na crise, ele precisa, por um lado, manter sua relação com Trump e a UE e, por outro, ponderar mais à estabilização da Belarus do que o próprio Lukashenko, razão pela qual um setor de seu partido político mantém vínculos com os sindicatos bielorrussos que participam das mobilizações por meio da burocracia sindical da Federação dos Sindicatos Independentes da Federação Russa (FNPR).
Os Estados Unidos, por sua vez, não assumiram uma posição clara, já que o peso da crise interna do imperialismo pode não apenas explicar essa posição, mas é também um elemento determinante na série de crises políticas, de regime e de Estados, e os processos de luta de classes que estão atravessando o mundo. A desorientação imperialista, face às eleições presidenciais de novembro e com um governo Trump duramente atingido pelas consequências da recessão económica, a má gestão da pandemia e o processo de luta contra a brutalidade policial e o racismo, é um elemento central da conjuntura internacional.
Toda uma série de correntes políticas, a ressaca do estalinismo e todos os tipos de populistas, destacam o antagonismo entre os EUA e UE por um lado, e Rússia e China por outro, para condenar as mobilizações em Minsk e outras cidades e apoiar Lukashenko e seu regime, que já prendeu 7.000 manifestantes, matou mais de 3, além dos desaparecidos nas últimas repressões. A lata de lixo da história é o único lugar no qual esses nostálgicos do Gulag podem ser acolhidos, não têm nenhuma aproximação com a esquerda revolucionária e a vanguarda do movimento operário internacional.
A ofensiva imperialista sobre a Rússia, e especialmente sobre a China, deve ser apreciada do ponto de vista do processo histórico, e não da lógica burguesa da geopolítica. Trata-se do problema da assimilação dos Ex-Estados operários, cujas contradições explosivas se desenvolvem em todo tipo de manifestações específicas em vários territórios nacionais, com características determinadas. Estamos a falar de processos tão diferentes como os de Hong Kong, da Ucrânia e agora Belarus, mas que são a expressão de toda uma fase histórica. Voltaremos a este problema nodal da situação mundial a seguir.
Forças elementares
Belarus, como outros ex-Estados operários, sofreu um processo de privatização da indústria no início da década de 90. No entanto, esse processo de restauração capitalista "a frio" encontrou seus limites precocemente, levando à renacionalização de grande parte da empresas já em 1994. Atualmente, o capitalismo de estado na indústria atinge entre 75% e 80% do setor. É um processo de renacionalização que também foi realizado na Rússia, embora mais tarde, sob o comando de Putin. Esses elementos servem para apontar que a protoburguesia bielorrussa é particularmente débil, e não existem os chamados “oligarcas”, que monopolizam ramos industriais inteiros (ao menos não da indústria pesada) como foi o caso na Ucrânia. Os setores dessa protoburguesia junto com as camadas pequeno burguesas são a base da candidata da oposição, que na verdade é substituta de seu marido, um empresário detido pelo regime.
Outra diferença com a Ucrânia, importante do ponto de vista sociológico, é a relativa fragilidade do setor agrícola e em geral da produção de matérias-primas, em relação à indústria. A indústria herdada da URSS permanece na Belarus, mostrando-se competitiva em alguns ramos, como na fabricação de máquinas pesadas e tratores, e na semimanufatura de produtos primários. Esta relação é bastante eloquente quando considerada em números: a agricultura, a pesca e a silvicultura representam 6,6% da produção bruta, enquanto a indústria representa 26%. O setor de serviços, que tem maior peso na economia, sustenta outra fração importante da classe trabalhadora, que inclusive tem participado ativamente dos protestos, como o de transportes, e também amplos setores pequeno burgueses.
Quando falamos sobre o peso econômico da indústria, isso também se reflete na política. Porque todas as facções em guerra têm um interesse ativo em conquistar para si a simpatia da classe operária. Já falamos da federação sindical russa, mas atividade semelhante é realizada pela burocracia da Confederação Sindical Internacional (CSI, à qual estão filiados as CTAs e a CGT argentinas), especialmente suas seções europeias ligadas por mil e um laços aos Estados e patronais imperialistas da UE. Além disso, a oposição nacionalista / liberal faz chamados à greve para se apoiar nas fábricas, enquanto Lukashenko teve uma surpresa desagradável quando tentou retomar a popularidade em sua visita à fábrica de tratores de Minsk, e agora envia as autoridades locais para negociar com os trabalhadores.
As ações operárias têm sido importantes, incluindo greves, assembléias nos portões, colunas operárias nas marchas e reuniões com os gestores e as autoridades locais para exigir a libertação dos detidos e rejeitar as sanções contra os trabalhadores participantes das mobilizações, embora não tenha se concretizada a convocação de uma greve geral. Tamanho é o peso das medidas sindicais que, após as primeiras manifestações desse tipo, Lukashenko teve que libertar os primeiros detidos. A novidade é que esse tipo de luta está se desenvolvendo em um país no qual o direito à greve não é legalmente reconhecido e a repressão está na ordem do dia. Enquanto mantém-se a propriedade estatal das empresas, Lukashenko vem aplicando um programa, em acordo com o FMI, EUA e UE, de sucessivas reformas, liquidando negociações coletivas, impondo contratos de trabalho temporário, aumentando a idade para aposentadoria e promovendo um declínio constante nos salários reais devido ao efeito da inflação e da desvalorização.
Por enquanto, as ações do proletariado se posicionam contra a pagar pelas lutas entre as frações dirigentes. Utilizam a oposição para enfrentar sua patronal. As organizações sindicais, estatizadas, não cumprem seu papel, por isso, os trabalhadores formaram comitês operários, que a oposição tenta influenciar. A luta por uma direção que permita a intervenção independente da classe trabalhadora é urgente e, por sua vez, uma tarefa internacionalista que os revolucionários da Europa, Rússia e do resto do planeta devemos apoiar com toda seriedade e audácia.
Entre a assimilação capitalista e a decomposição imperialista
A queda da URSS significou para muitas correntes a restauração capitalista plena e a reversão histórica total da Revolução de Outubro. No entanto, o resultado desse processo foi muito mais tortuoso para os capitalistas, porque se produziu na etapa avançada da decomposição imperialista. As privatizações, como um processo de reforma econômica sem recorrer a uma contrarrevolução aberta para destruir os alicerces do aparato estatal, surgido em Outubro, e as sucessivas revoluções que expropriaram a burguesia acabando com a sua dominação em determinados territórios ao longo do século XX, demonstraram ser um fracasso como aposta do imperialismo. Assim, este processo de assimilação ao capitalismo continua a desenvolver-se, ainda que as protoburguesias dos diferentes ex-Estados operários, especialmente Rússia e China, não tenham conseguido tornar-se as novas classes proprietárias dominantes. Isso não se define no âmbito nacional, e sim na arena mundial. O proletariado, por sua vez, constitui-se ainda uma reserva para enfrentar os processos de restauração em curso, apesar de ter sido utilizado em diferentes ocasiões como base de manobra por um ou outro setor da burocracia restauracionista e/ou das camadas pequeno burguesas aliadas ao imperialismo. Esta tragédia tem como causa principal a crise da direção revolucionária do proletariado internacional.
É curioso como voltamos a ler sobre situações revolucionárias objetivas, desta vez das mãos do PO(t) e Altamira, um velho inimigo declarado de Nahuel Moreno, ao discutir os processos nos ex-Estados Operários. O que Altamira esquece é que, para estabelecer tendências objetivas, que não estão descartadas, é preciso definir quais são as transições. Quando Lenin discutiu este problema, já havia definido a fase superior do capitalismo, o imperialismo, como transição entre o capitalismo e o socialismo. No processo bielorrusso, devemos considerar o problema da assimilação, que torna a discussão da transição muito mais complexa. Não só porque o papel dos ex-Estados operários não está definido no sentido de que, se as protoburguesias poderão ou não, a partir de um inevitável conflito violento, conquistar uma posição como classe capitalista no mercado mundial e no sistema de Estado ou permanecerão relegadas como lamentáveis sub-burguesias semicoloniais (e este é o programa do imperialismo); mas também podemos tomar a hipótese de Leon Trotsky, que argumentava que a direção contrarrevolucionária que dirigiu os processos de restauração, em sua contradição de não ser capaz de se constituir como classe, geraria, em sua relação com as leis tendenciais da economia mundial, um caos capitalista. Esta última hipótese é para nós a que mais se aproxima do processo real. E diante desse caos, o necessário é girar esta tendência a partir de uma direção revolucionária consciente.
Programas
Distantes dessa discussão, as organizações do trotskismo centrista latino-americano em suas notas abstraem-se do caráter de classe do Estado na Belarus, do processo de assimilação e das contradições estabelecidas pela decomposição imperialista, para repetir o que dizem em qualquer outro lugar: trata-se de um processo “pela democracia” no qual a classe trabalhadora deve intervir “de forma independente”. Continuam presos no esquema de transcrescimento da revolução democrática em revolução socialista que Moreno ou Guillermo Lora os ensinou. Podem até levantar consignas como “Fora Lukashenko”, como faz o Novo MAS, das quais é preciso perguntar: para que venha quem? O Partido Obrero (oficial) fala em promover “uma alternativa política própria dos trabalhadores”, enquanto o PTS nem mesmo se refere aos trabalhadores, simplesmente falando sobre “a independência política que o movimento conquiste em relação à oposição liberal e populista”. Estão se referindo a uma candidatura independente nas próximas eleições? As discussões da conferência latino-americana da FIT-U nos fazem pensar assim.
A crise aberta pela fraude eleitoral em relação à democracia como forma política é um ponto de partida para promover a luta operária contra a restauração capitalista e seus aplicadores, cujas diferenças, em todo caso, estão na velocidade dessa restauração. A ditadura de Lukashenko é repressiva, aprisiona e reprime aqueles que lutam. Não podem os trabalhadores da França e os coletes amarelos, o movimento negro do BLM e os trabalhadores chilenos afirmar que a democracia burguesa faz exatamente o mesmo? O problema da relação das massas com a política surge da relação do proletariado com as alavancas da economia. Não é necessário fazer rodeios, o caráter histórico da Revolução de Outubro continua vivo. A democracia operária é mil vezes superior às eleições parlamentares burguesas, e se os trabalhadores, que se tornaram o eixo da situação no país, podem desenvolver essa experiência, será golpeando Lukashenko e a oposição pró-imperialista na produção, com a greve geral e o avanço do controle operário dos ramos econômicos. É claro que tal processo não pode ficar restrito à Belarus, porque até o limite a contradição do imperialismo e a própria sobrevivência de Putin passam pelo processo de assimilação da Rússia. Por isso, é necessário que a luta se fortaleça a partir da intervenção do proletariado russo e de toda a região, com o apoio decidido da classe trabalhadora europeia e norte-americana, denunciando em voz alta o conteúdo real de exploração da democracia imperialista. É neste sentido que o proletariado bielorrusso deve lutar pela sua independência, independência de classe como sujeito do processo histórico, não só levantando demandas “sociais e econômicas”, mas também postulando sua direção política a partir da administração das coisas, da qual nasce a verdadeira democracia, a democracia proletária. A luta por uma Federação Socialista, recuperando o melhor da experiência da URSS, como forma política da ditadura do proletariado em seu desenvolvimento internacional. Até o fim, a luta dos revolucionários é pela regeneração da vanguarda comunista, retomando as tarefas que Leon Trotsky nos deixou, lutando pela reconstrução da Quarta Internacional. À luz dos processos complexos e riquíssimos que se desenrolam aos nossos olhos, convocamos as correntes que se reivindicam pela ditadura do proletariado a uma Conferência Internacional para discutir os desafios urgentes que enfrentamos.
Publicado em www.cor-digital.org no 29/08/2020
Bielorrusia: fraude, crisis política, irrupción obrera
Ya contamos 3 semanas de intensa agitación en Bielorrusia, motorizada por el rechazo al fraude electoral con que el presidente Lukashenko pretenden prolongar su mandato. Ya van 26 años desde que asumiera por primera vez, en 1994. Las movilizaciones callejeras vienen marcando el pulso desde el 9 de agosto, y la bestial represión del régimen, lejos de debilitarlas, ha producido lo contrario. En las calles, la juventud de clase media tiene un papel importante, pero todos los observadores destacan la irrupción del movimiento obrero, especialmente sus batallones más concentrados de la industria.
Las marchas y protestas, que llevaron a unas 100.000 personas a las calles de Minsk el domingo 23 de agosto, son muestra de un movimiento espontáneo, con confusión de objetivos y con una dirección debilitada por la poca estructuración de la oposición nacionalista/liberal, pro reformas de mercado, que tiene como figura electoral a la candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, actualmente exiliada en Lituania. El movimiento tiene extensión nacional, y no se concentra sólo en la capital, Minsk.
Antagonismos interestatales
Bielorrusia es un país de 9,4 millones de habitantes, ex integrante de la URSS y luego histórico aliado de Rusia. En esa alianza, es el socio menor, pero no debemos pensar la relación cómo estamos acostumbrados: Bielorrusia concentra importantes centros de industrialización de materias primas rusas. Un elemento que alienta la actual crisis es la depresión del precio del petróleo a principios de año, ya que las refinerías bielorrusas exportan petróleo procesando el crudo que obtienen a precios subsidiados de Rusia. Además de esta estrecha relación económica, que ha tenido sus altibajos en los últimos años, también unen a ambos países acuerdos militares y elementos culturales históricos.
Es por esta relación con Rusia que muchos, incluido el bonapartista Lukashenko, etiquetan a las recientes protestas como “pro-occidentales” o pro Unión Europea, tratando de igualarlas al llamado Euromaidán que irrumpiera en Ucrania en 2014, llevando a la dimisión del presidente, y más tarde a una guerra civil. Lo cierto es que las movilizaciones no reivindican la entrada del país en la UE, cosa que era explícita en 2014 en Ucrania, y ni siquiera levantan consignas anti rusas. La propia Tijanóvskaya, desde Lituania, se ha cuidado de desmarcar las posiciones de la oposición de un enfrentamiento con Moscú, dejando claro que se trata de protestas que se limitan a defender la democracia a secas, es decir, la democracia burguesa de la cual la única experiencia que tiene el país son… los gobiernos de Lukashenko, vaya paradoja.
La Unión Europea (UE) viene de años de aflojar las sanciones que aplicaba a Bielorrusia por las violaciones a las libertades políticas del llamado “último dictador de Europa”, en un cuadro de revisión de relaciones con la propia Rusia, país con el que Alemania tiene importantes vínculos productivos, sobre todo por la provisión de materias primas, especialmente hidrocarburos. Frente al actual proceso, las autoridades de la UE se han limitado a emitir declaraciones y el viernes 28/8 votaron sanciones para algunas figuras del régimen.
Por su parte, Putín tiene que manejarse con prudencia en su relación con el país. Si bien apoyó a Lukashenko y la última semana avanzó en amenazar con una intervención directa en la crisis, tiene que, por un lado, mantener su relación con Trump y la UE, y por el otro, pondera más la estabilización de Bielorrusia que al propio Lukashenko, por lo que un sector de su partido político tiende lazos con los sindicatos bielorrusos que participan de las movilizaciones a través de la burocracia sindical de la Federación de Sindicatos Independientes de la Federación Rusa (FNPR).
EEUU, por su parte, no ha tomado una postura clara, y es que el peso de la crisis interna del imperialismo no sólo puede explicar esto, sino que es un elemento determinante en la serie de crisis políticas, de régimen y Estados, y los procesos de lucha de clases que están atravesando el mundo. La desorientación imperialista, de cara a las elecciones presidenciales de Noviembre y con un gobierno de Trump bastante golpeado por las consecuencias de la recesión económica, el mal manejo de la pandemia y el proceso de lucha contra la brutalidad policial y el racismo, son un elemento central de la coyuntura internacional.
Toda una serie de corrientes políticas, la resaca del estalinismo y todo tipo de populistas, se centran en el antagonismo entre EEUU y la UE, por un lado, y Rusia y China por el otro, para condenar las movilizaciones en Minsk y otras ciudades y dar su apoyo al Lukashenko y su régimen, que viene de arrestar a 7.000 manifestantes, matar a más de 3 y que cuenta todavía con desaparecidos en las últimas represiones. El basurero de la historia es el único sitio donde pueden ser bienvenidos estos nostálgicos del Gulag, nada tienen que ver con la izquierda revolucionaria y la vanguardia del movimiento obrero internacional.
La ofensiva imperialista sobre Rusia, y sobre todo sobre China, tiene que apreciarse desde el punto de vista del proceso histórico, no desde la lógica burguesa de la geopolítica. Se trata del problema de la asimilación de los ex Estados obreros, cuyas contradicciones explosivas se desarrollan en todo tipo de manifestaciones especificas en diversos territorios nacionales, con características determinadas. Estamos hablando de procesos tan disímiles como los de Hong Kong, Ucrania y ahora Bielorrusia, pero que son expresión de toda una etapa histórica. Volveremos sobre este problema nodal de la situación mundial más abajo.
Fuerzas elementales
Bielorrusia, como otros ex Estados obreros, sufrió un proceso de privatización de la industria a principios de los años 90. Sin embargo, este proceso de restauración capitalista “en frío” tuvo límites tempranamente, llevando a la renacionalización de gran parte de las empresas ya en 1994. Actualmente, el capitalismo de Estado en la industria alcanza entre el 75% y 80% del sector. Se trata de un proceso de renacionalización que también realizó, aunque más tarde, Rusia bajo el comando de Putín. Estos elementos sirven para señalar que la protoburguesía bielorrusa es particularmente débil, y no existen los llamados “oligarcas”, que monopolizan ramas industriales enteras (aunque no de la industria pesada) como fue el caso en Ucrania. Los sectores de esta protoburguesía junto a capas pequeñoburguesas son la base de la candidata opositora, que en realidad viene a reemplazar a su marido, un empresario detenido por el régimen.
Otra diferencia con Ucrania, importante desde el punto de vista sociológico, es la relativa debilidad del sector agrícola y en general de producción de materias primas, en relación a la industria. La industria heredada de la URSS se mantiene en Bielorrusia, mostrándose competitiva en algunas ramas como la de fabricación de maquinaria pesada y tractores, y en la semielaboración de productos primarios. Esta relación es bastante elocuente llevada a cifras: la agricultura, pesca y actividad forestal representan un 6,6% de la producción bruta, mientras la industria significa el 26%. El sector servicios, el de mayor peso en la economía, sustenta a otra fracción importante de la clase obrera, que incluso ha tenido un papel activo en las protestas como es el transporte, y también a amplios sectores pequeñoburgueses.
Cuando hablamos del peso económico de la industria, esto también se refleja en la política. Porque todas las facciones en pugna tienen un activo interés en ganar para sí la simpatía de la clase obrera. Ya hablamos de la federación sindical rusa, pero una actividad similar lleva a cabo la burocracia de la Confederación Sindical Internacional (CSI, a la que están afiliadas las CTAs y la CGT argentinas), sobre todo sus seccionales europeas ligadas por mil y un lazos a los Estados y patronales imperialistas de la UE. También la oposición nacionalista/liberal lanza llamados a la huelga para apoyarse en las fábricas, mientras Lukashenko tuvo una desagradable sorpresa cuando intentó darse un baño de popularidad en su visita a la fábrica de tractores de Minsk, y ahora envía a las autoridades locales a negociar con los trabajadores.
Las acciones obreras han sido importantes, incluyendo paros, asambleas en portones, columnas obreras en las marchas y reuniones con las gerencias y las autoridades locales para exigir la liberación de detenidos y rechazar las sanciones a trabajadores participantes de las movilizaciones, aunque no se terminó de concretar el llamado a huelga general. Tal es el peso de las medidas sindicales que tras las primeras manifestaciones de este tipo Lukashenko tuvo que liberar a los primeros detenidos. Lo novedoso es que estén desarrollándose este tipo de luchas en un país donde el derecho a huelga no está reconocido legalmente y donde la represión está a la orden del día. Mientras la propiedad estatal de las empresas se ha mantenido, Lukashenko viene aplicando un programa, en acuerdo con el FMI, EEUU y la UE, de sucesivas reformas, liquidando la negociación colectiva, imponiendo contratos laborales a plazo fijo, aumentando la edad jubilatoria e impulsando una constante baja del salario real por efecto de la inflación y la devaluación.
Por el momento, las acciones del proletariado van en contra de tener que pagar por las peleas entre las fracciones dirigentes. Utilizan a la oposición para enfrentar a su patronal. Las organizaciones sindicales, estatizadas, no cumplen un rol por lo que los trabajadores han constituido comités obreros, que buscan ser influenciados por la oposición. La lucha por una dirección que permita la intervención de forma independiente de la clase obrera se hace urgente, y es a la vez una tarea internacionalista que los revolucionarios de Europa, Rusia y del resto del planeta debemos apuntalar con toda seriedad y audacia.
Entre la asimilación capitalista y la descomposición imperialista
La caída de la URSS significó para muchas corrientes la restauración capitalista plena y la reversión histórica total de la Revolución de Octubre. Sin embargo, el proceso resultó mucho más tortuoso para los capitalistas, porque se produjo en una etapa avanzada de la descomposición imperialista. Las privatizaciones, como proceso de reforma económica sin recurrir a una contrarrevolución abierta para destruir los cimientos del aparato estatal surgido de Octubre, y de las sucesivas revoluciones que expropiaron a la burguesía acabando con su dominación en determinados territorios a lo largo del siglo XX, demostró ser un fracaso como apuesta del imperialismo. Entonces, ese proceso de asimilación al capitalismo continúa en desarrollo, sin haber logrado tampoco las protoburguesías de los diferentes ex Estados Obreros, sobre todo Rusia y China, convertirse en nuevas clases propietarias dominantes. Esto no se define nacionalmente, sino en la arena mundial. El proletariado, a su turno, constituye aún una reserva para enfrentar los procesos de restauración en curso, aun cuando haya sido utilizado en diferentes oportunidades como base de maniobra de uno u otro sector de la burocracia restauracionista y/o de las capas pequeñoburguesas aliadas al imperialismo. Esta tragedia tiene como principal causa la crisis de dirección revolucionaria del proletariado internacional.
Es curioso cómo volvemos a leer sobre las situaciones revolucionarias objetivas, esta vez de manos del PO (t) y Altamira, un declarado viejo enemigo de Nahuel Moreno, al discutir los procesos en los ex Estados Obreros. Lo que olvida Altamira es que, para establecer tendencias objetivas, que no están descartadas, es necesario definir cuáles son las transiciones. Cuando Lenin discutía este problema, ya había definido a la fase superior del capitalismo, el imperialismo, como transición entre el capitalismo y el socialismo. En el proceso Bielorruso, debemos considerar el problema de la asimilación, que complejiza la discusión de transición mucho más. No sólo porque no está definido el papel de los ex Estados Obreros en el sentido de si las protoburguesías serán o no capaces, a partir de un ineludible conflicto violento, conquistar una posición como clase capitalista en el mercado mundial y el sistema de Estados o quedarán relegadas como lamentables subburguesías semicoloniales (y este es el programa del imperialismo), sino que también podemos incluso tomar la hipótesis de León Trotsky, que discutía que la dirección contrarrevolucionaria que dirigiera los procesos de restauración, en su contradicción de no poder conformarse en clase, generaría, en su relación con las leyes tendenciales de la economía mundial, un caos capitalista. Esta última hipótesis es para nosotros la que más se acerca al proceso real. Y frente a este caos, lo que se impone es torcer esta tendencia a partir de una dirección revolucionaria consiente.
Programas
Alejadas de esta discusión, las organizaciones del trotskismo centrista latinoamericano en sus notas hacen abstracción del carácter de clase del Estado en Bielorrusia, del proceso de asimilación y de las contradicciones establecidas por la descomposición imperialista, para repetir lo que dicen en cualquier otro lugar: se trata de un proceso “por la democracia” donde la clase obrera debe intervenir “de manera independiente”. Continúan atrapados en el esquema del transcrecimiento de la revolución democrática en revolución socialista que les enseñaron Moreno o Guillermo Lora. Pueden incluso levantar consignas como el “fuera Lukashenko”, como hace el Nuevo MAS, donde se impone preguntarse ¿para que venga quién? El Partido Obrero (oficial) nos habla de impulsar “una alternativa política propia de los trabajadores”, mientras el PTS ni siquiera hace referencia a los trabajadores, hablando simplemente de “la independencia política que logre el movimiento respecto de la oposición liberal y populista” ¿nos están hablando de una candidatura independiente en las próximas elecciones? Las discusiones de la conferencia latinoamericana del FIT-U así nos lo hacen pensar.
La crisis abierta por el fraude electoral en relación a la democracia como forma política es un punto de partida para impulsar la lucha obrera contra la restauración capitalista y sus aplicadores, cuyas diferencias en todo caso son en la velocidad de esta restauración. La dictadura de Lukashenko es represiva, encarcela a los luchadores y los reprime, ¿no pueden plantear los trabajadores de Francia y los chalecos amarillos, el movimiento negro del BLM y los obreros chilenos que la democracia burguesa hace exactamente lo mismo? El problema de la relación de las masas con la política está planteado a partir de la relación del proletariado con las palancas de la economía. No es necesario dar rodeos, el carácter histórico de la Revolución de Octubre sigue vivo. La democracia obrera es mil veces superior a las elecciones parlamentarias burguesas, y si los trabajadores, que se han convertido en eje de la situación en el país, pueden desarrollar esta experiencia, es a partir de golpear a Lukashenko y la oposición pro imperialista en la producción, con la huelga general y avanzando en el control obrero de las ramas económicas. Es claro que semejante proceso no puede detenerse en Bielorrusia, porque hasta el final la contradicción del imperialismo y la propia supervivencia de Putín pasa por el proceso de asimilación de Rusia. Por eso, es necesario que la lucha se fortalezca a partir de la intervención del proletariado ruso y de toda la región, con el apoyo decidido de la clase obrera europea y norteamericana, denunciando a viva voz el real contenido de explotación de la democracia imperialista. Es en ese sentido que el proletariado bielorruso debe pelear por su independencia, independencia de clase en tanto sujeto en el proceso histórico, no sólo levantando demandas “sociales y económicas” sino postulando su dirección política a partir de la administración de las cosas, de la que brota de verdadera democracia, la democracia proletaria. La lucha por una Federación Socialista, recuperando lo mejor de la experiencia de la URSS, como forma política de la dictadura del proletariado en su desarrollo internacional. Hasta el final, la lucha de los revolucionarios es por la regeneración de la vanguardia comunista, retomando las tareas que nos legó León Trotsky, luchando por la reconstrucción de la IV Internacional. A la luz de los complejos y riquísimos procesos que se desarrollan ante nuestros ojos es que llamamos a las corrientes que se reivindican por la dictadura del proletariado a una Conferencia Internacional para discutir los desafíos urgentes que tenemos planteados.
publicado en www.cor-digital.org (29/08/2020)
Repudiemos el chantaje de la patronal camionera, enfrentemos al Estado capitalista
La confederación nacional de transporte de carga (CNTC), qué representa a un tercio de las patronales transportistas, ha convocado a un bloqueo de la circulación de camiones, en lo que el representante del gremio empresario, Sergio Pérez, ha llamado "manifestación nacional contra la delincuencia". La exigencia central de esta acción es el llamado a la aprobación de 13 leyes represivas tales como la ley antiencapuchados, la modernización de carabineros y la PDI, el aumento de penas al robo a las forestales, control de armas, la ley Piñera sobre protección militar de “infraestructura crítica”, etc.
Este bloqueo lock out parcial a la circulación de mercancías no ha contado con la adhesión de las otras agrupaciones empresarias de camiones como ChileTransporte o la mayoritaria CNDC (confederación nacional de dueños de camiones), quienes han señalado solapadamente la injerencia política gubernamental en este movimiento, así como también prefieren optar por apuntalar la noción de unidad nacional en la recuperación económica.
Entrando en el tercer día de bloqueo el efecto ha sido limitado pero según los propios dirigentes el hecho de que el 94% del transporte de mercancías sea efectuado por camiones de carga lleva a las industrias a retener las salidas de producción en particular hacia los puertos, lo que explica el apoyo limitado del empresariado a esta medida. Lo que de todas maneras no ha impedido las voces de solidaridad de las cámaras patronales como la CPC o la CNC llamando a poner fin a "la violencia” por medio precisamente… de la violencia organizada del aparato estatal.
Esta acción está liderada por personajes como José Villagrán, presidente de la Federación Gremial de Asociaciones de Dueños de Camiones del Sur (Fedesur) que agrupa mayoritariamente a las empresas transportistas medianas de la zona sur, excandidato UDI, que llama permanentemente a “combatir el terrorismo” o vitorea todo exceso represivo de carabineros y militares contra las comunidades mapuches.
La oposición burguesa, salió a desmarcarse de la acción, arguyendo que no legislarán bajo presión. Cabe destacar el rol sistemático de los palamentarios concertacionistas en los diversos intentos de perfeccionar una y otra vez el aparato represivo del Estado, un aparato que evidencia a cada paso su descomposición e inestabilidad característica de todo Estado semicolonial en el contexto de crisis capitalista. Hasta el Partido Comunista se ha cuadrado con esta oposición exigiendo que se aplique la “ley de seguridad interior del Estado”, la misma que se utiliza para perseguir y encarcelar a los luchadores obreros y populares, para reprimir y desbloquear las rutas. He ahí el horizonte en el que se reflejan las diversas corrientes estatista, conquistar el botín del Estado para utilizar este aparato patronal y ponerlo al servicio de fracciones burguesas distintas, las que serán presentadas como constitutivas del “pueblo”.
La inacción del gobierno de dejar correr la medida, más allá que surge como maniobra de su propio seno, es sólo una evidencia más del carácter de clase de este bloqueo y del propio aparato estatal. La impopularidad de esta acción, aumentada por el potencial desabastecimiento de alimentos e insumos médicos, etc, que puede provocar, lleva a muchos sectores a significar la tradición de los empresarios camioneros que jugaron un rol abiertamente contrarrevolucionario, con financiamiento directo de la CIA, en la preparación del golpe de 1973. José Sandoval, presidente del Sindicato Profesional de Choferes de Camiones (Sitrach), se lamenta de haber tenido “un montón de dificultades con dirigentes sindicales de otras ramas de la producción porque nos confunden con golpistas. Yo les digo que no somos los dueños, somos los trabajadores”. Proclama que tienen “independencia como organización” y especifica que “Este es un paro de los empresarios y, de repente, se confunde a los choferes con los dueños de camiones, en circunstancia que no es así. Nosotros tenemos que salir a hacer la pega, nos mandan a tal parte y, si no acatamos, nos exponemos porque tenemos contrato”. Si el Sr Sandoval sale hoy a hablar de que este es un “paro empresario”, es, no sólo por la impopularidad de la medida, sino porque concentra sus afiliados en la otra Confederación patronal y se alía a esta en una acción abiertamente conciliatoria. La “confusión” es la de este dirigente sindical, que habla de “independencia” cuando actúa como furgón de cola y partícipe de estos movimientos reaccionarios. El representante patronal de la CNDC, Juan Araya, que se define “socialista”, advierte que “Si esto sigue así vamos a quedar los camioneros como golpistas, y de esos camioneros del 72 ya no queda nadie”. La recurrencia del rol reaccionario de los “camioneros” va a quedar indemne mientras los que lideren sean los mismos empresarios. El rol en la generación de valor en el traslado de las mercancías es de lo que se han valido para pesar en la arena política. Pero este valor no lo generan los empresarios, sólo lo parasitan viviendo del trabajo ajeno. Es imprescindible recuperar el sindicato de choferes de camiones para una perspectiva revolucionaria, expulsar a su burocracia histórica y neutralizar las alas propatronales fortalecidas entre los mismos trabajadores.
Este bloqueo surge luego de agudizarse las condiciones de salud y la huelga de hambre por 120 días de 8 presos políticos mapuches que no entraron en la mediación y acuerdo del Gobierno con Celestino Córdoba, ‘lonko’ a quien le permitieron realizar sus actos religiosos en su comunidad.
Las comunidades mapuches reciben continuamente el hostigamiento Estatal, de las patronales forestales y de los “colonos” de la zona”. La llamada “zona roja” es el resultado de este proceso de militarización, acaparamiento de tierras y desarrollo de la industria extractiva. Es primordial que los sindicatos forestales intervengan en apoyo a las comunidades, repelan la acción represiva del Estado, repudien las acciones coordinadas de sus propias patronales para extender las explotaciones y reprimir a la juventud explotada y oprimida. No se trata de volver la rueda de la historia a formas precapitalistas de explotación agrícola, aunque usen tractores!, se trata de atacar la anarquía capitalista preparando la destrucción del aparato burocrático militar del Estado. En un momento donde la burguesía se juega a cerrar el proceso abierto con la semiinsurrección del 18 de Octubre pasado mediante un plebiscito constituyente, en un evento “cívico” burgués para sembrar ilusiones de cambio por medio de una reforma al andamiaje de su aparato estatal, la clase obrera debe intervenir con sus propios métodos y programa, impulsando un Congreso de Delegados de base de toda la clase trabajadora que ponga como horizonte la conquista del poder obrero derrocando el poder burgués.
Libertad y desprocesamieto a todos los presos políticos
Recuperemos los sindicatos expulsando a la burocracia
Levantemos un Congreso de Delegados de Base de la Clase Trabajadora.
Por un Gobierno Obrero